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Hábitat
Centro y Sur de la Península Ibérica y NO de África hasta
1.500 metros de altitud
Pasan la mayor parte de sus vidas en agua, en charcas, albercas,
lagunas, arroyos, riachuelos e incluso en cisternas y tanques. En
su fase terrestre durante el verano se encuentran ocultos en
piedras o enterrados
Alimentación carnívora, larvas de insectos, crustáceos,
moluscos, renacuajos, sanguijuelas...
Resiste bien periodos de sequía, contaminación y presencia humana
Categoría de amenaza Libro Rojo
España Casi amenazada
En Andalucía está en clara regresión en las provincias de Granada
y Almería, con pérdida de puntos para la reproducción (Campo de
Zafarraya, por ejemplo), o por pérdida de albercas y abrevaderos
tradicionales (Depresión de Guadix-Baza). También, por
contaminación química (Caños del Parrica, La Alcaicería;
Villanueva del Rosario, Málaga). Aislamiento de algunas
poblaciones: La población del Parque periurbano “Parque de
Invierno” (T.M. de Granada) está aislada y se encuentra vinculada
a un aljibe ocasionalmente seco. (Info MMA)
Charco del Negro (Loja, Granada)
VÍDEOS * Gallipatos en la
Alhambra
VÍDEO: MERCHE S. CALLE Y J. E. GÓMEZ
LOS GALLIPATOS VUELVEN A LA ALHAMBRA
Los lagartos de agua reconquistan parte de sus antiguos hábitats,
tres estanques convertidos en avanzadilla para colonizar el Darro
y su cuenca
Símbolo de la biodiversidad del conjunto nazarí, son
reintroducidos en albercas y acequias tras décadas de ausencia
JUAN ENRIQUE GÓMEZ MERCHE S. CALLE
Son tímidos y solo se les puede ver en el crepúsculo y ya entrada
la noche, cuando dejan sus refugios entre piedras y algas del
fondo de albercas, acequias y estanques, para buscar larvas de
mosquitos, insectos y materia orgánica de la que alimentarse. Se
les conoce como gallipatos y también bajo la denominación de
lagartos de agua por su parecido con los saurios. Son anfibios con
cola, urodelos, que han logrado volver a vivir en los espacios
acuáticos de la Alhambra, medio siglo después de haber sido dados
por extinguidos en los ecosistemas nazaríes e incluso en gran
parte de la cuenca del río Darro, de donde procedían los que hace
más de 500 años colonizaron los cursos de agua del conjunto
monumental a través de la Acequia Real.
Se habían convertido en un símbolo de la riqueza faunística de la
Alhambra desde que se encontraron dibujos que los representaban en
platos que formaban parte del ajuar de una casa morisca situada
junto a los palacios nazaríes, pero tras la introducción de peces
en las albercas, sobre todo carpas y carpines, habían desaparecido
por completo. «Hace tres años decidimos iniciar la recuperación de
algunas especies de anfibios en los ecosistemas acuáticos
alhambreños, y lo hicimos con sapo partero bético, un endemismo
del sureste ibérico, y con los gallipatos», afirma el biólogo Juan
Ramón Fernández Cardenete, que coordina científicamente los
trabajos sobre anfibios en el monumento puestos en marcha por el
Patronato de la Alhambra y el Generalife. Los resultados han sido
positivos con estas dos especies que se consideraban de difícil
adaptación y que necesitan condiciones muy favorables, como aguas
limpias y con bajos niveles de contaminación.
En los dos casos se han llegado a ver individuos adultos, lo que
significa que las larvas reintroducidas se han convertido en
juveniles y han llegado a la fase adulta. «En el caso de los
gallipatos había un interés especial por el hecho de ser iconos de
la Alhambra, por lo que se han elegido estanques y albercas donde
podría garantizarse condiciones ambientales adecuadas». Ahora
trabajan en la alberca del secano de la Alhambra, junto al Parador
de San Francisco, el carmen de los Catalanes y en la alamedilla
del Partal.
La reintroducción se ha realizado con ejemplares que se han traído
desde puntos de la misma cuenca que forma el río Darro, que es
desde donde los gallipatos, en su evolución natural llegaron a la
Alhambra cuando se abrieron acequias y canales desde el río.
«Hemos realizado sueltas de individuos en fase larvaria y algunos
juveniles que pueden adaptarse a un nuevo espacio vital y
desarrollar nuevas poblaciones. No hemos detectado aún la
reproducción en los estanques de la Alhambra, pero sí que se
desarrollan adecuadamente», indica Juan Ramón Fernández, que
comenta que la última liberación de gallipatos fue de ejemplares
que miembros de la Asociación Herpetológica Granadina, que
colabora con este proyecto desde sus inicios, habían rescatado de
charcas que iban a ser desecadas.
La primera medida que tuvo que tomarse en la Alhambra fue la
retirada de ciprínidos, los conocidos como peces de colores, de
los estanques, ya que contaminan el agua con sus excrementos y
reducen el oxígeno, lo que impide el desarrollo de estos anfibios
y otros seres vivos, insectos, moluscos e incluso de vegetación
acuática autóctona que no puede desarrollarse en aguas
eutrofizadas. «También hemos tenido que reducir la presencia de
ninfas de libélulas que son grandes depredadoras y se comen las
larvas de anfibios en sus fases más pequeñas, por lo que hemos
buscado aguas que no estén estancadas y tengan algo de
renovación», dice Fernández Cardenete, para quien la vuelta de los
gallipatos a la Alhambra también supone un añadido de calidad
ambiental a los estanques y acequias, ya que estos lagartos de
agua son carnívoros y se alimentan de invertebrados, sobre todo
insectos que habitan o caen en el agua, e incluso de animales
muertos que acaban en el fondo de los estanques. «Se comen la
totalidad de las larvas de mosquitos que haya en una alberca, lo
que reduce las plagas, e incluso hacen una labor de limpieza de
los estanques, ya que son necrófitos y pueden alimentarse de
animales muertos. Con solo 5 gallipatos en la alberca, los
mosquitos han desaparecido del carmen de los Catalanes».
Los gallipatos se encuentran en peligro de desaparición en sus
lugares de origen, como la sierra de Huétor, desde donde llegaron
a la Alhambra, y ahora, cinco siglos después, si logran afianzarse
en la colina de la Sabika, podrán emprender el camino de vuelta
para reconquistar sus territorios de origen.