La
educación y la gestión ambiental
Nos enfrentamos a una auténtica crisis ambiental y la gravedad de
la crisis se manifiesta en su carácter local y global.
Por Cristian Frers - WASTE MAGAZINE
Desde siempre la especie humana ha interaccionado con el ambiente
y lo ha modificado, los problemas ambientales no son nuevos. Sin
embargo, lo que hace especialmente preocupante la situación actual
es la aceleración de esas modificaciones, su carácter masivo y la
universalidad de sus consecuencias.
Los problemas ambientales ya no aparecen como independientes unos
de otros sino que constituyen elementos que se relacionan entre sí
configurando una realidad diferente a la simple acumulación de
todos ellos. Por ello, hoy en día podemos hablar de algo más que
de simples problemas ambientales, nos enfrentamos a una auténtica
crisis ambiental y la gravedad de la crisis se manifiesta en su
carácter local y global.
Sin embargo, no podemos limitarnos a percibir esta crisis como un
conflicto en el que determinados planteamientos sobre la vida y
sobre el mundo resultan inadecuados. Si somos conscientes de que
sólo en un ambiente de crisis se consideran y se desarrollan
soluciones innovadoras, parece claro que tenemos ante nosotros el
desafío de encontrar en la crisis una ocasión para reinventar de
forma creativa nuestra manera de entender y relacionarnos con el
mundo.
¿Cuál es el papel que juega la educación ambiental y los
educadores ambientales en la preservación del ambiente y en el
mejoramiento de las condiciones de bienestar de la comunidad?
El sencillo hecho de caminar por el campo y tener contacto con la
naturaleza nos pone de manifiesto la relación existente del hombre
con ella; cuando observamos un cultivo, un riachuelo, un bosque,
un jardín, un lago; cuando nos desplazamos en un automóvil, en una
bicicleta, en una moto, en una carreta o en un caballo, estamos
frente a nuestro entorno, es decir, ambiente. Pero la gran
realidad es que toda la armonía está en función del ser humano y
es éste, al final, el menos requerido en la naturaleza para
mantener un equilibrio biológico, amén de ser el causante de las
degradaciones y rupturas ambientales.
El ser humano con toda su inteligencia, como parte del entorno
natural, está en capacidad de conocer y transformar un mundo a su
antojo y posibilidades; pero hay un interrogante que cada día nos
asombra y cuestiona: ¿Realmente estamos construyendo un mundo
habitable, lleno de aire puro, de olores agradables, de colores
fascinantes, de formas variadas y de ecoternura por los que allí
viven, donde se pueda compartir con armonía, con cariño y con
gusto?
Argentina, necesita poner en ejecución unas políticas en educación
ambiental que orienten los esfuerzos de numerosos grupos que, de
manera organizada o no, realizan acciones tendientes a
racionalizar las relaciones del ser humano con el medio natural o
transformado. Necesariamente, esta política debe tener como
referentes, las estrategias que en este sentido se han formulado
tanto a nivel internacional como nacional, dado que la
problemática que pretende soluciones y las potencialidades que
apuntan a reforzar atraviesan las fronteras locales y nacionales.
Atendiendo al carácter sistémico del ambiente, la educación
ambiental debe ser considerada como el proceso que le permite al
individuo comprender las relaciones de interdependencia con el
entorno, a partir de conocimiento reflexivo y crítico de su
realidad biofísica, social, política, económica y cultural, para
que, a partir de la apropiación de la realidad concreta, se puedan
generar en él y su comunidad actitudes de valoración y respeto por
el ambiente. Estas actitudes, por supuesto, deben estar enmarcadas
en criterios para el mejoramiento de la vida y en una concepción
del desarrollo sostenible.
