
NACIDAS EN LA ALBUFERA
La malvasía reconquista territorios y lucha contra la extinción en
las lagunas de Andalucía
El pato de pico azul, ha hecho de las albuferas rodeadas de
invernaderos uno de los puntos de reproducción más importantes de
Europa y el lugar desde donde expandirse hacia otros
humedales
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE

Flota tranquila sobre la lámina de agua de la laguna Nueva, en las
Albuferas de Adra. Con su cabeza blanca escondida entre las alas
parece dormitar cerca de los cañaverales. Tras unos minutos
deja ver su grueso pico y con un rápido movimiento se sumerge en
las aguas para aparecer unos segundos después casi en el mismo
lugar donde inició la zambullida. Es una malvasía cabeciblanca, un
pequeño pato, rechoncho, que en épocas de celo y en ocasiones
hasta el inicio del otoño, tiñe su pico de un llamativo color azul
intenso. Esta especie, Oxyura leucocephala, está incluida en
el catálogo internacional de fauna amenazada con la categoría de
‘en peligro de extinción’, una calificación más grave que la que
poseen los lobos y osos ibéricos e incluso el águila imperial.
Ha convertido el humedal de la localidad de Adra en uno de los
territorios desde donde se expande a toda Europa. “En la
actualidad, una parte importante del censo de malvasías de la
península Ibérica, y por tanto del continente, habita en las
Albuferas de Adra”, afirma el biólogo, Mariano Paracuellos,
investigador de Ecología Acuática y Acuicultura de la Universidad
de Almería y anillador del grupo Rhodopechys de la Sociedad
Española de Ornitología, que desde hace años realiza seguimientos
periódicos para conocer la evolución de la fauna del humedal del
oeste almeriense. Recuerda que la protección y declaración como
reserva biológica de las Albuferas de Adra se debe a la presencia
de esta especie y de un pequeño pececillo, el fartel, también
amenazado de extinción. Este humedal concentra una población
estable de alrededor de 130 individuos de malvasía que, de forma
puntual, puede llegar a 300, una cifra especialmente significativa
si tenemos en cuenta que en toda la península Ibérica se
contabilizan alrededor de 2.000 ejemplares.
Aunque la presencia de malvasía cabeciblanca puede constatarse en
una gran cantidad de humedales del sur peninsular, en la mayoría
de ellos está de paso, como ocurre en la Charca de Suárez de
Motril, Fuente de Piedra y otros espacios lagunares, pero en Adra
este pato de la familia de las anátidas se mantiene durante todo
el año y ha hecho de este lugar uno de sus principales puntos de
reproducción, por lo que se puede decir que una parte importante
de las malvasías que se observan en los humedales andaluces y del
centro de España son nacidas en Adra. Otro de los territorios que
tienen a la malvasía como su especie más significativa es la
desembocadura del Guadalhorce, en Málaga.
No es demasiado exigente con la calidad del agua. “Gusta de
lagunas con un cierto grado de contaminación, con presencia de
nitratos y fosfatos, lo que desgraciadamente se da en esta zona
del poniente almeriense”, dice Paracuellos. En Adra se da la
circunstancia de que la presencia de nutrientes en el agua
favorece la presencia de unos invertebrados que constituyen una
parte fundamental de la dieta de las malvasías. “Son pequeñísimos
gusanos, larvas de quironómidos, mosquitos que en esa fase de su
evolución se les conoce como gusanos de sangre. Forman parte de la
comunidad de organismos que constituyen el bentos, el fondo de la
laguna, por eso vemos a las malvasías sumergirse una y otra vez,
para conseguir la comida”. Para los especialistas, la existencia
de estas larvas es la clave de que Adra sea un punto clave en la
reproducción de esta especie.
A pesar de que no parece importarles el hecho de que el humedal
esté completamente rodeado de invernaderos, la pervivencia de la
malvasía se encuentra directamente ligada a la protección de este
espacio y a que la contaminación no vaya a más.
Paracuellos recuerda que en el año 1978 se detectó que en España,
hasta entonces el mayor refugio de malvasías de Europa, solo
quedaban 22 individuos en la laguna de Zóñar (Córdoba). Se dio la
voz de alarma y se prohibió la caza y acotaron zonas de
protección. En el año 1988 se observó la presencia de una pareja
en las Albuferas de Adra, lo que generó su declaración como
reserva biológica. Ahora, casi cuatro décadas después, la
población de Oxyura leucocephala se ha multiplicado por 100, a
pesar de ello el pato de pico azul sigue en peligro de extinción.
Sus humedales favoritos en el sur de la península Ibérica han sido
siempre la Albufera de Adra y la desembocadura del Guadalhorce, en
Málaga, pero desde hace unos años, se deja ver en las lagunas de
Motril. Ha convertido las aguas de la Charca de Suárez en uno de
sus puntos para pasar largas temporadas en sus viajes entre los
diferentes humedales y camino de sus espacios de reproducción,
fundamentalmente en Almería. «Es habitual observarla en los meses
de marzo y abril y al principio del otoño», dicen los responsables
de la Charca de Suárez, que confirman que en ocasiones se han
mantenido grupos de varios ejemplares en el humedal granadino.
Cada año, las malvasías, vuelven a un lugar que hace décadas
formaba parte de sus territorios habituales y que, con la
regresión de la especie, casi habían abandonado.
La Charca de Suárez, es zona de paso en los movimientos de grupos,
parejas e individuos solitarios que se dirigen hacia el
Guadalhorce, Fuente de Piedra y las lagunas del centro del país.
«Encuentran un hábitat que les permite permanecer durante semanas
y prepararse para recorrer distancias más largas», afirman los
encargados de la reserva biológica motrileña.