El
vandalismo pone puertas al campo
Las barreras cierran los caminos de las sierras para evitar
destrozos y ataques a fauna y flora
El crecimiento de actos vandálicos en los parques naturales
preocupa a los responsables de la gestión de espacios protegidos
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Pagan justos por pecadores. Es la conclusión que se
obtiene ante la mayoría de las actuaciones que tienen un carácter
coercitivo, e incluso las únicamente preventivas. Los amantes de
la naturaleza, los ciudadanos respetuosos con el medio se
encuentran con barreras y cadenas cada vez que intentan internarse
en carriles y caminos de los espacios naturales protegidos de la
provincia de Granada. Una barrera detrás de otra para evitar el
paso de vehículos a motor. Es la consecuencia del vandalismo que
se ha extendido más allá de las ciudades, y la creencia de algunos
vecinos de los pueblos de que el monte es para lo que ellos
quieran hacer. La realidad es que entre unos y otros han
logrado algo que a nadie se le habría pasado por la cabeza:
ponerle puertas al campo.
Los responsables de los espacios naturales protegidos, reconocen
que es excesivo y que el sistema de la cadena «impide el acceso a
algunos sitios a personas que solo quieren disfrutar de la
naturaleza y son respetuosas con ella, pero en los lugares donde
no se han cerrado caminos, crece la basura, los destrozos, e
incluso los ataques a la fauna y flora», dice el director
conservador del Parque Natural de la Sierra de Huétor,
José María Teruel, que recuerda que este espacio «es
realmente el parque periurbano de la capital granadina, por lo que
es mucha la gente que acude cada fin de semana, y lógicamente, hay
de todo». Teruel, reconoce que la mayoría de los caminos están
cerrados, tienen cadenas, barreras y candados.
En Sierra Nevada la situación es igual en el territorio que cubre
el parque natural, ya que es más accesible a todo el mundo, «pero
en el parque nacional, casi no hay barreras, excepto en puntos muy
concretos donde tenemos que impedir el acceso de vehículos
particulares, como en la Hoya de la Mora y en el acceso desde
Capileira», dice el conservador del Espacio Natural de Sierra
Nevada, Ignacio Henares. En gran parte del espacio natural, las
barreras las ponen los propietarios de fincas particulares, dice
el director del parque, Javier Sánchez.
En las altas cumbres hay una vía que puede considerarse como el
ejemplo de lo que el vandalismo ha obligado a hacer. El carril que
comunicaba Pradollano con Capileira por las Posiciones del Veleta,
Laguna larga, el antiguo refugio de Félix Méndez y la falda del
Mulhacén, ya casi ni existe. Se colocaron cadenas en sus dos
entradas, y hubo que cubrirlo con grandes rocas y piedras para
evitar que la gente se colase con todo tipo de vehículos a
motor.
Los mayores problemas se concentran en los espacios protegidos más
cercanos a la ciudad, donde pueden llegar fácilmente grupos de
jóvenes con vehículos todo terreno, con ‘quads’ y motos de campo.
No respetan nada. Se nota normalmente en que hay un marcado carril
junto a los postes que sujetan las cadenas o barreras, horadado
por las ruedas de motos y ‘quads’.
Los parques y espacios naturales de la provincia de Granada
reciben más de un millón de visitantes anuales, sin contar la
afluencia de personas a Sierra Nevada en la temporada de invierno.
De ellos, solo una pequeñísima parte actúan en contra de la
naturaleza, pero desgraciadamente los responsables del medio
natural saben que «la falta de respeto puede llegar a cotas
impensables y hay que pensar en que lo que tenemos entre manos es
algo muy delicado y que tenemos que preservar», dice José María
Teruel, que recuerda que una botella tirada, una lata, el paso de
una moto con escape libre, puede provocar una chispa que derivará
en un incendio y, con el fuego, «no lo dude, perdemos todos».
José María Teruel, director Parque de Huétor
«Rompen las cadenas para ir a cazar el ‘macho’ de su vida»
El conservador del Parque Natural de la Sierra de Huétor asegura
que hay personas que creen que la sierra es suya, que pueden hacer
lo que quieran sin tener en cuenta las consecuencias. «Llegan a
romper las cadenas para pasar con sus coches y te dicen que es
porque aquella mañana estaba convencido de que iba a cazar el
macho montés de su vida», dice José María Teruel. Cada año hay que
reponer, «al menos la mitad de los candados que hay colocados en
los parques naturales».
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