FOTO: J. E. GÓMEZ
Inundaciones
tras la sequía
LA NATURALEZA PASA FACTURA
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Carreteras cortadas, muros que se derrumban, valles anegados, ríos
desbordados, pueblos desalojados, cultivos destruidos, muerte y
desolación son algunas de las consecuencias inmediatas que
provocan las fuertes lluvias Se barajan cifras millonarias para
paliar algunos de estos efectos, sin embargo, el coste total de
los daños nunca es cuantificable a corto plazo. La pérdida de
suelo, la erosión por arrastre será el más costoso a largo plazo.
No evaluable economicamente porque no puede ser reparado.
Tras un período largo de sequía se produce un estado crítico de
inestabilidad en la Naturaleza. Los suelos se secan, se
resquebrajan, se desmenuzan con facilidad. La vegetación, que lo
sustenta, pierde vigor, es atacada con mayor profusión por toda
clase de organismos que le provocan enfermedades, desde las raíces
hacía la totalidad de la planta y va perdiendo esa capacidad de
sustentación. Las ramas se secan. La vegetación muere y cae al
suelo y se va acumulando. Los cauces de ríos, barrancos y zonas de
deriva de aguas almacenan estos materiales depositados.
No se pueden hacer repoblaciones forestales ya que la escasez de
agua hace inviable las nuevas plantaciones. Durante este largo
período de sequía se realizan en toda Andalucía un gran número de
grandes obras, como la Autovía del 92 o las relacionadas con el
Mundial de Esquí, que no son adecuadamente protegidas por
vegetación o muros de contención, taludes etc... que las hagan más
seguras y resistentes. Los terrenos agrícolas sufren un impacto
grave por la escasez de riegos y se comienzan a utilizar de forma
masiva y descontrolada las aguas freáticas para éste y otros
fines. Por último los pantanos, acostumbrados a estar bajo
mínimos, nos hacen valorar exclusivamente el que alcancen cotas
máximas de acumulación de agua.
Cuando llegan las lluvias, llegan también los primeros problemas,
comienzan las inundaciones lo que nos debería haber alertado para
intentar prevenir algunos de los daños más graves. Varias semanas
de precipitaciones ininterrumpidas dan al traste con todo lo
previsto.
El terreno seco, los materiales acumulados, la inestabilidad de
los suelos, que han caído sin dificultad sobre casas, carreteras,
cultivos y todo lo que han encontrado a su paso. Los pantanos se
deberían haber desaguado poco a poco y no se debería haber
permitido construcciones en el paso del agua, cerca de ríos,
valles o de cualquier zona de deriva de aguas. La Naturaleza
acabará ganando el terreno que le arrebatamos, como en un alquiler
sin plazo fijo, nos cobrará un precio, simplemente porque tiende a
recuperar el espacio que ocupaba. Pasará factura.
La protección de las obras, sean privadas o públicas es
imprescindible y los estudios de seguridad de las mismas deben ser
más exhaustivos ya que a larga el coste adiccional será rentable
si se evitan, o al menos se minimizan, algunos de los efectos.
EROSIÓN
Las pérdidas de suelo que se calcula que han sido provocadas por
las lluvias son equivalentes a las previstas para todo el año,
dañando más las zonas donde el problema de la desertificación es
muy grave. En el Programa de lucha contra la erosión, se han
invertido una gran suma de dinero en zonas afectadas. Sin embargo,
los resultados han sido desiguales.
En algunos casos la construcción de diques en los cauces ha
prevenido las avenidas y en otros puntos no, ya que el terreno era
geologicamente inestable provocando el deslizamiento de zonas que
estaban sustentadas por vegetación. Un exceso de humedad provoca
también que estas masas se desplacen con mayor facilidad. La
obligatoriedad de que se realicen estudios de evaluación de
riesgos naturales en las obras públicas y en los planes de
urbanismo de los municipios es que se pueda hacer una previsión de
daños y actuaciones, así como emitir informes detallados ante la
realización de cualquier obra, e incluso tener acceso público a
posibles riesgos en zonas ya construidas, habitadas o cultivadas,
ya sea de carácter público o privado. El cambio climático es un
hecho, estos periodos de sequía y lluvias torrenciales no son una
excepción, así que deberíamos intentar una política de menor
agresión al medio que nos rodea, acostumbrarnos a pagar un precio
por la protección y restauración de lo que nos queda porque ya no
nos podemos permitir el lujo del desarrollo a cualquier precio.
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