ESTORNINOS, AVES DE CIUDAD
Miles de estorninos provocan problemas en tejados,
colegios y parques de las ciudades .
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Forman numerosas bandadas de más de un millar de individuos. Son
pájaros de color negro con pintas de color pardo oscuro. Desde la
llegada del otoño decenas de miles de estorninos se han instalado en
los tejados y zonas verdes del interior de las ciudades de la
península Ibérica y paises europeos como Francia e Italia. La
superpoblación de estas aves ha llegado a convertirlas en una plaga
difícil de combatir. Se les ve, sobre todo, al atardecer, poco antes
de finalizar la puesta de sol ocupando la totalidad de los cableados
y antenas próximas a plazas y parques. Como si se tratase de
imágenes de la película "Los Pájaros" de Alfred Hitchcock, vuelan en
grupos compactos formando nubes de color negro y crean líneas
oscuras en los cableados, todo ello acompañado de una fuerte
algarabía de sonidos.
Los responsables municipales de las ciudades afectadas reconocen la
existencia del problema, pero afirman que no se puede hacer casi
nada para solucionarlo. "No podemos estar tirando cohetes
continuamente ni tampoco poner en marcha medidas más drásticas. La
instalación de trampas o la introducción de depredadores, podría
provocar problemas más graves". Los técnicos municipales esperan que
pase el tiempo y, como en años anteriores, se marchen a zonas de la
vega en busca de abrigo para pasar el invierno. "La caída de las
hojas de los árboles es el momento en que la mayoría de estas aves
se marcharán de la ciudad". Se ha llegado a pensar en la instalación
de sistemas de ultrasonidos que los ahuyentes o que impidan que
tomen una zona como su territorio, pero no existe seguridad de que
este sistema no afectase a otras especies, que como los gorriones,
están protegidas legalmente.
Los problemas
Los estorninos, la mayoría de ellos Estornino Pinto (Sturnus
vulgaris) y en menor medida Estornino negro (Sturnus unicolor) es
originario de países europeos menos meridionales que España. Desde
hace unos años se encuentra en fase de colonización de la península
Ibérica, donde ha encontrado en las ciudades un hábitat perfecto
para pasar los inviernos y reproducirse. Se da la circunstancia, al
contrario que con otras especies de aves de ciudad, de ser una
especie con gran capacidad reproductora, un estornino pinto tiene
una media de cinco crías por temporada, y el negro una media de
seis, lo que provoca que las poblaciones de multipliquen anualmente
de forma considerable. Al anidar en huecos de muros, bajo tejas y en
sistemas de aireación de los edificios, generan problemas de
obstrucciones e incluso deterioro de tejados. Al ser una especia muy
gregaria, sus movimientos son en bandadas, se mueven juntos, comen
en grupos, e incluso duermen en grupos multitudinarios (en el caso
del Estornino pinto), lo que produce serias molestias para los
vecinos de las casas próximas a sus dormideros. También supone una
competencia para gorriones y palomas, ya que se disputa con esas
aves los lugares para dormir y comer.
Las ventajas
Pero no todo son problemas. Los estorninos, como otras muchas
especies animales que encuentran su hábitat en la ciudad, producen
beneficios que, en la mayoría de los casos, compensan las molestias.
Estas aves se alimentan de invertebrados, es decir pequeños
insectos, larvas, gusanos, y ayudan a la desaparición de plagas.
También se alimentan de frutas, semillas y, por el contacto con el
hombre, de restos de basuras y residuos orgánicos.
VUELVEN LOS ESTORNINOS...
NACEN Y SE MULTIPLICAN
En poco más de un mes nuevas bandadas pueblan los cielos de la
ciudad con individuos jóvenes
La población urbana de estornino negro crece e tal forma que desde
el inicio del verano por cada pareja hay cinco pollos volantones
JUAN ENRIQUE GÓMEZ / MERCHE S. CALLE
En ocasiones, los estorninos desparecen de las plazas y sus
dormideros. Suele ocurrir en los meses del inicio del otoño.
