PILAS
Y BATERÍAS, LA NECESIDAD DE RECICLAR
Pilas, baterías y micropilas que a diario invaden nuestros hogares. Las radios, linternas,
reloj, móviles, cámaras fotográficas, calculadoras, juguetes, computadoras son solo una pequeña
muestra de una enorme lista de productos que emplean estas fuentes de energía, siendo la razón
de su éxito comercial la autonomía de la red eléctrica, es decir ser un objeto portátil.
CRISTIAN FRERS * Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación
Social./ Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Parte de los componentes básicos de las pilas y baterías, tanto los usados en su fabricación
como los que forman parte del producto final son tóxicos y por tanto la contaminación ambiental
y los riesgos de afectar la salud y los ecosistemas dependen de la forma, lugar y volumen en que
se ha dispuesto o tratado este tipo de residuos. En el caso de que sean baterías de más tamaño
por ejemplo tipo de litio, o de plomo y ácido, siempre podremos buscar un centro de reciclaje
donde podamos
vender
las baterías usadas para reciclar.
El funcionamiento de las pilas se basa en un conjunto de reacciones químicas que proporcionan
una cierta cantidad de electricidad, que si bien es pequeña, permite el funcionamiento de
pequeños motores o dispositivos electrónicos. Pero esta ventaja favorable de la autonomía, se
contrapone a los efectos negativos de los compuestos químicos empleados en la reacción donde se
produce la electricidad, ya que en su mayoría son metales pesados, que liberados al ambiente
producen serios problemas de contaminación.
Las pilas son arrojadas con el resto de la basura domiciliaria, siendo vertidas en basureros, ya
sean a cielo abierto o a rellenos sanitarios y en otros casos a terrenos baldíos, acequias,
caminos vecinales, causes de agua, entre otros. Para imaginar la magnitud de la contaminación de
estas pilas, basta con saber que son las causantes del 93% del Mercurio en la basura domestica,
así como del 47% del Zinc, del 48% del Cadmio, del 22% del Níquel, entre otros metales pesados.
Solo para poner un ejemplo veamos
cómo afecta el mercurio, en alta exposición, a la
salud de las personas:
Aguda: Dermatitis, ulceraciones de conjuntiva y cornea (ceguera), en forma oral
colapso del aparato digestivo mortal en horas, insuficiencia renal.
Subagudas: Alucinaciones, diarreas, hemorragias, excitabilidad, las
alteraciones por contacto vía oral, mientras que por contacto dérmico: trastornos mentales,
insomnio, fenómenos vinculares periféricos, trastornos sensoriales en las extremidades, acrodia
infantil (enfermedad rosa).
Crónica: Todas las alteraciones más delirio y psicosis maníaco depresiva. En
exposiciones continuas pero en bajas dosis, en forma crónica: debilidad, anorexia, pérdida de
peso, insomnio, diarrea, pérdida de dientes, gingivitis (inflamación de encías), irritabilidad,
temblores musculares suaves, y sacudidas repentinas, sialorrea (salivación profunda).
Estas pilas sufren la corrosión de sus carcazas afectadas internamente por sus componentes y
externamente por la acción climática y por el proceso de fermentación de la basura,
especialmente la materia orgánica, que al elevar su temperatura hasta los 70º C, actúa como un
reactor de la contaminación.
Cuando se produce el derrame de los electrolitos internos de las pilas, arrastra los metales
pesados. Estos metales fluyen por el suelo contaminando toda forma de vida (asimilación vegetal
y animal).
El mecanismo de movilidad a través del suelo, se ve favorecido al estar los metales en su forma
oxidada, estos los hace mucho más rápido en terrenos salinos o con PH muy ácido.
El núcleo de la problemática radica en la amplia variedad y tipos diferentes, lo que surge de la
gran cantidad de sistemas químicos posibles. Esto resulta en una complicación para su
gestión dado que sus formas de tratamiento y reciclado difieren, así como también su grado de
toxicidad.
Una cuestión fundamental para el consumo de pilas y baterías es poder clasificarlas según su
composición. De este modo podemos elegir aquellas que generan menor impacto ambiental una vez
agotadas o que pueden ser recicladas.
Como primera clasificación de pilas y baterías podemos diferenciar las "pilas húmedas" (a base
de plomo ácido y utilizadas por automóviles, motos, tractores, etc) y "pilas secas" (a base de
carbón, cinc, litio, níquel metal hidruro, óxido de plata, alcalinas, etc).
Las pilas secas son las utilizadas por la mayor parte de los aparatos electrónicos domésticos y
pueden clasificarse a su vez en:
1. Primarias: Son aquellas pilas comunes, generalmente cilíndricas, de carbón-zinc, litio y las
alcalinas. Estas pilas no pueden ser recargadas, ya que se basan en sistemas electroquímicos
irreversibles.
