PAISAJES Y BIODIVERSIDAD
PARQUE NATURAL SIERRA DE HUÉTOR
LA ALFAGUARILLA, LA RUTA DE LAS ARDILLAS
Cruzan los prados de la Alfaguarilla, donde confluyen caminos que
se internan en la sierra, las sendas que, entre pinos y jarales,
también usan zorros, jabalíes, jinetas y tejones
La ruta de la Alfaguarilla desde el Arboretum y el campamento de
la Alfaguara, un corto recorrido para conocer los valores
naturales de la sierra de Alfacar y el Parque Natural de la Sierra
de Huétor
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Cada día recorren sus territorios en busca de alimento y de frutos
que guardar para el invierno. Se quedan muy quietas entre las
ramas y bajo los árboles, inmóviles ante la presencia de personas
o de posibles depredadores, y de forma rápida, casi instantánea,
saltan hacia un refugio seguro en las copas de los árboles. Las
ardillas han vuelto a colonizar territorios que fueron su hábitat
hacia siglos y otros que han hecho suyos después de que el paso de
los años naturalizase bosques de repoblación. Siguen la línea que
marcan los caminos, los senderos bordeados de coníferas y
encinares, donde es posible observar los restos de piñas roídas
que marcan sus rutas, en muchos casos circulares, y casi siempre
paralelas al paso de las personas que andan las sierras.
(...)
(...) Es fácil descubrir su presencia especialmente en los
carriles y veredas que en la Alfaguara, en el Parque Natural de la
Sierra de Huétor, discurren entre el campamento, el arboretum, la
cueva del Agua, las cruces de Víznar y Alfacar, y las rutas de los
tajos. Todas ellas confluyen en un especial cruce de caminos, en
un prado permanente, alimentado bajo el subsuelo por las aguas
subterráneas del acuífero alfacariense. Es la majada de la Zorra,
una pequeña llanura, una meseta rodeada de arboledas que también
las ardillas utilizan para interconectar sus poblaciones, un
paraje que se conoce como la Afaguarilla, porque concentra, en un
reducido espacio, gran parte de los valores paisajísticos y
naturales de la sierra de la Alfacar.
Es un viejo centro de reunión de pastores, un lugar al que se
llevaba el ganado para guardarlo de peligros durante la noche, la
majada en la que en un tiempo hubo apriscos, y en la que casi
siempre había agua y pasto. Aún es posible ver rebaños que acuden
a este lugar, pero solo van de paso y utilizan los prados como
cruce de senderos, como hace cada día la fauna habitual de este
ecosistema de media montaña, con laderas pobladas de matorral
mediterráneo, con tomillares, romeros, mejoranas, lavandas y otras
plantas aromáticas, densos bosques de encinas y quejigos,
que crecen junto a pinares de repoblación, junto a cedros y
pinsapos, pero también es un lugar en el que la presencia humana
ha marcado la imagen del paisaje. En la Alfaguarilla hay grandes
álamos que superan con creces la altura de los pinares y que se
alzan cerca de los puntos donde los juncales delatan la presencia
de un criptohumedal, un espacio húmedo subterráneo, en el que se
construyó una fuente que aprovechaba el acuífero y que dejó de
manar debido al abandono de su estructura. La suciedad y la falta
de mantenimiento le impiden recoger agua del manantial que la
surtía.
Circular
Es posible emular la ruta que realizaría una ardilla. Tiene su
nido en uno de los grandes cedros del arboretum, situado junto al
campamento de la Alfaguara, al que se llega por carretera desde
Alfacar. Un carril de uso peatonal bordea el antiguo vivero de
aclimatación de especies que se utilizaron en las repoblaciones
forestales. El camino asciende entre pinos y encinares. Al inicio,
a la izquierda la entrada de la cueva de los Pajareros, catalogada
por la Sociedad Granadina de Espeleología., se abre entre ramas de
quejigos, heléboros y rosales silvestres. Es una cavidad pequeña,
sin grutas, que sirve de refugio a animales. El viejo carril
continúa flanqueado por árboles que aprovechan ardillas,
aves forestales, jinetas, tejones, e incluso zorros, para saltar
de rama en rama o caminar entre la protección de un denso
matorral.
