Pica,
muerde y envenena
Animales y plantas desarrollan sistemas urticantes de defensa ante
depredadores y el hombre
Más tiempo al aire libre incrementa el riesgo de ser víctima de
serpientes, avispas, ortigas y otros organismos aparentemente
inofensivos
Por Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle / IDEAL /WASTE MAGAZINE

En la naturaleza el hombre es una especie más en competencia
directa con el resto de los seres vivos. Todos y cada uno de ellos
han desarrollado sistemas para defenderse y sobrevivir en lo que,
sin duda alguna, es un medio hostil. Unos poseen métodos para
inyectar sustancias tóxicas que tienen la misión de paralizar e
incluso matar a sus víctimas, otros utilizan sus aguijones
emponzoñados de veneno cuando son atacados. La mayoría ponen en
marcha estrategias de supervivencia que casi siempre tienen como
objetivo conseguir comida y defenderse. Su traslación a la
relación con el hombre es simple: pican, muerden, envenenan, y en
algunos casos, matan.

La península ibérica y especialmente el sureste español no es
especialmente peligroso en este sentido, son muy pocos animales y
plantas que puedan considerarse letales para el hombre, pero sí
hay una verdadera legión de otras que pueden provocar daños, en
algunos casos graves, y molestias que puedan acabar en el
hospital. Entre las especies letales solo se puede hablar de
escorpiones, alacranes y víboras, pero tanto las dos primeras,
como la serpiente ibérica más temida, son escasos y no les suelen
gustar los espacios con presencia humana. Cada grupo animal tiene
sus elementos peligrosos. Si caminamos, comemos o dormimos en el
campo, todos sabemos que tenemos que tener especial cuidado con
algunos de ellos como abejas y avispas, que suelen concentrarse
junto a zonas con agua, albercas, acequias y charcas.
Precaución
Hay que tomar especiales precauciones a la hora de comportarnos.
Levantar piedras implica poder encontrarse con reptiles que se han
escondido bajo ellas a nuestro paso. Entre ellos solo la víbora es
venenosa para el hombre, aunque en cualquier caso la mordedura de
la culebra de escalera, o la de agua (Natrix maura), o la culebra
bastarda, será dolorosa y dejará las marcas de los colmillos. No
atacará si no es para defenderse. También podremos dar con
lagartos, que no son venenosos, pero sus hileras de dientes tienen
la particularidad de que no sueltan su presa lo que puede provocar
heridas de cierta gravedad. Lo normal, en todos los casos, es que
huyan antes de atacar.
Bajo las piedras viven multitud de invertebrados. Es el grupo más
numeroso y con mayores posibilidades de picar y dar un susto.
Escolopendras (Scolopendra cingulata), conocidas como ciempiés
suelen ocultarse en esos espacios. Clavan unos aguijones
(forcículas) que paralizan a sus víctimas, y al hombre le provocan
una hinchazón que en ocasiones puede ser grave. La picadura
es dolorosa, pero no mortal.
Las arañas también tienen que tenerse en cuenta. En España no hay
ninguna letal, pero la mayoría de ellas, sobre todo las más
pequeñas, producen picaduras semejantes a las de los mosquitos, ya
que inyectan una sustancia tóxica. La más habitual es la de jardín
que suele huir del hombre, pero si pica, provoca una molesta
hinchazón.
Aculepeira armida. Arañas
Orugas
Las orugas de las mariposas también pueden ser peligrosas para el
hombre. La más conocida es la procesionaria, que posee pelos con
sustancias urticantes que se sueltan cuando algo roza con ella y,
como las pequeñas agujas de las medusas, sueltan una sustancia
tóxica en su víctima. Ante un nido de procesionarias del pino
(bolsas blancas en las ramas de los árboles) o un grupo de orugas
desplazándose como en procesión por el suelo, lo mejor es no tocar
ni el nido ni las orugas.
Otras especies de invertebrados como los escarabajos, mariposas,
libélulas, la mayoría de las moscas, e incluso las mantis
religiosas, no pican.
Oruga de
procesionaria
Las plantas
Encontrarse atrapado entre una maraña de ortigas en cualquier
camino o vereda, es algo que ha pasado a casi todo el mundo, y
hemos aprendido de ello. Las ortigas, plantas de una gran belleza
cuando están en flor, provocan picaduras de tal calibre que pueden
llevar a una persona estar convaleciente durante semanas, e
incluso provocar daños graves en personas alérgicas o
especialmente sensibles. La gran mayoría de las especies vegetales
poseen propiedades que, mal utilizadas, pueden ser tóxicas para el
hombre, e incluso mortales. Desde la clásica emborrachacabras, que
provoca mareos y alucinaciones en el ganado, a las amapolas con
sustancias opiáceas, como las
Papaver somniferum. Pero
entre las que podemos ver en lugares típicos de excursiones y
paseos, hay que tener cuidado con la dedalera, la
Digitalis
purpurea (habitual entre los roquedos y veredas de Sierra
Nevada), que llama la atención por sus campanitas rojas de gran
belleza. Se usa como tónico cardiovascular, pero el polvo de
digitalia puede ser mortal si se usa mal.
También son tóxicas plantas tan habituales como las adelfas que
hay en todos los jardines. Comer sus hojas puede producir
problemas de estómago, e incluso paro cardíaco. No se debe dejar
que los niños pequeños se acerquen y toquen las hojas y flores.
Algo similar ocurre con otra planta muy común, la hiedra. Un
simple contacto con la piel puede provoca dermatitis, con
enrojecimiento e incluso pequeñas ampollas. Las bayas no deben
ingerirse nunca ya que provocan diarreas, vómitos y náuseas.
Otras especies de gran belleza esconden trampas peligrosas. Es el
caso de la pequeña
Ononis spinosa, llamada peine de asno,
tiene una afilada aguja detrás de sus preciosas florecillas,
y las rosas silvestres, que junto a sus flores presentan mil y una
espinas curvas que se enganchan y no se sueltan. Los frutos rojos
de los tejos, cultivados en jardines, generan unas toxinas que
pueden provocar convulsiones.
Como ocurre con la fauna, para el mundo de la flora lo mejor es no
tocar ni alternar nada que no conozcamos. Las plantas como
cualquier ser vivo, también se defienden.
Más víboras en la media y alta montaña
La presencia de víboras en pedregales y zonas de matorral se ha
incrementado en los últimos años en parajes de Sierra Nevada y la
Alpujarra, incluso cerca de la costa. Se distingue de otros
reptiles por su color grisáceo y manchas oscuras en zig-zag. Le
gusta tomar el sol sobre pequeños arbustos junto a piedras con
escondrijos, por lo que puedes toparte con ellas.
No
solo son las medusas
En la playa no solo hay que tener cuidado con las pequeñas
medusas. Hay otras especies que pican en los mismos sitios donde
nos bañamos. Las más habituales con los erizos, cuyas púas liberan
una sustancia urticante al clavarse en la piel, y las anémonas,
que en algunos lugares llaman ortiguillas. Los tentáculos de estos
invertebrados marinos también son urticantes para el hombre. Otra
de las especies comunes de las zonas de rocas junto a las playas,
son las actíneas, los tomates de mar. Al tener un rojo muy
atractivo llama la atención de los niños que intentarán tocarlos
con la mano. Son urticantes y producen irritaciones de la piel.
La peligrosidad de los peces se centra casi exclusivamente en las
arañas, cabrachos y morenas, pero no es habitual encontrarlos en
zonas de aguas someras y con gente bañándose.