SETAS
DE PRIMAVERA
Alamedas, riberas y montes se pueblan de algunos de los hongos más
exclusivos y apreciados
Cada fin de semana decenas de buscadores peinan los campos en
busca de ‘negritos’, ‘cagarrias’, y otras setas que aparecen
bajo las hojarascas que ha dejado el invierno
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE

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Buscar setas es una actividad que siempre se asimila al final del
verano y el otoño, pero los verdaderos conocedores del mundo de
los hongos saben que algunas de las especies más exclusivas y
codiciadas gastronómicamente se encuentran durante la primavera.
Una estación que si es lluviosa, como el otoño, ofrecerá
verdaderos tesoros, aunque, desgraciadamente, también son
esquilmadas por personas que no son conscientes de su escasez.
En el sur de España, especialmente en zonas de la provincia de
Cádiz, Málaga, y las sierras de Jaén, Granada y Almería, los
habitantes de zonas rurales son muy aficionados a la búsqueda de
setas en esta época. Se lanzan a campos y caminos en busca de
hongos a los que denominan ‘cagarrias’, ‘colmenillas’, ‘negritos’
y ‘copicas’, además de otras que pueden encontrar durante todo el
año como las setas de chopo (que también se producen en criaderos
y se comercializan).
Diego Padial, es un vecino de Dúrcal, jubilado, que cada vez
que puede recorre alamedas y riberas. «Hay que saber buscar, pero
este año hay muy poco porque no ha llovido casi nada, y porque son
muchos los que vienen todos los fines de semana y rebuscan y lo
dejan todo agotado». Afirma que es fácil encontrarlas si se
sabe dónde están. «En Dúrcal se dan mucho los ‘orejones’, que es
como llamamos a los ‘negritos’. Son fáciles de cocinar y salen muy
bien, igual que las ‘ollicas’ que se refríen con un poco de aceite
a fuego lento y después se les echa un vinillo de Jumilla, y a mí
me salen exquisitas». Diego reconoce que durante un tiempo trabajo
como cocinero.
Helvella leucopus (Negritos)
La mayoría de las setas de primavera son comestibles, pero solo
después de ser cocinadas. En crudo no son recomendables
porque en, casi todos los casos, son tóxicas.
Los conocedores de las setas de primavera saben que los mejores
lugares para encontrarlas son las alamedas que no hayan sido
cortadas en unos años, así como los espacios de ribera con álamos
viejos y junto a los ríos, pero también en espacios donde se
buscan durante el otoño, como prados húmedos y pinares, aunque
para eso ha tenido que llover mucho.
Las más buscadas son las Morchelas, entre las que se encuentran
las conocidas como ‘cagarrias’, que son muy apreciadas. De hecho
su nombre científico es Morchela esculenta (en referencia a su
exquisitez), aunque es realmente difícil de encontrar al ser muy
buscada y porque las recolectan sin los cuidados necesarios para
permitir su reproducción. Algunas personas confunden estas
setas con las ‘falsas cagarrias’ ( (Verpa bohemica), que son
muy parecidas, pero aunque también son comestibles, no son
tan apreciadas.
‘Cerebritos’
Estas setas, como la mayoría de las que crecen tras el invierno,
tienen una forma muy especial. No son las típicas ‘casitas de
duende’, sino que están formadas por un tallo que termina en
una protuberancia en forma de cono y suele presentar estrías como
si se tratase de un cerebro. Además de las morchelas, tienen una
forma similar las colmenillas pequeñas, también llamadas
‘crespillo’ (Mitrophora semilibera) que crecen entre las
hojarascas de zonas especialmente umbrías. Son muy escasas, pero
donde las hay, si el año es lluvioso, crecen por decenas. Tienen
formas fálicas y pueden alcanzar hasta más de 15 centímetros de
altura.
Verpa bohemica (Falsa cagarria, falsa colenilla)
Con una imagen similar están lo que en algunas zonas de la
provincia de Granada se les llama ‘pinicos’ (Verpa conica). Tienen
el pie muy largo y el sombrero no presenta forma de cerebro, sino
que es liso.
Los más recolectados por ser también los hongos de primavera más
abundantes, son los que en zonas como la comarca de Alhama se
llaman ‘negritos’ y ‘orejones’ en la Alpujarra y el Valle de
Lecrín. Otros le llaman ‘oreja de gato’ y también ‘bonete’.
Su nombre científico es Helvella leucopus. Suele encontrarse en
alamedas y saucedas.
Joaquín Villanueva, es técnico de la Consejería de Medio Ambiente,
encargado del vivero de plantas autóctonas de la Resinera. En esa
zona hay una gran afición a la recogida de setas, también en
primavera. «El problema que tenemos es que hay demasiada gente
cogiendo setas, y no lo hacen con el cuidado que requiere.
