PAISAJES Y BIODIVERSIDAD*
SIERRA NEVADA * TREVENQUE Y DOLOMIAS
LA ISLA DEL 'TESORO'... BOTÁNICO
El Trevenque y los ecosistemas de dolomías
Acorralados por el empuje de las canteras, los ‘arenales’ y
accesos al Trevenque ocultan joyas buscadas por científicos de
todo el mundo
Esperan a ser declaradas microreservas naturales y que se protejan
endemismos en peligro de extinción que fueron descubiertos
por estudiosos del siglo XIX
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE

La imagen de aridez de los territorios situados en el entorno del
Trevenque y el Dornajo, en pleno Parque Nacional de Sierra Nevada,
es solo un espejismo. La aparente ausencia de vida es una
consecuencia de la necesidad de adaptación de las especies que se
ven obligadas a desarrollarse en terrenos donde se producen
enormes cambios de temperaturas, fuertes vientos y la falta de un
suelo fértil y húmedo.
Los arenales, calares y cortados donde la tierra está fragmentada,
son en realidad islas en las que se guardan tesoros botánicos,
especies apreciadas por los estudiosos de la flora en todo el
mundo y que fueron descubiertas y clasificadas por investigadores
del siglo XIX, fundamentalmente por el suizo, Carles Edmond
Boissier, y el alemán, Heinrich Moritz Willkomm, que cuando
conocieron Sierra Nevada no podían dar crédito a la impresionante
riqueza de la flora del macizo nevadense, especialmente de los
territorios dolomíticos que forman parte de la baja montaña, que
ascienden desde el Hervidero y Dílar, hasta cotas de 2.000 metros
de altitud. (...)
(...) Las dolomías son rocas sedimentarias compuestas por
carbonato cálcico y magnesio, y por ello, muy apreciadas como
áridos para el sector de la construcción inmobiliaria, lo que ha
provocado, durante años, la destrucción de una parte muy
importante de los ecosistemas dolomíticos del sector biogeográfico
Malacitano-Almijarense, especialmente en Sierra Nevada y las
sierras de Tejeda y Almijara. A pesar de ese empuje de las
canteras, la normativa del Parque Nacional ha impedido las
extracciones de áridos en lugares que se consideran islas de alto
valor ecológico a pesar de su imagen desértica.
Es fácil conocer y apreciar la riqueza vegetal de las dolomías. Un
paseo habitual de los granadinos es caminar desde el Hervidero
hacia la Boca de la Pescá. Una vez que se accede a la vertiente
oeste, los arenales se extienden hacia las poblaciones de Dílar y
La Zubia. También es fácil conocer de lleno estos ecosistemas en
el camino que por el canal de la Espartera baja desde el Hervidero
hacia el río Dílar y, de forma ascendente, enlaza con la gran
extensión de los arenales del Trevenque, bajo la mini cordillera
de los Alayos, y el camino tradicional para realizar la ascensión
del Trevenque, al que llaman el rey de la baja montaña.
Exclusivas
En esos terrenos grises, de arenas sueltas, crecen especies
exclusivas como la
Rothmaleria granatensis, que con forma
de margarita de color amarillo, aparece entre las piedras blancas
y sueltas. Es un endemismo nevadense en peligro de extinción.
Igual que la
Santolina elegans, y plantas que parecen
pequeños geranios: el
Erodium boissieri, a la que llaman
alfiler del Trevenque, un apellido que comparte con otra especie
exclusiva,
Helianthemum pannosum, conocida como perdiguera
del Trevenque, también endémica y vulnerable a la extinción, igual
que la
Armeria filicaulis trevenqueana, una subespecie que
tiene esta zona como hábitat exclusivo.
Son algunas de las aproximadamente 40 especies propias de los
terrenos dolomíticos del Trevenque y el Dornajo, que se consideran
de tal importancia biológica que científicos de la Universidad de
Almería, realizaron un trabajo de investigación en el que exponían
los datos por los que consideraban imprescindible la creación de
microreservas para conservar de forma eficaz estas zonas que
califican como «archipiélago de islas dolomíticas», en el que
algunas especies se ciñen a territorios tan pequeños que solo
ocupan minúsculas partes de una sierra determinada, sin pasar a
otros espacios a pesar de tenerlos a escasa distancia.
