PAISAJES Y BIODIVERSIDAD
EN EL CALAR DE LA CRUZ
Sobre la cota máxima de la sierra de la Alfaguara, la mirada
recorre los dominios de Elvira
Ascender a la Cruz de Alfacar es descubrir los secretos de quienes
contemplaron el paso de la historia desde las colinas que al norte
cierran el valle de Granada
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Otea en todas las direcciones. Sostenido por las frágiles ramas
altas de un enebro, un pequeño escribano montesino, un ave del
tamaño de un gorrión, de marcados bigotes blancos al estilo de los
banqueros del XIX, lanza una llamada de alerta ante la presencia
de personas que ascienden por las sendas trazadas en el pedregal
de roca caliza, demasiado cerca del arbusto donde oculta el nido
en el que cuatro polluelos, ya creciditos, esperan el momento de
volar solos. Su presencia señala el final de las arboledas y el
inicio de un territorio hostil, donde sobrevivir implica un alto
grado de adaptación a condiciones meteorológicas adversas y con
una mayor escasez de alimento. El escribano montesino busca
invertebrados para alimentar a sus polluelos y semillas para él
mismo en los altos del calar de la Cruz de Alfacar (1.525 m), la
cumbre del cerro de mayor altitud de la sierra de la Alfaguara. Su
canto se extiende entre las rocas calcáreas, porosas, entre las
que aparecen los arbustos rastreros propios ya de la alta
montaña.. (...)

(...) Ascender a la Cruz de Alfacar es uno de los hitos montañeros
más clásicos de la Alfaguara, dentro del Parque Natural de la
Sierra de Huétor. Es coronar un cerro de dificultad media, de
modesta altitud si lo comparamos con las altas cumbres de Sierra
Nevada, pero que significa adentrarse en las singularidades
naturales y paisajísticas de las montañas que, desde el norte,
cierran la depresión de Granada y vigilan los pasos fronterizos
hacia el interior peninsular. La cumbre del calar es un pedregal
de rocas cortantes tapizadas de líquenes entre las que crecen
arbustos almohadillados, retamas, piornos y enebros, entre los que
compiten algunos retoños de pinos que los vientos del invierno no
dejarán crecer más allá del tamaño de los arbustos. Minúsculas
flores amarillas de Helianthemum se mezclan con el blanco de la
flor de las arenarias, especies habituales de los roquedos
semiáridos con sustrato calizo-dolomítico.
La cuerda del calar de la Cruz, es un conjunto de rocas sobre las
que no es fácil caminar, que al sureste contempla Sierra Nevada en
toda su extensión, al suroeste cae hacia el valle de Granada; al
oeste domina las tierras donde se ubicó la ciudad de Elvira, y al
norte camina hacia el interior de la Sierra de Huétor.
Una enorme cruz de hormigón, encalada de blanco, corona este cerro
en recuerdo de la que fue ubicada hace algo más de cien años y que
se encontraba destrozada por el impacto de un rayo desde mediados
del siglo XX. Un grupo de vecinos de Alfacar, por iniciativa
propia, trabajaron durante meses subiendo materiales en sus
mochilas hasta la cima del calar para reconstruir lo que para los
vecinos de esta zona y los montañeros conocedores de la media y
alta montaña granadina, es un icono de la Alfaguara y la sierra de
Huétor (reportaje en IDEAL 22-06-2012 “Montañeros rehabilitan la
Cruz de Alfacar”).
La
depresión de Granada y el embalse de Cubillas bajo el cerro de
la cruz
A la cima
Un conjunto de caminos, senderos y sendas llegan a la cumbre del
calar. El inicio de este recorrido es el recorrido habitual hacia
la Cueva del Agua, que parte desde el campamento de la Alfaguara a
través de bosques de repoblación hasta ascender al collado donde
se encuentra la cueva (cerrada con una gran reja), un territorio
de sotobosque donde es posible encontrar sorpresas botánicas como
una orquídea abortiva, Limodorum abortivum, y otra muy escasa:
Cephalanthera longifolia. A unos cincuenta metros de la entrada de
la cueva, el sendero se bifurca hacia la derecha camino de la Cruz
de Víznar, un recorrido que asciende por el cerro para dirigirse,
primero al oeste y después al este y a través de zonas rocosas,
bosques de altura y prados de montaña, llegar a la confluencia de
caminos de los altos de Puerto Lobo. Alrededor de un kilómetro
desde el cruce de la cueva, parte una senda a la derecha, casi
imperceptible, (está a unos 10 metros del tercer banco de piedra
que se encuentra en el recorrido) que se interna en el cerro de
Alfacar, asciende entre pedregales a través de una casi
desaparecida vereda señalada con mojones de piedras colocados por
montañeros. Conduce a la cuerda del calar y, al fondo, la cruz
señala la meta.
La vuelta no es fácil. Una opción es bajar por una senda a la
izquierda de la cruz que conecta con el camino hacia Víznar y que,
en dirección noroeste, vuelve a la Alfaguara por el camino de la
Alfaguarilla. La segunda opción, más corta pero de alta
dificultad, es bajar el calar por su cara norte, entre piedras y
rocas por una senda muy pendiente y casi invisible (también
marcada por hitos de piedra). Llega al bosque de pinos que
atraviesa el sendero que conduce de vuelta al punto de partida, el
campamento de la Alfaguara, pero a través de la Alfaguarilla, con
lo que se realiza un recorrido circular de aproximadamente tres
horas de duración para completar seis kilómetros entre ecosistemas
de bosque mediterráneo, pastizales y calares de montaña.