Las cogen sin dejarlas crecer lo suficiente y eso hace que al año
siguiente haya menos cantidad. Acabaremos sin setas», dice
Joaquín, que muestra, en un paseo por las alamedas del río Cacín,
los ‘negritos’ entre las hojarascas de los álamos. Afirma que se
encuentran porque hace unos días que llovió y no ha habido gente
por aquí. «Los lunes no se ve ni una porque han pasado los
buscadores el sábado y el domingo».
Los ‘negritos’ están presentes en casi todo el sur peninsular.
Junto a ellos pueden encontrarse otras helvellas que denominan
‘ollicas’ y ‘cazuelicas’. La Helvella solitaria, crece también
entre las alamedas y las riberas de los ríos. Presenta una forma
muy particular, un tallo rugoso y muy blanco que termina en un
‘sombrero’, en forma de copa abierta hacia arriba. Estas setas son
muy apreciadas gastronómicamente.
En las alamedas, aunque se dan todo el año, están las que los
aficionados conocen como seta de chopo, Agrocybe cylindracea,
también llamada seta de álamo. Se suele encontrar al pie de los
chopos en grupos muy numerosos. Algo similar ocurre con la
seta de cardo, Pleurotus eryngii, que crece junto a las hojas
basales de algunas especies de cardos como el que llaman cardo
cuco, Erygium campestre. También son muy apreciadas por los
amantes de la buena mesa.
Pinares
Pero no solo son las alamedas y los ríos los que generan espacios
húmedos y umbríos. Los pinares suelen ser buenos lugares para la
recolección, aunque en primavera hay menos especies que en otoño.
Entre los pinares crece la Helvella acetabulum , conocida como
‘calabacito’, ‘falso pucheruelo’ y ‘cazuelitas’. Presenta,
como otras helvellas, un pie rugoso y un sombrero abierto hacia
arriba en forma de cazuela.
En el caso de bosques y espacios con cedros, pueden encontrarse
hongos con formas muy particulares. No presentan la imagen de un
pie con un sombrero, sino que son como huecos abiertos en el
suelo, como cuencos enterrados entre las hojas con los bordes
recortados. Al estar semienterradas se les llama ‘sepultarias’. No
tiene un interés gastronómico especial, pero llaman la atención de
quien las encuentra por su forma tan particular.
En ocasiones pueden encontrarse colonias de decenas de ejemplares
de setas de sombrero muy cónico que crecen muy juntas. Son los
Coprinus, un género formado por varias especies, como los
Coprinus
diseminatus, domesticus y comatus. Son de una especial
belleza, y tienen la particularidad de que empiezan a aparecer
inmediatamente después de llover y duran muy pocos días. No tienen
ningún valor gastronómico. Están en todos los territorios, pero
sobre todo en zonas de riberas.
Sociedades
Cada día son más las personas que se interesan por la búsqueda de
hongos. Antoñita Bolívar y Miguel Molina, son dos granadinos que
forman parte de la Sociedad Micológica Granadina, con sede en
Cenes de la Vega. «Es una forma de conocer la naturaleza y pasear
por el campo. El problema es que como este año no ha llovido casi
nada, hay muy pocas setas, pero bueno, entre las alamedas algo se
encuentra». Antoñita afirma que las de primavera están
especialmente buenas con el arroz, y también en su salsa, con un
poquillo de perejil y vino blanco. Están muy buenas». Esta pareja
de aficionados a la Micología recuerda que algunas setas son
tóxicas, por lo que «lo mejor es no consumirlas si no se sabe
cuáles son. Es mejor prevenir», dicen. Indican que la Sociedad
Micológica Granadina está abierta a todos los que quieran conocer
este mundillo.
Un manjar que llega a 500 euros el kilo
La búsqueda de setas es rentable. Algunas de las especies más
apreciadas se venden a precios altísimos, como el de las
‘cagarrias’, de las que se pagan hasta casi 500 euros el kilo. Lo
más habitual es que se puedan pagar cantidades de hasta 50 euros
por kilo en las especies de setas de primavera (superan 60 euros
por kilo los ‘gurumelos’, que se dan en Andalucía occidental). Lo
habitual es que puedan encontrarse en pequeñas tiendas o venderse
entre particulares a cantidades entre 20 y 30 euros el kilo.
Algunas de las setas que podemos
encontrar en primavera
Coprinus
comatus
(barbuda o seta de tinta)
Geopora
sumneriana
Helvella acetabulum (Calabacito,
Falso pucheruelo, cazoleta)
Helvella fusca (Oreja de gato, Bonete
marrón)
Helvella leucomelaena (Copicas,
copica blanca y negra, pucheruelo)
Helvella leucopus (Negritos)
Helvella solitaria (Copitas,
orejones)
Mitrophora semilibera (Colmenilla
pequeña)
Sarcosphaera coronaria
(Copica, esfera gruesa, cazuelilla, peziza estrellada)
Scutellinia scutellata
Tarzetta cupularis
Verpa bohemica (Falsa cagarria, faslsa
colenilla)
Verpa conica =
Verpa digitaliformis (Seta o cagarria de dedal)
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