Democratizar
la CIENCIA-SOCIEDAD
El camino hacia el Desarrollo Sostenible
Por el Dr.M.Sommer / Ökoteccum-Alemania / WASTE MAGAZINE
Ha llegado el tiempo de democratizar el conocimiento científico
para enriquecer el acervo de la sociedad, como camino hacia el
desarrollo sostenible.
Ø En la Cumbre de la Tierra de la ONU en Río, 178 gobiernos se
comprometieron que todo individuo debería tener acceso a
información acerca del medio ambiente, debería poder participar en
el proceso legislativo medioambiental y debería poder emprender
acciones judiciales en temas ecológicos. Estos derechos, recogidos
en el Principio 10 de la Declaración de Río, se consideraban como
la clave para transformar nuestras sociedades en democracias de
desarrollo ambientalmente sustentado.
Ø El Convenio de Aarhus (ONU, 1998) fija las normas básicas para
el fomento de la participación de los ciudadanos en los asuntos
medioambientales y les da la posibilidad de expresar su opinión
sobre decisiones que afectan al planeta.
Ø La innovación constituye un proceso complejo interelacionado con
factores tales como la fuerza de la base de conocimientos, los
acuerdos institucionales, la cualificación de la mano de obra, la
apertura de la economía y una habilidad global para incorporar
mejoras logradas en el país o sectores.
En este complicado inicio de siglo XXI, la brecha es cada día
mayor entre los sectores más beneficiados y aquellos, que no
pueden satisfacer sus necesidades básicas, es signo inequívoco de
un devastador proceso regresivo. Callar en tiempo de injusticia
social es convertirnos en cómplices del sistema porque, encima,
esta loca carrera neoliberal impuesta por el pensamiento único y
los grupos de poder que la animan no tiene futuro.
En el marco de la globalización tecnológica y comercial también se
ha universalizado el estado de crisis, en especial para las
comunidades de los países en desarrollo, por su histórica
fragilidad estructural. Una de las paradojas del asunto es
que los países económicamente pobres son los más ricos en recursos
naturales y en diversidad cultural. La solución para tantos
problemas debe basarse en la aplicación de varias ideas: igualdad
de oportunidades en el terreno comercial, protección ambiental,
equidad social y acceso al conocimiento científico y tenológico en
condiciones justas. Hoy día todos hablan de desarrollo sostenible,
pero muy pocos comprenden el alcance del mismo, en materia de
cambios estructurales de fondo que habría que imponer para hacerlo
realidad.
Desde los comienzos de la humanidad ha existido una estrecha
relación entre los elementos naturales -sean vivos o no, sean
considerados « útiles » o no. Pero hoy esas interrelaciones han
adquirido un grado de complejidad tal que dificulta mucho la
compresión de los problemas derivados de ellas. Hay que
tomar decisiones rápidas y valientes. También deben ser ingeniosas
e innovadoras. Pero, si hablamos de una meta donde las comunidades
se revelen contra la marginación y la falta de equidad, y trabajan
para el cambio, no podemos soslayar el uso de la principal
herramienta para lograrlo. Nos referimos al "CONOCIMIENTO", ese
caudal de información, experiencias e ideas capaz de hacernos
comprender la trama de la realidad.
En la actualidad, ya no es tan importante la producción de bienes
de consumo- representa cada vez una porción menor en el producto
bruto interno de los países desarrollados, un segmento nuevo ha
surgido con la revolución informática "LA INDUSTRIA DEL
CONOCIMIENTO". Hoy hay software para sistemas contables, para
manejar planillas, para dar citas en un hospital, para navegar por
satélite en las ciudades etc. Es el reflejo de esta nueva
industria del conocimiento, que de por si no reemplazará a las
actividades primarias, pero que será -no cabe duda- cada vez mas
importante en la economía.
Un conocimiento que debe ser compartido por todos los pueblos si
se quiere hablar de equidad. La calidad de vida de las personas
depende cada vez más del conocimiento científico y tecnológico, el
acceso al mismo se ha transformado en uno de los pilares de esa
sociedad idealizada. La divulgación científica debera promover la
transformación de la sociedad, en tiempos donde el desarrollo
sostenible se presenta como la única opción lógica y coherente. El
éxito se alcanzará cuando se logre construir el puente entre la
investigación y la población; paso esencial para que la ciencia se
vuelva parte de la cultura.
Hasta hace poco la ciencia parecía algo incuestionable y el
estereotipo de un hombre de bata blanca, simbolizaba el
conocimiento, la inteligencia y la sabiduría. Se podía confiar en
lo que dijese, hiciese y produjese hasta la Bomba. Añádanse los
pesticidas, el agente naranja, el calentamiento global etc. El
resultado hoy en día es la desconfianza en la ciencia y en las
nuevas tecnologías. Sin embargo, ahora que la mayoría del mundo
vive en la era tecnológica, o como muchos la denominan, la
sociedad del riesgo, la opinión pública y los políticos necesitan
cada vez en mayor medida volverse hacia la ciencia en busca de
respuestas y consejos. Mientras no tengamos conceptos claros,
precisos, actualizados y ajustados a la época, no será posible
tener buena orientación y por ende no se logrará Norte ni puerto
seguro.
