EVOLUCIÓN
* PALEOANTROPOLOGÍA * Primeuro
La presencia humana más antigua en la depresión Guadix-Baza
Consideraciones que debe abordar la investigación arqueológica a
desarrollar en esta zona. La presencia de agua hizo de este
territorio un punto de atracción para toda clase de fauna
Por Isidro Toro:
Arqueólogo de la Junta de Andalucía. Amplió sus estudios en
Francia, excavando los yacimientos más conocidos del Pleistoceno
inferior como Soleihac, Ceyssaget, Lunel Viel y otros. Fue
el primer director de las excavaciones de Orce en 1983 y 1984 de
las cuales vuelve a ser director en la actualidad.
y Gabriel Martínez Fernández:
Profesor Titular del Departamento de Prehistoria de la
Universidad de Granada. Especialista en industrias líticas de la
Edad del Cobre y del Bronce, ha participado en numerosas
excavaciones de dichos periodos, destacando su participación en
el Proyecto Millares. Co-director de las Excavaciones de Orce.
RECIENTEMENTE, por medio de métodos diferentes a los estrictamente
arqueológicos se ha propuesto una fecha anterior a hace un millón
de años para los yacimientos arqueológicos en los que se han
descubierto evidencias relacionables con la presencia humana más
antigua en las comarcas nordorientales de la provincia de Granada.
Tal propuesta nos permite exponer algunas consideraciones acerca
de la entidad del problema histórico que ha de abordar la
investigación arqueológica que se desarrolla en la zona.
La depresión de Guadix-Baza presenta claras evidencias de que
durante el Plio-pleistoceno estuvo ocupada por varios lagos
sucesivos hasta su colmatación en un momento del Pleistoceno
Superior, a partir del cual se iniciaron los procesos erosivos que
le han dado lugar al característico paisaje que hoy día
contemplamos, con una variada sucesión de áridos altiplanos y
escarpados barrancos, junto a hoyas y llanuras aluviales en las
partes más bajas de los principales cursos de agua, en las que se
desarrolla la agricultura de regadío, cuyos orígenes se remontan,
cuando menos, a la Edad Media.
Foco de atracción
Por el hecho de contener importantes acumulaciones de agua (aunque
con oscilaciones) a lo largo de tanto tiempo, la depresión fue un
foco de atracción para una variada serie de especies animales. Las
investigaciones geológica y paleontológica desarrolladas en los
últimos treinta años van sistematizando las evidencias y
ofreciéndonos un cuadro cada vez más completo de la secuencia de
variaciones del paleoambiente y de las comunidades animales que
vivían en él y entre las cuales se vinieron a insertar los grupos
de homínidos, cuyos restos materiales identificados por las
investigaciones en curso nos permiten esbozar las sugerencias
expuestas en estas líneas. Se encontraron, por tanto, ante un
medio propicio, donde tenían recursos vegetales en abundancia y la
posibilidad de acceso igualmente a recursos animales, así como a
las materias primas empleadas en la manufactura de sus primitivos
instrumentos de trabajo, de las cuales podían abastecerse
fácilmente en muchos de los cursos de agua que desembocaban en los
lagos, aunque los afloramientos en el interior de algunas de las
sierras que bordeaban la depresión tampoco estaban demasiado
lejanos de las áreas por donde merodeaban. Con estas condiciones
no es extraño que fueran atraídos pronto, nada más llegar al
continente europeo; al fin y al cabo los homínidos eran una
especie más en una comunidad de seres vivos muy extensa.
Y esto nos conduce a uno de los temas más interesantes de entre
aquellos a los que actualmente se enfrentan las disciplinas que
estudian los orígenes humanos y las etapas más antiguas de la
historia: la expansión humana por áreas del Viejo Mundo muy
alejadas del Rift Valley, cuna de la Humanidad, y su
enfrentamiento a condiciones ambientales cambiantes (en ciclos
anuales y ciclos de larga duración, esto es, la sucesión de
períodos fríos y templados).
La salida de los humanos de África no puede ser explicada de forma
satisfactoria si recurrimos, aunque fuera de manera implícita, a
un supuesto carácter intrépido de los humanos desde sus comienzos.