Reservas
La propuesta de estos científicos, en el proyecto ‘Biogeografía de
las plantas vasculares endémicas de las dolomías del Parque
Nacional de Sierra Nevada, contemplaba cuatro territorios
fundamentales, el Trevenque, con 17 especies a tener en cuenta; el
barranco de la Venta en La Peza, con 16; la Silleta del Manar en
Padul, con 14 y la Boca de la Pescá, entre Dilar y Gójar, con 9.
Todos ellos situados entre 1.400 metros de altitud, en el Manar, y
1.830 en el Trevenque.
Para conocer a fondo estos ecosistemas, hay un recorrido
fundamental, que aunque es largo se interna en la verdadera ‘isla
del tesoro’. Es a la espalda del Trevenque, en la cara oculta del
cerro. Es un recorrido de alrededor de 8 kilómetros desde el
Hervidero, pero puede hacerse en coche a través de un carril de
tierra que, en algunos fines de semana está cortado para evitar el
paso de vehículos y reducir el riesgo de incendio. Llega hasta el
Jardín Botánico de la Cortijuela y continúa hasta adentrarse en la
base noreste del cerro del Trevenque, a través de un carril que
discurre entre pinares y encinares. Un kilómetro después del
jardín, a la derecha, parte una vereda que se adentra en el arenal
y que asciende a la cumbre.
Un recorrido por la vereda, sin necesidad de ascender al pico,
muestra la rica y extraña vegetación de dolomías, junto a pequeños
bosquetes en los que crece un gran tejo y varios ejemplares de
Acer
opalus subsp granatensis. En los arenales, irregulares, con
tierras desprendidas, aparecen las joyas de esta zona, entre las
que se encuentra una a la que conocen como Escabiosa del Trevenque
(Lomelosia pulsatilloides), con un delicado aspecto rosado
y textura de papel. Otros taxones como la
Rothmaleria,
Santolina y
Erodium presiden una imagen que,
irremediablemente, termina en la cumbre.
Las regeneraciones de pinares que se han realizado en esta zona
para conseguir la naturalización de los bosques de repoblación, se
hacen palpables en las vaguadas, e incluso junto a la vereda de
ascenso al pico más atractivo de la baja montaña nevadense.
Arenales ricos en endemismos
¿Cómo llegar a la zona noreste del Trevenque y ascender a
la cumbre?
Acceso: Desde la Zubia al hervidero, y desde allí, por carril de
tierra hasta el Jardín Botánico de la Cortijuela.
Senda: A la espalda del Trevenque se llega por una vereda que
parte un kilómetro más allá del jardín.
Coordenadas: La Cortijuela está en 37° 5’5.44’’N - 3°28’11.25’’O.
La vereda hacia el arenal está en 37° 4’30.57’’N - 3°28’32.82’’O
MAPA PARA LLEGAR A LA ESPALDA DEL TREVENQUE Y SUBIR A LA CUMBRE
Espacios sin protección
No todas las islas de vegetación dolomítica están protegidas. El
Trevenque y su zona de influencia sí forma parte del Parque
Nacional de Sierra Nevada, pero según el trabajo que impulsaba la
creación de microreservas en el año 2006, la Boca de la Pescá,
tiene partes que son del parque nacional otras del natural y una
muy importante que no tiene protección alguna. El Manar, en
cambio, sí esta dentro del Parque Natural, pero esta sierra posee
algunas de las grandes canteras de extracción de áridos de la
provincia. En la Peza, las dolomías del barranco de la Vega
tampoco están protegidas.
SIERRA NEVADA * TREVENQUE
ARENALES DE NIEVE
Las primeras nevadas convierten los accesos al Trevenque en un
paisaje alpino al sur de Europa
El pico rey de la baja montaña nevadense cubre de blanco sus
aristas y acumula hielo y agua para mantener su peculiar
ecosistema
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Los viajeros románticos, los científicos que en el siglo XIX
descubrieron y contaron que el sureste de la península Ibérica,
encerraba maravillas biológicas y paisajes únicos en el mundo, que
había grandes montañas de nieves perpetuas, marcaron dos
territorios de especial singularidad y de incomparable valor: las
altas cumbres de Sierra Nevada y un reducto de la baja montaña
presidido por el pico del Trevenque (2.029 metros) y flanqueado
por la pequeña cordillera semialpina de los Alayos. Eran tierras
de arenales y rocas blancas de escasa consistencia, llamadas
dolomías. Arenas semiáridas donde cualquier organismo vivo tiene
que desarrollar métodos con los que adaptarse a un ecosistema
semidesértico, difícil, donde las temperaturas fluctúan decenas de
grados entre el día y la noche, con veranos de insolación
extrema, y que en invierno se cubre de hielo, nieve y agua.
