SIERRA NEVADA
ENCINAS, PINOS Y ENEBROS RENACEN TRÁS EL FUEGO
LAS LADERAS DE LANJARÓN, NIGÜELAS Y LECRÍN SE RECUPERAN UNA
DÉCADA DESPUÉS DEL GRAN INCENDIO DE SIERRA NEVADA
El trabajo de técnicos ambientales y científicos devuelve gran
parte de su esplendor vegetal a 3.000 hectáreas de la media
montaña nevadense
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
La imagen de las lomas, barrancos y vaguadas que desde el Valle y
los inicios de la Alpujarra ascienden hacia el cerro del Caballo
ha cambiado de forma drástica. El negro y gris de las cenizas ha
dejado paso a centenares de bosquetes de encinas rodeadas de
matorral mediterráneo de media y alta montaña. Es parte del
resultado de los trabajos de regeneración vegetal que se han
llevado a cabo después de que en septiembre de 2005 el fuego
destruyese 3.125 hectáreas de los municipios de Lanjarón, Nigüelas
y Lecrín, uno de los incendios más devastadores registrados en la
provincia de Granada en las últimas décadas. Las llamas acabaron
con grandes extensiones de vegetación original y bosques de
repoblación ya naturalizados y que formaban parte del paisaje y el
entorno natural de esta zona. (...)
El incendio: Ocurrió el día 22 de
septiembre de 2005 en el paraje conocido como Cortijo de Tello
y se extendió por tres municipios, Lanjarón, Lecrín y
Nigüelas. Destruyó 3.175 hectáreas.
Recuperación: Las actuaciones de
regeneración se han hecho sobre 2.000 hectáreas, la mayor
parte de monte público.
Plantaciones: Además de ayudar al
crecimiento de plantas supervivientes, se han plantado 464.110
ejemplares de 24 especies, y se priman las originarias de
estos ecosistemas.
(...) Ha sido necesario plantar 464.110 ejemplares de 24 especies
vegetales que en su mayoría han logrado prosperar y ser la
avanzadilla para el cambio. «Las plantaciones han sido
fundamentales para revitalizar la cubierta vegetal en algunos
puntos del territorio afectado por el incendio, pero de forma
combinada con otras muchas actuaciones, entre ellas la
recuperación de ejemplares que no fueron calcinados por completo y
la reordenación de espacios que estaban ocupados por pinares de
repoblación y que podíamos devolver a su estado original, anterior
a las repoblaciones de la década de los sesenta del pasado siglo»,
dice el director de la obra de restauración, el ingeniero del
Parque Natural y Nacional de Sierra Nevada, Francisco Javier
Navarro Gómez-Menor, que desde hace ocho años ha visto como el
territorio calcinado experimentaba un importante cambio.
En un recorrido por los caminos que desde Nigüelas ascienden hacia
la sierra y comunican con la Alpujarra, llama la atención la
presencia de zonas aterrazadas con decenas de ejemplares de
castaños jóvenes, robles, chopos, agracejos, majuelos, y a más
altura, rascaviejas, encinas y enebrales. No hay restos del
incendio. «Las primeras actuaciones fueron comprobar qué zonas
podrían recuperarse por sí mismas y en cuáles tendríamos que
actuar y de qué forma. Aquí, en la parte alta de Nigüelas, ahora
hay bosquetes de encinas con matorral autóctono. Había un bosque
de pinos de repoblación que se destruyó casi por completo y
quedaron algunos ejemplares aislados», dice Francisco Javier
Navarro. Comprobaron que bajo las cenizas del bosque de pinos
había encinas que podrían sobrevivir. «La solución era quitar los
restos del incendio para dar viabilidad al encinar. Poco a poco
han crecido bosquetes de encinas a los que hemos ayudado con
actuaciones de limpieza y selección de brotes de cepas con
viabilidad». En los lugares donde las encinas no podían
regenerarse se han plantado especies de matorral, que poco a poco
se expande y cubre todo el territorio con especies propias de este
piso bioclimático.
Arbolado
Los pinares ocupaban la mayor parte del paisaje antes del
incendio. Ahora su presencia es mucho menor que la que había hace
ocho años, «pero hemos ganado en naturalización de las laderas.
Los bosques de coníferas eran demasiado densos y no permitían la
pervivencia de otras especies autóctonas y originales». La imagen
actual es la de bosques pequeños, de bosquetes salpicados entre
matorral de alta calidad, donde los árboles pueden desarrollarse
en su plenitud. En estas sierras había alrededor de un millón de
árboles, la gran mayoría pinos en un espacio de 900 hectáreas, con
una densidad de algo más de un millar de árboles por hectáreas, lo
que supone una superpoblación escasamente viable. Tras el incendio
se han plantado 232.750 pinos, la mayoría de la especie pino
resinero, y otras tres más, pino silvestre, laricio y carrasco.
