MAYO
EXPLOSIÓN VITAL
Es el tiempo para la recuperación de las especies, cuando la
naturaleza abre el mercado de la supervivencia
Hay que aprovechar la bonanza del clima, el crecimiento de la
biomasa, la eclosión de los insectos y la vuelta de quienes
huyeron del frío
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
La nieve ha comenzado su retirada progresiva, lenta e imparable,
de las cumbres de la sierra. El paisaje cambia cada día, cada
hora. Es el signo inequívoco de la explosión vital que se produce
desde el interior de los ecosistemas y se expande hasta ocupar la
totalidad del espacio y el tiempo en el que animales y vegetales
comparten el objetivo de la supervivencia y el mantenimiento de la
especie. El mes de mayo es sinónimo de estabilidad y bonanza, es
el momento en el que la primavera ha consolidado sus posiciones y
el nuevo ciclo de la vida está en marcha. La naturaleza aporta lo
necesario para el crecimiento de los que nacieron al final del
invierno y el inicio de la primavera, y para quienes aún esperan
su eclosión.
El color de los campos ha cambiado de forma considerable, el
marrón de la sequedad de los bosques ha tornado al verde de tal
manera que lo que eran espacios de apariencia yerma y monocromos
han experimentado la gran transformación cromática. La biomasa se
hace dueña del paisaje, los árboles y arbustos se recubren con
grandes y pequeñas almohadas esponjosas de hojas de mil y una
formas. El suelo se ha vestido de un tapiz formado por multitud de
especies vegetales que generan densos prados, rellenan las cunetas
e incluso ocultan las veredas. Las riberas se vuelven
impenetrables con el impresionante crecimiento de sauces, rosales,
mimbreras y zarzales. En los humedales, los lirios amarillos se
adueñan de las orillas, junto a los carrizos, que aunque aún están
secos pero ya muestran sus primeros brotes verdes que crecerán
poco a poco, hasta entrado el verano.
Junto a los ríos, cerca de las choperas, la tierra, los arbustos,
todo el paisaje se cubre con la nieve de mayo, un denso manto
blanco formado por millones de pequeñas semillas plumosas
procedentes de los álamos y que vuelan en un intento de
anexionarse territorios donde pueda crecer la alameda.
Y en las sierras los pinares se ven cubiertos de una fina lluvia
de polvo amarillo, es el polen de los pinos, que parece humo que
emana de sus copas con la más suave brisa.
Voces de llamada
El sonido de la naturaleza ha cambiado. Se ha hecho más agudo, y
en algunos momentos, acuciante, incluso lastimero. Desde los
árboles, acantilados, viejos cortijos, arbustos y también de las
cornisas de la ciudad, se oyen voces de llamada, son decenas de
crías de diversas especies de aves que esperan la llegada de sus
progenitores con la comida que necesitan para sobrevivir. Es la
banda sonora de bosques y campos, de ríos y dehesas, que asciende
incluso a la alta montaña al mismo tiempo que la línea del
deshielo hace desaparecer la nieve. En territorios llanos, en el
monte bajo, las cogujadas han puesto sus huevos en el suelo y
lanzan su voz aguda y potente para avisar de que están allí, y
alertan para que no te acerques. Entre los cereales, los
aguiluchos cenizo han comenzado a cuidar a sus polluelos recién
nacidos, tienen que hacer que vuelen antes de que lleguen las
máquinas cosechadoras.
En espacios más recónditos, menos evidentes, pueden apreciarse
otras voces. Suaves maullidos que parten de las gateras de los
gatos monteses, donde los pequeños gatitos ya tienen casi dos
meses de vida. Esperan que sus padres les lleven roedores,
pequeños conejos, polluelos y otras presas para poder alimentarse.
De las zorreras, situadas entre rocas y tierras blancas, ocultas
por la vegetación, parte el ronroneo, el rugir casi inaudible de
los cachorros de zorro, que también esperan la llegada de sus
progenitores con algún gazapo o incluso conejos adultos.
Estamos en el mes del cuidado de las camadas porque las especies
se han adaptado a un periodo en el que la comida es abundante, las
temperaturas permiten una mayor exposición al exterior, y porque
todos los elementos de la cadena trófica (unos se comen a otros)
están disponibles. El crecimiento de la biomasa, que ha
multiplicado por mil la densidad vegetal de los campos y bosques,
es también el sustento de millones de insectos de centenares de
especies que se desarrollan y multiplican a lo largo de la
primavera y el verano, y que en mayo, con la explosión vegetal y
floral, tienen su mayor época de eclosión.
Los insectos se convertirían en terroríficas plagas si no fuesen
el alimento de muchas especies animales. Las aves insectívoras
aprovechan esa explosión vital para conseguir esa cantidad de
alimento extra que necesitan para dar de comer a sus polluelos.
Los cielos de las ciudades se han llenado ya de aviones, vencejos
y algunas golondrinas que vuelan sin parar para cazar millones y
millones de insectos. Y en los árboles y arbustos, currucas,
jilgueros, pardillos, verderones, pinzones y un sinfín de pequeños
pájaros, buscan granos, fibras vegetales, gusanillos y todo tipo
de invertebrados para alimentar a sus hijos. Los insectos, además,
realizan su propia colecta vital, y las orugas, a veces
convertidas en plaga, consumen hojas, tallos y brotes verdes.
