PAISAJES Y BIODIVERSIDAD
CERRO DEL ÁGUILA, EN LA CUMBRE DE LOS ÚLTIMOS ROMANOS
El pico del Águila se alza desde los acantilados de la Rijana para
convertirse en el techo del litoral de Granada
Es la más alta atalaya costera, un picacho utilizado como refugio
desde el neolítico, donde sobreviven especies únicas
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Se deja llevar por el viento suave de levante, planea y mantiene
su posición a una decena de metros sobre un mar tranquilo. Es un
águila pescadora, una gran depredadora que vigila la superficie
hasta localizar algún pez que nada a pocos centímetros de
profundidad. Pliega sus enormes alas de más de un metro y medio de
envergadura para ofrecer la menor resistencia posible al viento y,
con forma de halcón, se lanza en picado hasta situarse cerca del
agua. Echa atrás todo su cuerpo para extender sus garras y
alcanzar al pez que no puede imaginar que el peligro llega desde
el aire. Lo atrapa y con él fuertemente aferrado levanta el vuelo
con fuertes movimientos de sus alas. Sube decenas de metros
mientras se acerca al acantilado y continúa su potente ascenso
hasta convertirse en una mancha casi imperceptible entre los
cerros que caen hacia el mar. La rapaz pescadora supera en muy
poco tiempo la distancia (menos de un kilómetro) y altitud (500
metros) que le separa de su territorio, de los cortados del Pico
del Águila, donde ha de alimentar a los pollos que le esperan en
el nidal.
Es el relato de una situación que no se produce desde hace algo
más de dos décadas, pero que podría volver a ser una realidad
gracias a proyectos de reintroducción que prepara la Fundación
Migres en diversas zonas costeras de Andalucía, entre ellas la
costa de Granada, donde sí es posible ver de forma muy esporádica
algún individuo aislado.
El águila pescadora era habitual de los acantilados situados entre
Calahonda y Castell de Ferro y sus vuelos sobre el mar y las
cumbres de los cerros del entorno, dieron nombre a la más alta de
las atalayas que dominan la costa, el pico del Águila, situado
sobre la localidad de Gualchos, un cerro que se alza entre dos
barrancos que desembocan en la Rijana y la Rijanilla, dos
fondeaderos utilizados desde los albores de la navegación y
especialmente por los romanos y los primeros omeyas llegados a la
Península. El pico es el gran oteadero desde el que divisar la
totalidad de la línea litoral oriental de Granada y los cortados y
acantilados rocosos que se sumergen hasta el delta de Calahonda y
Carchuna, un paraje kárstico, un gran calar de rocas afiladas por
el viento, que generan un picacho sobre la orografía alomada del
cerro.
Es un territorio en el que buscaron refugio los últimos pobladores
romanos de la costa de Granada, olvidados por Roma en los tiempos
de la caída del Imperio. Los habitantes de las poblaciones
costeras se vieron obligados a huir al interior ante la llegada de
los conquistadores omeyas. Algunos de ellos prefirieron quedarse
en los cerros del litoral, utilizar las montañas como refugio y
defensa y crear reductos singulares que más tarde ocuparon los
árabes y castellanos, e incluso fueron reutilizados durante la
guerra civil por el ejército republicano para ubicar
trincheras.
Subir al pico del Águila es una de las rutas más atractivas y
fáciles que pueden hacerse en la costa oriental granadina, ya que
aúnan paisaje, con impresionantes vistas tanto de la franja marina
como del interior, con las sierras de Lújar y la Contraviesa, y
muestran una secuencia de ecosistemas que forman parte del más
puro piso bioclimático termomediterráneo y mesomediterráneo en las
zonas más elevadas. Desde la carretera entre Gualchos y el
Conjuro, a poco más de dos kilómetros parte un carril que comunica
directamente con los senderos hacia la cumbre más alta del litoral
granadino. Solo 1,5 kilómetros que muestran laderas cultivadas con
almendros y zonas de espartales donde aflora el ecosistema
original degradado por el paso del tiempo y el clima. Tras el
carril, el camino continúa hacia una antigua pista de tiro en
desuso, un punto en el que se inicia el calar, un ecosistema de
rocas calizas y mármoles que se convierte en kárstico hacia el
punto más alto de la cumbre del Águila.
Jaras, romero macho, arbustos de torvizco, enebros, los pequeños
olivillos, los acebuches, tomillos, retamas, espartales y otras
muchas especies propias de un ecosistema costero, que recibe un
alto índice de humedad, con verdaderas sorpresas entre sus
especies más características. Es el caso de Teucrium rixanense,
cuyo nombre se refiere a la Rijana y se considera como una especie
endémica de este pequeño territorio, donde también es posible
encontrar orquídeas mediterráneas, algunas de ellas muy escasas.
Tras la ascensión a un primer picacho, se abre un espacio que
llanea junto a la cumbre, en su pie, una profunda oquedad da
acceso a un túnel utilizado como trinchera en la Guerra Civil. El
segundo picacho accede, por una corta senda, al punto más alto, al
vértice geodésico de la mayor cota costera granadina, con 538
metros de altitud y a menos de un kilómetro lineal desde el mar.
Al mirar al oeste desde la costa oriental granadina, la vista se
dirige sin remedio hacia las montañas que caen en el mar, hacia la
cumbre más significativa, sin ser demasiado conscientes de que en
aquella atalaya vivieron grupos de pobladores que utilizaron sus
recursos naturales desde el neolítico, vivieron en cuevas como la
de las Campanas, situada casi en la cumbre, y dejaron vestigios de
actividades de caza y defensa. Miramos con atención hacia el
poniente con la esperanza de volver a ver el vuelo de las águilas.
LA RUTA DEL ÁGUILA
Desde Gualchos
La ruta del pico del Águila parte desde Gualchos o desde Castell
de Ferro, a través de senderos, pero la forma más cómoda es por la
carretera entre Gualchos y el Conjuro. Poco después de salir de
Gualchos hay un cruce señalizado desde el que se inicia el camino
que, en aproximadamente media hora, llega a las inmediaciones del
pico.