Volverán, a realidad es que su desaparición no es más que un
espejismo motivado por la disminución de poblaciones y la
consecuencia de un verano con menos tasas de reproducción, una
tendencia que ha cambiado por completo. Cada tarde, al ponerse el
sol, miles de ejemplares de estornino negro (Sturnus vulgaris)
vuelan en bandadas cerradas en dirección a la ciudad. Se posan en
los cables del tendido eléctrico, grúas y tejados para contemplar la
puesta de sol y ocupar sitio en sus dormideros, sobre todo en las
plazas de la Trinidad y Bibrambla, donde comerciantes pensaron que
ya se habían librado de una plaga que han sufrido desde hace casi
una década y que este año ha vuelto.
Los ornitólogos sabían que la huida de las aves no era permanente y
que con la llegada del verano los estorninos volverían a ser
evidentes en el cielo de la ciudad. “Cualquiera que observe las
bandadas cuando están posadas en los cables y tejados puede ver que
hay una gran cantidad de individuos que son de tonalidades marrones
y algo más pequeños. Son ejemplares jóvenes nacidos este mismo año,
hace solo unas semanas y que se pueden contar por cientos”, afirma
el naturalista y miembro de SEO/Birdlife y coautor del libro “Las
Aves de Sierra Nevada', que considera que la vuelta no es más que el
desarrollo normal de la especie, de la tasa de reproducción normal
de estas aves.
El estornino negro es una especie sedentaria aunque algunos
individuos pueden marcharse de sus poblaciones originales aunque no
recorren largas distancias. Los que se quedan en un mismo lugar
inician su periodo reproductor los meses de marzo y abril y se
mantienen criando hasta final de junio.
Cada hembra realiza entre dos y tres puestas cada año, y en
ocasiones podría llegar a cuatro, aunque sería excepcional. En cada
ocasión ponen cuatro o cinco huevos (pueden llegar a seis en algunos
lugares dependiendo de las condiciones ambientales), “pero lo más
significativo es que ante la falta de depredadores y la facilidad
que tienen para conseguir alimento en los alrededores de las
ciudades, lo habitual es que casi la totalidad de los polluelos que
nacen prosperen y puedan abandonar el nido”. Eso significa que por
cada hembra se generan cuatro o cinco aves más que incrementan la
bandada, y eso dos o tres veces en un periodo de poco más de tres
meses. “En periodos de entre 18 y 25 días los polluelos están en
condiciones de abandonar los nidos y seguir a la bandada”, dice
Jorge Garzón. Las colonias de estorninos urbanos se hacen cada vez
más numerosas, pero con un índice exponencial asombroso, por cada
1.000 hembras pueden salir 4.000 estorninos más por puesta de
huevos, y si tiene dos puestas, que es lo habitual, serán 8.000. En
el caso de que parte de las hembras logren poner tres veces, la
cifra podría llegar a 10.000 ejemplares por cada millar de hembras
en solo un periodo reproductor.
Para los especialistas, la masiva presencia de estas aves en la
ciudad significa claramente la degradación del entorno natural y que
cada vez es más difícil conseguir alimento por la ausencia de
cultivos, la degradación de espacios, “e incluso la dificultad de
conseguir agua, ya que muchas acequias están entubadas y los riegos
a manta ya no se hacen. Las aves también saben ya que no pueden
beber en puntos de riego por goteo porque las sustancias que se
incluyen en el agua para abonar la tierra, les matan. Todo eso hace
que cada vez acudan más a las ciudades, donde tienen comida, refugio
y ausencia casi total de depredadores”, dice Garzón.
Los métodos de control de plagas como los biosonidos y presencia de
rapaces no han dado resultado. “Las aves se acostumbran a ruidos y
elementos que saben que no suponen un peligro para ellas, y tendrían
que muchas rapaces para poder ahuyentar a colonias de estorninos tan
numerosas como las que se concentran en las ciudades”. No tiene
lógica afirmar que una pareja de halcón peregrino ahuyentó a los
estorninos de Granada en el pasado otoño cuando los estudios
realizados sobre la alimentación de rapaces indican que solo un 4%
de las presas de halcón peregrino eran estorninos.
Tres polluelos de estornino negro esperan la llegada de su madre
para que les alimente.
FOTO: LEANDRO CASANOVA
En ámbitos rurales los estorninos tienen una existencia más
tranquila y los nidos se sitúan en lugares más accesibles.
Los nidos de las dos especies, pinto y común, albergan entre tres y
cuatro polluelos que son alimentados por sus padres de forma
incansable. Es el resultado de la segunda puesta.
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