Es en los meses fríos cuando los arenales del Trevenque se
convierten en pasillos de nieve, las gravas blancas brillan al sol
y se confunden con el hielo, es cuando el paisaje atrae los
sentidos y sus cortados de rocas quebradizas son un reto para
montañeros que desean coronar la cumbre del pico considerado como
el rey de la baja montaña nevadense.
Es en este tiempo cuando el ecosistema intenta acumular neveros
que se convertirán en agua, básica para mantener sus diferentes
hábitats y que, llegada la primavera, tardía en cotas de entre
1.500 y 2.000 metros de altitud, puedan aprovechar decenas de
especies de flora endémica de territorios dolomíticos, para
que verdaderas joyas botánicas, la mayoría amenazadas de
extinción, puedan crecer y desarrollarse. De hecho las tierras del
Manto del Trevenque, que forman parte del complejo geológico
Alpujárride, son la cabecera de pequeñas cuencas que ayudarán al
mantenimiento de esas especies y generan arroyos como el Aguas
Blanquillas y el del Búho.
A la espera
En invierno, las especies de territorios dolomíticos están a la
espera de mejores tiempos, pero no todas se ocultan y esperan. Las
ardillas, que han acumulado comida en el otoño no dejan de moverse
entre los pinares y encinas de los bosquetes que ascienden junto a
los arenales del Trevenque. Tienes menos actividad, pero se les
puede ver sobre las ramas. Pequeñas aves como carboneros
garrapinos, hererillos y pinzones, compiten entre ellas y con
otras más grandes, como urracas y arrendajos, por los frutos de
majuelos, rosales y cualquier invertebrado que puedan encontrar.
Los cortados ya crestas son surcados por cernícalos, azores y
algún águila real.
Para contemplar la imagen alpina del Trevenque, solo hay que
llegar, en coche, hasta el aparcamiento situado sobre la Fuente
del Hervidero, y caminar por el sendero que asciende sobre el
canal de al Espartera. A aproximadamente 1.800 metros de
distancia, con una pendiente generalmente suave se encuentra el
mirador de los arenales. Basta con llegar allí para sentir la
fascinación de los territorios de arenas del Triasico medio y
superior (hace 240 millones de años) y comprender que la imagen de
esta minicordillera alpina nevada no es solo una postal de
invierno, sino que la nieve, el agua, es garantía de pervivencia
de especies únicas y en peligro.
El Belen Desde 1960, la noche del sábado previo a
Nochebuena, montañeros suben al Trevenque para llevar un pequeño
Belén que instalan en la cumbre. Una ascensión nocturna llena de
sentimiento y misterio..
BIODIVERSIDAD
Especies presentes en este espacio natural
Armeria filicaulis trevenqueana
FLORA
Acer opalus subsp granatensis
Amelanchier ovalis
Andryala ragusina
Anthyllis
vulneraria
subsp. arundana
Armeria
filicaulis
subsp trevenqueana
Asperula aristata subsp.
scabra
Callipeltis cucullaris
Centaurea
bombycina
Centaurea
granatensis
Coris
monspeliensis
Chamaestpartium
undulatum
Convolvulus
boissieri
Crepis albida
Draba hispanica
Echinospartum boissieri
Echium
albicans
Echium flavum
Erodium
boissieri
Erodium
daucoides
Erodium astragaloides
Fumana ericoides
Fumana
procumbens
Helianthemum pannosum (Perdiguera
del
Trevenque)
Hormathophylla
longicaulis
Jurinea humilis
Lavandula lanata
Linaria
saturejoides
Lomelosia
pulsatilloides
subsp. pulsatilloides
Lonicera
arborea
Linum subfructicosum
Lonicera splendida
Macrosyringion longiflorum
Paronychia aretoides
Polygala rupestris
Ptilostemon hispanicus
Quercus rotundifolia (Encina)
Reseda suffruticosa
(Enturio)
Rosa pimpinellifolia
Rothmaleria
granatensis
Salvia
lavandulifolia
Santolina elegans
Sideritis incana
Staehelina dubia
Stipa apertifolia
Thesium
humifusum
Teucrium
webbianum
Thymelaea
tartonraira
subsp. angustifolia
FAUNA
Aglais urticae
Aricia cramera
Euphydrias aurinia
Melanargia lachesis
Rothmaleria granatensis
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