Era necesario que la primera especie humana, El
Homo habilis,
desarrollara previamente unos patrones de comportamiento y una
estructura social que permitiera su expansión. Parece que tales
innovaciones tienen que ver con su capacidad para explotar de
manera creciente los recursos cárnicos, que otros primates como
los chimpancés consumen de manera marginal en el conjunto de su
dieta y con connotaciones sociales que priman sobre las
nutricionales. Gracias al uso de la técnica y a una fuerte
cohesión social, los habilis se convirtieron en el primer ejemplo
de omnívoros generalizados que hoy somos y se transformaron en el
Homo erectus, que parece ser la especie que salió de África
y colonizó la mayor parte del resto del Viejo Mundo. Por el
contrario, otros bípedos en parte contemporáneos (las formas
robustas del género Australopithecus) que se especializaron en una
alimentación vegetal, apenas sobrepasaron las áreas donde se
originaron en el continente africano. Tal transformación hacia un
comportamiento alimenticio característicamente humano implicó
acceder a alimentos ricos que tuvieron una contribución clave en
el proceso de incremento en el tamaño del cerebro observado en las
primeras especies humanas. Gracias a su cohesión social y
habilidades técnicas pudieron acceder al principio a la médula
ósea, sesos y tuétano de los cadáveres de animales, actuando como
carroñeros marginales, muy pronto (en el transcurso de los
siguientes cientos de meles de años) disputando tales recursos a
los depredadores y carroñeros. De esta manera, estos bípedos
alcanzaron éxito evolutivo en un medio tan hostil como la sabana
africana y se insertaron en una comunidad trófica infinitamente
más amplia que las de los primates de los que procedían o la de
sus parientes más cercanos. Se ha sugerido que la salida de África
se relacionó con el hecho de que los humanos actuaban como
oportunistas aprovechadores de los abundantes despojos animales
generados por un hiperdepredador como el tigre de dientes de
sable; sin embargo tal explicación podría ser simplista si no se
complementa con la sugerencia anterior de una preadaptación en el
continente africano a un modo de vida característicamente humano.
Tal preadaptación creó las condiciones para tener éxito en medios
muy diferentes a aquellos en los que se originó el género Homo. En
los últimos decenios se han venido realizando propuestas acerca de
una colonización muy temprana de Eurasia y, en este contexto, a
comienzos de los años noventa se ha aceptado por la investigación
arqueológica de manera bastante generalizada una ocupación humana
de Europa bastante más antigua de lo que tradicionalmente se había
afirmado.
El Estrecho
La cercanía de nuestra tierra al continente africano puede inducir
a pensar que los humanos accedieron atravesando el Estrecho de
Gibraltar. No existen pruebas suficientemente fehacientes a favor.
Se han expresado opiniones más favorables hacia la vía del Próximo
Oriente y la región del Cáucaso. En cualquier caso, a nuestro
entender, esta cuestión está aún por resolverse.
Lo que sí es una evidencia es que una vez establecidos en nuestras
tierras, se adaptaron con éxito a sus condiciones, como demuestra
la investigación arqueológica en la Depresión de Guadix-Baza. Si
los tres yacimientos de la zona oriental mejor conocidos (Barranco
León, Fuentenueva 3, Cúllar Baza 1) nos evidencian formas de vida
recolectoras y la práctica del carroñero marginal, el de la Solana
del Zamborino (Fonelas) nos pone de manifiesto el desarrollo de un
modo de explotación más complejo en el que el fuego ya se había
integrado como tecnología básica con aplicación, en este caso a la
preparación del alimento. De hecho, éste podría ser uno de los
lugares más antiguos en que se detecta el dominio pleno del fuego
en Europa.
El tiempo transcurrido entre el yacimiento más reciente del grupo
anterior y La Solana puede ser de medio millón de años, un lapso
de tiempo para el que nuestra información es escasa.
Quedan, por tanto, marcados algunos de los retos de la
investigación futura: la caracterización del modo de vida de los
humanos más antiguos y el seguimiento de la trayectoria histórica
del poblamiento.
Artículos publicados en el suplemento especial del periódico IDEAL
bajo el título "Los primeros habitantes de Europa". Patrocinado
por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, con motivo
de la celebración del I Seminario Internacional Los Primeros
Habitantes de Europa y la exposición PRIMEURO, ubicada en el
Parque de las Ciencias de Granada Coordinación: Isidro Toro Moyano
/ Bienvenido Martínez Navarro / Jorge Agustí
Traducciones: Isidro Toro Moyano / Bienvenido Martínez Navarro /
María del Carmen Martínez
Edición electrónica: Waste magazine - IDEAL Digital
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