PALOMAS, UNA PLAGA URBANA
Los científicos especializados en control de plagas les denominan
las ratas voladoras. Las palomas, en concreto la especie Columba
livia, han pasado de ser consideradas como un ave símbolo de la
paz, el Espíritu Santo y portadora de mensajes de armonía, a
cargar con el apelativo de plaga.
Por Juan Enrique Gómez (Texto y fotos) - Waste
magazine
Tanto los responsables de Medio Ambiente de la totalidad de las
ciudades europeas, como los encargados de velar por el patrimonio
eclesiástico, saben que el incremento de las poblaciones de
palomas se han convertido en el mayor problema de los edificios
históricos eclesiásticos, especialmente las catedrales, en toda
Europa.
Con la llegada del mes de abril comienza la época de mayor
fertidad y el nacimiento de los polluelos de paloma. Es el momento
en el que la actividad de las aves se multiplica y también los
problemas de obturación de canales, excrementos corrosivos en los
tejados, acumulación de todo tipo de residuos que utilizan
para sus nidos, incluso cadáveres de otras palomas, etcétera.
«Deterioran los muros, las esculturas, los tejados y el interior
del entramado de las tejas. Se producen obturaciones de
canalizaciones y, por tanto, aparecen humedades y goteras. Todo un
problema que tenemos que atajar de alguna manera».
Metodos de control
Los expertos estudian diversos métodos para intentar paliar el
problema. Se evalúan los resultados que se han obtenido en otras
ciudad españolas y europeas, como la instalación de redes
especiales, cetrería, emisores de ultrasonidos, cables con
pequeñas púas, etcétera, pero se encuentran con que cada una de
las fórmulas tiene connotaciones anti-ecológicas y sus resultados
son mínimos.
El uso de cetrería, depredadores como gatos en los tejados y las
redes, lo único que consiguen es que las poblaciones de palomas se
trasladen a edificios de los alrededores, con lo que, simplemente,
se traspasa el problema a otros propietarios. Los sistemas de
ultrasonidos parecen ser los más efectivos, pero no tienen el
beneplácito de algunos grupos de protección de los animales.
Utilizar depredadores naturales tampoco obtiene un éxito rotundo,
ya que se corre el riesgo de crear una colonia de gatos que
llegaría a ser incontrolable. Se estudia incluso la posibilidad de
introducir ginetas, pero ocurriría lo mismo que con los gatos.
El método más efectivo parece ser el de la instalación de
cables por los que pasa una corriente eléctrica de escaso voltaje,
que les provoca pequeñas descargas que no dañan al ave pero la
hace marcharse de ese edificio.
Las redes se han extendido en algunas catedrales españolas, pero
provocan un impacto visual que no es adecuado para edificios
históricos, si pueden ser utilizadas en otras edificaciones de
carácter no patrimonial. El uso de venenos está terminantemente
prohibido, ya que el animal muerte puede pasar a la cadena trófica
(ser alimento de otro animal) y provocar problemas ecológicos y de
salud graves.
Los responsables del patrimonio eclesiástico creen que el problema
es casi imposible de solucionar sin provocar problemas a otras
comunidades.
Los métodos:
Cetreria: Se trata de ubicar en las catedrales parejas de
aves rapaces para impedir que las palomas se acerquen. Es
efectivo, pero provocan que acudan a otros edificios y solo
trasladan el problema.
Cables con púas: Son cables muy finos que tienen pequeñas
púas que evitan que se posen en los edificios, pero también
trasladan el problema a otros lugares.
Cables eléctricos: Generan pequeñas descargas eléctricas,
pero el sistema es anti-ecológico porque provocan daños en el ave.
Depredadores: Es el mejor método, pero tiene el problema
del posterior control de la población de esos depredadores, que
pueden ser felinos.
Redes: Impiden que puedan introducirse y nidificar en los
tejados, pero el impacto visual sobre los edificios históricos es
muy fuerte.
Redes de control se han
instalados en algunos edificios