El
hombre de Neardenthal
Los neandertales la Península Ibérica fabricaban herramientas
de gran precisión
El Neardenthal y el uso de
armas
El primo cercano
El arqueólogo del CENIEH Joseba Rios-Garaizar publica en la
revista Quaternary International un trabajo sobre la complejidad
de las actividades productivas de los grupos neandertales a
finales del Paleolítico Medio
Burgos, 6 de agosto, 2014. Joseba Rios-Garaizar, arqueólogo del
Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana
(CENIEH), junto a los arqueólogos de la Universidad de Valencia,
Aleix Eixea y Valentín Villaverde, acaba de publicar en la revista
Quaternary International un artículo sobre cómo los neandertales
de la Península Ibérica a finales del Paleolítico Medio fabricaban
y usaban, de manera cotidiana, herramientas de piedra de pequeño
tamaño para realizar trabajos de precisión.
Según este artículo, hace unos 40.000 años, los neandertales
peninsulares llevaban a cabo actividades productivas complejas que
les exigían fabricar pequeños utensilios de piedra gracias a los
cuales lograban la precisión necesaria, lo cual sería a su vez
indicativo de una cierta complejidad en la organización de estas
sociedades.
Los resultados obtenidos acerca de los modos de aprovisionamiento
de materia prima, de fabricación y de uso del utillaje de piedra
la cueva guipuzcoana de Amalda, el yacimiento vizcaíno de Axlor, y
el Abrigo de la Quebrada en Valencia han permitido comprobar que
existen distintos sistemas de fabricación de útiles destinados a
la producción de utillaje de pequeño tamaño.
En algunos yacimientos como Amalda, la producción de lascas de
sílex inferiores a 2 cm es sistemática y se realiza generalmente a
partir de lascas de sílex de mayor tamaño que son importadas al
yacimiento. En otros yacimientos como en el Abrigo de la Quebrada,
este tipo de herramientas se obtenía a partir de nódulos de
pequeño tamaño.
“Lo que resulta más interesante en estos conjuntos es que la
producción de lascas pequeñas se combina con la fabricación o la
importación de lascas y útiles de piedra de mayor tamaño, que se
destinaban a las tareas más pesadas”, explica Ríos-Garaizar.
“Además en ninguno de los casos analizados puede interpretarse la
producción de estas pequeñas lascas como una solución oportunista
ante la falta de materia prima”, añade.
Organización compleja
El análisis de las huellas de utilización conservadas en los filos
de estas lascas ha permitido observar que se utilizaron en el
descuartizado de animales, probablemente en tareas de
desarticulación o separación de tendones, así como en otras tareas
como el trabajo de madera.
Estas evidencias permiten constatar que las actividades
productivas realizadas por estas sociedades neandertales incluían
distintas fases de trabajo bien diferenciadas, unas que incluyen
las actividades más pesadas y otras, las de mayor precisión, en
las que se usaban distintos tipos de herramientas. “Esto sugiere
que en el seno de estos grupos existía ya una organización
compleja de las actividades productivas”, señala Ríos-Garaizar.
Este artículo titulado “Ramification of lithic production and the
search of small tools in Iberian Peninsula Middle Paleolithic” fue
presentado en la reunión científica celebrada en la Universidad de
Tel Aviv (Israel), bajo el título “The Origins of Recycling: a
Paleolithic Perspective”.
Homo sapiens y Neanderthal, simulitudes
genéticas
Por Luis A. Gámez / Ideal, 2006
El hombre actual y el neandertal somos casi iguales. Compartimos,
al menos, el 99,5% del genoma, según un estudio que publica la
revista 'Science'. «Nuestro parecido genético con el chimpancé
(99%) y el neandertal los hace más importantes, porque queda por
explicar cómo tan pocas diferencias nos llevan a ser tan
distintos», indica Juan Luis Arsuaga, director del Centro de
Evolución y Comportamiento Humanos de la Universidad Complutense
de Madrid y el Instituto de Salud Carlos III. «Como se trata de
una comparación con los genomas del chimpancé y el ser humano, no
me extrañaría que nuestro parecido acabara siendo del 99,7 ó
99,8%», dice José María Bermúdez de Castro, director del Centro
Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, que abrirá
sus puertas en Burgos en 2007.
Los neandertales fueron descubiertos hace 150 años. Vivieron entre
hace 400.000 y 30.000 años en Europa, y se extinguieron poco
después de la llegada de nuestra especie, el 'Homo sapiens', desde
África. El homínido europeo evolucionó a partir de inmigrantes
africanos que habían venido en una primera oleada hace más de un
millón de años y tenía una capacidad craneal mayor que la del
hombre actual. La arqueología ha demostrado que desarrolló una
cultura propia, socorría a los heridos y atendía a los enfermos, y
alcanzó una adaptabilidad que le permitió sobrevivir en una Europa
hostil, de clima cambiante, durante decenas de miles de años. Y,
de repente, hace 30.000 años, desapareció. Los expertos creen que
fue porque perdió la guerra por los recursos con una especie
invasora, nosotros.
Separación de estirpes
Dos investigaciones publicadas en 'Nature' y 'Science' suponen un
primer vistazo genético a nuestro pariente más próximo. Un grupo
de científicos estadounidenses y alemanes liderado por Edward
Rubin, del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, de EE UU,
concluye en 'Science' que el neandertal se parece a nosotros en,
como poco, el 99,5% del genoma, según el análisis de 65.250 pares
de bases del ADN de un fósil de hace 38.000 años descubierto en
Vindija (Croacia). Los secretos de las diferencias entre las dos
especies están, por tanto, en el 0,5% del genoma.
