Tendidos
eléctricos asesinos
Un peligro evidente para aves
Águilas reales, azores, aguiluchos ratoneros, cernícalos... son
víctimas de tendidos eléctricos que no cumplen con las medidas de
protección de fauna.
El caso de una línea que discurre sobre los olivares situados
junto a al Dehesa de Santa Fe, catalogada como Parque
Periurbano, y por tanto, espacio protegido, es una trampa mortal
para aves. Un ejemplo que puede extrapolarse a todo el territorio
español.
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
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En solo dos años más de medio centenar de aves, sobre todo
rapaces, han muerto electrocutadas y con sus alas cercenadas por
los cables.Han sido víctimas de un tendido eléctrico que, como
muchos otros en la provincia de Granada, se han convertido en
asesinos de aves,sobre todo de aquellas de gran envergadura que no
pueden evitar tocar los dos polos por los que circula la
electricidad. Miembros de la Agrupación de Voluntariado Ambiental
de Santa Fe descubrían los restos de un ejemplar joven de águila
real bajo las torretas de esta línea,que lleva energía a cortijos
y explotaciones agrícolas, y que discurre sobre el Parque
Periurbano de la Dehesa de Santa Fe, un espacio con protección
ambiental. Los biólogos Alberto Fernández y Sergio de Haro afirman
que «no es nada extraño que en un recorrido bajo este tendido
eléctrico encuentres cadáveres de pequeñas y grandes rapaces,
sobre todo en esta época».
Ejemplar de Águila real encontrado
electrocutado bajo esta torreta eléctrica. El problema es la
proximidad de los polos eléctricos. Las grandes rapaces, o chocan
o utilizan la torre como oteadero, al iniciar el vuelo para cazar,
sus alas llegan a tocar los dos polos que están demasiado cerca
uno de otro.
El ejemplar de águila real, una especie protegida por la ley, no
ha sido el único que ha caído en los cables de esta línea con
matrícula Endesa-Sevillana A624521. Según Alberto Fernández, en
menos de un mes han contabilizado una decena de ejemplares, entre
los que se encuentran un aguilucho ratonero, un azora, un
cernícalo y ejemplares de búho real y búho chico. «Es realmente
una matanza, ya que los cables cruzan por una zona donde se sabe
que estas rapaces van a volar bajo porque buscan comida, presas
como conejos, ratas, ratones y otros pequeños mamíferos».
El problema no es tanto la presencia de los cables sino el hecho
de que no están instalados con las medidas de seguridad necesarias
para evitar convertirse en una trampa mortal. «Los cables por los
que circula la electricidad están demasiado cerca unos de otros,
lo que provoca que un ave de tamaño medio-grande, que haya
utilizado uno de los cables como posadero, al extender las alas
roce contra el otro cable y quede electrocutada», dicen los
biólogos.
Alas cercenadas
En el caso de que el ave no se pose, sino que impacte con los
cables, que es lo más habitual, además de quedar herida en el
choque y posiblemente con algún ala cercenada, también se
electrocutará. Algunos de los cadáveres encontrados bajo esta
línea eléctrica mostraban cortes en las alas que, por si solos,
habrían provocado la posterior muerte del ave, aunque también
presentan la rigidez propia de una electrocución.
En todos los casos se ha dado parte a los responsables de la
Consejería de Medio Ambiente del hallazgo de cadáveres de aves
bajo esta línea eléctrica. «En los últimos no nos han hecho caso y
no han venido a retirarlos y a hacer el informe correspondiente»,
afirma Alberto Fernández, que recibía como respuesta de la Junta
que «no tienen cámara, ni GPS, ni gasolina para venir». Desde la
Agrupación Ambiental de Santa Fe, cansados de que no les hagan
caso, han informado al Seprona, que indicaba ayer que se haría
cargo del caso.
Un ejemplar de Buho real y un azor muertos en esta misma línea
eléctrica
Desde este grupo de defensa de la naturaleza de Santa Fe indican
que la misma situación se da en otros muchos puntos de la
provincia, sobre todo porque no se han renovado los tendidos
eléctricos. Explican que los nuevos sistemas que sí se han
colocado en muchas zonas, incluidas algunas líneas que pasan por
la Dehesa de Santa Fe, los cables van mucho más separados y es
imposible que un ave pueda tocar dos cables a la vez. Además,
están situados de una forma que hacen más difícil el impacto. «De
hecho, si recorres esas líneas no te encuentran cadáveres de
aves», argumenta Alberto Fernández.
No estamos en tiempos de alegrías económicas, pero preservar la
biodiversidad natural es una inversión necesaria para garantizar
el futuro de los ecosistemas, y con ellos, el del hombre. La
presencia de rapaces es la mejor forma para el control de espacies
que, de otra forma, podrían convertirse en plagas
Este tipo de instalación sí está preparada para evitar accidentes
con grandes aves, ya que sus polos se sitúan de forma que es
imposible tocar dos a la ves, incluso en caso de colisión.
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