Vigilantes
contra incendios forestales
Los ojos del bosque
Jorge Heredia pasa casi ocho horas diarias a 1.606 metros de
altitud sobre el cerro del Corzo en la Sierra de Huétor.
Vigilantes contra incendios otean los montes desde observatorios
situados sobre los más altos picachos de las sierras andaluzas
Su misión es comprobar cualquier pequeña columna de humo en más de
20 kilómetros a la redonda
No les está permitido nada que pueda distraerles. Sus elementos de
trabajo son prismáticos y una emisora de radio
En Andalucía existen 231 casetas, torres y observatorios de
incendios
Por Juan Enrique Gómez / Texto y fotos- WASTE MAGAZINE
Los bosques dependen de ellos. Sin su atenta mirada sobre los
puntos más altos de las sierras muchos de los incendios forestales
no podrían detectarse a tiempo. Son los vigilantes de los bosques.
Durante cinco mes, a casi ocho horas diarias, observan lo que
ocurre a su alrededor, a más de veinte kilómetros a la redonda.
Cerros, masas boscosas, caminos, cortijos y llanuras están bajo la
experta atención de estos especialistas. Nada de lo que se mueve
bajo sus observatorios escapa a su atención. De hecho la mayoría
de los incendios son detectados gracias a estos vigilantes que
viven, en solitario, en lugares realmente inhóspitos.
Jorge Heredia acude todos los días al cerro del Corzo, a 1.606
metros de altitud en pleno Parque Natural de la Sierra de Huétor.
Allí, sobre la cumbre del cerro, una superficie rocosa de
alrededor de 40 metros cuadrados, se encuentra una caseta de
observación, una estructura circular construida en piedra,
acristalada por completo y techada con una cúpula esférica. Le
llaman el observatorio. Para llegar hay que recorrer el carril que
une Las Mímbres con la Alfaguara, pero después hay que recorrer
más de dos kilómetros de caminos. "Aquí, al pico del cerro, sólo
se puede subir a pie, por una senda que asciende en zig zag entre
las rocas, y sólo te puedes mover dentro del observatorio y en el
poco terreno que hay alrededor", dice Jorge, que está considerado
como uno de los vigilantes más expertos, con cinco años de
experiencia en algunos de los puntos de observación más
importantes de la provincia de Granada. "Son siete horas y
cuarenta y cinco minutos, ya sea de día o de noche, según el turno
que te toque, en las que tienes que estar completamente atento a
todo lo que pasa hasta donde alcanza tu vista y tus prismáticos.,
dice Jorge, que muestra la sobriedad del observatorio, donde no
hay nada que pueda distraer la atención, "No podemos tener nada
para pasar el rato, ni una revista o un libro, porque tu atención
tiene que estar en las sierras".
Cualquier pequeña columna de humo puede ser el inicio de un gran
incendio. De hecho el último incendio en Sierra Elvira fue
detectado por Jorge desde el cerro del Corzo. "Hay que saber
mirar. No todo lo que ves tiene que ser un incendio o un problema,
pero cuando se trata de un fuego no puedes dejar pasar ni un
segundo". Junto a él, en todo momento, hay una emisora de radio
conectada con el centro operativo del INFOCA en Puerto Lobo y el
centro provincial, situado en la ciudad. Jorge, igual que sus
compañeros repartidos por la geografía provincial, se convierte en
los ojos del sistema operativo antiincendios. Tras su alerta y los
datos que trasmite, se ponen en marcha los retenes y los
helicópteros. No puede permitirse el lujo de trasmitir datos
erróneos.
La soledad y las inclemencias meteorológicas, el frío y el calor,
son los grandes enemigos de los vigilantes en los observatorios de
altura. Hay que tener un temple especial para pasar horas y horas
en soledad. "Cuando subo para iniciar el turno me traigo agua de
la Venta del Molinillo, y si es para la noche se recogen piñas
para poder mantener la estufa que tenemos en el interior de la
caseta. Y aquí, pues ya ves, siempre a la que salta, pero
generalmente las horas pasan lentas". De vez en cuando algún
montañero aparece por el camino y saluda al vigilante. "Una
conversación de unos minutos y a seguir en la tarea", dice Jorge,
que como compañía más habitual tiene a cabras montesas,
lagartijas, "de estas hay muchas en esta época" y un lagarto
ocelado "que se ha acostumbrado a pasar los ratos sobre las rocas
de este lado del observatorio", dice. Jorge tiene que acudir a su
trabajo, llueva, truene o haga sol, de día o de noche. El viento
sopla con fuerza en lugares como el observatorio de la sierra de
Huétor. "Te curtes con el tiempo, pero merece la pena el esfuerzo,
porque un incendio es lo que peor que nos puede pasar en las
sierras. Hay gente que no se da cuenta de lo importante que es que
la naturaleza se mantenga. Sin los montes no vamos a ningún sitio,
no hay futuro". Recuerda con pena su paso por la zona del
Serrallo, junto a Cenes, donde "lo queman todo".
El sistema de vigilancia establecido en el Plan INFOCA se basa en
la existencia de una red de puestos de observación, ubicados en
puntos altos desde donde pueden divisarse amplias áreas forestales
y detectar así, por parte de los vigilantes asignados a los
mismos, la aparición de posibles incendios en dichas áreas. Estos
puestos son torres metálicas en terrenos llanos y casetas cuando
existen elementos orográficos elevados.
Red Bosque. Es la red de vigilancia y detección automática
de incendios mediante cámaras de visión infrarroja y cámaras de
TV. Esta operación es supervisada desde un centro remoto o Central
de Vigilancia enlazada vía radio con los diferentes observatorios.
En Granada existen dos puntos de observación en la sierra de
Cázulas
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