Observatorio
de Cambio Global Sierra Nevada
SIERRA NEVADA FUTURO Y PROTECCIÓN
SIERRA NEVADA TORNA AL VERDE
Mejora su valor ecológico, ambiental y de gestión en solo una
década de uso sostenible
La recuperación de ecosistemas propicia la llegada de nuevas
especies y el uso de recursos económicos en 60 municipios
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
La imagen, al menos por el momento, está clara: lugares donde
hasta hace poco tiempo predominaban los tonos marrones, las marcas
de erosión, las cárcavas de degradación geológica, e incluso los
bosques aparecían casi sin vida o inexistentes, ahora se han
vuelto verdes, las señales de erosión han desaparecido en muchos
puntos y las cárcavas se limitan al paisaje de la zona de la
sierra que corresponde a la comarca de Guadix y el Marquesado.
La aplicación sobre el terreno de los estudios científicos de los
últimos años llevados a cabo por el Observatorio del Cambio
Global, la Consejería de Medio Ambiente, la UGR, el Ministerio de
Medio Ambiente y otras universidades, ha sido la clave para
conseguir ese cambio, que por el momento aporta estabilidad
ambiental a uno de los principales territorios naturales europeos.
Desde hace algo más de una década, setenta personas trabajan
directamente en la recopilación de datos y cuidados de la sierra,
son científicos, técnicos y la totalidad de los vigilantes
ambientales.
Si contemplamos imágenes tomadas en los años treinta o incluso en
la segunda mitad del siglo XX, en la década de los cincuenta y
sesenta, se aprecia como muchos territorios caminaban hacia la
desertificación, con una evolución climática acelerada hacia el
incremento de temperaturas y con la ausencia de masa vegetal. Es
lo que indica el director del Observatorio del Cambio Global de
Sierra Nevada, el catedrático de Ecología, Regino Zamora, que
muestra imágenes tomadas en la actualidad, fotos y datos que
señalan la recuperación de bosques, borreguiles, canchales, e
incluso praderas de alta y media montaña.
Cubierta vegetal
En 1961, la ladera de la Cortijuela, en Monachil, donde se
encontraba el Cortijo Sevilla, era una montaña pelada, donde casi
ni crecían las plantas llamada aromáticas, tomillos, lavandas y
romeros. Ahora, está cubierta de un gran bosque de coníferas con
matorral mediterráneo, y es donde se ubica el Jardín Botánico de
la Cortijuela. En esa zona, camino del Trevenque, se encuentra una
masa vegetal que se ha convertido en el ejemplo más claro sobre lo
que se puede hacer con los bosques de repoblación que se crearon
en la década de los sesenta y que, con el paso de los años, se
degradaron de tal forma que la mayoría de ellos sufrían graves
problemas de salud. «En solo tres años, tras una serie de
actuaciones para clarear el bosque y facilitar la
regeneración de la vegetación autóctona, el bosque se ha
naturalizado de tal forma que han vuelto a aparecer qejigos,
encinas, matorral propio de esta zona, e incluso robles y arces, y
además los pinos han mejorado su salud», dice Regino Zamora, que
afirma que esta experiencia se ha trasladado a otros bosques de
repoblación de todo el territorio de Sierra Nevada con idénticos
resultados. «La sierra es ahora el punto de mira de otros espacios
protegidos de todo el mundo, donde han puesto en marcha métodos de
trabajo extraídos de lo que hemos hecho aquí», dice Javier
Sánchez. (...)
