Humedales
artificiales
Cómo minimizar el daño ambiental
en los ríos
Por Cristian Frers-WASTE MAGAZINE
¿Somos conscientes de la importancia del agua en el mundo y de la
importancia de la biodiversidad?, ¿Somos conscientes de que
millones de personas carecen de acceso al agua potable?, ¿Somos
conscientes de cuántos millones de personas mueren cada año,
principalmente niños, de enfermedades causadas por el agua
insalubre?
El agua dulce es el recurso renovable más importante, pero la
humanidad está utilizándolo y contaminándolo más rápidamente de lo
necesita para reponerse. Efectivamente, las aglomeraciones en las
grandes ciudades, la mejora en la calidad de vida, el rápido
desarrollo industrial, el incremento del turismo y la agricultura,
las actividades de ocio, entre otras acciones. Hacen que este
escaso porcentaje se vaya reduciendo de forma natural y que su
composición se vea notablemente alterada. Para agravar el
problema, el ciclo hidrológico es cada vez menos previsible.
La contaminación de las aguas es uno de los factores más
importante que rompe la armonía entre el hombre y su medio, no
sólo de forma inmediata sino también a medio y a largo plazo; por
tanto, la prevención y lucha contra dicha contaminación constituye
actualmente una necesidad de importancia prioritaria.
Los problemas del agua se centran tanto en la calidad como en la
cantidad. La comunidad debe conocer la importancia de la calidad
de la misma y esa misma comunidad de encargarse de su cuidado y
preservación.
Por este motivo principal, luchar contra la contaminación de los
ríos es algo de vital importancia, no sólo para la protección del
propio ambiente, sino de la fauna y de la vegetación que vive en
ellos.
Merecer el río significa saber hacer uso de él, amarlo, amar sus
habitantes, su medio y fundamentalmente desear que nunca deje de
ser lo que es hoy, para nuestros hijos y nuestros nietos; y actuar
en consecuencia. Merecer el río significa respetar las
reglamentaciones, educarse para adoptar una actitud que contribuya
a mejorar las condiciones del mismo.
Los ríos, por su capacidad de arrastre y el movimiento de las
aguas, son capaces de soportar mayor cantidad de contaminantes.
Sin embargo, la presencia de tantos residuos domésticos,
fertilizantes, pesticidas y desechos industriales altera la flora
y fauna acuáticas. En las aguas no contaminadas existe cierto
equilibrio entre los animales y los vegetales, que se rompe por la
presencia de materiales extraños. Así, algunas especies
desaparecen mientras que otras se reproducen en exceso. Además,
las aguas adquieren una apariencia y olor desagradables. Los ríos
constituyen la principal fuente de abastecimiento de agua potable
de las poblaciones humanas. Su contaminación limita la
disponibilidad de este recurso imprescindible para la vida.
En todo el mundo se han construido en los últimos años numerosos
humedales artificiales. Su uso está especialmente extendido en los
Estados Unidos de Norteamérica y en el norte de Europa, y se
ensayan e investigan diferentes estructuras de humedales
artificiales para conseguir los mejores resultados. Optimizarlos
es importante, especialmente en zonas en que el suelo es caro y
escaso con objeto de incrementar su eficiencia.
Estos sistemas sirven para mitigar la contaminación del agua en el
ambiente, para depurar los efluentes de pequeños núcleos urbanos
antes de que vayan a parar a los ríos, para tratar aguas
residuales de industrias, de zonas mineras, o para reducir el
impacto de la agricultura.
Son, además, una alternativa ecológica puesto que no requieren
prácticamente energía para su funcionamiento, no producen residuos
y al tener vegetación, pueden contribuir a reducir el dióxido de
carbono (CO2) de la atmósfera.
Se ha demostrado que los humedales artificiales pueden eliminar
muchos de los contaminantes que hay en las aguas, como los
patógenos de origen fecal, metales pesados, plaguicidas y
fertilizantes de origen agrícola, ácidos volátiles y compuestos
con azufre, responsables del mal olor de las aguas y, incluso,
contaminantes emergentes como los fármacos.
Así es como comenzó mi preocupación por el río Areco en la
Localidad de Carmen de Areco – Provincia de Buenos Aires. Todo
comenzó en Enero del 2005, me llevaron a conocer el Balneario de
la Ciudad de Carmen de Areco. Ese mismo día, me di cuenta que algo
no andaba bien por la cantidad de espuma blanca que tenia el cauce
a la altura de un pequeño salto. Los detergentes producen espumas
y añaden fósforo al agua (eutrofización). Disminuyen mucho el
poder autodepurador de los ríos al dificultar la actividad
bacteriana. Prosiguió desde junio del 2005 hasta primeros días de
septiembre del 2006, con el programa de ecología “El Planeta Azul”
emitido por FM Síncope. Durante todo el ciclo de este programa,
hablé cuantas veces pude sobre la contaminación de las aguas tanto
superficiales como de las napas freáticas.
