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CABO DE GATA, datos, enlaces,
parajes
SIEMBRA DE AGUA EN FAVOR DEL CLIMA
Acequias de careo y balates.
El proyecto Life Adaptamed recupera usos tradicionales para ayudar a que sobrevivan ecosistemas
básicos desde la alta montaña al mar
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * TEXTOS Y FOTOS * WASTE MAGAZINE
Con la llegada del otoño, Antonio Ortega, presidente de los acequieros de Bérchules, observa las
chorreras de agua de lluvia y restos del deshielo para canalizarlas hacia pequeños prados de
alta montaña. “Queremos que empape la tierra de estos borreguiles que llamamos simas, que se
desborde de las acequias más altas para que infiltre el sustrato como una esponja”. Sabe que el
agua caminará durante meses a través de sus ríos y pozas subterráneas para aflorar, en la
primavera, en otras acequias, manantiales y arroyos, desde las altas cumbres hasta cotas medias
e incluso al mar. Servirá para regar los campos y sus cultivos tradicionales, para generar
gradientes húmedos que aplaquen las altas temperaturas y saciar la sed de los pueblos.
La siembra de agua es uno de los usos tradicionales de territorios como la vertiente sur de
Sierra Nevada, una práctica ancestral que es considerada como fundamental para la supervivencia
de los ecosistemas clave en el desarrollo sostenible de espacios naturales protegidos. Una
antiquísima red de acequias, en su mayoría de careo (que dejan escapar el agua mediante desborde
para empapar su entorno y filtrarse en las laderas) que desde el Parque Nacional de las Altas
Cumbres, baña el Parque Natural y recorre más de 800 kilómetros lineales, la mayoría de ellos en
las zonas más elevadas de la Alpujarra granadina y almeriense, con algunos casos más aislados en
la cara norte del macizo nevadense.
(...)
(...) Desde hace cinco años, técnicos de los parques de Sierra Nevada, Cabo de Gata y Doñana, la
Agencia de Medio Ambiente y Agua de Andalucía, las universidades de Granada y Almería, Parque de
las Ciencias, y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, trabajan en el
desarrollo de un proyecto europeo que bajo la denominación Life Adaptamed, tiene como objetivo
ayudar a los ecosistemas a sobrevivir ante los envites del cambio climático y lograr una
simbiosis entre conservación y desarrollo, para la obtención de beneficios ecosistémicos por
parte de la sociedad de los municipios donde se encuentran, e incluso reducir el abandono de los
pueblos.
Un trabajo que ahora llega a sus últimas etapas programadas y que han dotado a sus zonas de
influencia, Sierra Nevada, Cabo de Gata y Doñana, de inversiones de 5,5 millones de euros en
tareas de adaptación de la naturaleza a los efectos de la alteración del clima, e investigación
científica que aporte a los gestores de los parques, las soluciones más acordes con la
naturaleza, para su conservación y desarrollo. “Queremos lograr una simbiosis de gestión entre
las administraciones y los habitantes como verdaderos usuarios de los espacios protegidos”,
afirma el director del proyecto, Javier Cano, que junto al coordinador científico, Regino
Zamora, y los coordinadores técnicos, Rut Aspizua y José Miguel Barea, consideran que hay
que lograr un equilibrio entre conservación y la obtención de beneficios de la naturaleza. “Es
la lección que nos aportan los estudios científicos realizados en este tiempo”, afirman.
Sierra Nevada
Las enseñanzas del Life Adaptamed han sido claras en cuanto a cambios de concepto. Se relajan
los sistemas conservacionistas a ultranza y se llegan a acciones tendentes a mejorar las
condiciones en la que ya están esos ecosistemas. “No debemos eliminar actuaciones ya realizadas,
sino hacer que se adapten a las nuevas necesidades. Si tenemos un bosque de repoblación
monoespecífico trabajamos para que, poco a poco, haya la mayor diversidad posible, que tenga
diferentes especies para hacer frente al cambio de clima y las eventualidades que nos depara el
futuro a corto, medio y largo plazo. Buscamos la heterogeneidad de esos bosques y ecosistemas”.
El Life Adaptamed ha trabajado especialmente en los pinares y robledales de la Alpujarra alta.
