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CADA CUAL A SU MANERA

La vida sexual de los invertebrados

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CADA CUAL... A SU MANERA

LA VIDA SEXUAL DE LOS INVERTEBRADOS
La naturaleza aporta mil y una formas de aparearse, en parejas, tríos, grupos, en solitario, y casi siempre sin pudor
Observar a los insectos puede deparar sorpresas, sus métodos de apareamiento resultan demasiado familiares 

JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE


Reproducirse es el objetivo fundamental de la totalidad de las especies animales y vegetales que pueblan la Tierra. La vida en la naturaleza gira alrededor de dos importantes parámetros: alimentarse y aparearse. Todas las actividades de vertebrados e invertebrados, como las migraciones en las aves, interacciones de unas especies con otras (caso de las hormigas que cuidan orugas de mariposas, por ejemplo), e incluso las relaciones sociales de grandes mamíferos, tienen esa finalidad. Hacer el amor, la fecundación con todo lo que lleva consigo, es casi igual en los mamíferos y en la mayoría de los vertebrados. Necesitan copular para que el macho pueda fecundar a la hembra. (...)

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https://wastemagazine.es/galerias/copulas/galeria1.htm
VÍDEOS * CÓPULAS Y CORTEJOS, playlist. Vídeo inicial: Anade Real, cópula en la laguna
VÍDEO: MERCHE S. CALLE Y  J. E. GÓMEZ





(...)      En esencia el método es el mismo aunque cada uno lo revista de singulares formas. Humanos, perros, gatos, caballos, cabras, vacas, ciervos... como todos los mamíferos, lo hacen de una forma similar, perfectamente conocida por los humanos, pero lo que poca gente sabe es que ocurre casi lo mismo en el mundo de los invertebrados, y que entre los insectos es donde se da una mayor variedad de formas y métodos para conseguir el objetivo común, perpetuar la especie.

En verano
Las altas temperaturas del verano favorecen la actividad reproductora de todas las especies. Un paseo de observación por prados, bosques y bordes de ríos, puede ser aleccionador. Es fácil ver ejemplares de libélulas macho y hembras (los machos generalmente son más vistosos) que vuelan juntos, uno detrás de otro, y como el final del abdomen del macho va enganchado a la parte posterior de la cabeza de la hembra. El macho utiliza sus apéndices anales para sujetar a su pareja mientras se produce la transferencia de esperma hacia la vesícula seminal de su compañera, en un sistema que se denomina ‘tanden’ y que utilizan especies habituales de los bordes de ríos y lagunas en la provincia de Granada, como la Sympetrum fonscolombii.
    Entre las libélulas hay otros métodos, uno de ellos es unirse en el protórax (entre la cabeza y el abdomen) y otros de las dos maneras, cabeza y protórax, que forman una imagen común en los campos, libélulas que dibujan un corazón paradas entre los juncos (Orthetrum chrysostigma, llamada libélula azul).




Fecundar
En la mayoría de los casos, la cópula de los invertebrados necesita de la introducción de algo similar a un pene, una protuberancia que lo que hace es transferir líquido seminal, para que un espermatozoide fecunde un óvulo, como en los humanos. Pero en insectos menos evolucionados, la inseminación es indirecta, aunque también necesita de cópula. Introducen  o sitúan en orificios de la hembra, una bolsa que se llama espermatóforo, que contiene los espermatozoides, sin que tenga que haber una eyaculación como tal. Es un método más habitual en insectos no alados, y también más difíciles de ver.



En el interior de flores y plantas es común encontrar, en el verano, insectos en diversas posiciones, muchas de ellas tan similares a las humanas que pueden dar qué pensar. Unos pequeños coleópteros alados, Lachnaia tristigma, de color anaranjado con puntos negros (como las cochinillas pero más alargados), pasan el día comiendo y copulando, en la misma planta, tallo y flor, el macho detrás y la hembra delante. No es una posición exclusiva de los mamíferos, sino que es habitual también en los invertebrados, y especialmente en los coleópteros, como los curculionidos, de los que forman parte unos bichitos con trompa (Larinus turbinatus, gorgojo de los cardos) que no se cortan para nada en subirse uno encima del otro y fecundarse sobre las flores de las que se alimentan.