Sierra Nevada desde el calar de la cruz.
La Cruz de Alfacar, REHABILITACIÓN
Montañeros rehabilitan la cruz del pico más conocido de la
Sierra de Huétor
Por Juan Enrique Gómez / Ideal y Waste Magazine
Es uno de los símbolos más conocidos por montañeros y
senderistas de la provincia de Granada. La Cruz de Alfacar,
vuelve a tener la imagen de cuando se construyó, hace más de
cien años, en el cerro del Calar, a 1.525 metros de altitud. Un
grupo de vecinos de Alfacar, senderistas, han sido los artífices
de la recuperación de la cruz que se encontraba en un grave
estado de abandono, semiderruida, e incluso le faltaba uno de
sus brazos.

Fotos Gabriel Olivares, antes y después de la restauración
“Fue toda una sorpresa llegar al pico y encontrarnos que la
vieja cruz estaba completamente nueva, blanqueada y recuperada
en su totalidad”, dicen Gabriel Osorio y Arcadio Egea, autores
de diversos libros sobre senderismo en Granada, que aseguran que
junto con la llamada Cruz de Víznar, se trata de uno de los
elementos más significativos del Parque Natural de la Sierra de
Huétor y de la Alfaguara en particular. “Es uno de los sitios
donde todo el mundo se hace la típica foto de que han llegado a
la cima”, dice Gabriel Osorio. De hecho, los ‘blogs’ y espacios
en internet sobre senderismo están plagados de fotos de grupos
de montañeros junto a la Cruz de Alfacar, aunque hasta ahora con
la imagen de la cruz destrozada. Ya empiezan a aparecer las
imágenes con la nueva cruz, reconstruida y pintada de blanco.
La obra de rehabilitación, según el Ayuntamiento de Alfacar,
fue una iniciativa de un grupo de vecinos, que tuvieron que
pedir los permisos a la Delegación de Medio Ambiente de Granada,
para que desde el Parque Natural de la Sierra de Huétor
autorizasen a acometer el proyecto. Una vez que contaron con la
autorización, el problema fue el transporte de los materiales de
construcción, ya que gran parte de la distancia que hay que
recorrer se tiene que hacer a pie. Una parte del recorrido,
desde el pueblo hasta el interior de la Alfaguara se hacía en un
vehículo todo terreno, y el resto, andando y con mochilas para
llevar los materiales. Una caminata de 45 minutos. Un esfuerzo
que tiene su recompensa al comprobar que, desde el pueblo, ahora
sí se ve la cruz, y que todo el que llega a la cima aplaude la
iniciativa.
La Cruz de Alfacar, de la que no hay fecha exacta de su
construcción, aunque la estimación es de hace algo más de un
siglo, se encontraba muy deteriorada desde hace más de 50 años,
sin que nadie hiciese nada por su recuperación. Las dificultades
para el traslado de materiales fueron siempre el gran escollo.
Solo ha podido hacerse con el esfuerzo de estos senderistas, que
necesitaron una semana de trabajo para poder materializar la
reconstrucción.
BIODIVERSIDAD
ESPECIE ASOCIADA
UNA ORQUÍDEA ABORTIVA
Limodorum abortivum. Es una
de las joyas del bosque mediterráneo, una orquídea muy escasa que
crece sobre madera muerta. Es fácil de ver en el camino de acceso
a la Cueva del Agua.
Especies presentes en este espacio natural (Click en los nombres
para ir a fichas con datos y fotos)
Amelanchier ovalis subsp. ovalis
Anthyllis
vulneraria subsp arundana
Aphyllantes monspeliensis
Arenaria armerina
Arctostaphylos uva ursi
Argyrolobium
zanonii (Hierba de plata)
Berberis
hispanica (Agracejo)
Biscutella laxa
Carduus
platypus subsp granatensis
Cerastium
gibraltaricum
Ceterah officinarum
Chaenorhinum villosum
Cistus albidus (Jara
blanca)
Cistus
laurifolius (Jara)
Coris monspeliensis
Crataegus monogyna
Dianthus hispanicus
Erinacea anthyllis
Filago pygmaea
Geum sylvaticum
Gladiolus italicus
Helianthemum cinereum
rotundifolium
Juniperus communis
Juniperus oxycedrus (Junipero)
Limodorum abortivum
Linaria aeruginea subsp aeruginea
Linum narbonense
Ononis aragonensis
Orchis mascula
Paeonia coriacea
Pinus halepensis (Pino carrasco)
Pinus pinaster
Pinus sylvestris
(Pino silvestre)
Polygala boissieri (Poligala)
Quercus rotundifolia
Rhamnus alaternus
Rhamnus lycioides
(Espino negro)
Rhamnus myrtifolius
(Carrasquilla)
Rosa pouzonii
Salvia
lavandulifolia subsp vellerea
Saponaria ocymoides
Satureja intrincata
Saxifraga erioblasta
Sedum acre
Seseli montanum
granatense
Sideritis incana
Silene germana
Thymelaea pubescens
Thymus baeticus
Thymus granatensis
Ulex parviflorus (Aulaga)
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