VENENOS,
NO
VENENOS Y CEBOS ENVENENADOS
Agentes de Medio Ambiente y perros adiestrados recorren las
sierras en busca de cebos envenenados y trampas mortales para
‘alimañas’
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Intentan erradicar una práctica ancestral en zonas rurales que
provoca la muerte de decenas de animales y pone en peligro a las
personas que acuden a los espacios naturales
Cualquier método es bueno si con él conseguimos acabar con las
‘alimañas’: águilas, quebrantahuesos, buitres, lobos, zorros,
perros asilvestrados y otras ‘bestias’, que acaban con el ganado e
incluso roban a los niños recién nacidos. Esta absurda y
trasnochada idea aún se mantiene viva en la forma de pensar de
muchas personas que no dudan en utilizar lo que esté a su alcance
para acabar con lo que consideran animales salvajes y dañinos. Es
la causa de que cada año, más de 2.000 animales en Andalucía y
algo más de un centenar en Granada, sean encontrados muertos por
la ingestión de venenos que previamente se han mezclado con trozos
de carne y colocado en los lugares de paso habitual de la fauna.
Dos de los cinco quebrantahuesos que la Junta de Andalucía y la
Fundación Gypaetus habían liberado en las sierras de Cazorla y
Castril, fueron encontrados muertos hace un año, en mayo de 2011,
tras haber ingerido cebos envenenados.
Acabar con estas prácticas, que ponen en peligro no solo a la
fauna, sino también a todo aquel que trabaja o disfruta de los
espacios naturales, es el objetivo de un grupo de agentes de Medio
Ambiente, englobados en las Brigadas de Investigación de
Envenenamiento de Fauna (BIEF), que en las provincias de Granada,
Jaén y Almería, trabajan en colaboración con la Fundación
Gypaetus, encargada de llevar a cabo un programa patrocinado por
la Unión Europea, dentro de los llamados proyectos Life, y
destinado a la erradicación del uso de cebos envenenados. Un
equipo de especialistas que tienen unos aliados de excepción, sin
los que sería imposible realizar su labor, tres perros, dos
pastores alemanes (madre e hija) y un labrador, aun muy
joven, especializados en el rastreo y localización de los venenos,
un equipo canino que forma parte de la Consejería de Medio
Ambiente. Dirigidos por el biólogo, Jesús López Valladolid,
recorren las sierras y campos en busca de venenos y trampas
mortales.
Agentes de Medio Ambiente, técnicos de Gypaetus y los perros se
han convertido en la vanguardia de una lucha que ha de llegar a la
erradicación total de estas prácticas, que se ven incrementadas en
áreas donde hay mayor presencia de cazadores y de ganaderos.
«Siempre ha habido la creencia de que algunos animales, a los que
aún califican como alimañas, acaban con la caza y los cazadores
intentan acabar con ellos para que no les hagan la competencia, y
en las épocas de paridera, los ganaderos creen que esos animales,
desde águilas a zorros y perros asilvestrados, van a ir
directamente a por las crías, y de ahí viene la costumbre de poner
veneno en el campo para eliminar competidores», dice José Miguel
Marín, agente de Medio Ambiente, que señala la peligrosidad de
esta práctica, ya que no solo afectará al animal que consuma el
veneno, sino que se incluye en la cadena alimenticia y puede matar
también a otros animales. Recuerda que «en algunas ocasiones hemos
encontrado cebos envenenados muy cerca de áreas recreativas donde
acuden familias y niños».
Los venenos que se utilizan «son los que están más a mano,
pesticidas, fitosanitarios que se compran para la agricultura,
pero que pueden ser letales también para el hombre», dice Javier
Foronda, otro de los agentes de Medio Ambiente que forma parte de
las BIEF.
El uso de venenos está tipificado como delito en el Código Penal,
que señala la imposición de una pena de entre cuatro meses y dos
años, y en cualquier caso con la prohibición de cazar o pescar en
un periodo de uno a tres años. Además puede considerares como una
infracción administrativa muy grave por atentar contra la fauna y
flora, lo que acarreará multas de importancia. La muerte de un
quebrantahuesos se sanciona con 30.000 euros, un lince con 80.000
y un águila con otros 30.000. «Al tratarse de un delito, las
actuaciones que se realizan para la detección y tratamiento de
cebos, tienen que estar ejecutadas por agentes de la autoridad.
Ese es el motivo por el que somos los agentes de Medio Ambiente
los que tenemos que actuar, ya que si no lo hacemos así, los cebos
recogidos no tendrían validez de prueba y no servirían para nada.
La presencia del agente le da esa validez a las actuaciones», dice
Javier Foronda.
Las tareas de búsqueda de cebos envenenados se realiza durante
todo el año. «Trabajamos especialmente en zonas donde se han
hallado animales muertos, ya sea de forma puntual o porque se han
dado muertes más masivas», dicen los agentes de Medio Ambiente,
que señalan que los espacios más ‘calientes’ están en la comarca
de los Montes, porque es donde hay más caza menor y presencia de
cazadores y ganaderías.
El proyecto puesto en marcha por Gypaetus, la fundación dedicada a
la reintroducción del quebrantahuesos, se enmarca dentro de una
serie de actuaciones internacionales que tienen como objetivo la
erradicación de los venenos. «Se desarrolla en ocho áreas de tres
países, España, Portugal y Grecia», dice el técnico de Gypaetus
que dirige el proyecto en Sierra Nevada, Antonio Bernal. Esta
fundación mantiene también grupos de lucha contra los venenos en
Andalucía en las sierras de Cazorla y Mágina, además de en los
Pedroches y en la sierra de Ronda. «Una de las actuaciones más
importantes es la creación de redes contra el veneno, ganaderos,
municipios, y colectivos, para que todos estén implicados en la
lucha contra el veneno. Nosotros coordinamos estas redes e
intentamos enseñar buenas prácticas en los trabajos de agricultura
y la caza, además de erradicar las viejas creencias de que la
fauna salvaje es nociva y hay que eliminarla», dice Antonio
Bernal.
Los ‘alimañeros’ deben desaparecer de los campos. Sus actuaciones
no solo atacan a la fauna sino que ponen en peligro la
subsistencia de toda la biodiversidad, incluido el hombre.
Una exhibición de perros contra el veneno en Güéjar Sierra
‘Morilla’, ‘Lady’ y ‘Clarita’ son los tres perros, hembras,
especialistas en detección de venenos. Fueron las estrellas de una
exhibición que se realizaba en la localidad de Güéjar Sierra,
dentro de una serie de actos de difusión del programa contra el
veneno, con la colaboración del ayuntamiento de esta localidad.
Los tres perros participaron en un simulacro de localización de
venenos ante la expectación de un nutrido grupo de chavales
y mayores del pueblo interesados en conocer de cerca la labor de
la Unidad Canina Europea Contra el Veneno. La concejala de Medio
Ambiente, Sonia Fernández, mostraba la disposición municipal para
colaborar en todo lo posible en la erradicación de este problema.
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