NATURALEZA
Y CAMBIO CLIMÁTICO
Nubes de polvo desde África
'MANÁ' DEL DESIERTO
Las nubes de polvo sahariano fertilizan suelos erosionados,
enfrían el clima y ‘funden’ la nieve de las altas cumbres
Minúsculas partículas minerales y orgánicas viajan entre
continentes y aportan un nexo de unión entre ecosistemas que
estudian científicos de la Universidad de Granada
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Una capa roja se extiende sobre los prados de la media montaña
granadina, tapiza las riberas de ríos y arroyos, tiñe de color
tierra la nieve de Sierra Nevada y cubre la piel de las pequeñas
plantas que ya han iniciado su floración pre-primaveral. Es la
imagen que el 22 de febrero de 2017 dejó el paso de una gran nube
de polvo sahariano por el sureste ibérico, una de las mayores
detectadas en las últimas décadas y que mantiene su marca
plenamente visible en los campos granadinos y especialmente en las
laderas de las cumbres nevadenses. En solo unas horas, toneladas
de tierra se distribuyeron sobre núcleos urbanos, cultivos,
bosques, cauces, cerros, barrancos y vaguadas, en lo que se puede
considerar como uno de los mayores aportes biogeológicos
intercontinentales y una verdadera ayuda natural a la lucha contra
la erosión. Científicos del Grupo de Ecología Funcional del
Instituto Universitario de Investigación del Agua de la UGR y el
Observatorio del Cambio Global de Sierra Nevada, afirman que al
contrario de lo que se podría pensar, «la llegada de estas nubes
de polvo se pueden considerar como un ‘maná’ del desierto», dice
el ecólogo Manuel Villar Argaiz, miembro del equipo que desde hace
años estudian el efecto del polvo sahariano en sistemas acuáticos,
especialmente en lo referente al Mediterráneo y las lagunas
glaciares de la sierra, que asegura que aunque existen numerosos
efectos negativos, si se mira desde el punto de vista
geobioquímico, suponen una inyección de futuro para los
ecosistemas de toda Europa.
Aerosoles
Lo que llamamos polvo sahariano, es en realidad una alta
concentración de aerosoles, que a su vez son pequeñísimas
pelotitas formadas por materiales geológicos, químicos y orgánicos
que el viento ha arrastrado desde el suelo, o desde el mar, hacia
capas altas de la atmósfera donde se mueve con las masas nubosas y
que afectan a la forma en que la luz y la radiación solar llegan
hasta los diferentes territorios. Viajan por el aire miles de
kilómetros hasta que las montañas o la lluvia los hacen caer a
tierra. Sierra Nevada, según Villar Argaiz, «es la primera gran
barrera que intercepta los vientos en su desplazamiento
troposférico hacia la región mediterránea y Norte de Europa, lo
que convierte al macizo montañoso granadino en un observatorio
natural único para cuantificar los efectos de los aerosoles y
predecir tendencias futuras». Para que estos aerosoles caigan a
tierra, es necesario que se produzcan lluvias de barro como las
ocurridas a final de febrero, lo que no es muy frecuente, pero los
científicos han detectado que la intensidad y frecuencia de
entrada de estas partículas desde África en tierras granadinas y
del sureste ibérico se ha multiplicado por tres en los últimos 30
años, y que han dejado de ser propios de primavera y verano, para
darse también en invierno.

Fertilizar la tierra
Los trabajos de los ecólogos, incluidos en el Plan Andaluz de
Investigación, han dado claves para conocer los efectos
beneficiosos y malignos del polvo que recibimos varias veces al
año. Afirman que la llegada de tierra del continente africano,
fertilizan los ecosistemas. «Aportan nitrógeno y fósforo aumentan
la alcalinidad de los suelos y aguas y son fuente de elementos
como hierro y calcio, por lo que son bien recibidos por las
plantas», además de que regeneran suelos erosionados, con un
aporte anual de 23 gramos por metro cuadrado de tierra. Según esta
media, la provincia de Granada, con 12.600 Km cuadrados de
superficie, recibe cada año 290 toneladas de tierra extra, un
indudable beneficio para la regeneración de espacios muy dañados
por la desertización.
Este equipo de trabajo demostró recientemente que el Mediterráneo
más cercano es un gran sumidero de CO2 gracias a la presencia de
estas nubes de polvo, por lo que contribuye a reducir la
contaminación, y que una parte importante de los nutrientes que
ayudan a la producción biológica de Alborán, proceden de los
aerosoles que desde el aire caen al mar.
No todo es ‘maná’ caído del cielo. El efecto sobre los sistemas
montañosos puede llegar a ser catastrófico, ya que aumentan la
temperatura y aceleran la fusión de la nieve, que además del grave
problema de explotación deportiva y turística que supone, implica
cambios en los ritmos de la flora al producirse una incidencia del
sol en el suelo antes de tiempo, y por tanto, modificaciones en su
desarrollo. También genera una pérdida importante de recursos
hídricos, ya que un deshielo rápido impide un almacenamiento
correcto del agua y la escasez de reservas para el verano. También
la calidad del aire se ve alterada por la concentración de
aerosoles y se agravan determinadas alergias y efectos nocivos
para personas sensibles a la exposición al polvo y el polen.
Semillas
La tierra roja que tapiza los montes tras la ‘lluvia de barro’ es
un conglomerado en el que se encuentran esporas, virus, bacterias,
microorganismos que contribuyen a la dispersión de las especies.
Es uno de los efectos que podrían considerarse positivos y también
negativos, ya que por un lado ayudan a la reproducción de especies
al dejar caer en tierra pólenes con gametos masculinos de esa
misma especie, pero proceden de diferentes poblaciones y
territorios, por lo que puede cambiar considerablemente su carga
genética. El botánico granadino, Mario Ruiz, director del Jardín
Botánico Hoya de Pedraza, de Sierra Nevada, desmiente la leyenda
de que con las nubes saharianas viajan semillas que colonizan
nuevos territorios. Afirma que el tamaño de las semillas más
reducidas, las de las orquídeas, con 0,25 milímetros de longitud,
impide que puedan ser transportadas en aerosoles que son varios
millones de veces más pequeñas. «Las semillas son transportadas
por vientos ciclónicos, pero no en estas nubes de polvo», afirma.
En los próximos meses, el deshielo depositará las partículas
saharianas que hoy enrojecen la nieve sobre las aguas de
ecosistemas tan frágiles y singulares como las lagunas glaciares
de Sierra Nevada, el escenario en el que desvelarán claves sobre
el cambio climático.
Efectos del Polvo Sahariano
Positivo
Fertilizante:_ Aporta nutrientes a los ecosistemas.
Suelo:_ Recupera suelos erosionados con 23 gramos de tierra extra
por metro cuadrado y año, con 290 toneladas anuales en Granada.
Anticontaminantes:_ Las nubes de polvo refuerzan el papel del Mar
de Alborán como sumidero de CO2.
Comida:_ El 30% de los nutrientes que generan la producción
marítima de Alborán proceden del polvo del Sáhara.
Negativo
Turismo:_ Tiñen la nieve de rojo y acelera el deshielo.
Sequía:_ Un deshielo rápido reduce las posibilidades de
almacenamiento de agua por parte de los acuíferos.
Salud: Incrementa las alergias y problemas respiratorios al
reducir la calidad del aire.
Luz solar:_ Reduce la incidencia de la radiación solar y el
oscurecimiento del hemisferio norte.
Fotosíntesis:_ Reduce la capacidad de las plantas para recibir
radiación solar.
Lagunas:_ En los lagos glaciares de Sierra Nevada, alteran el
crecimiento de las algas.
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