Rally París-Dakar,
impacto en zonas vírgenes
Carrera
de impacto
Tubos de escape en el
desierto

CARRERA DE IMPACTO
Por J. E. Gómez - WASTE MAGAZINE
Fotos Efe/Reuters/Ideal
Todos los años, los desiertos del noreste de Africa son objeto de
uno de los mayores impactos ecológicos que se producen en el
mundo. Nadie alza la voz. Los gobiernos no sólo callan sino que
alientan y aportan fondos para la celebración del denominado Rally
París Dakar, (lo de París es un eufemismo porque casi nunca tiene
su salida en esta ciudad y realmente no comienza hasta llegar a
tierras africanas), una caravana de impacto formada por cientos de
vehículos todo terreno, motos, camiones y helicópteros,
especialmente preparados para los rigores del desierto a alta
velocidad, todos ellos acompañados por cientos de personas y una
verdadera división logística cargada de carburantes, aceites
pesados, neumáticos, pinturas y toda clase de elementos
contaminantes. Durante varios días recorren unas tierras vírgenes,
rompen sistemas de dunas, plantas que han necesitado muchos años y
esfuerzos para crecer en durísimas condiciones ambientales,
destrozan vestigios arqueológicos y paleontológicos junto a
construcciones ancestrales y pasos milenarios. El rugir de los
motores altera, en algunos casos de forma irremediable, el
ecosistema y la vida de numerosas especies animales. Los
accidentes se suceden por las duras condiciones del terreno. En
cada uno de ellos se producen vertidos de combustibles y, tras
reparar los daños de los vehículos, se dejará en el suelo, para
siempre, el rastro inconfundible de la civilización de los albores
del siglo XXI.
Tubos de escape
en el desierto
por Andrés Cárdenas (artículo
publicado en IDEAL)
Cuando oigo el berrear desmesurado de un tubo de escape de
una moto siempre mando con la imaginación, claro está al
que lo lleva a dos partes: a la mierda o al desierto. Luego me
arrepiento, no de enviarlos a la mierda, sino de mandarlos al
desierto. Y es porque pienso que lo mismo que me asustan a
mí esos berridos tóxicos pueden asustar a la cabra que está
atada a la jaima del pobre saharahui, el cual sólo dispone del
silencio del desierto para alardear de una pizca de felicidad.
Cuando ese rally (París-Dakar) de pijos con yamahas pasaba por
Granada me asombraba la cantidad de gente que se apostaba en las
lindes del recorrido para ver pasar la carrera. Me
preguntaba cómo era posible que hubiera tanta gente interesada en
este evento que tan descaradamente pone de relieve que hay
gente que se divierte en un terreno donde sólo hay desgracias.
Nada menos que veinticinco años llevan los pobres del Frente
Polisario intentando que el mundo reconozca sus problemas y sólo
son noticia cuando intentan boicotear una carrera de capullos que
levantan una enorme polvareda en ese sitio que ellos tienen para
vivir. Todos los años por estas fechas los periódicos y la
televisión nos tiene puntualmente informados de quien va el
primero en una carrera en la que se pone de manifiesto el abuso
del poder del rico sobre el pobre, en una carrera que se convierte
en la prueba más evidente de que no ha remitido en los países
occidentales sus tendencias a considerar África una vieja colonia
donde sólo se va a expoliarla o a divertirse. En estos días he
oído a los enviados especiales de los medios de información hacer
el comentario de la etapa y me ha llenado de vergüenza el
desparpajo que tienen para decir quién gana o pierde la etapa y
para enumerar los peligros que conlleva el transitar a toda leche
por un sitio políticamente inestable e inseguro. Y digo que me ha
llenado de vergüenza porque en sus crónicas dejan dicho que los
héroes son los motoristas.
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