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Calendario natural *
11 * Noviembre
(Meses: Enero *
Febrero
* Marzo * Abril * Mayo
* Junio * Julio * Agosto
*
Septiembre
* Octubre * Noviembre
* Diciembre)
OCTUBRE: Tormentas y
hojas de otoño
Es tiempo de inestabilidad, de temporales, y de cambio en la
imagen y los biorritmos de espacios naturales y sus pobladores
El viento ruge y hace crecer las olas que rompen sobre los acantilados,
es una de las consecuencias de la última bioestación, la
que recoge el testigo de iniciar un nuevo ciclo
Por Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle
(...) Centenares de puntos blancos y negros dibujan una línea
paralela al mar. Son gaviotas de diferentes especies que, resguardadas
del viento y el envite de las olas, ocupan el borde intermareal en la mayoría
de las calas y playas solitarias del sur de Europa. Esperan a que amaine
la tormenta, a que se reduzca la fuerza del temporal y puedan volver a
volar sobre las aguas y localizar los peces con los que alimentarse. Saben
que el cambio de estación acelera los fenómenos meteorológicos,
que la calidez del agua marina no se lleva bien con el aire frío
de las capas altas de la atmósfera y hace crecer las nubes, oscurece
el cielo y estalla en relámpagos y truenos. Es lo habitual de un
tiempo en el que, en el hemisferio norte, el sol se aleja de la superficie
terrestre, los días se acortan de forma considerable y las temperaturas
inician un descenso que afecta a las necesidades y comportamientos de la
fauna y flora, que adaptan sus biorritmos a las circunstancias del momento.
Octubre es el otoño, un tiempo de tormentas en el mar y la montaña,
pero también un periodo de colores amarillos y rojos, en los que
toca adaptarse y esperar a la llegada, aún demasiado lejana, de
una nueva primavera. El otoño puede considerarse como la primera
estación del ciclo de la vida en la naturaleza, es el tiempo en
el que las especies animales y vegetales han cumplido con su misión
de reproducirse, criar y hacer crecer a quienes nacieron en la primavera
y el verano.
Tras las tormentas, es posible ver todavía el paso de aves que
aún se encuentran en plena migración, pero si el frío
se retrasa en el norte, aquí tardaremos algún tiempo en observar
especies como los pequeños mosquiteros que recorren miles de kilómetros
para huir de los hielos del norte y centro de Europa y pasar el invierno
en las riveras cálidas del sur. Unas semanas antes, durante el mes
de septiembre, comenzaron a verse los ‘trenes’ de patos, cigüeñas,
garzas imperiales, e incluso aviones y vencejos. Eran las aves que viajaban
hacia tierras africanas y más allá del Sáhara. Ahora,
comienzan a llegar quienes prefieren climas intermedios y encuentran en
el sureste de la península Ibérica un buen lugar para invernar.
Los temporales, al menos los de magnitud media, favorecen la pesca a especies
como las golondrinas de mar, o incluso a los alcatraces, que hacen su entrada
en las costas andaluzas ya iniciado octubre. Les gusta lanzarse en picado
y zambullirse entre las olas de mares bravíos.
En los humedales se han recibido ya las visitas más esperadas.
Los carrizales y juncales de la vega de Motril, en la Charca de Suárez,
en la desembocadura del Guadalfeo, ha recuperado sus posiciones del
año anterior, la ‘reina mora’, ese pequeño pajarillo, como
un gorrión, que se adorna con un collar arabesco y que hacía
coincidir su llegada con la de la madre de Boabdil al castillo de Salobreña.
Más arriba, en las lagunas de Padul, volvieron las bisbitas a recorrer
las orillas de la turbera, junto a grupos de correlimos, las fochas juveniles
nacidas este mismo año, y los de las garzas que crecieron en los
grandes árboles secos de la laguna del Aguadero, ya han buscado
sus propios territorios. Es el momento en que vuelven las grandes bandadas
de garcillas bueyeras que se reúnen cada noche en dormideros junto
a las lagunas de Motril y Padul, en las proximidades de los pantanos y
en las riberas de ríos como el Genil, donde es posible oír,
ahora más que en otras épocas del año, el paso de
atalaya en atalaya, de rama en rama, del Martín pescador, el multicolor
pajarillo de pico en forma de puñal, que se lanza sin descanso sobre
las aguas para capturar los pequeños peces de los que alimenta,
gambusias y cachos.
