SIERRA
NEVADA 1814-2014
POR LAS SENDAS DE LOS PIONEROS
Montañeros granadinos rememoran la primera ascensión a las altas
cumbres realizada por dos ‘amigos’ hace 200 años
Dos días por veredas solitarias, desde Güéjar a la Alcazaba,
equipados como hace dos siglos, para homenajear a los pioneros del
montañismo en el macizo nevadense
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
El gran castaño les dio la bienvenida a la alta montaña. En la
estrecha vereda bajo la que discurren los ‘rápidos’ del Genil y
tras cruzar el río, en el Vadillo, iniciaban la cuesta de los
Presidiarios, la senda que les llevaría a territorios de
pedregales, marcados por la nieve, el viento y los glaciares.
Tenían una meta: coronar los grandes picos de Sierra Nevada, los
más altos de la península Ibérica, y recordar a los pioneros, a
dos personas que hace 200 años, en 1814, decidieron conocer las
altas cumbres de la cordillera Bética, «con el fin de saciar el
apetito de curiosidad natural y no con otro objeto», según recoge
Manuel Titos en ‘Sierra Nevada, una gran historia’ que se hace eco
de la publicación en la revista Alhambra, en 1898, de un ‘Un
Viaje, de dos amigos anónimos...’ llevado a cabo 84 años antes.
(...)
Fran Ortiz y Luis Manrique, son granadinos, amigos y
perfectos conocedores de la sierra y sus veredas. Pensaron que el
hecho de que este año se cumpliesen dos siglos de la primera
ascensión montañera y referenciada literariamente a la sierra, no
debía dejarse pasar sin rendir un homenaje a sus protagonistas, y
rescatar del olvido a los verdaderos pioneros del montañismo
ibérico. Fran y Luis, decidieron realizar un viaje similar al que
hace doscientos años llevaron a cabo los dos amigos anónimos. «No
podíamos hacer exactamente el mismo recorrido, ya que llegar al
Veleta implica pasar por la estación de esquí y muchas zonas
pobladas y con carreteras. Pensamos que era mejor buscar otro pico
y elegimos la Alcazaba, en un intento de recorrer una sierra
virgen», comenta Fran Ortiz.
Tenían que ser dos días del verano, y así lo han hecho. Partieron
de Güéjar Sierra, como los amigos de 1814, y caminaron hacia la
vereda de la Estrella, «para remontar por la cuesta de los
Presidiarios, luego la loma de los Cuartos y acabar en los
prados de Bacares. Allí pernoctamos en un vivac y al día siguiente
atacamos la Alcazaba, para acabar bajando por la laguna de la
Mosca a través del vasar de la Alcazaba y llegar a Güéjar Sierra a
las 6 de la tarde del segundo día».
Los dos montañeros del siglo XXI, llevaban un equipo similar al
usado en el XIX. Nada de sacos de dormir ni botas técnicas.
Prendas de algodón y lana, mochilas antiguas y mantas. El pan de
hogaza liado en hojas de lechuga, embutidos y el agua de los
arroyos, lo que supuso un gran problema debido a la sequedad que
sufre toda la zona de la loma de los Cuartos. «Como llevábamos
mapas antiguos nos perdimos en esa zona, donde las veredas están
completamente desdibujadas y pasamos momentos muy difíciles, pero
al final logramos llegar a los prados de Bacares y disfrutar de la
contemplación, de cerca, de los grandes picos a los que en esos
años les llamaban ‘las eminencias’, y realmente lo eran». Los dos
amigos coronaron la Alcazaba.
Fran asegura que lo que más «increíble» fue no encontrar a ningún
senderista durante los dos días que compartieron con los parajes
de la montaña nevadense más secretos e inaccesibles. Visiones,
sensaciones y aventuras que vivieron aquellos amigos anónimos, y
todos los pioneros que a lo largo de la historia no pudieron
resistir la llamaba de las altas cumbres.
El relato de dos montañeros
El editor de la revista ‘Alhambra’, en 1989, recibía una nota de
un colaborador, Elías Pelayo, que le enviaba un texto que había
llegado a su poder, era el relato de lo que titularon ‘Un viaje’,
de dos desconocidos a las altas cumbres de la sierra. Manuel Titos
lo recogía en ‘Textos Primitivos de Sierra nevada’ y en 'Sierra
Nevada, una gran historia».
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