Aunque las posiciones aparentemente ‘humanas’ son comunes entre todas las especies que forman el reino animal, lo más habitual es ver como insectos más evolucionados como las mariposas, se unen por el abdomen, ya que el macho y la hembra poseen sus órganos reproductores al final de esta parte de su cuerpo. Los lepidópteros, tanto nocturnos como diurnos, lo hacen así en cópulas que duran muchos minutos y durante las que son muy vulnerables, ya que la unión de los dos ejemplares merma su capacidad de huir ante cualquier peligro.



Sin mezclarse

La regla de cada oveja con su pareja no solo se cumple entre humanos y vertebrados. En insectos y otros invertebrados lo habitual es que un macho fecunde a una hembra y haga lo posible para que no sea fecundada por otros. Suele costar mucho esfuerzo llegar a convencer a la hembra de qué se trata del mejor ‘partenaire’ y que con él la descendencia está asegurada. En los campos y caminos pueden verse curiosas escenas, como las libélulas que, una vez realizada la cópula, no se separan y se mantienen unidas incluso durante días. Es la forma de evitar que reciba esperma de otros machos, ya que hay ocasiones en las que el macho, cuando encuentra que una hembra ya ha copulado con otro, limpia el esperma del anterior para asegurarse la descendencia, puesto que en las libélulas y caballitos del diablo,  la fertilización de los huevos se produce en el momento de la puesta.

Algo similar ocurre con los zapateros. Estos insectos acuáticos de largas patas que parecen andar sobre las aguas, se mantienen juntos desde la cópula hasta el nacimiento de la prole. El macho se sitúa sobre la espalda de la hembra para copular y se mantiene así  hasta que ponen los huevos. Es la forma de garantizarse la autoría de la descendencia.
Pero la actividad sexual de los invertebrados, como en otros grupos del reino animal, no contempla la monogamia como un axioma inflexible. No todas las especies son como las libélulas, tan celosas de su esperma. Lo habitual es ver grupos de insectos que se reproducen en parejas, pero también se dan casos de especies que prefieren la poligamia (un macho con varias hembras) y la poliandria (una hembra con varios machos). No hay problema si el objetivo es el mismo, reproducirse. Llama la atención el mosquito de la col (Tipula oleracea) que es fácil ver formando un trío de dos machos unidos a una hembra, generalmente de mayor tamaño que sus compañeros.

El hombre no ha inventado nada en cuanto a fórmulas y comportamientos para reproducirse se refiere. Las claves para perpetuarse son tan viejas como la existencia de la vida sobre la Tierra.

Coleópteros prefieren el sexo en grupo
También los hay que prefieren el sexo en grupos más numerosos, y se les puede ver en el mismo sitio y  momento, sobre la misma rama o flor, unos con otros. Dan la imagen de que hay realmente sexo por doquier, pero en realidad las cópulas se producen en parejas, pero no se sabe bien quién es la pareja de quién. Es el caso de un escarabajo anaranjado, Exosoma lusitanicum, la galeruca de los narcisos, y de otras especies como las Lachnaias. A los que conocemos como chinches, en su mayoría multicolores y llenos de puntos y rayas, también les gusta compartir espacio a la hora de aparearse. En agosto, en bosques y riberas son fáciles de observar.  Todos ellos cumplen con la máxima de cuantos más mejor, todo sea por perpetuarse.

Formas de reproducción
Viviparidad. Los huevos se desarrollan dentro de la hembra, de la que ya salen las larvas.
Ovoviviparidad: Es la más habitual, los huevos eclosionan fuera de la hembra, tras una puesta.
Virginidad: Es la llamada partenogénesis. El óvulo se desarrolla sin haber sido fecundado (el mito de la concepción virginal). Lo usan los pulgones y algunos escarabajos. También las abejas que pueden alternarlo con la forma sexual.
Hermafroditismo: Es cuando un ejemplar desarrolla las dos células, masculinas y femeninas en su interior y se reproduce a través de ellas. No es habitual.


zapatero
 






Puesta de huevos

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