PROYECTO
GLORIA
Las plantas ‘caminan’ hacia el cielo
El cambio climático empuja hacia las altas cumbres a especies de
flora. Sierra Nevada
Científicos granadinos constatan la reducción de poblaciones y el
desplazamiento de comunidades vegetales por falta de agua y el
incremento de las temperaturas
JUAN ENRIQUE GÓMEZ * WASTE MAGAZINE
En solo una docena de años, 13 especies de plantas censadas en
diversos puntos del macizo montañoso de Sierra Nevada han
desaparecido. En otros lugares de mayor altitud, han comenzado a
vivir otras cinco especies que nunca habían sido localizadas en
esos espacios. Estos datos, que forman parte de una serie de
estudios que se llevan a cabo en las cumbres de la sierra,
demuestran que las especies de flora asociadas a la alta montaña
se ven afectadas directamente por la subida de temperaturas
generados por el cambio climático global. Las plantas se mueven,
‘caminan’ por sí mismas para encontrar las condiciones de
calor/frío, humedad y calidad de suelo que necesitan para
sobrevivir. Equipos de la Consejería de Medio Ambiente, el
departamento de Botánica de la Facultad de Farmacia de la
Universidad de Granada, y el Observatorio del Cambio Global,
controlan la evolución de las especies de flora que hacen de la
alta montaña bética, uno de los espacios más interesantes del
mundo para conocer la evolución del clima y sus consecuencias.
Según los científicos relacionados con estos estudios, al final
del presente siglo, la temperatura subirá en la sierra entre 2,3 y
7 grados centígrados, lo que significa la práctica desaparición de
numerosas especies y, posiblemente, la llegada de otras a las
cotas de mayor altitud.
Fotos cedidas por el
equipo del proyecto Gloria
A nivel Europeo está constatado que las plantas que necesitan de
climas muy fríos se retiran de las montañas y su lugar es ocupado
por otras especies más adaptadas al calor. Lógicamente, las
plantas no andan, pero sus poblaciones se mueven. Ante condiciones
adversas como un incremento del calor, no crecerán en el mismo
lugar donde estaban ,y sus semillas, transportadas por el viento y
otros muchos agentes (animales, agua...) lograrán crecer y generar
nuevas poblaciones si han sido depositadas más arriba, donde hace
más frío. Es la forma de andar de las plantas.
Bioindicadores
Estudiar la flora de Sierra Nevada es fundamental para los
científicos de todo el mundo. Las plantas de las altas cumbres se
han convertido en perfectos bioindicadores del cambio global por
la sensibilidad que demuestran a las variaciones en su entorno.
Hay que tener en cuenta, dicen los responsables de los
seguimientos de la flora del macizo, como la bióloga de la Agencia
Andaluza del Agua, Cristina Patricia Sánchez, que Sierra Nevada
cuenta con 2.100 especies de flora vascular, de las que 80 son
endémicas de este macizo montañoso, y donde 123 están amenazadas
de extinción. «Las previsiones en cuanto a temperaturas para las
próximas décadas, implicarán importantes modificaciones en la
composición de las comunidades biológicas de la sierra».
Los trabajos realizados al amparo del Observatorio del Cambio
Global, con Granada y sus altas cumbres como campo de actuación,
forman parte de un proyecto internacional dependiente de la
Academia de Ciencias de Austria, que pretende conocer la evolución
de las especies en las montañas, conocido con el nombre de Gloria,
que es el acrónimo de ‘Global Observation Research Initiative in
Alpine Environments’. «Los datos obtenidos en la sierra se han
comparado con otros obtenidos en el resto de las grandes montañas
europeas, con una especial atención sobre las mediterráneas para
poder establecer pautas de comportamiento y evolución», afirma el
profesor de Botánica de la Universidad de Granada, Joaquín Molero
Mesa, que desde 2003 ha mantenido vivos los estudios sobre la
evolución de la flora y que ahora prepara nuevos trabajos a
iniciar en 2015, para contrastar y volver a comparar datos
obtenidos con el Gloria. Molero Mesa, reconocido
internacionalmente como uno de los máximos expertos en flora de
alta montaña, afirma que los datos que se registran en Sierra
Nevada son significativos porque difieren mucho de los que se
obtienen en otras montañas «donde hay unos índices de pluviosidad
y humedad que no son los de una sierra como la nuestra, donde las
temperaturas pueden ser muy frías y muy calurosas, pero sobre todo
sufre un nivel de sequía que no se da, por ejemplo, en el centro
de Europa. Las especies se ven afectadas, no solo por la
temperatura, sino también por la humedad y por la calidad del
suelo, que es algo en lo que tendremos que profundizar».
Método
Los científicos han trabajado en cuatro puntos concretos de las
altas cumbres situados por encima de la cota de 2.700 metros,
dentro del que se denomina piso bioclimático crioromediterráneo,
en los cerros del Pulpitito, la Atalaya, los Machos y la Cúpula.
