PAISAJES Y BIODIVERSIDAD
SIERRA NEVADA
CAMPOS
DE OTERO, EL REFUGIO DE LOS PIONEROS
La cúpula roja del albergue de San Francisco es el testimonio de
la primera estación de esquí y montaña de Sierra Nevada
Conocer el paraje de Campos de Otero es una inmersión en la
historia del montañismo en Sierra Nevada y un territorio que
concentra diversos ecosistemas nevadenses
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE

La imagen se traslada a los años veinte. Pequeños grupos de
‘extravagantes’ granadinos subían las empinadas y pedregosas
cuestas que desde Güéjar Sierra ascendían hacia los cortados
situados bajo los peñones de San Francisco, a algo más de 2.500
metros de altitud. Iban cargados con esquíes de madera y
dispuestos a practicar un deporte que casi nadie llegaba a
entender. Eran montañeros y esquiadores miembros de la que se
llamó Sociedad Sierra Nevada. Su objetivo era llegar a un paraje
conocido como Campos de Otero donde acababan de construir el
primer gran edificio de la sierra, el refugio que se conoció como
albergue de San Francisco, el de las cúpulas rojas, que en
realidad fue el germen de la estación de esquí de Sierra Nevada y
en lugar en el que finalizaban los primeros remontes que se
construyeron en el macizo bético. (...)
(...) Contemplar la imagen del refugio, actualmente en
reconstrucción después de que el pasado año se celebrase el
centenario de la constitución de la Sociedad Sierra Nevada, es
adentrarse en la historia de la interacción humana en las montañas
más meridionales de Europa. Demuestra la tenacidad y empeño, que
muchos calificaron de locura, de los pioneros del montañismo y los
deportes de invierno.
Recorrido
Llegar al viejo albergue no es privilegio de montañeros o
senderistas, es una de las excursiones más fáciles e interesantes
que se pueden realizar en la sierra. Son solo cuatro kilómetros,
ida y vuelta, a través de lo que fue una carretera, asfaltada en
su momento, y que ahora es un carril que llanea en la mayor parte
de su recorrido.
Se inicia en la carretera que accede hacia la Hoya de la Mora,
poco antes de llegar a los peñones de San Francisco, donde un
carril a la izquierda de la calzada sube hacia una pequeña loma.
Tras menos de cien metros el carril cambia hacia la vertiente
norte para mostrar las vaguadas que caen hacia Güéjar Sierra, con
el collado del Diablo, un nombre que hace justicia a la gran
pendiente que tenían que superar los pioneros, pero no al camino
que discurre hacia el refugio, que continúa con un pequeño
desnivel descendente que luego habrá que subir. Casi de inmediato
la imagen de la cúpula roja del albergue de San Francisco se
presenta ante la vista. Queda poco más de un kilómetro para llegar
hasta la explanada donde se sitúa el refugio y el paraje de Campos
de Otero, llamado así porque fue un gobernador civil de Granada,
de apellido Campos Otero, quien consiguió que se cediesen los
terrenos para el albergue y las pistas de esquí.
Refugio de San Francisco
El origen
El refugio comenzó a construirse en 1915 y se terminó en 1920.
Tenía dos cuerpos con cúpulas unidos por un elemento central, pero
al inicio de la Guerra Civil, miembros del bando republicano
colocaron bombas en su interior para que explotasen ante la
llegada de miembros del equipo alpino del bando nacional. Las
bombas explotaron y gran parte de la construcción quedó convertida
en escombros. Los testigos dijeron que las cúpulas de la zona Este
del refugio, literalmente volaron por los aires.
La Sociedad Sierra Nevada lo reparó y utilizó durante décadas, con
solo una parte de su estructura original en pie, que en realidad
es la imagen que puede contemplarse en la actualidad, remozado el
pasado año por parte de los socios de esta entidad y de la
Federación de Montaña.

