El DARRO, LA CIUDAD OCULTA
DESCENSO AL EMBOVEDADO, EN LAS ENTRAÑAS DEL RÍO PERDIDO
Bomberos y periodistas de IDEAL recorren el cauce del Darro para
descubrir una ciudad paralela, oscura y desconocida, desde Plaza
Nueva al Violón
JUAN ENRIQUE GÓMEZ * WASTE MAGAZINE (7 de noviembre de
2010)
Cruzar el semáforo de Puerta Real es un acto tan habitual que los
granadinos lo hacen de forma inconsciente, sin imaginar que debajo
de su pies, más allá de las rejillas del alcantarillado que
atraviesa la calle Reyes Católicos, junto al granado, frente a
Correos, se encuentra todo un mundo paralelo. Saben que bajo el
asfalto discurre el cauce del río Darro, pero desconocen que
existe todo un trazado urbano, canales de aguas que confluyen para
acceder al río y acabar en el Genil. Un entramado de obras de
ingeniería construidas y reformadas a través de las décadas donde
se puede contemplar parte de la historia de la ciudad. Mostrar el
submundo de la capital. Recorrer el ‘underground’, el subsuelo del
principal eje urbano de Granada, desde Plaza Nueva al puente
blanco, en el río Genil, es el objetivo de un recorrido realizado
por tres periodistas de IDEAL (un redactor, un fotógrafo y un
cámara de televisión) junto a un equipo especial de los bomberos
de Granada, con técnicos y expertos en rescates, que
periódicamente realizan este recorrido para comprobar el estado
del cauce y poder actuar de forma efectiva ante posibles crecidas
y catástrofes. (...)
Periplo
La única forma posible de entrar al embovedado es bajar con
escalas la pared de encauzamiento del Darro, junto a la iglesia de
Santa Ana, en Plaza Nueva.
Hay una altura de alrededor de ocho metros desde Plaza Nueva al
cauce del río. Abajo, enfundados con botas de agua que llegan
hasta la cintura, el cañón del embovedado se muestra oscuro y poco
acogedor, el agua ocupa casi la totalidad del cauce, y los bordes
están formados por fangos procedentes de la deriva de tierras que
arrastra el río. Se observan las primeras obras realizadas en el
encauzamiento, en el siglo XIX, con grandes huecos en las paredes
que servían para colocar las vigas que ayudaron al encofrado de la
construcción original.
El olor es a cerrado, no a suciedad como podría pensarse. La
eliminación de gran parte de los vertidos de aguas fecales de la
ciudad, el Albaicín en concreto, a esta parte del río ha generado
que el agua que llega hasta los tobillos y en ocasiones hasta las
rodillas, esté casi limpia.
A poco más de cien metros del inicio del embovedado, se
encuentra la primera gran salida de aguas hacia el cauce. Es la
antigua acequia de la Alhambra. El caudal que baja desde el bosque
de la Alhambra y recorre la cuesta de Gomérez a gran velocidad,
termina su viaje en el Darro, bajo tierra. Una apertura de más de
metro y medio de diámetro muestra uno de los principales vestigios
históricos que marca el cauce, una imagen de cuando el río
recorría la ciudad en superficie. Unos metros más adelante, en el
punto en el que en la superficie se encuentra el viejo edificio
deT elefónica, una salida al exterior. Para impedir el acceso por
motivos de seguridad está cerrada a cal y canto.
Presa y cascada
En el Darro hay tres puntos clave, la presa de Sancti Spíritu, la
confluencia con Puerta Real y la desembocadura, con la inclusión
del agua de la Acequia Gorda. La primera de ellas, es
impresionante, una cascada de alrededor de tres metros de caída
muestra que es un punto donde el agua puede alcanzar una fuerte
velocidad. Los bomberos aseguran que con un caudal de 135 metros
cúbicos, el embovedado entraría en presión y podría estallar en
este punto. La cascada hay que sortearla por una rampa construida
en el lateral, junto a la pared de la bóveda. En meses de lluvias
fuertes, en este punto se forma una gran poza de agua.
