PAISAJES Y BIODIVERSIDAD
PUENTE DEL HACHO, SENDEROS DE HIERRO
El puente ferroviario más largo de España ‘pide’ un lugar en la
historia tras un siglo sobre el río Guadahortuna
Es un islote de ingeniería decimonónica europea en el centro de
las tierras áridas del sur, una obra que ya forma parte del
paisaje y la memoria de los caminos hacia el interior ibérico
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Ya no quedan raíles sobre las traviesas del puente que, desde hace
116 años, une los dos extremos bajo los que discurre el barranco
del río Guadahortuna y conecta las lindes entre Granada y Jaén. El
viaducto del Hacho, la obra encargada al estudio de Gustave Eiffel
en 1886 y que aún conserva el título de ser el más largo de la red
ferroviaria española, mantiene sus estructuras como testigo de lo
que se podría considerar una segunda Edad del Hierro, en la que
este metal, en el siglo XIX, se convertía en el elemento básico
para las comunicaciones y la evolución de los pueblos, y que en la
actualidad forman parte del patrimonio industrial, artístico, e
incluso paisajístico, de espacios geográficos que se vertebraron y
desarrollaron gracias a esas estructuras que parecían surgidas del
infierno al haber sido modeladas a base de tierra y fuego. (...)
(...) Se han cumplido 40 años desde que el último tren circuló
sobre sus vías para enlazar Almería con Linares-Baeza desde la
estación de Guadahortuna-Alamedilla, y aún está a la espera del
reconocimiento final de su papel en la historia de una región para
la que el tren era casi la única vía de acceso y escape, además de
su posición como parte inseparable ya de un paisaje de monte bajo
y secano, de riberas que recogen las aguas de las sierras de Jaén
y los barrancos granadinos que desde Montejícar vierten sus aguas
hacia la cuenca del Guadiana Menor.
Para los habitantes de la frontera de los Montes Orientales con
tierras jienenses, la estructura del puente de hierro es tan
familiar y propia que no conciben el paisaje del río y del
Barranco de la Camella sin la impresionante estructura metálica
que lo cruza desde hace más de un siglo y que trajo hasta estas
tierras lo mejor de la ingeniería decimonónica del centro de
Europa.
FOTOGALERÍA: J. E. GÓMEZ
Magnitud
Para conocer el puente del Hacho hay que ir expresamente hasta el
lugar donde se construyó en la década de los ochenta del siglo
XIX, entre 1889 y 1898. Solo pasan por allí quienes se dirigen
hacia Alamedilla o a Guadahortuna, pero observar la magnitud del
viaducto y percibir las sensaciones que trasmiten sus gruesas
vigas remachadas es una experiencia que compensa el esfuerzo y la
lejanía. La mejor forma de llegar es desde Guadahortuna. A 10
kilómetros de esta localidad, el trazado del puente se marca con
su color negro en el horizonte. No parece algo especial hasta que
la carretera se sitúa bajo sus pilares. La sensación es de
inmensidad. Las vías pasan a 50 metros de altura del río,
soportadas por 11 pilares de los que siete, los más grandes, son
metálicos y cuatro de piedra, uno en la parte granadina y tres en
la ladera hacia Jaén. Todo ello para forman un viaducto de 624
metros de longitud. Una obra de ingeniería que empezaba a
construirse en el mismo momento en que se terminaba la famosa
Torre Eiffel de París, y por los mismos diseñadores y
constructores que el monumento francés, y con idénticos elementos
constructivos.
El profesor de Ferrocarriles de la Escuela Superior de Ingenieros
de Caminos de la Universidad de Granada, Francisco J. Calvo Poyo,
señala que el puente del Hacho es el doble de grande que la Torre
Eiffel: «Si pusiésemos la torre tumbada junto al puente veríamos
que solo cubriría la mitad del recorrido de la estructura
ferroviaria», y que al margen de consideraciones artísticas e
históricas, se deberían tener en cuenta factores como que los
constructores de la torre tenían las fábricas de material y los
elementos para construir al lado de la obra que realizaban,
mientras que en Granada, todos los elementos tuvieron que ser
transportados desde sus fábricas, en su mayoría en Francia y
Bélgica, para ser utilizados y ensamblados en un lugar alejado de
carreteras, puertos y todo tipo de accesos, datos que cambian por
completo la valoración que podría tenerse de este puente como una
obra más de las muchas que se construyeron entre el final del XIX
y la primera mitad del siglo XX.