El hombre moderno ha roto todo vínculo con la naturaleza sin
respetar los principios del orden natural llegando así a un estado
de cosas tal donde el punto de retorno se toma cada vez mas
dificultoso. Para la búsqueda de esa perfección de la que hablaban
los antiguos, el hombre debe restaurar los lazos que lo unen con
la naturaleza física y con el contorno institucional, enriquecido
por la tradición espiritual y cultural. Vivimos en una época de
divorcio, de ruptura con Dios, de desunión de las personas, todo
se ha vuelto fungible , y que fungibilidad universal es sin lugar
a dudas los que se ha dado en llamar "el desierto del hombre". El
hombre entonces, no abraza a la naturaleza, mas bien no la
fecunda, la esteriliza. La vuelta absoluta a la naturaleza sin mas
es una quimera, pero igualmente nefasta es la separación excesiva
de la misma. En efecto, deberemos encontrar el equilibrio que nos
proporcione el respecto del orden natural físico y el ajuste al
orden natural moral. Santo Tomás enseña que el hombre es sociable
por naturaleza, esto significa que siempre necesitamos
inexorablemente del prójimo. Del mismo modo el hombre moderno
deberá detenerse a observar su alrededor para comprender la
magnitud del daño irreversible que le está causando a su prójimo,
la naturaleza.
El orden natural nos invita a adaptarnos a su realidad, a
respetarlo como condición de nuestra misma realización individual.
Este orden podemos aceptarlo o rechazarlo en todo o en parte: esto
constituye nuestra actitud ética fundamental; insertarnos o no en
este orden, con la consecuencia inevitable para nosotros, en cada
caso, de realizarnos, ser más nuestro ser, o definitivamente
atomizarnos en la medida en que no respetamos ese orden. Nosotros
todavía poseemos la espada de la palabra, del grito, de la
denuncia y de la propuesta alternativa por otro mundo mas justo y
solidario.
De manera invariable esto provoca dificultades y una de las mas
importantes es que la opinión científica rara vez evoluciona con
la misma rapidez que las crisis políticas, cada nuevo problema
sucita un nuevo conjunto de interrogantes.
La ciencia avanza y la sociedad tiene que ser consciente de que
unicamente a través de la ciencia podemos progresar y sobrevivir,
por ejemplo, desde el punto de vista económico y medioambiental.
El desastre de Chernobil, las vacas locas y la alarma producida en
Bélgica por las dioxinas convirtieron el debate sobre ciencia y
sociedad en algo muy diferente a lo que era hace 25 o 30 años, y
debilitan la aceptación de la nueva tecnología.
Necesitamos replantear la dinámica entre la ciencia y los
ciudadanos en una democracia.
Necesitamos averiguar si nos hacen falta elementos reguladores a
determinados niveles con respecto a temas controvertidos,
por ejemplo la fabricación de organismos modificados geneticamente
o el cambio climático.
Necesitamos pasar del debate filosófico a la acción que pueda
aplicarse cada dia. El peor planteamiento consiste en quedarnos
quietos y no hacer nada. Los ciudadanos deberian estar en
condiciones de participar en los debates cientiíicos que sean
relevantes para su vida, la ciencia debería responder mejor a las
necesidades sociales y que esto puede lograrse sin poner en
peligro la calidad científica. Cada vez mas los ciudadanos y los
protagonistas deberían asociarse estrechamente con las decisiones
que les afectan, y exigir que las prioridades políticas reflejan
sus principales preocupaciones. Por consiguiente, las relaciones
entre ciencia y gobernación constituyen una cuestión clave que el
Mundo debe afrontar para aprovechar plenamente las inmensas
oportunidades creadas por las instauración de la economía y la
sociedad del conocimiento, recuperar el sentido de propiedad y el
propósito común entre sus ciudadanos, y reducir - tanto el ámbito
interno como en el internacional el potencial de disputas y
conflictos.
No resulta tarea fácil motivar al público a interesarse por los
temas científicos. Quizás porque la alta tecnología que hoy nos
rodea en nuestro hogares, en el trabajo o en el esparcimiento,
podemos disfrutarla plenamente, sin necesidad de comprender más
allá de lo mínimo para hacerla operativa. Pero, eso
debe cambiar. La importancia del conocimiento científico aplicado
ha alcanzado tal dimensión, que hace imprescindible un
involucramiento mayor de las personas en su devenir. Realizar
correctamente el trabajo de divulgar no es tarea fácil por las
múltiplas dificultades que hay que superar.
