LA ÚLTIMA 'PANTERA' DE SIERRA NEVADA
Científicos advierten que los gatos monteses pueden extinguirse en
el macizo nevadense: «Solo quedan 74»
En menos de dos décadas las poblaciones de gatos monteses se han
visto diezmadas mientras sus parientes, los domésticos, son más de
22.000
Por Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle / Waste -
IDEAL
Un ronroneo denso y grave se deja oír al otro lado de los jarales,
bajo las ramas amarillentas de los robles. Aparece de forma
sigilosa, sin provocar el más mínimo crujido de la hojarasca y
salta para salvar el desnivel por el que discurre un pequeñísimo
arroyo. Es una hembra de gato montés de jaspeados tonos ocres y
rojizos, que a la hora del crepúsculo, antes de que caiga la
noche, busca presas con las que alimentarse. Podría considerarse
como la última ‘pantera’ de Sierra de Nevada, uno de los
escasísimos individuos que forman las poblaciones de Felis
silvestris en la alta montaña granadina, donde a pesar de ser el
más ágil y letal de los mamíferos depredadores que la habitan, se
encuentra en una situación de regresión que podría provocar su
desaparición. Un grupo de científicos que desde hace algo más de
una década estudian la presencia de gatos monteses en la
provincia, afirman que la situación es grave y que la actual
clasificación de especie ‘amenazada’ pasará al nivel máximo:
‘Peligro crítico de extinción’.
«A finales del siglo XX era realmente fácil encontrar indicios de
la presencia de gatos monteses en cualquier paseo que diésemos por
zonas de pinares, robledales, barrancos y vaguadas de las
estribaciones de Sierra Nevada, pero ahora, muy poco tiempo
después, es casi imposible dar con huellas o excrementos de este
felino que considerábamos como una de las estrellas de nuestra
fauna», asegura el biólogo José Miguel Barea, de la Agencia de
Medio Ambiente y Agua de la Junta de Andalucía, que junto a
especialistas de la Asociación de Estudio y Conservación de
la Fauna y el Observatorio del Cambio Global de Sierra Nevada, han
evaluado la situación de las poblaciones en el macizo nevadense
con resultados alarmante: «Solo quedan 74 individuos de gato
montés en la sierra granadina», afirma Barea, un dato al que se
llega mediante sistemas de estimación de densidad de poblaciones
tras varios años de seguimiento mediante equipos de fototrampeo
situados en puntos estratégicos, estudio de rastros, madrigueras y
toma de muestras genéticas.
Llama poderosamente la atención que mientras la densidad de Felis
silvestris solo es de 0,093 individuos por kilómetro cuadrado en
la sierra y sus estribaciones, la presencia de la especie
doméstica, Felis catus, es de 893 individuos por kilómetro
cuadrado, lo que supone que 22.600 gatos viven en Sierra Nevada y
sus pueblos. «A pesar de esta gran cifra no existen hibridaciones
significativas en las poblaciones silvestres», afirman los
investigadores, que consideran que los que aún viven en las
sierras mantienen una línea genética pura, al contrario de lo que
ocurre en otros espacios de Europa donde hay una gran introgresión
genética e hibridación con los gatos domésticos, que junto a la
bajísima densidad de las poblaciones salvajes granadinas, hace
temer por su supervivencia.
La no hibridación se debe a que los gatos domésticos no salen del
ámbito antropizado, no se internan en los bosques porque no tienen
facilidad para conseguir comida, no están capacitados para
competir con los silvestres y porque cuando se alejan de pueblos y
cortijos, los gatos domésticos se convierten en presas favoritas
de las grandes rapaces.
Las investigaciones sobre las poblaciones de Sierra Nevada han
sido publicadas en la prestigiosa revista científica
internacional, Zoology. «Los primeros estudios que realizamos
fueron para poder diferenciar claramente entre monteses y
domésticos. Teníamos que determinar tamaños, corpulencia, pelajes,
e incluso características genéticas, mediante el estudio del ADN
mitocondrial, para después, con programas de captura y recaptura
de ejemplares y la instalación de seis zonas de muestreo con
cámaras poder saber qué especie era la que aparecía en las
imágenes de fototrampeo», dice José Miguel Barea, que junto a sus
colaboradores y durante varias temporadas acudía regularmente a
situar las cámaras que captaron numerosos pasos de monteses,
mientras la presencia de domésticos fue casi nula. «Hemos
utilizado entre 9 y 12 cámaras en cada zona, situadas con
separaciones de uno y dos kilómetros entre ellas, y las mantuvimos
durante diez semanas».
Las causas de la drástica disminución de las poblaciones en tan
poco tiempo no están claras. Los científicos creen que hay que
estudiar qué ha ocurrido con esta especie. La investigación
llevada a cabo en Granada indica que se han visto afectados por la
desaparición de hábitats, el avance de las construcciones y la
disminución de alimento, pero también por la aparición de una
enfermedad, un tipo de leucemia que diezmó las poblaciones en los
años 80 y 90. «Son hipótesis que tendríamos que concretar y
definir», afirman.
Los gatos monteses no maúllan, emiten un rugido agudo que rompe el
silencio de los bosquetes de pinos, robles y encinas, y un suave
ronroneo que llega desde las gateras situadas entre las cárcavas
arcillosas y las oquedades de rocas siliceas, lugares inaccesibles
en los que se oculta el último felino salvaje que habita Sierra
Nevada.
Estudios genéticos
Para saber si un gato es de la especie silvestris o catus, es
decir montés o doméstico, los investigadores Elena Ballesteros,
Emilio Virgós, Marcos Moleón, José Miguel Barea y José María Gil,
publicaron en la revista Mammalia los resultados del estudio
genético de 17 individuos y además, determinar la imagen y el tipo
de pelaje para , más tarde, comparar con las fotos obtenidas
mediante sistemas de fototrampeo. De los 17 estudiados todos eran
silvestres.