La imagen de las montañas que caen desde las cimas del Marquesado
hacia la meseta de la Calahorra también muestran los resultados de
la naturalización de los bosques de repoblación. En fotos tomadas
en 1932, esas laderas eran pedregales sin vegetación arbórea y de
escaso matorral, la repoblación realizada en los años sesenta
aportó una imagen completamente diferente, pero ese bosque se
deterioró de tal forma que en los noventa el color predominante
era el de las copas secas de los pinos. Ahora predomina el verde,
el bosque ha sido clareado y se ha naturalizado por sí mismo. Algo
similar ocurre en puntos muy conocidos como los alrededores del
puente sobre el río Guadalfeo, en Órgiva, donde en 1930, no había
masa vegetal en sus riberas ni montes aledaños. Ahora, las
riberas, salvo las dedicadas a la agricultura, han recuperado la
vegetación típica de estos ecosistemas, y el verde es el color que
impera, al menos en primavera.
«La mayoría de los lugares de los que tenemos referencias gráficas
de mediados del siglo XX han experimentado una mejora sustancial.
Un salto de agua en el río Chico de Bayacas, en la Alpujarra, y el
puente que cruza el río, en los años treinta era una muestra clara
de la enorme erosión que sufría todo el territorio de la
Alpujarra, sobre todo los barrancos y riberas. Ahora está cargado
de vegetación de ribera, e incluso hay mucha más agua en su cauce
porque ha mejorado la gestión de las acequias y la captación de
aguas en los arroyos es más racional», dice Javier Sánchez.
En Sierra Nevada hay 45.000 hectáreas de repoblación que se
plantaron en los cincuenta y sesenta con el objetivo de sujetar
laderas, de evitar corrimientos de tierras, más que como elementos
para el negocio maderero. Los científicos consideran ahora que
fueron actuaciones adecuadas realizadas con los conocimientos de
la época, y que aunque pudiesen haber tenido una gestión posterior
que no tenía en cuenta la preservación del medio ambiente, sí
fueron la base para que la regeneración actual de muchos
ecosistemas haya sido posible.
Los robledales también son ahora una realidad en evolución
positiva., mientras que hace menos de diez años no eran más que
pequeños reductos llamados a la desaparición. Un ejemplo es el
robledal de San Jerónimo, en el río Monachil, o los robledales de
Güéjar Sierra. «Muchos de ellos fueron talados durante la Guerra
Civil, pero al ser un árbol que vuelve a crecer lo hacía con
pequeñas ramas alrededor del troncón talado, por lo que no llegaba
a alcanzar su gran porte». Desde hace unos años se ha trabajado
para que puedan crecer de forma normalizada y muchos de ellos han
conseguido recuperarse con grandes troncos y se han aumentado las
poblaciones.
Con las dehesas ha ocurrido algo parecido. La del Camarate,
después de incluirse en el patrimonio público, ha pasado de tener
unas decenas de árboles, encinas, castaños, quejigos, a
convertirse en un lugar con miles de ejemplares rodeados de la
vegetación de matorral propia de estos ecosistemas.
Duis
Trepador azul
Más aves
«Gracias a estas masas vegetales ya de gran porte y naturalizadas,
ha aumentado de forma considerable el número de especies de aves
de ecosistemas forestales que han llegado a Sierra Nevada para
quedarse», dice Regino Zamora, que fue el autor de los primeros
estudios, documentados científicamente de presencia de aves en la
sierra, y que ahora sirven para establecer comparativas de
evolución de la avifauna. «Los bosques de repoblación han sido
fundamentales, pero también el hecho de que hemos conseguido
mejorar su salud». En la sierra, en la actualidad, hay 214
especies de aves, 69 más que hace solo una década, cuando se
censaron 145. Hay especies que han desaparecido por completo por
causas naturales y degradación de territorios, como el gorrión
alpino, y otras por el acoso de cazadores, como el
quebrantahuesos, «pero también han llegado otras nuevas como el
trepador azul, que hace unos años era imposible de ver en la
sierra y ahora es habitual. Es una especie que necesita de
ecosistemas vegetales no degradados». La presencia de rapaces se
ha multiplicado en la sierra. Cada vez se ven más águilas reales y
perdiceras, con poblaciones estables, y otras especies como el
buitre negro y el quebrantahuesos no se han asentado de nuevo en
la sierra pero la visitan procedentes de otros territorios, como
Córdoba o Castril.
