Tamaño:
La larva mide un máximo de 5 cm. El adulto entre 2 y 5 cm
(la larva es ápoda. Los aultos tienen alas)
Hábitat
Coloniza palmerales de zonas costeras y de clima cálido, donde se
convierte en una plaga que ha destruido enormes `extensiones de
palmeras en todo el sur de Europa, norte de África, Asia, América
y Australia.
El ejemplar adulto llega volando hasta la palmera y se instala en
sus zonas blancas, donde pone los huevos (similares a un grano de
arroz). Las larvas realizan túneles en el interior del tronco de
las palmeras y se alimentan de la materia que forma esos troncos,
hasta que los dejan casi huecos, convertidos en serín. La palmera
muere.
Los tratamientos son muy difíciles y de excaso éxito. Se utilizan
combinados con nematodos que se convierte en parásitos de las
larvas, se las comen y acaban con la plaga, pero en la mayoría de
los casos, la palmera afectada no logra recuperarse, aunque con
insistencia y cirugía arbórea previa, en la que se les retiran los
penachos a las palmeras, limpian el interior y con los nematodos,
se han dado muchos casos de que la palmera vuelve a crecer.
Debe estar apoyado con trampas de feromonas para atraer a los
insectos adultos y reducir las poblaciones.
CERCO AL PICUDO ROJO
Intentan controlar un insecto que amenaza con matar a todas las
palmeras
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Sobre ellas pesa una sentencia de muerte que ya ha sido ejecutada
en 18 casos. Las palmeras de la ciudad de Granada pueden
desaparecer si no se consigue controlar la presencia del picudo
rojo, un insecto originario de Malasia que tiene en estas especies
vegetales su fuente de alimentación y el lugar donde reproducirse.
Puede afirmarse que la mayoría de las palmeras de la capital (del
género Phoenix), igual que las de la costa granadina y poblaciones
cercanas al litoral, están ya infectadas por este coleóptero,
Rhynchophorus
ferrugineus, que llega a reducir a serrín el interior de sus
troncos, ya sean de alto o bajo porte, o de cualquiera de sus
especies, como las Canariensis, y las conocidas como Dactylifera.
En parques y jardines de la ciudad se ven ya los efectos de esta
plaga, con palmeras que han tenido que ser taladas (18 desde que,
en 2008, se detectó la presencia del picudo rojo en Granada)
y sobre todo otros 70 ejemplares a los que se ha aplicado técnicas
de cirugía arbórea. «Utilizamos dos métodos que al parecer dan
resultados positivos, al menos por el momento», dice el concejal
de Medio Ambiente, Juan Antonio Mérida, que tiene en marcha un
plan de ataque que intentará poner cerco al picudo rojo. Una
empresa especializada, Ambitec, es la encargada por el
Ayuntamiento de realizar tantas intervenciones como sean
necesarias para lograr la supervivencia de las palmeras afectadas.
«En un año realizamos una media de siete actuaciones en cada una
de las palmeras más afectadas, porque si las dejamos a su suerte,
morirán y, lo que es casi peor, no podremos acabar con el avance
geográfico de la plaga», advierten los técnicos de esta empresa,
que trabajan con sistemas biológicos para acabar con el insecto.
Un equipo preparado con trajes protectores y máscaras introduce
una sustancia en el interior de los troncos de las palmeras.
Contiene nematodos, unos seres vivos que se convertirán en
parásitos de las larvas de picudo y se alimentarán de ellas, por
lo que les producen la muerte y evitan la reproducción del
insecto. También se utilizan tratamientos químicos.
«El picudo rojo llega a las palmeras volando, como otros
coleópteros. Pone los huevos en el interior del tronco y allí
nacerán las larvas que se alimentan de la materia vegetal que lo
forma, hasta el punto de dejarlo por dentro convertido en serrín.
La palmera muere», afirma Adolfina Muñoz, técnico de la Concejalía
de Medio Ambiente, que recuerda que hace unos años cualquier
palmera afectada por el picudo «irremediablemente tenía que ser
talada, pero ahora hay una esperanza». Muestra algunos de los
ejemplares que se encuentran en el Carmen de los Mártires y que
después de haber sido sometidos a cirugía y «desmochados», y de
aplicarles los tratamientos con nematodos, el penacho de hojas de
la palmera ha vuelto a crecer. «Poco a poco, sin que tengamos una
seguridad absoluta de que se recuperarán por completo, pero van
bien». Estas palmeras tienen instalado un sistema de tubitos (como
los de riego por goteo) que llevan los tratamientos hasta el
interior del tronco «y que tendrán que mantenerse mientras haya
picudos en el entorno», avanzan los técnicos. Para reducir su
presencia se han instalado 20 trampas de feromonas que han
capturado ya centenares de ejemplares adultos.
La palmera crece tras los
tratamientos
En la capital hay 603 palmeras del género Phoenix situadas en
espacios de titularidad pública, pero también existen otras tantas
que se encuentran en propiedades particulares. «No servirá de
mucho que desde el Ayuntamiento nos preocupemos en atacar la plaga
si en el entorno hay otras muchas sobre las que no se hace nada»,
señala Mérida, que comprende que no se puede exigir a los
propietarios que apliquen tratamientos que son muy caros, «pero
podemos asesorarles si se dirigen a la Concejalía de Medio
Ambiente».
Granada invierte cada año alrededor de 70.000 euros en intentar
retrasar, y si es posible conmutar, la sentencia de muerte que
pesa sobre las palmeras. Algunas de ellas ya lucen signos de una
nueva vida.