PAISAJES, RUTAS Y PARAJES * TABLATE,
ALDEA, PUEBLO
EL FORTÍN DE ABEN HUMEYA
La aldea de Tablate se desmorona tras medio siglo de olvido
entre olivos y retamas
Imágenes de esplendor y muerte se dibujan en el aire de un
paraje donde una derruida iglesia mudéjar cohabita con los
fantasmas de la ancestral torre nazarí
TEXTO Y FOTOS: JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE / WASTE
Magazine
El agudo chiar de un cernícalo rebota
en las paredes del desfiladero y asciende hacia los bordes de
los tajos. El sonido llega hasta las mesetas de tomillos y
esparto, que bajo las laderas inferiores del suroeste de Sierra
Nevada muy cerca de las lomas de Lanjarón, dominan el gran Valle
de Lecrín, la antesala de la depresión de Granada. Los
cernícalos anidan entre las piedras de la aldea de Tablate,
ubicada sobre el profundo abismo que el escritor Antonio Enrique
califica como “espantable tajo de Tabulate, vertedero de tanta
sangre en innumerables lances de guerra”. El viejo poblado
habitado hasta la mitad del siglo XX, mantiene su vocación de
puerta de la Alpujarra, de frontera natural entre dos
territorios separados por una inexpugnable angostura, con un
milenario puente de piedra de casi un centenar de metros de
caída, único acceso entre la Abuxarra y Granada.
La torre nazarí, vestigio del
fortín que defendía la entrada a la Alpujarra, y la iglesia
mudejar posterior.
(...)
Las derruidas casas mantienen muros
que se alzan entre los matorrales y cuentan su propia historia,
episodios fundamentales en el devenir de los siglos, porque
Tablate, la vieja alquería morisca, había sido fortín de defensa
de los caminos hacia Lanjarón, Órgiva y las altas tierras,
defensa de único y angosto puente originario de madera y piedra
sobre el que se decidió el final de la rebelión de los moriscos
y la derrota de Aben Humeya.
La aldea se mantiene oculta a la vista, ya que los caminos que
la rodean pasan bajo las lomas y los árboles ocultan sus casas.
Hoy las copas de unas palmeras que se recortan sobre las aspas
de modernos molinos de viento delatan su presencia solo a quien
observa más allá de la línea de las carreteras que desde el
oeste de Tablate discurren hacia la Costa y al este, serpentean
hacia Lanjarón. Un estrecho camino entre olivos, en la
confluencia que desde esa vía se dirige hacia la antigua N-323 y
la ermita de las Angustias, marca la entrada hacia la aldea
abandonada. En la corta subida, aún se aprecian los trabajos
realizados por quienes de forma esporádica habitaron las
antiguas casas hace solo dos décadas, y los arreglos realizados
por el pastor que en los años cincuenta fue el último vecino de
Tablate.
Las hiedras aferradas a los muros
desvencijados pintan de verde un paisaje de ocres y cal sucia,
de estrechas callejas en las que se aprecian algún resto de
empedrado que accede al que durante 500 años fue el centro de la
vida de los agricultores y pastores que allí habitaron, la
iglesia de Santiago, levantada poco después de la conquista del
Reino de Granada sobre los restos de las viviendas de la
guarnición de soldados árabes que servían de vigía del puente de
Tabulate. El templo está semiderruido, conserva su torre mudéjar
y sus sobrios muros, que guardaron un artesonado ahora
expoliado, como la totalidad de los objetos que el Arzobispado
de Granada dejó en el templo después de retirar los elementos de
culto. Los trazos, borrados por el tiempo, de una pintura mural,
recuerdan el retablo sobre el que se levanta el altar. El techo
del tempo ha caído para dejar paso a la lluvia, el viento, y los
pájaros. El arco de entrada, sellado con cemento y gavillas, ha
sido horadado por expoliadores, pero la historia perdura, vive
aún dentro y fuera de sus paredes.
El 27 de diciembre de 1568, en Béznar, el hijo de un noble del
Reino de Granada, Hernando de Válor y Córdoba, Muhammad ibn
Umayya, fue proclamado Rey de los Moriscos. La rebelión de los
habitantes árabes de gran parte de la geografía sureste del
antiguo territorio nazarí, estaba en sus inicios.
El nuevo rey, nieto de un descendiente de los Omeyas, encabezó
una sublevación que no contó con el apoyo de los conversos de la
capital y acabó siendo literalmente aplastada a lo largo de la
que se conoció como la Guerra de las Alpujarras, que en solo dos
años (1568 a 1570) concentran los episodios más cruentos y
sangrientos de la historia del sureste ibérico. Tras ser
designado monarca, Hernando, convertido en Aben Humeya, partió
hacia Cádiar, donde sería coronado bajo un gran olivo que aún se
conserva, pero a pocas horas de iniciar su viaje, tras pasar el
puente de Tablate, él y sus seguidores hicieron de la aldea,
recuperada de manos cristianas, y a cargo de una nueva
guarnición de vigías, su improvisado cuartel durante unos días,
a la espera de noticias de la capital que nunca llegaron.
Las piedras de la torre nazarí que se alza en el extremo noreste
de Tablate, hablan de jornadas de alegría y esperanzas
truncadas, ya que el día 10 de enero de 1569, solo dos semanas
después de la marcha de Aben Humeya, las tropas del Marqués de
Mondéjar, lograron atravesar el puente a pesar de que los
seguidores del rey de Válor habían destruido su estructura.
Comenzaba la reconquista de la Alpujarra y el declive de un
morisco converso que fue asesinado por su lugarteniente Abu
Aboo.
Tablate recuperó sus alquerías, cortijos y apriscos, recuperaron
la torre sobre su iglesia destruida; se convertía de nuevo en
cruce de caminos desde la ciudad a la Alpujarra y la Costa, era
el cambio de paisaje entre la depresión de Dúrcal, las colinas
de aglomerados de la cuenca del río Grande (Guadalfeo) y el
curso del Ízbor, y el camino obligado de la sinuosa carretera a
la costa, que necesitó de un nuevo puente sobre el barranco de
Tabulate. El poblado, en sus últimos años, vio nacer, pasar y
morir, el cable de Motril, el ferrocarril aéreo que durante la
primera mitad del siglo XX conectó la ciudad con el mar, y que
murió de abandono, como él mismo.
En la zona más alta de Tablate, un olivo centenario aferra su
viejo tronco al muro de la torre nazarí, abraza con sus ramas
las piedras en un intento de sustentar la historia, conocedor
del abandono que se cierne sobre el antiguo poblado, la alquería
donde se decidió el futuro de la Alpujarra.
MAPA DE RUTA
BIODIVERSIDAD
Plantas que pueden encontrarse en el
poblado y sus alrededores (pincha los enlaces para ir a fichas
de las especies):