ENTREVSTA: JOAQUÍN ARAUJO,
Escritor, naturalista
"OBSERVAR SIERRA NEVADA ES CONTEMPLAR LAS ALMOHADAS DEL
CIELO"
"La sociedad necesita de un cambio profundo en el modelo
cultural que nos permita reconocer el valor de los ecosistemas y
el territorio"
Su nombre va unido al concepto de difusión de la naturaleza, los
ecosistemas, el paisaje de los espacios naturales. Joaquín Araujo
no es solo un escritor y un naturalista, desde hace medio siglo es
el primer embajador de la biodiversidad, de los territorios
singulares que dan sentido a la península Ibérica y sus
pobladores. Películas, documentales, creaciones multimedia, y
sobre todo un centenar de libros con la tierra, flora y fauna, el
paisaje y sus gentes como temática, le hacen portador del mensaje
de la naturaleza. Asegura que el medio que nos rodea se ha visto
en la necesidad de blindarse ante el efecto de la antropización,
pero abre una puerta a la esperanza y cree firmemente que, en este
inicio del siglo XXI, vivimos un regreso a la naturaleza, un
acercamiento a los orígenes, sobre todo porque nos va el futuro en
ello.
–¿Cómo ve que la naturaleza, tras tantos años de olvido,
se convierta en parte básica del discurso del futuro?
–Con muchos matices, con alegría, con aquello de ya iba siendo
hora del reconocimiento, pero sobre todo con sorpresa y un cierto
alivio,. Cada vez que la sociedad civil, que los medios, se
acuerdan del entorno natural me produce una sensación
especialmente grata. Uno interioriza lo que la vida al aire libre
te aporta, y yo soy un emboscado cimarrón, asilvestrado. No solo
soy escritor o cineasta.
Salida de emergencia
–¿La naturaleza se ha convertido en una vía de escape?
–Sí, es una salida de emergencia. Ahora, en un momento en el que
vemos los peligros que acechan a la estabilidad de la biosfera, la
situación que atenaza a toda una civilización, con grandes dosis
de contaminación; una evolución climática impredecible… vemos que
los espacios naturales están ahí, y empiezan a percibirse como una
salida de emergencia. La salida ante una posible devastación del
mundo estaría, sin duda, en la naturaleza.
–¿Está la gente preparada para entender el valor de la
naturaleza, de la biodiversidad. Es cierto que falta una gran
dosis de educación?
–La realidad es que hemos avanzado mucho en cuanto a educación y
conocimiento de la naturaleza se refiere, la sociedad no recibe
una gran información sobre la naturaleza. Es fundamental
incrementar ese discurso. Aunque le pese a esta civilización, la
realidad es que la virtualidad domina y nos tiene encadenados a
muchas mentiras y a costes extraordinarios. Que empecemos a
entender y compartamos paisajes es absolutamente fundamental,
porque nadie defiende lo que no conoce y lo que no estima.
–¿Qué significa Sierra Nevada, qué es la montaña
nevadense?
– Es la cima de las originalidades. En uno de los poemas que he
publicado, digo que Sierra Nevada es la almohada del cielo. El
hecho de que la zona sur de la península Ibérica tengamos el
escalonamiento de grandes zonas vitales como es Sierra Nevada
aporta un valor extraordinario a la singularidad de la península.
Las montañas son tablas de náufragos, y hay muchos seres vivos
agarrados a su tabla de salvación en las cumbres de Sierra Nevada,
por eso debemos cuidarla. En el Congreso de las Montañas que se ha
celebrado en Granada, he dicho que la montaña es como la última
ciudadela. Debemos cuidarlas porque no podemos perder nuestro
último reducto, la última esperanza.
Vuelta al origen
–¿Cree que hay una cierta vuelta a lo natural, que crece
el interés por el medio que te rodea, por los usos
tradicionales, por la vida sencilla, más cerca de la tierra?
-Hay un interés. Eso es indiscutible. Yo llevo cincuenta años en
este mundo de difusión de la naturaleza. Ahora estamos claramente
en un resurgimiento del valor de lo natural. Crece el interés. Hay
más actividades. El cambio climático, curiosamente, está ayudando
a que la gente se plantee los cómos y los porqués. Estamos en un
momento que no es suficiente para desembocar en soluciones, pero
podría hacer brotar conceptos e ideas con la suficiente fuerza
como para generar un cambio de modelo. Lo que nos traemos entre
manos los comunicadores ambientales es un cambio de cultura, de
civilización, porque es la forma de que sobrevivan los paisajes.
–La naturaleza necesita que la sociedad cambie el
concepto.
–Todo empieza por mirar de otra forma, y para eso la naturaleza,
las montañas, es una escuela de escuelas. Igual que tantas otras
cosas, la naturaleza se ha tenido que refugiar en las montañas, en
los espacios protegidos…
–¿Qué le diría aquellos que prefieren ocultar los valores
naturales, la biodiversidad, para que nadie los destruya…?
–La mayor dificultad que tenemos a la hora de nuestro trabajo es
delimitar entre la necesidad de ocultar o de publicitar. Es cierto
que los lugares más publicitados son los que tienen más peligro de
ser destruidos, pero como falta una cultura de moderación, el
exceso de presencia humana se convierte en una agresión, pero
debemos tener en cuenta que solo con el conocimiento real y la
pedagogía a cielo abierto se llega a entender las cosas. Hay que
vivir la naturaleza a cielo abierto.
–¿Es cuestión de valores, de principios?
–Estoy convencido de que necesitamos la aplicación, pero desde
dentro de nosotros mismos, de un código ético para que no
destrocemos la naturaleza. He dicho siempre que con la naturaleza
debemos formar parte del espectáculo, pero no dar el espectáculo.
No nos llevemos la ciudad a la naturaleza.
‘111 aleteos’, pensamientos entre las aves
Araujo es un maestro de la comunicación. Nadie como él ha sabido
expresar la naturaleza desde la poesía y el pensamiento, pero con
contenido riguroso y científico. Su último libro es ‘101 aleteos’,
una curiosa y original forma de ver las aves y su mundo. «Dedicado
a las aves, a los vientos y a los que las observan, cuidan y
admiran, expreso 111 pensamientos breves sobre los pájaros, su
vuelo y su supervivencia». Araujo llama aleteos a las ideas
expresadas e impresas con su propia caligrafía, y además con
dibujos realizados por él mismo, a los que dice «son mis
garabatos, trazos realizados en un momento especial, sencillos,
muy sencillos».