2. Secundarias: Pueden recargarse externamente dado que están basadas en sistemas reversibles.
En la mayoría de los casos están compuestas por ácidos, álcalis, sales irritantes y metales.
La gestión ambientalmente adecuada de las pilas comienza con la elección del producto que luego
se convertirá en el residuo que deberemos desechar. Por ello es importante el papel del
consumidor al momento de seleccionar la pila, con un papel preponderante, ya que determinará a
mediano plazo la calidad de los productos ofrecidos en plaza.
Se recomienda usar los artefactos eléctricos conectados a la red, ahora si su uso es inevitable,
es conveniente comprar pilas recargables, de esa manera se produce una gran reducción en el
volumen de residuos a desechar, puesto que cada vez que se recarga la pila se evita tirar a la
basura una unidad.
Otra alternativa es optar por las pilas alcalinas con mínimo de mercurio y preferentemente
opciones de las que se puede hacer uso.
También es recomendable usar calculadoras o aparatos a energía solar y no dejar las pilas al
alcance de los niños. Pueden llevarlas a la boca y hacer una inconsciente ingesta de metales
pesados con su consiguiente peligro para la salud.
El Estado debe intervenir urgentemente para definitivamente establecer los mecanismos que
faciliten la recolección de las mismas en recipientes adecuados y adoptar las medidas para su
reciclado y destino final ambientalmente seguro (relleno de seguridad para residuos peligrosos).
Este tema compromete por igual a fabricantes, técnicos y gobiernos, quienes deben desarrollar
obligatoriamente y a la brevedad, métodos eficaces para la eliminación segura de las pilas y
evitar así el impacto ambiental que producen sus componentes contaminantes, poniendo en práctica
políticas ambientales que hagan de la calidad de vida no una declaración sino una realidad.
El peligro que producen las pilas que se desechan es uno de los temas prioritarios en la agenda
de los ecologistas urbanos. Ya que la pila es un elemento que contiene diferentes metales en su
composición como mercurio (la mayoría de las pilas botón, pilas alcalinas y de óxido de plata) o
cadmio (pilas recargables), aunque también son preocupantes otros metales como el manganeso,
níquel y cinc.
RECICLAJE DE PILAS, DATOS
En España se consumen y desechan cada año 400 millones de pilas de todas clases.
Existen más de 30.000 recopiladores de pilas instalados en toda España por Ecopilas.
En 2014 se recogieron, más de 2.500 toneladas de pilas en España, que se suman para alcanzar la
cifra de 15.129 toneladas, desde el año 2.000.
España es actualmente el sexto país de la Unión Europea que más residuos de este tipo recicla
(37%), aunque queda todavía trabajo para llegar al índice establecido del 45% para 2016.
El objetivo de recogida, marcado actualmente por la legislación europea y española es del 25% de
pilas.
Se puede reciclar aproximadamente el 75% de los componentes de pilas y baterías.
ESPAÑA, LA SEGUNDA MAYOR RED DE RECOGIDA DE PILAS DE EUROPA
Casi 800 puntos de recogida por millón de habitantes. La media europea es de 912
La red de puntos de recogida de pilas en España gestionada por la entidad encargada de
aglutinart el sector del reciclaje de pilas, Ecopilas, es la segunda más amplia de Europa, con
37.009 contenedores repartidos por todo el país, según datos de Eucobat, asociación que agrupa a
los 16 sistemas colectivos más importantes de Europa dedicados a la gestión de estos residuos.
Con este dato, la fundación de Recyclia –en la que está integrada Ecopilas– convierte también a
España en el segundo país con más puntos de recogida de Europa, representando el 10% de los
380.935 instalados por los sistemas colectivos asociados a Eucobat. Nuestro país solamente es
superado por Alemania, que, con 169.658 puntos, reúne el 44,5% del total.
De acuerdo a Eucobat, España cuenta con 796 puntos de recogida por millón de habitantes. Este
dato sitúa a nuestro país ligeramente por debajo de la media europea de 912 puntos por millón de
habitantes.
Asimismo, cabe señalar que España es el segundo país con más recopiladores instalados en
comercios y puntos de distribución, de nuevo por detrás de Alemania. Concretamente, de los más
de 37.000 puntos Ecopilas de nuestro país, 22.171 están desplegados en grandes superficies y
establecimientos comerciales. Esta cifra equivale al 9% del total instalado en Europa, que
asciende a 250.860. Gracias a este despliegue, el 30% de las pilas que la fundación recoge
anualmente procede ya de este canal.
Ecopilas dispone, además, de 6.666 puntos de recogida en edificios públicos, lo que sitúa a
nuestro país únicamente por detrás de Turquía y Portugal. Actualmente, el 28% de las pilas
recicladas al año por Ecopilas es depositado por los ciudadanos en estos puntos.
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