ENERGÍAS RENOVABLES * INFORME - OPINIÓN
RACIONALIZAR
TU CONSUMO ENERGÉTICO, CLAVE PARA LA SOSTENIBILIDAD
No
se logra únicamente a través de grandes infraestructuras verdes o
compromisos institucionales. Se construye en cada hogar, en cada
decisión de consumo, en cada gesto cotidiano que prioriza la
eficiencia y el respeto por los recursos del planeta.
J. E. GÓMEZ * WASTE MAGAZINE
En la actualidad, hablar de sostenibilidad y lucha contra el cambio
climático sin abordar el consumo energético resulta una
contradicción. Si bien las energías renovables han ganado
protagonismo en la última década, no es posible alcanzar una
verdadera transformación ambiental sin una participación activa de
los consumidores. Reducir el consumo energético, optimizar su uso y
fomentar el autoconsumo no solo son estrategias necesarias, sino
también ineludibles si queremos asegurar un futuro viable para las
próximas generaciones, para ello debemos tener en cuenta la
necesidad de aplicar usos personales que nos lleven hacia la
recuperación de excedentes, baterías virtuales y la búsqueda de un
equilibrio entre las tarifas que pagamos, ya sea por la energía
solar u otras renovables. En la actualidad existen plataformas en
las que es posible conseguir mejoras significativas en cuanto a
sostenibilidad, como la
batería
virtual de wekiwi con excedentes solares, ya que tu esfuerzo
en reducir el consumo puede significar la venta de tu energía
sobrante, como base para iniciar esa transformación sostenible
también a tu favor.
El problema de la demanda creciente
El crecimiento poblacional, el aumento de dispositivos eléctricos en
los hogares y el modelo de producción y consumo actual están
incrementando de forma constante la demanda energética global.
Incluso con un sistema energético completamente renovable, mantener
esta tendencia ascendente de consumo generaría impactos
considerables en el medio ambiente, debido a la infraestructura
necesaria para producir, almacenar y distribuir esa energía.
Por ello, el primer paso hacia una verdadera sostenibilidad no
consiste únicamente en cambiar la fuente de energía, sino en
preguntarnos cuánto necesitamos realmente. Reducir nuestro consumo
energético no implica un retroceso en calidad de vida, sino una
transformación en los hábitos cotidianos, una forma más consciente
de interactuar con los recursos.
Cada hogar, cada empresa, cada individuo tiene en sus manos parte de
la solución. Acciones tan simples como apagar luces innecesarias,
optar por electrodomésticos eficientes o mejorar el aislamiento
térmico en viviendas pueden reducir significativamente el consumo
energético. Pero más allá de estas medidas individuales, es esencial
entender que los consumidores pueden y deben convertirse en agentes
activos en la transición energética.
El concepto de "prosumidor", que une las palabras productor y
consumidor, ha cobrado fuerza en los últimos años. Gracias a los
avances tecnológicos y a un mayor acceso a soluciones de
autoconsumo, hoy es posible generar parte (o incluso toda) la
energía que uno necesita a través de fuentes renovables como el sol
o el viento. Esto no solo disminuye la dependencia de redes
tradicionales y reduce la huella de carbono, sino que también otorga
al usuario un mayor control sobre su propio impacto ambiental.
Autoconsumo: una opción viable y en expansión
Los sistemas de autoconsumo, especialmente mediante paneles solares
fotovoltaicos, se están consolidando como una solución práctica y
rentable en muchas regiones del mundo. En zonas con alta insolación
-como ocurre en amplias áreas del sur de Europa, América Latina o el
norte de África- la instalación de paneles solares permite cubrir
una parte significativa del consumo energético residencial o
empresarial.
Además, en regiones con presencia constante de viento, los
aerogeneradores de pequeña escala pueden complementar o sustituir la
energía solar. La clave está en adaptar la solución energética a las
características locales, tanto climáticas como económicas, para
garantizar su viabilidad.