Solo los pinos son aproximadamente la mitad de lo plantado en la
zona del incendio.
«El objetivo de la restauración de todo este territorio es lograr
un hábitat más abierto, discontinuo, más heterogéneo, que si
vuelve a ser atacado por un incendio sea más fácil defenderlo, e
incluso un hábitat en el que pueda haber usos ganaderos,
turísticos y con aprovechamientos tradicionales como los apícolas,
y lógicamente donde el mantenimiento sea más coherente y barato.
Un hábitat que no haya que naturalizar a posteriori sino que ya
nace adecuado a su entorno natural».
La recuperación de la mayor parte de las laderas y barrancos
calcinados se ha logrado en un tiempo récord. Lo normal es que una
zona quemada tarde entre diez y veinte años en mostrar parte de lo
que era. La aplicación de metodologías científicas y diferenciadas
para cada espacio han sido la clave. Tras el incendio fue la
Consejería de Medio Ambiente la que, con el Parque Natural y
Nacional de Sierra Nevada, se hicieron cargo de la restauración,
apoyados directamente por científicos de la Universidad de Granada
dirigidos por el catedrático de Ecología, Regino Zamora.
Ahora, con las fases de recuperación muy avanzadas, trabajan
técnicos y personal de la Agencia de Medio Ambiente y Agua, junto
al Observatorio del Cambio Global. «Hemos creado sistemas de
seguimiento de especies y su implantación en un total de 220
hectáreas», dice Rut Aspizua Cantón, técnico de la Agencia de
Medio Ambiente, que junto a otros especialistas, controlan el
estado de poblaciones de cinco especies, agracejo, endrino de
Sierra Nevada, majuelo, rosa y encinas, que se plantaron en lo que
denominan núcleos de dispersión, pequeñas extensiones de terreno,
cuadrados de diez y de treinta metros de lado. «Estudiamos como el
matorral pionero, el que ha salido tras el incendio de forma
natural, ayuda al crecimiento de las especies que hemos plantado,
y comparamos datos entre las zonas donde hay ese mismo matorral en
diferentes altitudes y en lugares donde el matorral es de otras
especies, por ejemplo, una zona es de aulagas mientras otra es de
rascaviejas», dice Rut Aspizua. Un trabajo de seguimiento y
recogida de datos sobre 2.800 plantas que se realiza en esos
núcleos de dispersión y en otras zonas de repoblación tradicional.
«Estos espacios sirven también como fuente de semillas para que
las especies plantadas colonicen todo su entorno». El programa de
seguimiento se inició en 2010 y se realiza dos veces al año, al
final del invierno y al terminar el verano. «Los resultados de los
estudios se integran en el sistema de información del Observatorio
del Cambio Global de Sierra Nevada».
Terrenos públicos _y privados
El incendio destruyó dos mil hectáreas de titularidad pública,
pero también otras 1.000 de propiedades privadas. Los trabajos que
ha llevado a cabo la Junta de Andalucía y el Parque de Sierra
Nevada, han tenido una especial atención sobre fincas
particulares. «Se ofreció la posibilidad de acogerse a ayudas y
actuaciones en sus tierras a más de 900 propietarios, y se ha
colaborado con muchos de ellos en la recuperación de plantaciones
de castaños, robledales, pinares, zonas de olivar y otras
especies, además de ayudar en la recuperación de sus cultivos y
propiedades en general». En la restauración de todo el territorio
ha sido necesario el trabajo de muchas personas, con un total de
23.000 jornales en ocho años.
Futuro para el pastoreo
En la recuperación de montes calcinados y la prevención de
incendios juega un papel muy importante la potenciación de
actividades ganaderas. En la zona del incendio se ha construido un
aprisco con capacidad para 600 ovejas. «La idea es ayudar a la
continuidad de estas labores y dotar al ganadero que obtiene la
concesión de pastorear en el monte público de un lugar para el
ganado, y una vivienda que también se ha construido al más puro
estilo de esta zona e integrada en el entorno natural». El
pastoreo en esta zona se incluye en la Red de Áreas de Pasto
Cortafuegos de Andalucía, con lo que ayuda a la prevención de
incendios.
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RECUPERACIÓN DEL INCENDIO DE CENES (Sierra Nevada, Parque
Natural)
El incendio: Ocurrió el día 22 de agosto de 2014 en los
montes situados junto al Camino de los Neveros,en la colina del
Serrallo. Calcinó 200 hectáreas de monte bajo y pinar de
repoblación.
Reportaje, fotogalería
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