SEPTIEMBRE
OPERACIÓN RETORNO
La naturaleza prevé el cambio de ciclo, la fauna va y viene
a sus territorios de invernada, las plantas exponen sus frutos y
todos esperan tiempos fríos
La migración postnupcial ha comenzado, el cielo se llena de
‘trenes’ de aves que recorren vías invisibles, mientras que en
tierra, los animales jóvenes ya son adultos
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Un continuado graznar se oye durante el crepúsculo. Llega desde el
horizonte, donde la últimas luces del sol dejan entrever bandadas
de grandes aves que se dirigen hacia el oeste. Son garzas
imperiales, cada una de ellas de más de metro y medio de
envergadura alar. Forman un largo ‘tren’ migratorio que utiliza
las autopistas del aire para llegar a sus territorios de invierno
en el continente africano, tras haber pasado el verano en zonas
del este peninsular. Más tarde, durante la noche, el sonido cambia
y es más oscuro y ronco, delatan el paso de grupos de flamencos.
Durante el día se aprecian tumultuosos gorjeos procedentes de
bandos de aves de tamaño medio, multicolores, que vuelan en busca
de sus cuarteles de invierno situados más allá del Ecuador. Son
abejarucos que en mayo ocuparon sus territorios de veraneo en
taludes arcillosos junto a cauces secos de ríos del sur, donde
prefieren territorios semiáridos, los ecosistemas donde
desarrollaron sus camadas y ahora, cuatro meses después, emprenden
un viaje de vuelta acompañados de los pollos que nacieron en la
península y ya son juveniles que realizan su primera migración.
Septiembre es el mes del cambio de territorios, el tiempo en el
que se inicia el paso postnupcial, uno de los dos viajes que cada
año realizan centenares de miles de animales, la mayoría aves,
pero también insectos, mamíferos y peces. Al final del verano,
entre las últimas semanas de agosto y las primeras de octubre se
desarrolla el viaje de vuelta a los lugares desde donde llegaron
entre abril y mayo en el conocido como paso prenupcial. Es tiempo
de cambio y de lo que supone una verdadera ‘Operación retorno’,
que se traduce en que unos se marchan y otros vuelven. El sur
ibérico es un lugar ideal para veranear, y así lo entienden
quienes habitualmente viven en territorios africanos, sobre todo
subsaharianos, donde las temperaturas son excesivamente altas y no
hay agua ni alimento. Aquí ahora, llega el frío y allí, a miles de
kilómetros, vuelve a ser primavera.
Se quedan
Pero no todos huyen, hay muchas especies que ahora vienen para
quedarse. Territorios con zonas húmedas y esteparias como los del
centro del país; media montaña, sierras recónditas con bosques de
hoja perenne, riberas con abundante comida y refugio, e incluso
bosquetes cálidos en zonas litorales y playas y acantilados poco
frecuentados por el hombre, son buenos lugares pasar el invierno.
Acuden desde lugares que durante los meses invernales son
demasiado fríos, la tierra se hiela y no hay comida. Viajan a
espacios más cálidos donde el frío no llega a ser extremo y les
permite subsistir y desarrollarse, sobre todo en la media y baja
montaña y en los humedales, que se llenan con pequeños mosquiteros
que han viajado desde el centro y norte de Europa. Se empiezan a
ver en septiembre, igual que la reina mora, el ruiseñor pechiazul,
que aparece en los bordes de las lagunas
más sureñas con su collar turquesa y rojo.
Ahora también es tiempo de ver especies que normalmente no habitan
en un territorio determinado pero que van de paso y ejercen de
turistas en otras zonas de la Península, sobre todo en los
humedales, como las cigüeñas, que aunque son residentes en sus
espacios habituales como las tierras del suroeste y centro de
España, en los pasos pre y postnupciales nupciales suelen
presentar una gran movilidad, y se les puede ver en esta época
sobre todo junto a vertederos y las plantas de residuos. También
es posible observar especies muy poco frecuentes, incluso
amenazadas de extinción, como las garcillas cangrejeras, que
llegan al final de la primavera para asentarse en zonas del centro
de España y ahora, al final del verano, vuelven a aparecer camino
de tierras africanas.
En las costas aparecen las golondrinas de mar. Desde las boyas
situadas junto al litoral, se oye un ya habitual ‘kerrick’ que
procede de estas aves marítimas y de espacios lagunares, conocidas
como charranes patinegros, Thalasseus sandvicensis, que aunque se
encuentran todo el año en algunas zonas como Doñana, su número
aumenta considerablemente con los pasos migratorios. En el
atardecer, en la línea de litoral mediterráneo y atlántico, se
aprecian enormes bandadas de gaviotas en las que se mezclan varias
especies habituales de las costas del sur, como las patiamarillas,
la escasísima Gaviota de Audouin, Larus audouinii, y gaviotas
cabecinegras y sombrías, Larus melanocephalus y Larus fuscus. En
septiembre hay más gaviotas que nunca, pero es que a las que viven
aquí, se suman las que vienen y van.
la forma de constatar que hay que cuidar del mar.

