PAISAJES, RUTAS Y PARAJES * GOR * PREHISTORIA
LA COLINA DE LOS CAZADORES
Sobre la cuenca del río Gor, un pequeño cerro encierra vestigios de un paisaje de agua,
bosques y supervivencia
El monte de las Angosturas abre las puertas a las necrópolis megalíticas del noreste
granadino, poblados prehistóricos alimentados por las aguas de la sierra de Baza
TEXTO Y FOTOS: JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE / WASTE Magazine
Los primeros rayos de sol despuntan sobre las mesetas situadas
hacia el este. Agazapado entre los espartos, agudiza los sentidos, atento, expectante. Al
acabar la noche, había percibido el sonido de pezuñas sobre el matorral, el olor del animal
refugiado entre los chaparros en las horas de oscuridad. La luz se recorta sobre aparentes
ramas de roble. Se mueven, levantan y acercan. Un silbido corta el aire seguido de un seco
golpe y un desgarrado pero corto bramido. Un gran ciervo cae entre los matorrales, herido de
muerte. Un pequeño hombre de densa barba, ataviado con pieles, ha aparecido tras las
encinas, en su mano porta un arco de lomo de madera endurecida al fuego y cuerda de tripa y
cuero. La flecha, de punta de sílex, ya no está en su mano, ha penetrado en el cuello del
ciervo para causarle la muerte en pocos segundos. El hombre mira al cielo, el sol es ya una
esfera anaranjada sobre el horizonte. Otros hombres aparecen entre el matorral, recitan
extrañas letanías para expresar el triunfo, para honrar la caza con la que lograrán
sobrevivir sobre las duras tierras del noreste. Comida, pieles, materiales para fabricar
punzones, raspadores, útiles de caza y hogar, que llevarán hasta el alto de aquella colina
situada a su espalda, bañada ahora por el sol de la mañana.
El grupo de cazadores se divide, unos permanecen junto al animal muerto y comienzan los
preparativos para su aprovechamiento, otros caminan hacia el poblado, desde donde regresarán
acompañados de mujeres y niños, todos a una para trasladar los frutos de la pieza cobrada.
Es la primavera del año 2017, antes de Cristo, o al menos así pudo ocurrir hace cuatro
milenios, según cuentan las piedras, vasijas, utillajes y vestigios que encierra un pequeño
monte, el cerro de las Angosturas, a orillas del río Gor, bajo la sierra de Basti y la
antesala de la enorme altiplanicie de la depresión de Guadix y Baza, una de las cunas
ancestrales del hombre en el sureste ibérico. (...)
El valle del río Gor, un espacio habitado desde la prehistoria,
el eje del parque megalítico.
(...)
Es el episodio que, con todo lujo de detalles, acude a mi mente
mientras examino una pequeña flecha de sílex, sentado sobre las piedras de la cima de la
colina, donde ha aparecido esta ruda y mortífera arma utilizada por el hombre durante toda
la prehistoria. Ha sido extraído junto a pequeños cuchillos y lascas de roca talladas para
separar la carne de la piel de los animales. Es el verano de 1981, hace 36 años. Las luces
del alba iluminan el interior de las tiendas de campaña levantadas al abrigo de los álamos,
al pie de la colina. Es el momento en que tomamos la senda al viejo poblado de los hombres
del Neolítico, cuando el sol despunta sobre las mesetas del este, y parece mostrar el mismo
paisaje que vieron los cazadores. Asciendo junto a un grupo de científicos, arqueólogos y
antropólogos, que forman el equipo del Servicio de Investigaciones Arqueológicas de la
Diputación Provincial de Granada, el antiguo Patronato Cueva del Agua.
Camino junto a un hombre de densa barba negra, el profesor Miguel Botella López, que se
convertiría en uno de los más prestigiosos antropólogos del mundo. Durante semanas excavamos
la tierra, investigamos la vida de los ancestros del hombre moderno. Las piedras y vasijas,
los restos de cerámicas, y las tumbas y sus ajuares fúnebres, nos cuentan el paisaje y sus
habitantes. Historias imposibles, como la disposición de enterramientos, únicos en la
península Ibérica, con claras trazas orientales, con elementos similares a otras encontradas
en Oriente; tiempos de persistentes lluvias y feroces sequías.
Sobre la cima de las Angosturas de Gor, aún se conservan los
yacimientos que los vecinos de Gor siempre consideraron como parte de su historia más
próxima, el cerro que un historiador de la localidad, Vicente Sánchez García
mostró en 1979 a Miguel Botella y su equipo, el poblado que excavaron durante cuatro
temporadas y que aportó las claves para entender la evolución de este territorio y su
conexión con las necrópolis que desde este punto se suceden hasta más allá de la localidad
de Gorafe, a lo largo del curso del río. Los pastores y agricultores que hace tres décadas
me mostraban los rincones escondidos entre los roquedos y las riberas, afirmaban que el
ecosistema no había cambiado en siglos, y la ciencia apunta que hubo periodos de aridez y
siglos de esplendor, pequeñas glaciaciones, arboledas y desiertos.
El río Gor crea un bosque de galería, una línea verde que señala su paso por un paisaje
ocre. Tras aglutinar aguas de los barrancos de la sierra, genera parajes de aguas
remansadas, cerca del pueblo, alimenta acequias y canales de molinos. Aguas abajo, serpentea
y se oculta entre zarzales, bajo un pequeño puente de hierro, hermano menor de los de Baúl,
Alamedilla y Dúrcal. Los cultivos rompen el ecosistema para generar trigales, y entre ellos,
pequeños grupos de juncos delatan la presencia de un criptohumedal, extensiones de aguas
subterráneas derivadas del cauce del río que muestra que, en épocas lejanas, pudo existir
una zona húmeda, e incluso un lago, espacio idóneo para el desarrollo de la vida animal y la
supervivencia del hombre.
Desde el puente de hierro, un sendero discurre junto a la ribera del río, aguas abajo, hasta
encontrar, a solo dos kilómetros, la alameda de los arqueólogos, y la senda que, sinuosa,
asciende al poblado de los cazadores.
Hace 35 años, los excavadores encontraban la tumba de un hombre que murió hace cuatro
milenios. Sus restos estaban dispuestos en vasijas rodeadas de dos grandes astas de ciervo
Foto: J. E. Gómez 1981
Angosturas de Gor 1981. Los arqueólogos de la Diputación Provincial de
Granada estudiaron el yacimiento sobre el cerro de las Angosturas entre 1981 y 1984. Campañas
de excavaciones que convirtieron este paraje en la clave para entender la evolución del parque
megalítico de Gorafe.
Poblado prehistórico ( Juan Enrique Gómez, coautor de este reportaje
junto al profesor Miguel Botella, en el verano de 1981, sobre el cerro de Gor.
REPORTAJE EN EL TIEMPO: GOR 1981
Durante el verano de 1981, las excavaciones del cerro de las Angosturas de Gor se
encontraban en su mejor momento. Juan Enrique Gómez realizaba un reportaje para el diario
PATRIA para el que convivió junto con los arqueólogos durante algo más de una semana.
Estos fueron los dos reportajes publicados en julio de 1981 en el diario PATRIA de Granada
MAPA DE RUTA
Acceso desde la carretera de Gor, tras salir de la A-92.
BIODIVERSIDAD
Plantas que pueden encontrarse junto al río, colinas y alrededores
(pincha los enlaces para ir a fichas de las especies):