El trabajo de Rubin establece que el último antepasado común del
'Homo sapiens' y el neandertal vivió hace 706.000 años y que las
estirpes de ambas especies se separaron definitivamente -no era ya
posible la reproducción entre ellas- hace 370.000 años, mucho
antes de la aparición de los primeros 'H. sapiens' en lo que hoy
es Etiopía. A partir del estudio de un millón de pares de bases
procedentes del mismo fósil, otro trabajo dirigido por Svante
Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de
Leipzig, sitúa la divergencia entre las dos estirpes hace 500.000
años, .
Los dos trabajos concluyen, asimismo, que no hay pruebas de
hibridación entre los dos homínidos. «No excluimos la posibilidad
de una modesta aportación a nuestra genoma», advierte Jonathan
Pritchard, de la Universidad de Chicago y uno de los autores. Los
trabajos publicados, dicen los investigadores, marcan «el amanecer
de la genómica neandertal». «Si podemos comparar los genomas del
hombre y del neandertal, podremos identificar cuáles fueron los
cambios genéticos claves durante la fase final de la evolución
humana», sentencia Pritchard.
NEARDENTHAL Y EL USO
DE
ARMAS
Hallan pruebas de que los neandertales usaban armas en sus
disputas internas
Reconstrucción del neandertal de St. Césaire, con la herida en
la parte superior del cráneo. Foto: Science-Ideal.
Un equipo internacional de científicos ha descubierto las huellas
de una
herida abierta por un instrumento afilado en un cráneo de hace
36.000 años
La víctima, un joven varón, sobrevivió al ataque gracias a la
solidaridad del grupo
Era un adolescente neandertal cuando le abrieron la cabeza con un
instrumento afilado. Ocurrió hace 36.000 años en Francia y la
víctima del ataque, probablemente un varón, sobrevivió a la
agresión «algunos meses, posiblemente varios años», afirma el
neurobiólogo suizo Christoph Zollikofer. Más de trescientos siglos
después del episodio violento, un equipo de científicos dirigido
por este investigador de la Universidad de Zurich ha descubierto
las pruebas del ataque en el cráneo de la víctima,
descubierto en las inmediaciones de la localidad francesa de
St. Césaire en 1979.
«Murió cuando tenía entre 18 y 20 años», indicaba ayer por
teléfono el neurobiólogo desde San Luis (Missouri, EE UU). Él y
sus colaboradores empezaron a trabajar en el análisis del fósil,
muy fragmentado y que abarca sólo el lado derecho del cráneo, hace
cinco años. Uno de los coautores del artículo que esta semana
publica la revista 'Proceedings', el antropólogo francés Bernard
Vandermersch, había reconstruido el cráneo y, «aunque no estaba
muy satisfecho, dada su fragilidad, no se atrevía a volver a
soltar las piezas», explica Zollikofer, quien propuso entonces
hacer una reconstrucción virtual de la cabeza del neandertal.
Violencia y solidaridad
Los investigadores recurrieron a un hospital y a la tomografía
computerizada, una herramienta de exploración médica de uso
habitual entre los paleontólogos. Lo que encontraron, «tras soltar
los fragmentos de hueso en la pantalla y volverlos a unir», fue
que el cráneo presentaba en la bóveda la huella de una herida de
«entre 5 y 6 centímetros de longitud» que no había sido mortal, ya
que el hueso posteriormente se había regenerado. El estudio
forense les reveló, además, que la lesión se correspondía con la
que sería de esperar del impacto intencionado de un instrumento
afilado. El neandertal había sido víctima de un comportamiento
típicamente humano: el uso de armas en enfrentamientos violentos.
«Los efectos inmediatos del traumatismo fueron probablemente
serios, implicando una abundante hemorragia, conmoción cerebral y
discapacidad temporal», escriben los científicos en 'Proceedings'.
El cráneo de St. Césaire respalda las más modernas ideas sobre los
neandertales, cuya imagen actual no tiene nada que ver con la de
brutos semimonos. «Son los otros seres humanos que
desaparecieron», dice, en este sentido, Zollikofer. La
supervivencia de este individuo a la agresión respalda ese juicio.
La curación de una lesión tan grave apunta a que el herido
tuvo que ser atendido y auxiliado por sus congéneres en un primer
momento. «Necesitó de alguien para poder recuperar su salud».
Quién fue el atacante es algo que probablemente nunca
sepamos. Los neandertales, una Humanidad paralela a la nuestra,
evolucionaron en Europa durante decenas de miles de años y
desaparecieron hace unos 30.000, tras 10.000 de convivencia con
nuestros antepasados llegados de África, los cromañones.
Zollikofer considera, no obstante, remota la posibilidad de que la
lesión fuera causada por un 'Homo sapiens', «aunque es algo que no
se puede descartar».
«Lo más probable es que se trate de un episodio de violencia
doméstica dentro del grupo o, en segundo lugar, del
enfrentamiento entre diferentes grupos de neandertales», señalaba
ayer el neurobiólogo a este periódico. Respecto al uso de armas
para amplificar los daños de un ataque, cree que es un rasgo que
apareció en la evolución de los homínidos «no lo observamos ni en
chimpancés ni en gorilas» incluso antes de los neandertales,
aunque no se hayan encontrado pruebas.
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