Insectos que podríamos considerar carnívoros, también aprovechan
la ocasión y es fácil contemplar como una mantis se come una
mariposa, o una araña consume pequeños y grandes dípteros que han
caído en su red, e incluso la atractiva y entrañable mariquita se
convierte en un terrible depredador que es capaz de consumir miles
y miles de pulgones.
Vuelta a casa
Mayo es también el mes de la vuelta al hogar. La mayoría de las
especies migradoras que se marcharon a territorios más cálidos
para pasar el invierno han iniciado el regreso desde África,
algunos desde más allá del Sáhara, y buscan un lugar donde
asentarse para pasar la primavera y el verano. Los abejarucos, que
cada año llenan de colorido las inmediaciones de los cultivos de
secano, los terrenos arcillosos y las zonas semiáridas, han
iniciado el regreso y algunos de ellos ya ocupan, a primeros de
mayo, los mismos nidos que utilizaron en la temporada anterior.
Forman verdaderas bandadas que se juntan al alba y en el
crepúsculo. Centenares de individuos multicolores que durante el
día vuelan en parejas o en solitario en busca de insectos de
tamaño medio para alimentarse, sobre todo abejas, abejorros,
aunque no rechazan saltamontes y escarabajos. Junto a ellos llegan
también carracas, aves insectívoras que persigue la incultura de
algunos agricultores que creen que se comen el grano cuando en
realidad solo consumen insectos y ayudan a la salud de las
cosechas.
En las zonas más cercanas a núcleos de población en cortijos
abandonados, y también en muros de obra y puentes de carreteas,
algunas especies están inmersas en el cuidado de sus retoños. Las
comadrejas se esconden entre las piedras de los cortijos y
apriscos abandonados, cerca de cursos de agua, o simples fuentes.
Las palomas bravías, en lugares donde mantienen una cierta
distancia con el ser humano, no rechazan la simbiosis y aprovechan
los huecos de dilatación y desagüe de las carreteras para
construir sus casas y ocuparlas el tiempo suficiente para criar a
sus hijos. Es el momento de crecer.
Disfrutar de las dehesas
Quedan muy pocas dehesas en su estado original. Son extensiones de
tierra en las que crecen los cereales y se mantienen islas de
encinar, que en esta época muestran un manto verde y amarillo en
el que crece trigo y avena. El centro, oeste y suroeste de la
península Ibérica aún mantienen grandes extensiones de dehesas,
que en Extremadura y el noroeste de Andalucía, en las sierras
medias, son territorios ganaderos.
La primavera está en su pleno apogeo. Vuelven los
abejarucos, llegan a ocupar los nidos que abandonaron
con la llegada del otoño. Llamados : Merops apiaster, vienen
a reproducirse y forman bandadas de numerosos ejemplares que
recuperan taludes arenosos junto a riberas y ríos secos, donde
horadan la tierra para construir nidos de gran
profundidad.
Insectos. Es el mes de los insectos, cuando las
flores se abren y les esperan para completar la
polinización. Centenares de especies de divérsones órdenes
que pueblan prados, monte bajo, y todo tipo de ecosistemas,
desde hormigas a coleópteros y mariposas
Italiana: Siguen las
orquídeas con nuevas
especies más primaverales, como la
Ochis itallica,
que forma pequeños bosquecillos en praderas y claros entre
pinares con suelo rico en materia orgánica, sobre todo
musgos
Juveniles. Los polluelos de algunas especies, como
fochas y gallinetas están en plena transformación para
convertirse en juveniles. Todo cambia en los humedales
Saurio: Aparecen los primeros
Timon lepidus,
el gran lagarto ibérico, el lagarto ocelado. Es el momento
de la eclosión de los reptiles y la vuelta de los que
estuvieron hibernando..
La
Helvella fusca, una de als setas del mes de mayo, es
buscada entre las alamedas como una de las setas comestibles
de la primavera, se caracteriza por su sombrero en forma de
silla de montar.
EN MAYO EN LA NATURALEZA, PINCELADAS
Culto
a los árboles: En mayo es cuando se hacen homenajes
a los árboles centenarios, en cumplimiento de una tradición
procedente de los druidas celtas.
Nidos: Es tiempo de reproducción, por lo que
en las visitas al campo hay que tener cuidado para no molestar
a aves y especies reproductoras. Si se asustan, algunas
abandonarían los nidos y sus camadas.
Reptiles: Es el momento de la eclosión de
los reptiles, lagartos y lagartijas ya salieron de sus
letargos y los huevos comienzan a eclosionar.
Huevos: Es fácil ver huevos ya eclosionados
en el suelo. Si son calcáreos son de ave, si son gelatinosos,
de reptiles.
Nieve de mayo: Las inmediaciones de las
alamedas están cubiertas de un manto blanco formado por
millones de semillas de chopo.
EN JARDINES Y CULTIVOS
Habas: La bellísima flor blanca de las habas
han dado paso a las verdes vainas con los frutos.
Polinización: Es el momento de ayudar a las
plantas a reproducirse con la ubicación de colmenas de abejas.
Heladas: Hay que tener cuidado con los
brotes verdes, en algunas zonas de media y baja montaña, aún
puede helar.
Orugas: Pueden ser una plaga, pero en
algunos casos son la fase larvaria de mariposas habituales en
los jardines.
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