En noviembre del 2006, tome unas muestras del agua del río Areco
para realizarles unos análisis físico/químicos para confirmar las
dudas que tenía sobre la calidad de sus aguas.
Cuando se me entregaron las muestras que había llevado a analizar
en la Facultad de Agronomía de la U.B.A – Cátedra de Edafología –
en el Laboratorio de Análisis de Suelos, Aguas y Vegetales a cargo
del Ingeniero Eduardo Vella.
Se me explicó que había que interpretar que estas aguas poseen un
alto grado de salinidad. La salinidad es un factor ecológico de
gran importancia ya que influye mucho sobre los tipos de
organismos que podrán vivir en esos cuerpos de agua. La salinidad
influye sobre las especies de plantas que podrán vivir en
determinada agua, o en tierras humedecidas con determinadas aguas,
me estoy refiriendo al uso de aguas para el riego de chacras,
campos o estancias.
Una de las muestras dio como resultado que las aguas contienen una
cantidad importante de fósforo: 1,12 ppm. El fósforo, da origen a
nutrientes vegetales que, pueden ser contaminantes. Cuando
penetran en el agua, contribuyen a la formación de algas, de la
misma forma en que lo hacen los nitratos. De hecho, el fósforo es
el elemento cuya falta restringe el crecimiento de las plantas
acuáticas. Al incorporar fósforo al agua de un río o lago se
acelera el crecimiento de las algas, lo que, finalmente, daña el
ecosistema por la disminución de los niveles de oxígeno que tiene
lugar una vez que las algas mueren.
Los fósforos provienen de diversas fuentes, las más comunes de las
cuales son los detergentes. Otros aportes de fósforo a las redes
de agua superficiales y subterráneas provienen del escurrimiento
procedente de los establecimientos de engorde de ganado de corral,
de la erosión de los suelos, de los sistemas cloaca les y aguas
servidas y del excesivo uso de fertilizantes en chacras, campos y
estancias.
Al consultar a la Dra. Olga S. Heredia, de la Universidad de
Agronomía de la UBA, sobre la cantidad de fósforo que se había
detectado, respondió “Si usted se refiere a contaminación de agua
para bebida, no existe una estándar de calidad con respecto al
fósforo. Internacionalmente se ha establecido el valor de 0.100
ppm (USEPA) y en otros países (Holanda, Alemania) un valor de 0,05
ppm. Estos valores se basan en límites de calidad de agua que
ingresan a cuerpos de agua como ríos, lagos o diques ya que dan
origen a la eutoroficación, lo que aumenta la población de algas
azul verdosas de las cuales hay especies que producen
neurohepatotoxinas para animales y el ser humano, en otras
palabras, los límites son de importancia ambiental”.
La Dra. Heredia, prosiguió con su explicación “De todas maneras,
la muestra enviada por usted, están teniendo un aporte de fósforo
que es importante, ya sea por la actividad agrícola o por carga
orgánica y si se me pregunta si esta agua es apta desde el punto
de vista ambiental le diría que NO”.
Es obvio, que desde el 2006 hasta la fecha, se ha hecho poco y
nada por el río; es por esto que unas de las medidas que yo
impulsaría para buscar su saneamiento, o por lo menos a ayudar a
que la contaminación no lo convierta con los años en una cloaca a
cielo abierto, como ha pasado con tantos arroyos y ríos en nuestro
país. Es que se impulse el uso de humedales artificiales, en las
proximidades de frigoríficos, chancherías y las más diversas
industrias, para que las aguas residuales no desemboquen
directamente en las causes del río.
¿Por qué utilizaría este sistema? Porqué los humedales
artificiales actúan como filtros naturales. Ubicados entre la
planta y los recursos acuáticos (ríos, lagos, lagunas), estos
sistemas, además de no necesitar mantenimiento ni consumir energía
eléctrica, cuestan menos que la cuarta parte de un sistema de
tratamiento tradicional. Los humedales se construyen utilizando
diferentes especies de plantas que abundan en la zona: totoras,
repollitos de agua, camalotes o juncos.
Resulta evidente que la gravedad del problema abarca y compromete
distintos sectores involucrados frente a los problemas que sufre
un río que puede ofrecer todavía mejores posibilidades, de las que
se aprovechan en estos momentos. Lo cierto es que, como en tantos
otros casos, los argentinos disponemos en el Río Areco de un rico
patrimonio y muy poco es lo que se hace por preservarlo. La lucha
por el saneamiento es una batalla contra la corrupción, la
burocracia, la incapacidad, la apatía y la mentira; es en
definitiva una lucha emblemática contra la mediocridad.
El agua es un don que la naturaleza ofreció a la vida y a cada uno
de nosotros. El 70% de nuestro cuerpo está compuesto de agua. Por
ser todo esto, el agua constituye una de las metáforas más
significativas de lo Divino que está en nosotros y en el universo
y de la sacralidad de toda la vida. ¿Cómo cuidarla y no luchar por
ella?
Cristian Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico
Superior en Comunicación Social – E
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