Los jarales se hacen presentes unos metros más arriba, formados
por jaras de hoja de laurel, de flores blancas, que se internan en
los bosquetes. En la zona más alta, a solo un kilómetro del
campamento, parte una senda hacia la izquierda que conecta con los
accesos a la cueva del Agua, y más adelante, tras haber recorrido
un kilómetro desde el arboretum, un gran árbol, al que llaman ‘el
pino gordo’, un Pinus pinaster, se convierte en refugio y descanso
de animales y hombres, y en la puerta de entrada a la
Alfaguarilla, donde hace solo dos décadas era práctica
habitual montar la tienda de campaña al abrigo de los álamos
y cedros, y convertir este paraje en el campamento base desde el
que acudir a otros puntos de la sierra de la Alfaguara. El camino
continúa hacia una confluencia que accede, a a la derecha, a una
vereda que se interna en los bosquetes de coníferas, donde es
posible ver los nidos de ardillas en las copas de los pinos y, de
forma circular, bordea la Majada de la Zorra y vuelve al ‘pino
gordo’.
La ruta continúa en dirección oeste, por una vereda pedregosa, la
antigua senda de los pastores para llegar hasta la carretera que
desde Alfacar, da acceso a la sierra, a la altura de los tajos de
escalada. Desde este punto hay que caminar junto a la carretera
para volver al área del campamento. Es posible hacerlo entre los
pinares que bordean la vía. En total, son 4,7 kilómetros
circulares que para la fauna discurren entre pinares conectados
entre sí.
Con un poco de atención, con solo caminar unos metros de forma
paralela al sendero, es posible encontrar piñas comidas, troncos
arañados, montoncitos de acículas que delatan los nidales, y
rastros de pequeñas huellas en la tierra blanda, y volver, tras un
suave paseo, hasta los grandes cedros donde viven las ardillas.
El recuerdo de Luis el ‘yesero’
Durante años, en el prado de la Alfaguarilla, un granadino pasaba
sus vacaciones de verano. Le conocían como Luis el ‘Yesero’.
Acudía con su caravana y allí se quedaba con un objetivo: cuidar
del entorno, limpiar la fuente, asistir a los senderistas y ayudar
al mantenimiento de este clásico espacio del excursionismo
granadino y de los habituales de la Alfaguara.
El ‘pino gordo’ y el territorio apache
La puerta de la majada de la Zorra, de la Alfaguarilla, es un gran
pino de más de 15 metros de altura y un diámetro de copa de más de
30 metros. Le llaman el ‘pino gordo’, es un ejemplar de Pinus
pinaster, pino resinero, que debería estar incluido en los
catálogos de árboles singulares. Aparecía en las imágenes de
alguno de los capítulos de la serie del indio Winnetou, encarnado
por el actor francés, Pierre Brice, que se rodaron en la
Alfaguarilla en 1997, un tiempo en el que este paraje fue
territorio apache.
Reportaje sobre el rodaje en la Alfaguarilla, publicado en IDEAL
el 14 de agosto de 1997.
BIODIVERSIDAD
Especies presentes en este espacio natural
FLORA
Adenocarpus decorticans (Rascavieja)
Carlina hispanica
Catanache caerulea (hierba cupido)
Cedrus atlantica (Cedro del Atlas)
Centaurea
calcitrapa
Cistus laurifolius
Cirsium arvense
Crataegus monogyna (Majuelo)
Erygium campestre
Helleborus foetidus
Hypericum
perforatum (Corazoncillo)
Jasonia tuberosa (Te de monte)
Juniperus communis
Lavandula latifolia
Linum tenue
Lonicera etrusca
Macrolepiota
procera (Parasol)
Mantisalca salmantica
Pinus pinaster
Populus nigra (Alamo
negro)
Quercus faginea
Quercus rotundifolia
Rosa canina (Rosal
silvestre)
Rubus ulmifolius
Saxifraga carpetana
Scirpoides holoschoenus
(Junco churrero)
Tricholoma
myomyces /Tricholoma terreum (Oreja de ratón, ratoncillo, ratón,
negrilla)
Ulex parviflorus
Fauna /Lepidóteros
Coenonympha lyllus *
Ninfa de Linneo
Hipparchia
fidia * Festón blanco
Hipparchia semele *
Pardo-rubia
Melanargia
lachesis * Medioluto ibérica
Pyrgus cirsii
*Ajedrezada tórrida
Sitta europaea, el trepador
azul, anida en los grandes álamos de la Alfaguarilla
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de los pocicos
Una serie de reportajes para mostrar la riqueza natural
que nos rodea, sus ecosistemas y a sus singulares
habitantes.
Granada y las tierras del sureste de Andalucía poseen la
mayor diversidad biológica de Europa, parajes únicos para
vivir en tiempos de estío