PAISAJES Y BIODIVERSIDAD
AGUA PARA EL MAR DE PLÁSTICO
Vencer a la sequía. Entre el pantano de Benínar y la desaladora de Balerma,
pozos, balsas y recogida de pluviales, reúnen el agua que necesitan más de 35.000 hectáreas de
invernaderos del sureste de Andalucía, la despensa de Europa
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * INDYROCK
Es una gran paradoja que el sureste andaluz, las tierras del poniente de Almería y parte de la
costa oriental de Granada, sea el territorio más árido de Europa y, al mismo tiempo, la gran
despensa del continente. Es la zona donde se producen casi cuatro millones de toneladas de
productos agrícolas cada año y que abastece a gran parte de los países del centro y norte de la
UE. Un espacio con un bajísimo índice de pluviosidad y donde la búsqueda de agua es la gran
quimera dorada y ha de buscarse en yacimientos subterráneos e incluso en el mar.
Regar las 35.000 hectáreas de cultivos bajo plástico que se encuentran en las provincias de
Almería y Granada se ha convertido en el principal reto para grandes y pequeñas empresas de
producción y transformación agrícola. Los viejos pozos que desde hace décadas extraían agua de
los acuíferos de las sierras costeras almerienses y la Contraviesa granadina, hace años que son
insuficientes para las necesidades de lo que se ha denominado el ‘mar de plástico’ y los miles
de invernaderos que se suceden en las laderas de las sierras de Gádor, el Campo de Dalías, el
campo de Níjar, el bajo Andarax y el bajo Almanzora, entre otros puntos de producción agraria.
La puesta en marcha del pantano de Benínar, en plena Contraviesa almeriense, en el año 1983,
para almacenar 68 hectómetros cúbicos de agua y abastecer a una gran parte de la zona occidental
de la provincia, fue un enorme respiro para los agricultores y habitantes de toda la zona de
expansión almeriense, pero 39 años después de su puesta en marcha, la sequía y los efectos del
cambio climático no puede garantizar el suministro necesario, por lo que se han hecho
imprescindibles intervenciones que van desde la apertura de nuevos pozos en los acuíferos de la
sierra de Gádor y Campo de Dalías, en Almería, y el de Albuñol y el Guadalfeo, en Granada, bajan
de nivel de forma drástica, debido a la gran cantidad de captaciones y extracciones que se
realizan y a la falta de aportes de agua desde las sierras.
Un recorrido desde la Alpujarra granadina y almeriense hacia la costa, da una idea de la ingente
necesidad de agua que necesita este territorio. En cada ladera, en cualquier vaguada, junto a
grupos de invernaderos, se ha hecho imprescindible la construcción de pequeñas y grandes balsas
que almacenan el agua que les llega a través de bombeos realizados en los acuíferos y
extracciones de antiguos manantiales, además de la que llega, en determinadas zonas, desde los
ríos de la alta y media montaña nevadense y el embalse de Benínar. Son miles de metros
cúbicos de agua que, dependiendo del año, no garantizan la pervivencia de los cultivos. Estas
balsas se han convertido ya en parte inherente al paisaje del sureste andaluz.
Los grandes depósitos y nuevas conducciones, conviven con las viejas acequias tradicionales,
algunas de ellas con aguas ferruginosas y termales en zonas altas, lo que aporta un extraño
contraste a un territorio cargado de cultivos intensivos, pero que aún mantiene pequeñas
explotaciones agrarias de las que se conocen como de ‘primor’.
Agua de mar
La falta de agua y las previsiones del cambio climático obligan a mirar al mar. Desde el año
2016, el Campo de Dalías, especialmente el municipio de El Ejido, con algo más de 12.000
hectáreas de invernaderos, cuenta con agua que llega desde el mar. La desaladora del Campo de
Dalías, situada entre las poblaciones de Balerma y Balanegra, tiene capacidad para desalar
97.200 metros cúbicos de agua cada día y abastecer el riego de 8.000 hectáreas de invernaderos y
las necesidades diarias de 300.000 personas.
La puesta en marcha del proyecto de la desaladora se produjo después de que la Confederación
Hidrográfica del Sur, declarase en 1995 la sobreexplotación del acuífero del Poniente de
Almería, por lo que elaboró un Plan de Ordenación del Campo de Dalías con el objetivo de
ayudar a la recuperación del acuífero y reducir las extracciones en alrededor de 50 hectómetros
cúbicos cada año. Una enorme cantidad de agua que se compensaba con el embalse de Benínar, la
reutilización de aguas residuales y la desalación de agua de mar.
El objetivo futuro del mar de plástico, tanto de Almería como el de Granada (en los municipios
de Albuñol y Motril-Calahonda) pasa por reducir considerablemente el uso de los recursos de ríos
y acuíferos. La forma de conseguirlo será la reutilización y la mejor gestión de esos recursos.
Si no es así, el mar de plástico puede ser un mar muerto.
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