En todos los casos, los trabajos se han realizado con mano de obra local, en puntos de Granada y
Almería.
Ahora continuarán con las investigaciones y el aporte de datos clave para mejorar el futuro del
clima, en este caso, desde la montaña al mar.
En el paraje de las Amoladeras, Parque Natural Cabo de Gata-Níjar
La ruta del clima entre pitas y azufaifos
En el corazón de Parque Natural de Cabo de Gata, los responsables del Life Adaptamed trabajan en
la recuperación y mantenimiento de los azufaifares, territorios semiáridos en los que crecen
azufaifos, un matorral autóctono que sirve de refugio para numerosas especies de fauna y flora.
Un ecosistema que alberga miles de pitas, un símbolo de la provincia. Entre azufaifos y pitas,
se ha desarrollado una ruta de educación ambiental denominada del cambio climático. En las
antiguas zonas de desarrollo agrario, en su mayoría abandonadas, se han desarrollado acciones
profesionales y de voluntariado para recuperar los balates de piedra seca como elemento básico
de la agricultura tradicional y retención de agua y suelo.
Visita a las instalaciones de la cooperativa Las Torcas, en Tablones, Granada.
Ecosistemas, base para la supervivencia de la economía local
La vida de los habitantes de los municipios que se encuentran en territorios protegidos se basa,
en gran medida, en el estado de sus espacios naturales. La supervivencia de los ecosistemas, su
adaptación a las necesidades que marca la evolución climática es fundamental para el
mantenimiento de la economía de sus gentes. Los usos tradicionales, agricultura, ganadería,
artesanía, turismo y desarrollo dependen del estado de su entorno natural. Dese Life Adaptamed
una de las cuestiones prioritarias es la implicación de los sectores económicos en el
mantenimiento de los ecosistemas. La creación de cooperativas de agricultura ecológica, como la
denominada Las Torcas, en la localidad alpujarreña de Tablones, dan salida a los productos
cultivados por agricultores de las laderas sur de Sierra Nevada. Ayudar a la mejora del trabajo
de esos productores, genera estabilidad a los pueblos y aleja el fantasma del despoblamiento y
de la España vaciada.
En Cabo de Gata, la recuperación de sistemas de cultivo tradicional, como los bancales
aterrazados sustentados mediante balates, pueden regenerar una economía rural olvidada en las
últimas décadas.
Pero los espacios naturales tienen un nuevo futuro con el turismo como protagonista. Cada vez
hay más empresas, cooperativas, emprendedores, que entienden que la inversión en los ecosistemas
generará beneficios a corto y largo plazo. Las empresas de ecoturismo, como Subparque, en Cabo
de Gata, han entendido el valor de las rutas turísticas que explican la relación del medio con
la economía y el interés de los ciudadanos por conocer las temáticas relacionadas con el medio
ambiente y el cambio global.
Azufaifo en Las Amoladeras, Almería. Zizyphus lotus
AZUFAIFAR, OASIS A LAS PUERTAS DEL DESIERTO
Un arbusto singular de Almería genera auténticos refugios de supervivencia en territorios
semidesérticos
(Ir a reportaje, ficha científica
y fotos)
LAS AMOLADERAS, EL ÚLTIMO REDUCTO
No es fácil encontrar azufaifos en el medio natural. La transformación de deltas y zonas dunares
del litoral de Almería y Granada ha provocado su desaparición excepto en zonas que forman parte
de espacios protegidos, como el Parque Natural de Cabo de Gata. En el inicio del territorio de
este parque, en la zona conocida como Las Amoladeras, las grandes extensiones semidesérticas que
se extienden entre la capital de Almería y el Cabo de Gata, se mantiene el mayor azufaifar del
planeta. Es una zona especialmente reservada, a la que solo se puede acceder (excepto en
espacios visitables junto al centro de visitantes del parque) con fines científicos y
educativos. En este espacio, sobre el que se realizan estudios y actuaciones por parte de
proyectos europeos Life, como el Adaptamed, y que forma parte de la Red Natura 2000, se han
preservado centenares de pies de azufaifo, y se ha realizado una saca de una de las plantas
invasoras más comunes de esa zona, la pita, para retornar al ecosistema a su origen.
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