Es importante señalar que estos sistemas no solo benefician al
propietario: al reducir la demanda en la red general, contribuyen al
equilibrio del sistema eléctrico y reducen la necesidad de
infraestructuras adicionales. Además, si se implementan con
criterios comunitarios, pueden ser el motor de desarrollo sostenible
en zonas rurales o periféricas, creando empleo local y fortaleciendo
la autonomía energética.
Gestión inteligente: el valor de la ciencia y la tecnología
Reducir el consumo energético no significa renunciar a la
tecnología, sino integrarla de forma más eficiente e inteligente.
Existen métodos científicos y herramientas de gestión energética
avanzadas que permiten optimizar el uso de los recursos disponibles.
Desde algoritmos de predicción del consumo hasta sistemas de gestión
energética doméstica (HEMS, por sus siglas en inglés), la
digitalización energética es una aliada poderosa de la
sostenibilidad.
Estos sistemas permiten monitorizar en tiempo real el uso
energético, detectar patrones de consumo y proponer ajustes
automáticos para evitar desperdicios. Por ejemplo, un sistema
inteligente puede decidir cuándo activar ciertos electrodomésticos
en función de la producción solar disponible, o cuándo es más barato
(y ecológico) consumir energía de la red.
Asimismo, las baterías domésticas han revolucionado la forma en que
almacenamos y utilizamos la energía. Permiten conservar el excedente
generado durante el día para su uso nocturno, aumentando la
autosuficiencia y reduciendo la dependencia de combustibles fósiles.
Más allá de lo individual
No obstante, para que esta transición energética se consolide,
también se requiere de un marco normativo favorable, incentivos
gubernamentales adecuados y una cultura energética en la población.
Las políticas públicas deben facilitar el acceso a tecnologías
limpias, eliminar barreras burocráticas y fomentar la investigación
en eficiencia energética.
Pero más allá de las regulaciones, es esencial que la ciudadanía
comprenda el valor de la energía como un bien limitado. La educación
ambiental desde edades tempranas, campañas de sensibilización y
programas comunitarios son herramientas fundamentales para generar
una conciencia colectiva que respalde la transformación del modelo
energético.
La sostenibilidad no se logra únicamente a través de grandes
infraestructuras verdes o compromisos institucionales. Se construye
en cada hogar, en cada decisión de consumo, en cada gesto cotidiano
que prioriza la eficiencia y el respeto por los recursos del
planeta.
La reducción del consumo energético es, por tanto, una piedra
angular de cualquier estrategia seria frente al cambio climático.
Solo si aprendemos a vivir con menos -sin renunciar a la calidad de
vida, pero sí a los excesos- podremos hacer del desarrollo
sostenible una realidad alcanzable.
La energía más limpia no es solo la que proviene del sol o del
viento, sino aquella que no se necesita consumir.
¿DE DÓNDE VIENE LA ELECTRICIDAD QUE CONSUMIMOS?
Según los últimos informes de generación de energías en España, las
energías renovables superan ya la mitad de la electricidad que
consumimos. Estos son los datos elaborados a partir de los informes
de Red Eléctrica Española en 2024.
Energías Renovables: Representaron el 56,8% de la
generación eléctrica total, con una producción de 148.999 GWh, lo
que supone un incremento del 10,3% respecto al año anterior.
Eólica: Contribuyó con el 23% del mix eléctrico,
consolidándose como la principal fuente de generación
Solar Fotovoltaica: Aportó el 14% de la producción
renovable, generando más de 37.000 GWh.
Energía Nuclear: Mantuvo una participación del 21%
en el mix de generación eléctrica.
Ciclo Combinado (Gas Natural): Su contribución fue
superada por la solar fotovoltaica, quedando por debajo del 14%.
Carbón: Su participación se redujo a menos del 2%,
reflejando una disminución significativa en su uso.
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