Preparados
Es también el momento de aprovechar los últimos días de calor
intenso para completar el crecimiento de los cachorros,
convertidos ya en juveniles y que puedan afrontar, en solitario,
su primer invierno. Les ocurre a los zorros, jinetas y tejones, de
los que ahora es posible ver huellas en los caminos porque buscan
alimento que llevar a sus madrigueras. En los campos, llaman la
atención los frutos. Las moras tornan del rojo al negro y son un
exquisito manjar que no olvidan aves, insectos y pequeños
mamíferos. Los endrinos han madurado y están listos para ser
recolectados, como los higos en las higueras, un alimento ideal
para pequeñas aves, que además, aprovechan que es tiempo de
semillas.
En septiembre, la mayoría de las especies de fauna completan su
recolecta de alimento, frutos y otros animales que les sirvan de
comida en el invierno. Es fácil ver hileras de hormigas que
transportan semillas, alas de mariposa, frutos, e incluso insectos
muertos, para almacenarlos en sus hormigueros. En las
umbrías crecen ya algunas setas. Anuncian la llegada del
otoño.

Collalba grís en las cumbres
Sobrevolar Sierra Nevada
Las altas cumbres son un punto de referencia para las
aves que desde el centro de Europa viajan hacia África. Los censos
realizados durante el paso postnupcial, en el mes de septiembre,
indican que son algo más de 25.000 las que sobrevuelan zonas de
gran altitud en las cordilleras béticas, especialmente Sierra
Nevada. Los puertos de montaña, como La Ragua, son utilizados como
caminos hacia la costa y llegar al estrecho de Gibraltar para
cruzar el Mediterráneo. Con buen tiempo utilizan la Ragua y otros
espacios de cumbres más bajas, y con viento y lluvia, recorren la
línea divisoria entre el macizo nevadense y las sierras de
interior, para llegar a las vegas y tomar las vías hacia el
suroeste.
Rascón. Entre las masas de aneas y carrizos viven los
rascones, Rallus aquaticus (Rascón europeo), ,
un ave escurridiza y muy difícil de ver que en esta época,
parece hacerse menos cauta y se acerca más a los bordes de
agua para realizar su aseo diario..
Martinetes. En septiembre, los martinetes jóvenes,
Nycticorax
nycticorax ,con
el manto jaspeado de ocres y marrones, vuelan y buscan a sus
presas desde oteaderos de los humedales del sur.
.

Golondrinas de otoño: Vuelven los charranes
patinegros,
Thalasseus sandvicensis, que
ocupan las boyas de paso de embarcaciones en playas del
litoral oriental de Granada

Migraciones. Es el inicio de los viajes entre Europa
y África, las cigueñas,
Ciconia ciconia,
vuelan sobre campos y ciudades camino del continente
africano, pero algunas se quedan a pasar unos días en los
humedales del sur de la península, como estos dos ejemplares
que habían caído a causa de heridas y agotamiento y que se
recuperaron en la Charca de Suárez de Motril.

Gaviotas. Se desplazan en bandadas enormes en las que
se mezclan varias especies habituales de las costas del sur
de la península, como las patiamarillas
Chroicocephalus
ridibundus, la excasísima Gaviota de Audouin,
Larus
Audouinii,y gaviotas cabecinegras y sombrías,
Larus
melanocephalus y
Larus fusca.
En la lagunas de aguas saladas puede verse la picofina,
Chroicocephalus
genei.
Moras: Es
tiempo de moras. Rubus ulmifolius, se llena
de sus bayas ya maduras, de las que se alimentan decenas de
especies y son recolectadas por el hombre.
EN SEPTIEMBRE EN LA NATURALEZA, PINCELADAS
Alevines:
Grupos de pececillos, alevines de especies conocidas,
como mojarras, besugos, sargos, bogas y lisas, nadan en
cardúmenes y se refugian entre las piedras de acantilados y
playas rocosas.
Mantis religiosa: A la espera de la llegada del
frío, la terrible depredadora, mantis religiosas se camuflan
entre la vegetación ya seca, al acecho de otros insectos para
comer.
Gorriones: Las últimas crías de
Passer domesticus ya han crecido y las poblaciones aumentan de
forma considerable.
Semillas: Algunas especies que se alimentan de
granos aprovechan que los cardos y algunas gramíneas ofrecen sus
semillas, como los jilgueros, Carduelis carduelis, que se
alimentan de cardos, igual que los pardillos, verderones y
lúganos.
EN JARDINES Y CULTIVOS
Aceitunas: Los olivos muestran ya sus frutos
de color verde intenso, aunque aún habrá que esperar para su
recolección.
Uvas: Es el mes de la vendimia. Las uvas
maduran y toman color en sus racimos.
Exóticas: La mayoría de las plantas traídas del hemisferio sur
florecen en este tiempo, con el final del verano.
Nueces: Los nogales presentan ya sus frutos
recubiertos de su cutícula verde, de la que pronto se
desprenderán .
Granadas: Están empezando a madurar. Presentan
sus miles de granos en las granadas que con el paso de los días
se abren por sí solas.
CAMBIO DE ESTACIÓN
Otoño: La entrada de la nueva estación se
produce entre el 21 y el 23 de septiembre. Es el preludio de
tiempos lluviosos en los que los días se acortan.

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