Es por esto que la ciudad de Carmen de Areco, debería impulsar a
través de sus escuelas y colegios un programa de educación
ambiental, dirigido a niños y jóvenes, para involucrarlos
activamente en el conocimiento ambiental y en el manejo de los
recursos naturales. La propuesta, tendría que entenderse como una
acción complementaria a la formación educativa en los colegios, ya
que está dirigida a brindar a niños y jóvenes oportunidades de
aprendizaje, que vinculen la experiencia cognitiva con la
vivencial, a través de prácticas de campo, relación con
comunidades campesinas, excursiones y talleres de reflexión sobre
la gestión de los recursos naturales.
La propuesta debería promover en los niños, niñas y jóvenes
valores de respeto a la diversidad cultural, a la naturaleza, al
trabajo campesino, de modo que se favorezca una relación más
estrecha y solidaria entre el mundo rural y urbano.
Difícilmente se pueda encarar el tema en forma óptima si no
contamos con ciudadanos que sean conscientes y se preocupen del
ambiente y sus problemas, que posean los conocimientos, actitudes,
motivaciones, deseos y aptitudes necesarias para trabajar de
manera individual y colectiva en la solución de problemas actuales
y en la prevención de otros nuevos.
Hechos y actitudes cotidianas, sencillas, resultan un gran aporte
y denotan ciudadanos responsables y solidarios con su entorno:
reducir los volúmenes de residuos que generamos diariamente
evaluando si lo que compramos es realmente necesario, evitar los
envoltorios y los envases descartables, disponer estos residuos
correctamente (en bolsas adecuadas, bien cerradas y en el horario
correcto), no tirar basura en la calle, ni en los arroyos, ni en
las bocas de tormenta, entre otras muchas acciones.
La educación es, a la vez, producto social e instrumento de
transformación de la sociedad donde se inserta. Por lo tanto, los
sistemas educativos son al mismo tiempo agente y resultado de los
procesos de cambio social. Ahora bien, si el resto de los agentes
sociales no actúa en la dirección del cambio, es muy improbable
que el sistema educativo transforme el complejo entramado en el
que se asientan las estructuras socioeconómicas, las relaciones de
producción e intercambio, las pautas de consumo y, en definitiva,
el modelo de desarrollo establecido.
Puesto que la educación ambiental implica un trabajo
interdisciplinario derivado del carácter sistémico del ambiente y
de la necesidad de aportar los instrumentos de razonamiento, de
contenido y de acción, desde las diversas disciplinas, áreas del
conocimiento y perspectivas, el educador ambiental deberá
responder a tal concepción. Por otro lado, es importante tener
presente que los procesos de formación, actualización y
capacitación deben hacer especial énfasis en el desarrollo del
sentido de pertenencia a una comunidad, a una localidad, a una
región y a una nación que tienen características específicas.
Esto implica la necesidad de incluir los programas de educación
ambiental en la planificación y en las políticas generales,
elaboradas a través de la efectiva participación social.
Demasiadas veces se cae en la tentación de realizar acciones
atractivas, con una vistosa puesta en escena y grandes movimientos
de masas, que no comprometen demasiado ni cuestionan la gestión
que se realiza. La educación ambiental debe integrarse con la
gestión y no ser utilizada como justificación ante las posibles
deficiencias de ésta.Ç
Bajo esta perspectiva, es sumamente importante que el educador
ambiental, de manera dinámica, organice sus actividades escolares
en común acuerdo con sus alumnos, permitiendo que ellos conozcan,
manejen y practiquen, tanto sus derechos como sus deberes, los
cuales poseen con sus municipios y consigo mismos.
El reto que tenemos planteado hoy en día es el de favorecer la
transición hacia la sostenibilidad y la equidad, siendo
conscientes de que esta transición requiere profundos cambios
económicos, tecnológicos, sociales, políticos, además de
educativos. Así pues, aun reconociendo las enormes potencialidades
de la educación ambiental, no podemos convertirla en una falsa
tabla de salvación.
Cristian Frers - Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico
Superior en Comunicación Social
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