Los equipos de la Agencia del Agua han seguido la metodología que
Molero Mesa ha aplicado durante la última década y situaron sobre
el terreno cuadrículas de un metro cuadrado en las que comprobar
la evolución de las plantas, que en esas altitudes poseen una
enorme especifidad, ya que tienen que adaptarse a unas durísimas
condiciones de vida. «La investigación no es nada fácil. Miembros
del equipo tienen que pasar varios días en puntos donde solo es
posible llegar andando a través de senderos y muy alejados de los
caminos habituales de la sierra, por lo que, en ocasiones, han
tenido que pernoctar en la sierra», afirma Cristina Patricia
Sánchez, al igual que han hecho científicos europeos que han
querido conocer de primera mano la realidad de la alta montaña
nevadense. «Personalidades del mundo de la investigación botánica
como Georg Grabher y Harald Pauli, director internacional del
proyecto Gloria, han participado en los estudios de campo en la
sierra», afirma Molero Mesa, que ha compartido trabajos y jornadas
en la montaña con otros botánicos granadinos de su departamento
como Manuel Casares.
Los datos obtenidos por el equipo de Cristina P. Sánchez,
comparados con los elaborados en etapas anteriores por Molero
Mesa, indican que hay una tendencia a la disminución de especies
conforme se sube en altitud. A la vez, hay un aumento de plantas
en zonas intermedias que antes no estaban porque hacía más frío,
pero también se ha visto que el número de endemismos que se
mantiene en las altas cumbres y casi no ha variado en la
última década, al contrario de lo que ocurre en otras montañas
europeas en las que hay una clara regresión, aunque no poseen
tanta altitud ni las plantas son tan resistentes a
condiciones extremas como en Sierra Nevada. «Solo en la cima
de menor altitud de las cuatro estudiadas en la sierra, se ha
registrado una pérdida importante de taxones, seis especies en las
cuadrículas estudiadas, aunque este dato puede ser parte de la
dinámica normal de las poblaciones», dicen los investigadores en
sus conclusiones incluidas en la Memoria del Observatorio del
Cambio Global. Señalan que especies como
Plantago
radicata granatensis, Pilosella
castellana (Cerrillejo) y
Eryngium
glaciale, conocida como Cardo azul y Cardo cuco de
Sierra Nevada, muestran una clara tendencia a ascender. Otras, ya
han desaparecido de las zonas altas porque no hay más tierra en la
que crecer. Es el caso de
Cerastium ramosissimum,
Poa
minor nevadensis (Poa de los borreguiles) y
Luzula
spicata. También han comprobado que hay especies que
regresionan y reducen su presencia, es el caso de tres plantas
endémicas y emblemáticas de la sierra:
Lepidium
stylatum (Lepidio de Sierra Nevada),
Viola crassiuscula (Violeta de Sierra Nevada), y
Saxifraga nevadensis
(Romperocas de Sierra Nevada). Los científicos recuerdan que
aunque en la última década no siempre ha hecho más calor (en 2004
se dieron los valores más fríos), otros años, como 2012 han sido
los más calurosos. La tendencia está clara: incremento continuado
de las temperaturas.
Estos resultados demuestran también que no se pueden dar por
cerradas las investigaciones para conocer la evolución de la flora
en Sierra Nevada, ya que para poder establecer conclusiones
determinantes, «es necesario un trabajo de décadas», dice Molero
Mesa, que comenta que la investigación ha entrado ahora en un
punto de espera para no dañar la las especies y también para dar
un tiempo de margen antes de volver a recabar datos. «Esperamos
poder volver a realizar muestreos en 2015».
Que las plantas caminan, andan hacia territorios más propicios es
algo aceptado por todos los científicos, y en Sierra Nevada se
aprecia con claridad. La flora de territorios nivales tiene un
problema añadido: más allá de las cumbres no hay nada más, solo
está el cielo.
Desaparecerá el crioromediterráneo
La evolución de las temperaturas y los últimos datos obtenidos por
los investigadores de la flora de Sierra Nevada aportan un
importante dato, la posible desaparición del piso bioclimático que
señala la máxima altitud posible, el llamado crioromediterráneo, y
que solo se da en Sierra Nevada y algún punto del Atlas, en
Marruecos. Las condiciones de humedad y clima, unidas a la
desaparición de especies de flora y la llegada de otras de
territorios más cálidos, harían desaparecer las condiciones que
caracterizan este piso bicoclimático en favor del que le precede
por debajo, en altitud y condiciones, el oromediterráneo.
185 especies de plantas están catalogadas en las altas
cumbres, a partir de 2.700 metros, de ellas, la mayoría son
endémicas. En todo el territorio de Sierra Nevada hay 2.100
especies de flora vascular, de las que 80 son endémicas y 123
están amenazadas de extinción.
De Boissier en 1837
La necesidad de contar con serie de datos con los que poder
comparar en el tiempo es tan básica que los investigadores
han recurrido a los estudios realizados por uno de los botánicos
más importantes de la historia de la ciencia, Edmond Boissier, que
en 1837, tras un largo viaje por el territorio del Reino de
Granada, elaboró su Geografía Botánica, en la que describió la
gran mayoría de las especies que ahora se reconocen en el sureste
ibérico y catalogó de forma exhaustiva las de Sierra Nevada.
Boissier estableció que en la región nival, que el consideraba a
partir de 2.600 metros, había 130 taxones (especies). Los últimos
estudios de Molero Mesa y Fernández Calzado, señalan 185 especies.
«Casi todas ellas están incluidas en el catálogo de Boissier. Solo
siete no se citan y seis fueron descritas con posterioridad», dice
Molero Mesa, que señala también que el hecho de que haya 65
especies más, indica un cambio claro en las condiciones climáticas
y la aridez de las zonas de mayor altitud de la sierra.
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