Colirrojo
10.000 invertebrados
La mejora de los ecosistemas implica la recuperación de una enorme
biodiversidad de invertebrados. En Sierra Nevada se han citado más
de 10.000 especies de invertebrados, muchísimas de ellas endémicas
del macizo granadino. La mayoría son artrópodos, fundamentalmente
insectos. «Se está ultimando un trabajo de recopilación con un a
completísima guía de los invertebrados de la sierra que servirá
para dar a conocer las maravillas que posee Sierra Nevada en
cuanto a fauna invertebrada se refiere», avanza Javier Sánchez. En
las altas cumbres, por ejemplo, habita uno de los pocos insectos
protegidos por la legislación europea, la chicharra de la sierra,
Baetica ustulata, y se encuentran mariposas también
protegidas como la Niña de Sierra Nevada (
Pollyommatus golgus)
o la
Parnassius apollo nevadensis.
«Algunas especies, debido al incremento progresivo de las
temperaturas por efectos del cambio climático han encontrado ya su
techo en la sierra y se pueden considerar en regresión, pero
otras, en cambio, por la mejora de ecosistemas, están en
crecimiento», dice Regino Zamora.
Baetica ustulata
Plantas de altas cumbres
Medidas de conservación y gestión de usos como las restricciones
de paso en caminos, han dado resultados positivos al impedir una
mayor degradación de los montes. La desaparición de la carretera
que accedía a las altas cumbres desde Pradollano a Capileira, ha
generado la recuperación de muchas de las especies endémicas que
crecen por encima de altitudes de 2.800 metros y en los
borreguiles de alta montaña. Hay que tener en cuenta que el 80% de
las plantas endémicas de Europa son de Sierra Nevada, y que el
macizo es hábitat de 2.100 especies de plantas superiores
que se asocian a 154 comunidades vegetales inventariadas hasta el
momento, de las que 150 están amenazadas.
Gentiana sierrae
Acequias y usos
Para la regeneración de especies y ecosistemas es fundamental la
conservación de los caminos del agua, de acequias ancestrales que
han sido siempre las vías de expansión de especies vegetales y
animales y que durante la última mitad del siglo XX no gozaron del
favor de las administraciones ni de los agricultores, que en
muchos casos, las desecaron y entubaron. Los proyectos de
recuperación de acequias han hecho crecer espacios de vegetación
donde hace unos años imperaba la erosión, y ya se puede considerar
que territorios como la Alpujarra vuelven a estar surcados por
redes de acequias.
La imagen de Sierra Nevada está directamente relacionada con las
actividades que se llevan a cabo en los 60 municipios que la
forman, 37 son granadinos y 23 de Almería. En todos ellos, la
utilización de los recursos naturales ha cambiado y se ha hecho
más sostenible, con la puesta en marcha de explotaciones agrícolas
y ganaderas ecológicas, y con una mayor concienciación de sus
habitantes con respecto a la necesidad de conservar los valores
naturales de un territorio privilegiado.
Ecoturismo
La sierra se ha convertido en el destino de una gran cantidad de
personas interesadas por el turismo de naturaleza. Según los datos
del Foro de la Carta Europea de Turismo Sostenible, cada año casi
900.000 personas visitan Sierra Nevada con la intención de hacer
ecoturismo, al margen de los visitantes de la estación de esquí y
esquiadores. Este foro está formado por 101 empresas que trabajan
en Sierra Nevada, y que poseen 67 establecimientos hoteleros con
3.791 plazas. Hay también 40 restaurante, 18 empresas de
actividades turísticas y ambientales, y otras de transporte,
dinamización, deportes y tiendas. Todas ellas generan ingresos
anuales de algo más de 47 millones de euros y aportan empleo
directo a 673 trabajadores.
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