Se puede acceder a la parte superior del puente y contemplar su
calzada de gruesas chapas de hierro (algunas de ellas expoliadas
para ser vendidas como chatarra) y observar el valle del
Guadahortuna desde la altura por la que durante décadas circularon
los trenes entre Almería y el centro de la península, y que aún lo
hacen por el puente de hormigón que en paralelo se inauguró en
1974 y firmó la hasta ahora conmutada sentencia de muerte del
Hacho.
Se llega desde el camino de acceso a la estación de
Guadahortuna-Alhamedilla, una remozada estación ferroviaria, aún
en uso, que conserva su imagen tradicional, nostálgica y alegórica
de largos viajes, despedidas y encuentros. Las marcas de las
viejas vías llevan hasta el inicio del puente, que no debe
cruzarse por la falta de medidas de seguridad, aunque solo un
viejo cartel oxidado advierte del peligro, pero que trae a la
mente imágenes que el profesor Manuel Titos, narró en IDEAL en
2008 en un artículo en el que reivindicaba la protección y puesta
en valor del viaducto, que tituló ‘Un grito desde el puente’:
«Decían que se podía pasear por debajo de la vía, circulando por
un nivel inferior que iba de punta a punta. Que había balcones
para refugiarse por si venia el tren. Que por el interior de las
pilastras había escaleras por las que se podía bajar hasta el río.
Que al final del puente la vía se la tragaba un túnel que
terminaba cerca de Jaén. El misterio de un túnel al final del un
puente...».
El Hacho mantiene las traviesas ajadas, agrietadas, sin vías que
sostener, las planchas oxidadas, pero es el hermano mayor de
la red de senderos de hierro que surcan los paisajes de la
península Ibérica y que, en muchos casos, han sido puestos en
valor como lo que en realidad son, elementos para la comunicación
entre los pueblos. Contemplar los pilares del Hacho aún trasmite
una sensación de camino, de conexión imaginaria entre el norte y
el sur.
El viaducto
¿Dónde Está?: Está en el término municipal de Guadahortuna,
aunque pegado al de Alamedilla, en los Montes Orientales, en la
linde con la provincia de Jaén. Forma parte de la línea entre
Almería y Linares-Baeza
¿Cómo llegar?: Por la A-44 hacia Madrid, tomar el cruce con
Iznalloz y, posteriormente a Guadahortuna. Desde allí, en
dirección alhamedilla. A diez kilómetros la carretera pasa bajo el
puente. 200 metros antes, una pequeña carretera conecta, a la
derecha con la estación y la entrada superior del puente.
Coordenadas: Del inicio de la carretera de acceso a la
estación y la zona superior del puente:
37°34’55.05’’N 3°18’34.28’’O.
624
metros es la longitud del puente del Hacho, sustentado por 11
pilares, siete de ellos metálicos.
300
metros es la altura de la Torre Eiffel, que si se pusiese tumbada
junto al puente, solo ocuparía la mitad de su recorrido.
BIODIVERSIDAD
Especies presentes en este espacio natural
Retama, lluvia de oro
Flora / vegetación
Andryala integrifolia
Andryala ragusina
Arundo donax (Caña comum)
Conium maculatum
Crupina crupinastrum
Hirschfeldia
incana (Rabaniza amarilla)
Malva
sylvestris
Mantisalca
salmantica
Onopordum
nervosum
Quercus rotundifolia
Robinia pseudoacacia
Reseda phyteuma
(Farolilla)
Reseda undata subsp. undata
(Jopillo de zorro)
Retama sphaerocarpa
Thymus mastichina (Mejorana)
Mejorana
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