REVEGETACION
INCENDIO DE CENES-SIERRA NEVADA
La esperanza ‘verdea’ en el incendio de Cenes
Entre las cenizas de lo que fue un denso pinar aparecen los
primeros brotes de matorral mediterráneo, una señal que marca el
inicio de la recuperación
Encinas, retamas y lentiscos vuelven a ocupar su lugar en
las laderas calcinadas por el fuego, donde botánicos de la UGR
ofrecen las claves para regenerar la cubierta vegetal
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
El incendio: Ocurrió el día 22 de agosto de 2014 en los
montes situados junto al Camino de los Neveros, en la colina del
Serrallo. Calcinó 200 hectáreas de monte bajo y pinar de
repoblación.
Pequeñas motas de color verde intenso emergen entre el gris,
marrón y negro de las tierras quemadas. Son brotes de diferentes
especies de matorral mediterráneo, la vegetación de las laderas
que desde el Serrallo y el viejo camino de los Neveros caen hacia
el cauce del Genil, frente a la localidad de Cenes. Es la muestra
inequívoca de que, de forma natural, sin la intervención del
hombre, la vida se abre paso en un territorio que el 22 de agosto
sufrió uno de los incendios más graves de los últimos años en la
provincia de Granada, con más de 200 hectáreas de monte calcinadas
por el fuego. Ahora, a tres meses de la destrucción de miles de
pinos, encinas, quejigos y otras plantas autóctonas, la esperanza
de recuperación se hace realidad con la presencia de retoños de
lentiscos, retamas, esparragueras, e incluso encinas, que crecen
entre los restos carbonizados de sí mismas.
“Lo mejor que se puede hacer ante un incendio como éste es esperar
a la respuesta de las especies, y como vemos ‘in situ’, el
matorral se abre paso, lo que significa que hay esperanza”, afirma
el catedrático de Botánica de la Universidad de Granada, Francisco
Valle Tendero, que con un grupo de investigación especializado en
restauración vegetal, ha iniciado el estudio de esta zona, y que
se sentía emocionado al comprobar como los lentiscos no solo
habían brotado, sino que lo hacen con fuerza y en muy poco tiempo
alcanzan ya una altura de casi medio metro. “Es la reacción del
monte mediterráneo: donde había matorral intentará salir de nuevo
y lo está haciendo”.
Desde la localidad de Cenes la imagen de la zona incendiada es
todavía desoladora, pero donde se aprecia la verdadera magnitud
del desastre ecológico es en el interior del territorio al que se
accede por el antiguo camino de los Neveros, algo más arriba del
Serrallo y los Rebites. Las copas de los pinos que aún quedan son
de color marrón oscuro, rojizo; los troncos son maderas muertas
rodeadas de una gruesa capa de carbón. La Confederación
Hidrográfica del Guadalquivir ha iniciado un plan de recuperación
de la zona que ya ha abierto caminos para el acceso de maquinaria
y retirada de las maderas quemadas, además de acometer la saca de
pinos irrecuperables y evitar que sean víctimas de plagas que
puedan extenderse a otros pinares de los alrededores. Un plan de
actuación que fue presentado el pasado mes de septiembre y que
cuenta con una inversión de 1,4 millones de euros.
FOTOGALERÍA: J.E. GÓMEZ Y
MERCHE S. CALLE
Estudio
Mientras en el monte los trabajadores también retiran las cenizas
y construyen diques para evitar que se deslicen hacia el cauce del
Genil, los científicos creen que se debe dejar a la naturaleza que
siga su curso. “Está demostrado que en el plazo de poco más de un
año, la superficie quemada puede recuperar una parte importante de
las poblaciones vegetales que se habían perdido”, dice el
catedrático de Botánica, que asegura que será así, al menos en
cuanto a matorral, que en realidad es lo que originariamente había
en este enclave, ya que los pinares fueron fruto de plantaciones
realizadas en la década de los sesenta. “Nuestro objetivo es
estudiar la evolución de la vegetación para poder ofrecer a los
gestores los modelos de conocimiento y las herramientas de
actuación que les ayuden en la toma de decisiones, con el objetivo
de evitar futuros episodios catastróficos o minimizar los impactos
que se produzcan, además de elaborar y aplicar estrategias de
conservación, o restauración en caso de ser necesarias”. Valle
Tendero, considera que los responsables de los espacios naturales,
“en muchas ocasiones, se ven forzados por los grupos sociales y
políticos a llevar a cabo acciones que frenan o retrasan la
dinámica vegetal. Con nuestra aportación pretendemos, que se deje
a la vegetación natural que responda según las adaptaciones
propias de las especies mediterráneas, rebrotando y cubriendo la
superficie afectada y que, posteriormente, se introduzcan las
especies propias del territorio que ayuden a frenar los procesos
erosivos y aumenten la biodiversidad”.
El método, que se ha iniciado con visitas de observación al
interior de la zona incendiada, es elegir dos áreas de estudio, a
las que se puede acceder por el camino de los Neveros, ambas en
lomas no muy inclinadas a la misma altitud y orientación. “Una de
ellas estaba ocupada por un pinar de repoblación denso, la otra
por matorral mediterráneo. Realizaremos dos tipos de muestreo: el
primero, que comenzaremos en breve, será para estudiar la
regeneración a corto plazo, mediante transectos con puntos de
intersección. Cada uno de esos espacios a recorrer y estudiar,
tendrá 25 metros de largo por 2 de ancho, para comprobar
metodológicamente cómo evoluciona la vegetación, y el segundo, a
partir de primavera, donde se elaborarán distintos inventarios
fitosociológicos con el objetivo de identificar la vegetación que
ha logrado salir adelante”.