No hay ratas. Sólo un ejemplar apareció durante la totalidad del
recorrido realizado por el equipo de IDEAL y los bomberos. El
cauce discurre con una mayor inclinación. Llega a Reyes Católicos.
Se oye el paso de los autobuses. Los respiraderos no dejan pasar
la luz. En este punto la distancia entre el techo y la superficie
de la calle, es de más de un metro. Junto a la plaza del Carmen,
se observan algunos vestigios de grandes vasijas que en los siglos
XVI y XVII, eran utilizadas por los curtidores y tintoreros para
hacer sus trabajos en el río, al aire libre.
La única luz que se hace visible a lo largo de todo el
recorrido por el interior del embovedado marca que estamos bajo
Puerta Real. Una gran rejilla deja pasar el aire y el sol. Desde
abajo se ven pasar los coches, los autobuses y la gente andando
por el semáforo. No pueden imaginar que bajo sus pies, un grupo de
una decena de personas recorre el subsuelo, e incluso que los
bomberos lo hacen dos veces al año para comprobar el estado del
cauce, y que cuando hay visitas importantes, un grupo de la
Policía Nacional, recorre el río como medida preventiva.
La ciudad subterránea continúa su expansión de forma
descendente a la búsqueda del Genil. Unos metros después de las
rejillas de Puerta Real, se observan conexiones antiguas de
saneamientos que accedían desde Mesones, Bibrambla, y otras calles
del entorno.
Desde aquí el cauce es más homogéneo, con pequeñas cascadas de
medio metro de altura para romper la fuerza del agua. A la altura
del Corte Inglés, se incrementa la pendiente, la velocidad del
agua crece de forma considerable. Las cascadas se suceden cada
diez metros, a la vez que la altura del cauce decrece, pero la luz
se ve ya al fondo, en la lejanía. Es un rayo de esperanza después
de más de una hora de recorrido en la oscuridad. La luz del final
del embovedado se hace cada vez más patente.
El tercer punto clave del embovedado está casi en la
desembocadura, la confluencia de la Acequia Gorda. Los bomberos
aseguran que es un punto peligroso en caso de crecida, ya que al
agua del Darro se sumará la de la acequia. Las estructuras que se
construyeron cuando se canalizó el Genil a su paso por la ciudad,
han dado garantías de seguridad, pero el Darro no aguantaría una
gran crecida en este punto.
La desembocadura es el punto de mayor acumulación de
sedimentos, de barro. Las botas se hunden hasta casi las rodillas
en barro y es casi imposible caminar. Pero es el lugar elegido
para la salida. La única forma es saltar al pretil del
encauzamiento, ya al aire libre, y desde allí ascender por la
pared hasta la explanada situada junto al Mercadona, los antiguos
Sánchez.
Atrás ha quedado un recorrido de casi dos kilómetros en la
oscuridad, un espacio situado bajo la ciudad, que casi nadie
conoce. Un mundo olvidado, que está ahí, bajo las calles del
centro de Granada.
EL PRIMER REPORTAJE PERIODÍSTICO DEL INTERIOR DEL DARRO
REMEMORAR UN PERIPLO DE 1981
JUAN ENRIQUE GÓMEZ
El recorrido por el subterráneo del río Darro a su paso por la
ciudad, junto a un grupo de bomberos, tenía una segunda lectura:
rememorar el primer reportaje periodístico publicado en la ciudad
para conocer el interior del embovedado del río Darro, un cauce
oculto que, en aquel tiempo, estaba cargado de misterio para los
granadinos, que cada día caminaban sobre la ciudad y se planteaban
qué había bajo sus pies.