En las sierras la tarea que comenzó en septiembre, la recolección
de alimento para crear las despensas para el invierno, está en su
punto de mayor actividad. Las ardillas no tienen un segundo de descanso
y localizan bellotas bajo las encinas, buscan nueces y almacenan piñas,
como los topillos y otros micromamíferos que saben que llegará
el frío y la escasez de comida.
Setas
Pero octubre es el mes en el que los bosques se convierten en territorios
encantados, donde todo se envuelve en un aire de fantasía y misterio.
Si las primeras semanas han sido lluviosas, es ya el momento para las recolecciones
de setas. Pinares, robledales y alamedas se tapizan de hongos de mil y
una especies, unas exquisitas para el paladar, otras letales. La madera
seca, la humedad en las umbrías, favorece el crecimiento de setas
de esponja, de lactarius deliciosos, los níscalos, champiñones,
macrolepiotas, oreja de ratón, pie azul… y también las muy
peligrosas Amanita phalloides.
¿Y el color?
Entramos en tiempos de matices, donde cada ecosistema tiene su particular
tonalidad. El mar, con la tormenta, se viste de gris y verde. Después,
con la calma, al atardecer, las olas adquieren un extraordinario azul intenso
pintado con lapislázuli, la joya de los faraones. Las sierras, los
bosques y los jardines, incluso los árboles de la ciudad, se colorean
de amarillo y rojo. El otoño es la estación de las hojas
rojas. Es el resultado de la falta de luz y la necesidad de reducir la
actividad vital. Si no hay luz no es posible que la clorofila que poseen
las especies de flora, cumplan su misión de asimilar la radiación
solar y pintar de verde las hojas, que en realidad toman su verdadero color,
primero amarillo y después rojo. Son pigmentos que están
ahí, pero ocultos por la intensa acción cromática
de la clorofila y el sol. Los árboles de hoja caduca acaban
desprovistos del manto que han lucido desde la primavera. La caída
de las hojas es una defensa del organismo vegetal que reduce actividad.
En otoño, los suelos se enfrían, e incluso hielan, por lo
que las plantas no lo tienen fácil para conseguir nutrientes. Mantener
las hojas necesita generar una energía que el árbol
no tiene posibilidades de conseguir, por lo que es preferible perderlas
para que vuelvan a crecer en la primavera.
Pero nada se desperdicia. Un manto de hojarasca cubre los bosques. Es
materia orgánica que al descomponerse aporta comida y energía
a una legión de invertebrados, ayuda a crecer a los hongos, da alimento
a las aves y aporta un abrigo natural al suelo, donde multitud de semillas
caídas durante la primavera y el verano esperan el momento de germinar.
En el mar, bajo las aguas, octubre es el mes de los alevines, cuando
las oquedades rocosas del litoral sirven de refugio a miles de pececillos,
cardúmenes de bogas, boquerones, sardinas, besuguitos, lisas y sargos.
En la montaña, las primeras nevadas dotan de una suave capa
blanca las altas cumbres de Sierra Nevada.
Gobios en el mar: Es tiempo de alevines
y juveniles de muchas de las especies más conocidas. Se encuentran
entre las rocas, en aguas muy someras, como los Parablennius pilicornis.
Monarca: Las mariposas Danaus plexippus,
vuelan en plenitud en algunos puntos de las costas de Granada, donde ya
consolidan sus poblaciones. Amplían territorios desde ls costas
de Málaga y Algeciras
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Ardillas:
Hacen acopio de frutos del bosque para disponer de ellos durante el invierno.
se Se denominan científicamente, Sciurus vulgaris. Han experimentado
un gran crecimiento en sus poblaciones debido a que las masas de pinar
repoblado de los años sesenta del siglo XX han crecido de forma
considerable.
