Contemplar los movimientos de una larva de un insecto cuando
intenta salir de su huevo y observar como los tejidos animales y
vegetales poseen estructuras cargadas de misterio y estética es
una experiencia que solo puede hacerse realidad mediante el uso de
sistemas que vayan más allá de los límites de aproximación a los
que puede llegar la visión humana. Poder penetrar en lo que ocurre
en espacios que no medimos en metros cuadrados sino en milímetros
y micras aporta una nueva dimensión al conocimiento del medio en
el que vivimos y permite profundizar en el conocimiento
científico.
Un díptero abandona su fase de larva para convertirse en
adulto. Foto: J. E. Gómez / Waste Magazine
Cuando en 1590, el fabricante de óptica de los Países Bajos,
Zacharias Janssen, descubrió el microscopio, lo que simplemente
era un conjunto de lentes que permitían ver objetos muy pequeños,
no podía pensar que solo unas décadas después, el médico inglés,
William Harvey, en 1660 lograse estudiar la circulación de la
sangre gracias al empleo del invento de Janssen, que en 1680 se
descubriese la existencia de protozoos y bacterias y que ya en el
siglo XX, la tecnología permitiese crear el microscopio
electrónico y contemplar objetos y organismos más de 100.000 veces
más grandes de lo que son en realidad, y otros que la longitud de
onda de la luz visible los hacía invisibles.
La imagen de una sala de laboratorio con equipos de microscopía
especializada en sus mesas de trabajo ha sido siempre sinónimo de
investigación y ciencia, de descubrimientos que han servido para
el avance en todos los sectores, pero especialmente en Biología y
Medicina. La naturaleza desvela sus secretos a quien desea
contemplarlos. Los microscopios han dejado de ser elementos de
élite científica para convertirse en herramientas de uso cotidiano
en campos tan aparentemente dispares como la metalurgia o la
fabricación de moneda, ingenierías, arquitectura e incluso la
informática.

Microscopio portatil con conexión a ordenador USB PCE-MN 200
Microscopio WIFI con conexión a un Smartphone
Según los datos de la empresa PCE-Ibérica, que forma parte del
grupo PCE-Inst., especializada en sistemas de medición y
laboratorio, con una nutrida gama de microscopios de todo tipo, la
posibilidad de contemplar ese universo oculto ha llegado a cotas
impensables hace muy pocos años. Lo que antes eran aparatos
complejos y muy delicados ha dado paso a equipos compactos que
aportan resultados óptimos desde la comodidad en su manejo y la
versatilidad en cuanto a poder trasladarlos y utilizar diversos
formatos de visualización que logran contemplar elementos con
tamaños de hasta 200 nanómetros (200 millones de veces más pequeño
que un milímetro, que es lo que mide el virus de la rabia, por
ejemplo).
En la actualidad la baza fundamental de las herramientas de
laboratorio, educativas y de investigación es su conectividad y
que sean una parte más de los sistemas informáticos de uso
cotidiano. La conexión de diversos modelos de microscopios con los
ordenadores de cualquier tipo mediante puertos USB, e incluso con
grabadoras, cámaras y equipos de televisión, es evidente. La
imagen se transmite con niveles de alta calidad hacia pantallas y
visualizadores con lo que las posibilidades de trabajo, estudio,
educación y divulgación de las ciencias ha crecido de forma
considerable. Ya no es difícil ver a un investigador de campo en
plena naturaleza, observar lo invisible gracias a pequeños
microscopios como el denominado USB PCE-MN 200, un pequeño y
portátil microscopio, con forma de linterna, que consigue 200
aumentos de cualquier objeto que situemos bajo su objetivo y haz
de luz y transmite la información mediante USB al ordenador.

PCE-BM 100, utilizado en enseñanaza/ Microscopio mecánico 3D
El uso de microscopios en el ámbito educativo ha crecido gracias a
la posibilidad de transmitir las imágenes a pantallas y cañones
digitales a través de ordenadores. Un microscopio como el PCE-BM
100 está especialmente indicado para la enseñanza al estar dotado
de pantallas LCD que permiten ver lo que capta su objetivo sin
necesidad de mirar por el ocular. El empleo de microscopios de
pantallas se ha estandarizado incluso en talleres de todo tipo.
Imagen de una pulga de agua
La vida ante tus ojos
Con el uso de microscopios portátiles por parte de científicos,
naturalizas y aficionados a la naturaleza y a la ciencia, es
posible contemplar el polen sobre los estambres en el interior de
una flor y como una abeja lo extrae para situarlo entre sus patas
formando grandes bolas que trasladará hasta la colmena; mirar el
interior del órgano reproductor de una orquídea ibérica, e incluso
descubrir la puesta de un huevo de una mariposa monarca (
Danaus
plexippus) en la costa del sur de la península Ibérica,
miles de kilómetros más al este de su territorio de origen
(Canadá), es una experiencia inolvidable.
Huevo de Danaus plexipus. Foto: J. E. Gómez / Waste
Magazine
La eclosión de larvas de dípteros en un charco de lluvia; la
existencia de moluscos de agua dulce que miden menos de un
milímetro y forman parte de la fauna exclusiva, endémica, de
fuentes y manantiales. Descubrir que junto a ellos hay pequeñas
construcciones cilíndricas hechas de piedrecitas unidas, y que en
realidad es la coraza, invisible al ojo humano, que construyen las
larvas de tricópteros para vivir en ellas, solo es posible
mediante objetivos de gran potencia macrográfica o pequeños
microscopios que puedan utilizarse 'in situ'.
Con ellos la naturaleza se deja observar y desvela sus misterios
Nerviación del ala de un insecto
Cronología
1590.- Zacharias Janssen inventa el microscopio
1610.- Galileo construye su microscopio y se le considera como su
inventor
1660.- Willian Harvey, médico inglés, estudia la circulación de la
sangre gracias a la visualización de los capilares sanguíneos
1665.- Robert Hooke, descubre que el corcho está formado por
minúsculas cavidades que llama células, descubre las primeras
células muertas.
De 1670 a 1680 .- Marcello Malpighi, cotenmpla y esstudia, por
primera vez células vivas. El holandés Anton van Leeuwenhoek
descubre la existencia de protozoos y bacterias.
1931.- Max Knoll y Ernst Ruska construyen el primer microscopio
electrónico con aumentos de 100.000X, y en 1942 se desarrolla el
microscopio electrónico de barrido que permite aún mayores
aproximaciones