Nos adentramos en la civilización del conocimiento. Cada vez tiene
mayor incidencia en el desarrollo y la prosperidad de los pueblos
es evidente que el impacto macroeconómico de la generación de
conocimiento depende de que se difunda la información sobre
la innovación, que se extiende la utilización de los nuevas
tecnologías y que los sectores tradicionales los adopten. La
investigación y el desarrollo deben encajar en un marco de valores
para producir beneficios, esto ayudara a fortalecer el
funcionamiento democrático de las naciones porque eleva el nivel
educativo de sus personas. El desarrollo ciéntifico aportará al
desarrollo socioeconómico. Lo que realmente necesita la ciencia es
la compresión del público en el sentido moderno, esto es, dialogo
y asesoramiento científico, que depende de la interacción con el
público, como en la democracia, donde la política debe
comprenderse.
La ciencia se debe acercar a los ciudadanos, salir a las calles,
ir a los hospitales y, en todos los sitios se debe preguntar. El
dialogo debe generarse en torno a los asuntos cotidianos y a los
temores. Cuando la población percibe que algo es importante para
ellos, quieren aprenderlo, como se demostró cuando poblaciones
sufrieron innundaciones y cambios climáticos el año pasado y este
año, en todo el mundo. Si bien existen excelentes divulgadores,
muy respetados en el mundo científico, también es cierto que el
hermetismo académico sigue siendo un gran obstáculo para la
apertura cognitiva de lo científico hacia la sociedad.
Los científicos lentamente se están dando cuenta ahora de que su
costumbre de trabajar en una torre de marfil, y de prácticamente
ignorar lo que sucedde alrededor de ellos, debería cambiar poco a
poco. Lo que continua faltando en la mayoría de los casos son las
aptitudes necesarias para adaptar el enfoque mental de un
periodista.
En una sociedad del conocimiento, la democracia exige que los
ciudadanos dispongan de cierta cultura científica y técnica
básica. Su adquisición y actualización se han vuelto tan
imprescindibles como la alfabetización o el aprendizaje de
cálculo. Cada vez tiene mayor incidencia en el desarrollo y la
prosperidad de los pueblos. Ahora bien, aparte de estos
conocimientos generales, los paises en vías de desarrollo deben
disponer de un colectivo de científicos que le permitan garantizar
el desarrollo socioeconómico. Pero para educar hay que invertir. Y
mientras se van cumpliendo las etapas planificadas de la
educación, resulta imprescindibles generar en el ámbito de los
paises, las condiciones necesarias de mercado laboral,
investigación y capacitación permanente, para retener a los
mejores profesionales. Es obvio que ello no está ocurriendo en los
países en vía de desarrollo. Por el contrario, las inversiones en
educación se encuentran lejos de los niveles deseados. La
situación resulta mucho más grave si consideramos la inversión en
investigación científica y tecnológica que es, a la postre, la
responsable en la generación del conocimiento aplicado. Si no son
capaces los países de generar productos en el ámbito local, deben
ser adquiridos en el mercado internacional, asumiendo sus elevados
costes. La ciencia sin la capacidad empresarial es como un coche
deportivo sin ruedas, atractivo pero que no va a ninguna parte. La
innovación solo beneficia realmente a la sociedad cuando la
investigación va a la búsqueda de mercados. El retraso que hay
entre los rápidos cambios del mundo de la ciencia y la tecnología
y las reacciones relativamente lentas de los responsables
políticos en el análisis de la importancia de esos nuevos
desarrollos tiene consecuencias desastrosas.
Demasiado a menudo la comunidad empresarial no consigue comprender
la ciencia que hay en la nueva investigación, mientras que los
científicos tienen poca idea sobre cómo crear y hacer funcionar
una empresa.
Cada vez es más evidente que el impacto macroeconómico de la
generación de conocimientos depende de que se difunda la
información sobre la innovación, que se extiende la utilización de
las nuevas tecnologías y que los sectores tradicionales las
adopten. El desafío para la próxima generación es como
aumentar la velocidad en que la investigación se convierte
en la tecnología del futuro y contribuye a aumentar la
productividad y la competitividad en el Mundo. La riqueza de las
naciones no está más en la producción de bienes de consumo, sino
en el conocimiento y valor agregado de las actividades.
La verdadera pregunta que se nos plantea es la de .a dónde
llegaremos como resultado de este proceso? Aquí y ahora debemos
levantar el estandarte de la racionalidad material, en tormo al
cual debemos agruparnos. No solamente nos confortamos a un nuevo
sistema social, sino también a nuevas estructuras de conocimiento,
en las que la sociedad y la ciencia no podrán seguir divorciadas y
retomaremos a la epistemología singular en pos del conocimiento
utilizada con anterioridad a la creación de la economía-mundo
capitalista. Si comenzamos a recorrer este camino, tanto en lo que
se refiere al sistema social en que vivimos como en cuanto a las
estructuras de conocimiento que usamos para interpretarlo,
necesitamos ser muy conscientes de que estamos ante un comienzo,
no, de ninguna manera, ante un final. Los comienzos son
inciertos, audaces y difíciles, pero ofrecen una promesa, que es
lo máximo.
Dr.M.Sommer
Ökoteccum-Alemania
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