A los científicos les preocupan los trabajos que ya se han puesto
en marcha en la zona del incendio. Creen que la reforestación con
pinar denso, como había anteriormente, no regenerará el suelo, y
que habría que intentar restaurar la vegetación originaria. “Ya se
ve de forma clara el efecto de la maquinaria en el terreno, pero
al menos se han respetado los brotes que comienzan a salir,
ayudados por las buenas temperaturas de estas últimas semanas”,
afirma Francisco Valle.
En el interior de los bosquetes calcinados, donde los árboles aún
no han sido extraídos de la tierra, se aprecia que antes del
incendio no había vegetación alguna entre los pinos, plantados muy
juntos, por lo que evitaban el crecimiento de otras especies. En
cambio, en los bordes del pinar, donde crecían retamas, jaras,
esparragueras, lentiscos y otras muchas especies mediterráneas, el
monte verdea y ofrece una imagen de esperanza.
Obras de contención
de tierras y replantaciones
Ejecutadas el 35% de
las obras para recuperar el monte afectado por el incendio de
Cenes
El presidente de la
Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, organismo del que
depende la gestión de esteos montes públicos, Manuel Romero,
confirmaba a mediados de noviembre de 2014, tres meses después del
incendio, actuaciones que conllevan una inversión de 1,4 millones
de euros, ya se ha terminado uno de los dos grandes diques
(Mosiegos) que estaba previsto construir para la contención de
sedimentos y para la retención de la escorrentía ante la llegada
de la época de tormentas, mientras que el segundo (Calvo) se
encuentra prácticamente finalizado.
(Información facilitada
por la CHG)
En este sentido, cabe destacar que se trata de diques de gravedad
ejecutados en mampostería de piedra y hormigón, lo que posibilita
una adecuada integración ambiental en el terreno. Su misión no es
la de acumular agua, sino la de retenerla y laminar las avenidas,
así como posibilitar el sedimento de los arrastres que se generan
por la fuerte pendiente de la zona.
Estos diques cuentan con un labio vertedero central, aunque están
diseñados para poder aliviar por toda su coronación. Tienen
mechinales (pequeños desagües) repartidos a lo largo del cuerpo de
presa para poder evacuar también el agua.
Para impedir la erosión en la salida del agua, tras el dique se
ejecuta un cuenco amortiguador, que no es sino una piscina que
recibe el agua que rebosa por mechinales y aliviadero y disipa la
energía de su caída. En concreto, ya se ha terminado el dique en
el barranco Mosiegos, cuya utilidad y solidez se ha podido ya
comprobar durante las fuertes precipitaciones que se registraron
en la zona a comienzos de este mes de noviembre.
El dique de Mosiegos tiene 7,5 metros sobre cimientos, una
longitud de coronación de 20,52 metros y una anchura de 1,5
metros. Tiene un labio vertedero trapecial de entre 2 y 6 metros
de vertido y un cuenco amortiguador de 5,7x3,39 metros.
Además, la CHG está finalizando ya la construcción del segundo
gran dique (barranco Calvo). Este segundo dique tendrá 7 metros
sobre cimientos, con un labio vertedero variable de 11 a 13
metros, un ancho de coronación 1,32 metros y un cuenco
amortiguador de 11,14 metros de largo por 4,35 de ancho. Además,
está prevista también la ejecución de otros diques de menores
dimensiones para estabilizar otros barrancos.
La CHG también está procediendo desde el mes de septiembre a
mejorar la estabilidad de una serie de diques de gaviones que
fueron ejecutados en la década de 1940 y que han venido dando buen
resultado, aunque algunos de ellos se encuentran ya bastante
deteriorados.
En estos diques, que actualmente están colmatados, se está
saneando el material en el pie de apoyo aguas abajo, se les aplica
un relleno de hormigón ciclópeo como colchón de disipación y se
ejecutan contradiques para preservar la erosión remontante en las
cimentaciones de los mismos. En otros se construirán estructuras
que engloben los antiguos diques arruinados para consolidar los
aterramientos.
Restauración ambiental
Además de las actuaciones de corrección hidrológica, la CHG
también ha iniciado una serie de trabajos para la restauración
ambiental de la zona afectada por el incendio, que se encuentran
ejecutadas al 20%. Manuel Romero aseguró que, como consecuencia
del incendio, buena parte de las especies vegetales de la zona se
vieron severamente afectadas, por lo que se ha planteado la
restauración de la cubierta vegetal con el fin de contener cuanto
antes los procesos erosivos, que «no tardarán en desencadenarse
tras la pérdida de protección del suelo».
En este sentido, insistió en que la CHG está llevando a cabo las
actuaciones de restauración ambiental de la zona «siguiendo
escrupulosamente la guía de los Modelos de Restauración Forestal
publicados por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de
Andalucía» y en base también a la experiencia propia del Organismo
de cuenca, que gestiona terrenos forestales desde hace más de 80
años.
Acorde con estos modelos, dijo, la zona afectada se va a restaurar
utilizando especies como encinas, quejigos, coscojas, pinos,
fresnos, sauces, álamos, retama y majuelos. Al mismo tiempo, se
está desarrollando un plan de saca y eliminación de madera quemada
para evitar plagas de perforadores y se están construyendo fajinas
biológicas colocadas al tresbolillo en las zonas con mayor
pendiente con parte del material arbóreo apeado con el fin de
retener la erosión superficial y evitar pérdidas de suelo y el
arrastre de las semillas procedentes de la masa quemada.
También se contemplarán en el futuro, si fuese necesario
tratamientos de ayuda a la regeneración y eliminación de la
competencia en las zonas arboladas incendiadas, semillado en
banquetas, construcción de hoyos y plantaciones en unas 125
hectáreas.
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