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Bisbitas. Es el momento en que vuelven
las bisbitas, Anthus spinoletta, pequeñas aves que
pasan el día buscando invertebrados entre los lodos de las acequias
y charcas... incansables y ajenas a casi todo lo que ocurre a su alrededor.
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Como
Verdecillos. En ramas próximas
a las riberas, se aprecia el movimiento de los verdecillos, en las ramas
próximas, Serinus serinus, es un paseriforme habitual
en esta época cerca de cursos de agua y cultivos, que se mueve en
grupos con su inconfundible canto, sencillo y reiterativo.
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Madroños:
Es
el momento en que los frutos de Arbutus unedo comienzan a
enrojecer. Muestra a la vez racimos de campanitas y frutos.
Roba
meriendas: Es tiempo de la Merendera. Pequeñas flores de pétalos
rosados que pueblan los prados otoñales de montaña.
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Reportaje publicado en IDEAL el 7 de octubre
de 2014
En OCTUBRE en la naturaleza y jardines
En la naturaleza
Setas: Es el momento de la recolección
de hongos. Las primeras setas aparecen si ha habido un final de septiembre
lluvioso. Suelen ser las llamadas de esponja, níscalos y marolepiotas.
Frutos rojos: La mayoría de los
arbustos de los bosques muestran sus frutos rojos, como los saucos y los
setos llamados espino de fuego.
Cormoranes: Se nota el regreso de bandadas
de cormoranes que emigraron al inicio del verano. Aunque algunos
se quedaron.
Golondrinas: No todas las golondrinas
se marchan. Algunas de ellas eligen la costa para pasar el invierno y se
olvidan de sus largos viajes más allá del Sáhara.
Garcillas: Las bueyeras, Bubulcus ibis, vuelven
a formar bandadas junto a los ríos y charcas y crean masivos dormideros.
Sisones: Son aves esteparias que llegan
desde territorios fríos. Se les ve en espacios áridos.
En jardines y cultivos
Estorninos: En la ciudad los estorninos
se cuentan por decenas de miles, llegan a su máximo poblacional
tras el verano y se convierten en una plaga que ocupa las principales plazas
con arboledas de la ciudad. Pasan el día en la Vega y vuelven para
dormir en el casco urbano. Al final de octubre iniciarán su éxodo
invernal. Algunos se quedarán.
Parra virgen: Las pequeñas uvas
de la parra de Virginia, adornan los muros de cármenes y jardines
de toda la ciudad.
Lagartijas: Conocida como lagartija ibérica,
la Podarcis hispanica, busca puntos donde tomar el sol a media mañana.
Mariposas: Todavía vuelan algunas
de ellas en los jardines, como la blanca de la col, y la mariposa de los
muros, además de la Colotis evagore, en la costa.
Merenderas, la última flor
Cuando no es tiempo de floración y los
ecosistemas entran en épocas de frío y lluvia, una bellísima
flor tapiza los espacios entre rocas y pedregales. Son azafranes de otoño,
a los que llaman `merenderas’, una flor tardía que aparece
a principios de octubre. Suele ocupar terrenos baldíos, bordes de
caminos y prados efímeros. Es posible ver poblaciones de decenas
de merenderas formando comunidades que aportan una nota de color blanco
y rosado, al paisaje seco y agostado. La Merendera montana, en Sierra Nevada,
aparece antes porque allí, en las cumbres, el otoño está
a punto de terminar. Otro azafrán, el serrano, Crocus serotinus,
también crece en otoño en las sierras medias como la de Huétor.
CALENDARIO
NATURAL
 
 
 
 
Un año en la naturaleza, el
calendario natural mes a mes
La biodiversidad tiene sus
ciclos, cada estación alberga especies que nacen y mueren, llegan
y se van.
Montañas, lagunas y bosques son un hervidero
de vida que se hace patente en primavera, se reproduce en verano, crece
en otoño y volverá tras el invierno ...
caLENDARIO nATURAL
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