Joyas vegetales
Llegar hasta el albergue no es solo una actividad de senderismo o
de contemplación paisajística, puede ser un magnifico ejercicio
para el conocimiento de los ecosistemas y la biodiversidad, sobre
todo vegetal, de Sierra Nevada. El camino discurre entre un
piornal y enebral de alta montaña, en el que se aprecian, desde
arriba, las plantaciones de bosques de coníferas que se hicieron
en los años sesenta y cómo se han recuperado y clareado hasta
naturalizarse con el entorno. Los bosquetes de robles han
sustituido a algunas de las viejas plantaciones.
Entre las plantas de alta montaña, sobre todo
Sedum y
siemprevivas, se puede ver volar a
Parnassius apollo
nevadensis, la mariposa de Sierra Nevada y otras especies
endémicas como
Polyommatus golgus, un camino que llega a
adentrase en un pequeño borreguil con estrellas de las nieves,
gencianas y saxifragas, plantas endémicas de este espacio natural.
Y más allá del refugio, en el camino que llega hasta el cauce del
río San Juan, donde una serie de cascadas crean sorprendentes
imágenes, junto al recorrido de los arroyos, crecen acónitos
azules (
Aconitum burnatii), una planta de especial belleza
y de alto porte, al contrario de lo que ocurre con la mayor parte
de la flora de las altas cumbres, y que necesita de suelos
profundos y fértiles, como otra endémica de las sierras béticas,
Primula
elatior, que puede verse aquí: la primavera de Sierra
Nevada.
Campos de Otero
En Campos de Otero las marcas de las pistas de esquí no han
desaparecido aún. La vegetación original, un denso enebral, no ha
logrado recolonizar el espacio que fue ocupado por la primera
línea de remontes que se construyó en la sierra, desde los peñones
de San Francisco hasta el viejo albergue.
¿Cómo llegar?
Acceso: En la carretera que desde el collado de la Sabina accede a
la Hoya de la Mora. Sale un carril a la izquierda poco antes de
llegar a los Peñones de San Francisco.
Ruta: Por ese carril, antigua carretera, 2,3 kilómetros hasta
llegar al refugio. Desde allí puede continuarse hacia el río San
Juan.
Coordenadas: Del punto donde se inicia el carril: 37°
6’36.72’’N 3°24’17.98’’W
BIODIVERSIDAD
Especies presentes en este espacio natural
Digitalis purpurea
FLORA
Achillea odorata
Anarrhinum laxiflorum
Artemisia absinthium
Astragalus granatensis
Berberis hispanica
Botrychium lunaria
Campanula herninii
Campanula rotundifolia subsp
willkommii
Cerastium gibraltaricum
Cirsium odontolepis
Crepis oporinoides
Cynanchica aristata subsp scabra
Cytisus galianoi
Dianthus brachyanthus
Digitalis purpurea
Erigeron major
Erinacea anthyllis
Erophila verna
Erysimum nevadense
Euphorbia segetalis
Galium verum
Genista versicolor
Gentiana boryi
Gentiana pneumonanthe
Hormatophyllum spinosa
Jasione amethystina
Juncus effusus
Juniperus communis subsp hemisphaerica
Jurinea humilis
Logfia arvensis
Lotus corniculatus subsp glacialis
Luzula spicata
Marrubium supinum
Nardus stricta
Onopordum acaulon
Potentilla nevadensis
Pilosella castellana
Pinguicula nevadensis
Primula elatior
Sagina saginoides nevadensis
Saxifraga stellaris
Scorzoneroides
microcephala
Sedum
melanantherum
Senecio boisssieri
Sesamoides purpurascens subsp
prostrata
Silene
rupestris
Solidago virgaurea
Thymus
serpylloides
Trifolium repens var nevadense
Urtica dioica
Verbascum nevadense
Viola palustris
HERBAZALES
Aconitum burnatii
Aquilegia vulgaris subsp
nevadensis
Epilobium angustifolium
Plantago
nivalis (Estrella de las nieves)
Primula elatior subsp
lofthousei
Saxifraga
stellaris
Senecio pyrenaicus subsp
granatensis
FAUNA
Aglais urticae
Eumigus rubioi
XXXXXXX
Larva de Aglais urticae sobre hoja de Urtica dioica
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