El 15 de noviembre de 1981
el diario PATRIA publicaba un reportaje firmado por mi (Juan
Enrique Gómez) y por mi compañero Enrique Seijas. Contábamos
nuestra experiencia a través del cauce oculto del río. La idea
surgió de nuestro compañero en la redacción de PATRIA, José Luis
Kastiyo, que se preguntaba ¿Cómo era el río por debajo de la
ciudad?. A partir de ese momento comencé a organizar el periplo
junto junto a dos bomberos, Nicolas Polo y Ángel Moreno; los
espeleógos del Grupo de Espeleólogos Granadino, Manuel Josñe
González Ríos, Miguel Santiago Torices y José Luis Menjíbar; el
montañero Francisco Egea y los periodistas firmantes del
reportaje.
Fue una pequeña 'aventura' que en aquel tiempo, el inicio de
los años 80, suponía una 'locura' para todo aquel al que le
indicábamos que queríamos recorrer el Darro por debajo... Hasta
ese momento, solo algunos policías lo recorrían para controlar que
no hubiese explosivos cuando se iban a realizar eventos en la
ciudad o se producía alguna visita de la Casa Real o de políticos
relevantes.
A partir de aquel reportaje, el Darro, se abrió a la ciudad... e
incluso al turismo. Unos años años después comenzaron a
organizarse rutas guiadas para recorrer el Darro...
Tres décadas después volvía a organizar y realizar el periplo.
Esta vez con bomberos granadinos...
La imagen del río no ha cambiado en treinta años... Sólo algunos
arreglos de consolidación del embovedado y una desembocadura con
una gran mejora de infraestructuras exterior.
Fue el primer reportaje
periodístico sobre las entrañas del cauce del 'río de oro'.
Recuperar el Darro del XIX
Algunas voces piden recuperar el cauce al aire
libre y los expertos hablan de hacerlo visitable
Es una idea «inviable» que implicaría eliminar
gran parte de Reyes Católicos y Puerta Real, básicas en la trama
urbana actual
La publicación en IDEAL de un recorrido por el interior del
embovedado del Darro, en el que se mostraba lo que hay bajo el
subsuelo de la ciudad (aún puede verse en www.ideal.es, con
reportaje en vídeo y fotos interactivas) ha despertado la idea de
que una vieja utopía de decenas de granadinos podría hacerse
realidad, recuperar la imagen del río Darro con su cauce al aire
libre, la forma en la que discurría aguas abajo desde Plaza Nueva
hasta su confluencia con el Genil, y si no fuese posible eliminar
el embovedado en su totalidad, al menos, recuperar la zona de
Puerta Real y hasta el Genil.
La mayoría de los comentarios que han realizado los lectores de
Ideal Digital, abogan por esa idea a pesar de las enormes
dificultades técnicas que tendría. Pedro Benzal, el delegado de
Cultura, afirma que sería completamente imposible, «entre otras
cosas porque sería una involución, una vuelta a cuando íbamos a
caballo, y supondría partir la ciudad en dos», pero Benzal, indica
que podrían estudiarse fórmulas para su puesta en valor como
atractivo turístico, como las visitas guiadas.
La concejala de Urbanismo del Ayuntamiento de Granada, Isabel
Nieto, cree que es una «imposibilidad manifiesta, ya que sería
volver a dividir la ciudad. «Retirar el embovedado sería destruir
un entramado de ciudad perfectamente consolidado y que, incluso
posee su propia generación económica».
Isabel Nieto indica que las dificultades técnicas podrían
solventarse, pero «no dejaría de ser una utopía ». Algo similar
opina el concejal de Movilidad, José Manuel García Nieto, que sólo
se hace una pregunta «¿Dónde metemos el tráfico?». Hay que tener
en cuenta que es el principal eje norte sur, el gran distribuidor
del transporte público. «No podemos crear problemas de
incomunicación entre unas zonas y otras de la capital». Por su
parte, el gerente de la Fundación Albaicín y arquitecto, Miguel
Valle, asegura que «sería muy bonito, pero no va con los tiempos y
sería inviable», pero sí comparte la idea de las posibles
visitas
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