Taxonomía
El estudio de consonacias y diferencias
Por M. en C. Miguel Fernando Pacheco Muñoz.* WASTE MAGAZINE
Michael Foucault comienza su libro "Las palabras y las cosas"
citando a Jorge Luis Borges presenta un cuento que habla de cierta
enciclopedia China donde está escrito que los animales se dividen
en: a) pertenecientes al emperador; b) embalsamados; c)
amaestrados; d) Lechones; f) fabulosos; g) perros sueltos; h)
incluidos en esta clasificación; i) innumerables; k) dibujados con
un pincel finísimo de pelo de camello; l) etcétera; m) que acaban
de romper el jarrón; n) que de lejos parecen moscas. Lo que
trata de explicar es que la clasificación debe servir al mismo
tiempo para incluir pero también para excluir; las categorías o
conceptos que nos ayudan a definir las clasificaciones son la base
de la propia clasificación.
La clasificación de las cosas parece un acto modesto. Acomodar a
las cosas con su cada cual, ya desde nuestra infancia nos
iniciamos en el ejercicio de la clasificación; lo vivo y lo no
vivo, lo rojo y lo verde, lo ligero y lo pesado, lo frío y lo
caliente. Pero aprender categorías es aprehender el mundo.
Hacemos el mundo cuando lo nombramos y sería imposible nombrar si
no existieran consonancias y diferencias. Así sintetizamos,
dividimos, agrupamos, seleccionamos, organizamos y elegimos sobre
la base de la modesta actividad de la clasificación. Aprendemos
así cosas sencillas pero profundas, de lo grande y lo pequeño, lo
cierto y lo falso, presente y pasado, de amor y desamor. En todos
los idiomas es posible distinguir expresiones lingüísticas que
denotan agrupaciones de organismos con mayor o menor exclusividad.
Tales agrupaciones son taxones.
Así las clasificaciones constituyen sistemas de palabras y
símbolos que denotan conceptos. El hombre y sus sociedades han
tenido que reconocer su entorno y especialmente lo vivo y
describir sus continuidades y discontinuidades, a la vez que
denominar cada una de las unidades que componen la diversidad de
los seres vivos.
Las diferencias y consonancias hacen de la rosa y el árbol
iguales, pero diferentes, cercanos y lejanos al mismo tiempo, tal
como las personas somos todos iguales y todos diferentes. Las
percepciones de lo que hace a una planta, una planta; a un árbol,
árbol, son esenciales para nuestra relación con la naturaleza. Nos
hacemos seres humanos, nombrando, nos hacemos hombres en la
palabra, y la palabra es palabra, porque hay oportunidad de
construir categorías.
El viaje cada vez más preciso de planta a árbol, de árbol a pino,
de pino a piñonero, conforman unidades conceptuales que
identifican características. A veces agrupan y a veces son
excluyentes de objetos de la naturaleza. En ese momento pensamos
el mundo y lo nombramos, lo nombramos y lo pensamos y el pensarlo
es lo que nos permite actuar sobre él. El sencillo acto de
encontrar a las cosas en su cada cual, hace en el fondo nuestra
civilización.
La taxonomía es la disciplina que estudia las teorías, los
fundamentos y las leyes para generar las clasificaciones.
Clasificaciones para cualquier tipo de objetos, de zapatos, o
soles, de dulces o colores, de plantas y animales o de cualquier
otra cosa que pudiéramos imaginarnos. Pero hay una pequeña y sutil
diferencia cuando lo que queremos clasificar son los seres vivos.
La taxonomía de los seres vivos, más que ordenar a las
plantas y a los animales en grupos preestablecidos, busca
encontrar las cadenas evolutivas que generaron las actuales formas
de vida y es conocida como sistemática moderna o taxonomía
evolutiva, y tiene sus bases en la evolución.
Las plantas, los animales y otros organismos se agrupan en
estricto sentido no porque se parezcan unos a otros, sino por sus
relaciones de descendencia. El parecido es la consecuencia y no la
causa. La similitud por sí sola no permite el establecimiento
certero de relaciones de parentesco, ya que puede ser el resultado
de la adaptación de, por ejemplo, dos especies no emparentadas al
mismo tipo de medio. Sin el reconocimiento de la evolución de las
especies, los patrones de especiación y la historia evolutiva de
los organismos o filogenias, la clasificación biológica no seria
distinta de clasificar objetos.
La unidad básica de las continuidades - discontinuidades del
espacio y tiempo en los seres vivos es la especie. Pero al mismo
tiempo todos somos uno mismo, de la modesta hormiga al poderoso
león, la rosa y el cangrejo, el helecho y los seres humanos todos
tenemos un antepasado común. Somos y no somos iguales y somos
diferentes y no lo somos, a un mismo tiempo, por más que nos pueda
resultar contradictorio.
Las especies son un recorte de espacio y tiempo de las diferencias
acumuladas; por eso decimos que hay especies. Las especies son
momentos, fotografías de la vida en la tierra. El avance en la
comprensión de las diferencias se realiza por medio de estudios
sucesivos sobre diversos aspectos y características de un
organismo, los primeros que se usaron fueron las características
exteriores e interiores de las formas adultas, color de ojos,
tamaño del cráneo, y de las características de las formas extintas
a través de la paleontología. Después se empezaron a analizar las
características de los organismos en su fase inmadura, las larvas
en los insectos, los huevos, los embriones. Para adentrarnos más y
más hasta llegar a las estructuras celulares, a las células, los
cromosomas, las características de las proteínas y por último a la
secuencia del ADN. La sistemática moderna además de utilizar las
características macroscópicas de los organismos se apoya ahora en
caracteres microscópicos.
La comparación y la evaluación de las diferencias y similitudes
morfológicas del fenotipo constituyen las fuentes de datos
tradicionales más frecuentemente utilizados, aproximación legítima
pero que hace falta complementar con el estudio de los caracteres
no morfológicos. Pero el análisis metodológico y los fundamentos
filosóficos son iguales a los aplicados a los macrocaracteres,
como a los micro. La taxonomía se encarga de identificar
organismos, no moléculas. Las estimaciones de divergencias entre
los genes, las moléculas o las secuencias de ADN, generan
información, consonancias y diferencias que como lo grande y lo
pequeño, nos ayudan a entender y construir el mundo.
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