Con
la lluvia: un buen año de setas
Centenares de aficionados salen cada fin de semana a la ‘caza’ de
los más sabrosos ‘trofeos’ del bosque mediterráneo
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE

Bajo unas ramas de rosal silvestre, en una pequeña vaguada situada
entre pinos y cedros, Antonia Ruiz, se llevaba una grata sorpresa:
descubría el sombrero de una Macrolepiota procera de algo más de
20 centímetros de diámetro, una de las setas más apreciadas de las
que crecen en los bosques del sur de la península Ibérica. Muy
cerca, Paqui Baena y Manuel Vera, daban con un enorme champiñón,
un Argaricus impudicus, que entrará entre los trofeos micológicos
de los últimos tiempos. «Puedo asegurar que es el ejemplar más
grande que he visto de esta especie», dice Manuel Vera, que
muestra orgulloso una seta que situada con su pie al frente hacía
honor a su ‘apellido científico’.
Eran dos de los hallazgos realizados por un grupo de aficionados y
expertos en hongos de la Asociación Micológica Granadina, que
compartían una jornada en busca de hongos en el corazón del Parque
Natural de la Sierra de Huétor. Una veintena de personas que,
cesta en mano, disfrutaban de un día en contacto con la
naturaleza, aprendían a conocer sus secretos, y conseguían los más
sabrosos ‘trofeos’ que ofrece el bosque mediterráneo.
El otoño es tiempo de setas, pero en los últimos años la escasez
de lluvia había reducido considerablemente la presencia de hongos
en las sierras de la provincia de Granada. 2012 ha roto la
dinámica. En bosques, prados, caminos y senderos crecen ya una
gran variedad de especies (más de 3.800 en Andalucía y 200 en
Granada) que se convierten en el objetivo de los buscadores que
cada fin de semana peinan los campos. «Estamos en un buen año de
setas, quizás el mejor en mucho tiempo», dice el presidente de la
Asociación Micológica Granadina, Francisco Gómez Porcel, para
quien la recolección «es una actividad que nos acerca a la
naturaleza. Nosotros dependemos de la meteorología, de la calidad
ambiental de los parajes donde vamos, e intentamos incrementar
nuestros conocimientos, además de la convivencia, que es muy
importante, y si de camino te llevas a casa unas cuantas setas con
las que disfrutar en la mesa, mejor que mejor».
Una jornada de recolección comienza a primera hora de la mañana.
Hay que elegir el sitio. En este caso ha sido el paraje de la
Fuente de los Potros, en el camino de las Mimbres y Pradonegro, en
la sierra de Huétor. La lluvia cae con fuerza aunque entre los
cerros se vislumbra la aparición de algún claro que trae buenos
augurios. Los chopos han vestido de amarillo y ocre el paisaje que
da paso a bosques de coníferas, pinos y cedros en los que las
acículas (hojas de pino) han creado un sustrato especialmente
propicio para el crecimiento de grupos de setas.
1-.Antonia Fernánndez #2-.Manuel Vera #3.-Francisca Baena
#4.-Juan Melguizo #5.-Antonia Díaz #6.-M. Luz Gutiérrez
#7.-Enrique Fernández #8.-Mercedes Calderón #9.-Brígida Egea
#10.-José Manuel Álvarez #11.-Susana Baylón #12.-Francisco
Vellarino #13.-Antonia Bolívar #14.-Miguel Molina
#15.-Asunción Egea

Las mejores
«Buscamos las más apreciadas, níscalos, macrolepiotas, pie azules,
champiñones y suillus, además de otras muchas especies», dice
Francisco Vellarino, para quien es imprescindible que los
buscadores de hongos cumplan con una serie de normas básicas para
no destrozar el campo y respetar el crecimiento de estas especies.
Todos los miembros de la Asociación Micológica Granadina llevan
cestas de mimbre. «Es que no se pueden utilizar bolsas, eso es
algo que todo aficionado debe saber, porque la bolsa, además de
provocar la descomposición del ejemplar, no permite que las salgan
las esporas. Con las cestas, al estar abiertas, las esporas, que
es con lo que los hongos se reproducen, caen al suelo y permiten
la pervivencia de la especie», dice Paco Vellarino. Su compañero,
Enrique Fernández, ha encontrado un grupo de Tricholomas que
crecen apiñadas bajo las copas de pinos de gran tamaño. «No se
pueden coger de cualquier manera. Hay gente que las arranca, y de
esa forma mermamos las poblaciones. Hay que cortar el pie de la
seta dejando una parte en la tierra y recolectarlas de una forma
moderada».


Recolectores con un grupo de Macrolepiota procera joven (arriba)
otra Macrolepiota procera adulta, y con el mayor champiñón
encontrado
Manuel Vera, ex presidente de la asociación granadina también es
el experto al que consultan los recolectores a pie de obra.
insiste en que hay que tener un especial cuidado en lo que hacemos
en el campo: «No entiendo como hay gente que coge todos los hongos
que ve, los conozca a no, sean comestibles o tóxicos, y si no les
gusta les da la patada y los destroza. Hay que recolectar solo lo
que se conoce, y si tenemos dudas, dejarlas, porque de esa manera,
quedará ahí para cumplir su función en la naturaleza», dice.
Los hongos son fundamentales para la pervivencia y desarrollo de
los espacios naturales en los que se encuentran. Son los
encargados de destruir la madera muerta, de generar los sistemas
necesarios para consumir los excesos de materia orgánica, como
hacen los hongos coprófitos, que crecen sobre los excrementos de
animales, al reciclar la materia orgánica ayudan al crecimiento de
las plantas.
Toxicidad
No todo el mundo debe lanzarse a la búsqueda de setas. Hay que
tener en cuenta que en el sur de España, poco más del 10% de las
especies tienen una calidad culinaria y el 80% de ellas son
tóxicas en mayor o menor medida. En Granada crecen alrededor de
200 especies, de las que solo 20 son realmente apreciadas en
gastronomía y el resto, o no tienen esa cualidad o son tóxicas, e
incluso en algunos casos, mortales, como la Amanita Phalloides, y
la Lepiota, que solo se diferencia de otra muy apreciada, la
Macrolepiota procera, en que su carpóforo (sombrerito) es menor de
10 centímetros, lo que no podremos saber si aún no se ha abierto o
ha obtenido su tamaño antes de abrirse, por lo que no se deben
coger cuando están en crecimiento.
Los expertos aseguran que no hay reglas para saber si son tóxicas
o no y que sean aplicables a todos los hongos que
encontramos, por lo que lo mejor es no cogerlas si no se conocen,
nos evitaremos problemas.
Las más buscadas
En el sureste peninsular, aalgunas especies son las que todo el
mundo busca. Estas son algunas de ellas:
Níscalo. Lactarius deliciosus (Níscalo) Es una de las más
apreciadas y perseguidas. Lactarius deliciosus, crece en pinares a
mediados del otoño.
Seta de chopo. La especie Agrocybe aegerita (Seta de
chopo), forma comunidades en los pies de los álamos, es muy
apreciada.

Oreja de ratón. Entre las acículas de los pinos nace la
Tricholoma myomyces /
Tricholoma terreum (Oreja de
ratón, ratoncillo, ratón, negrilla), muy perseguida por los
buscadores.
Seta de ostra. Es muy codiciada.
Pleurotus ostreatus
crece en tocones de álamos y en coníferas. También se cultiva.
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