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WASTE MAGAZINE /  MERCHE S. CALLE * JUAN ENRIQUE GÓMEZ * © Textos, fotos, vídeos
© JUAN ENRIQUE GÓMEZ * MERCHE S. CALLE




Contaminación radiactiva

 

Por Benedicto Cuervo Álvarez -WASTE MAGAZINE

La contaminación radiactiva puede definirse como un aumento de la radiación natural por la utilización por el hombre de sustancias radiactivas naturales o producidas artificialmente.
Con el descubrimiento de la energía nuclear y en especial desde la invención de la bomba atómica, se han esparcido por la Tierra numerosos productos residuales de las pruebas nucleares. En los últimos años la descarga en la atmósfera de materias radiactivas ha aumentado considerablemente, constituyendo un peligro para la salud pública.
Dos son las principales fuentes responsables de las contaminaciones por sustancias radiactivas:

Pruebas nucleares | Países con armamento nuclear | Efectos de una explosión nuclear
Manipulación de sustancias radiactivas| Efectos de la contaminación radiactiva
Accidentes nucleares de la historia | Países con centrales nucleares
Eliminación de residuos radiactivos

A) PRUEBAS NUCLEARES.
Las más peligrosas son las que tienen lugar en la atmósfera. La fuerza de la explosión y el gran aumento de temperaturas que las acompaña convierten a las sustancias radiactivas en gases y productos sólidos que son proyectados a gran altura en la atmósfera y luego arrastrados por el viento. La distancia que recorren las partículas radiactivas así liberadas depende de la altura a la que han sido proyectadas y de su tamaño. Pero las partículas más finas pueden dar varias veces la vuelta a la Tierra antes de caer en un determinado punto de nuestro Planeta. Una vez depositadas en el suelo, las partículas radiactivas pueden ser arrastradas por la lluvia aumentando la radiactividad natural del agua.

Los efectos de una explosión nuclear dependen de muchos factores, entre ellos el rendimiento del artefacto, la altura sobre la superficie a la que es detonado, las condiciones climáticas, etc. El análisis que se presenta a continuación es el resultado de consideraciones físicas sencillas y de las observaciones y estudios realizados en Hiroshima y Nagasaki, las únicas dos oportunidades en que se han empleado bombas nucleares contra una población. A continuación se describen las consecuencias locales de una explosión nuclear superficial. Si la detonación es subterránea, submarina, o en la alta atmósfera, los resultados serán diferentes. Los efectos se encuentran agrupados en inmediatos (calor, presión, radiación y pulso electromagnético) y tardíos (lluvia radiactiva e incendios extendidos).
Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, norteamericanos y rusos se lanzaron, alocadamente, hacia la carrera nuclear, para perfeccionar las bombas nucleares ya existentes, o conseguir nuevos artefactos atómicos, cada vez de mayor potencia y alcance.

Entre 1949 y 1989,la Unión Soviética lanzó 456 bombas atómicas en Semipalatinsk que era un polígono de pruebas de armas nucleares de 18.000 Km2. Este lugar se considera el mayor laboratorio atómico de la historia. A lo largo de estos cuatro decenios, los ensayos nucleares liberaron en el medio ambiente 90.000 billones de bequerelios de cesio-137, un isótopo radiactivo muy tóxico que permanece en el entorno más de 30 años.

Las partículas radiactivas espolvoreadas en cada uno de los ensayos nucleares de Semipalatinsk (en la antigua Unión Soviética) afectaron a más de 1,3 millones de habitantes de la región, y muchas siguen sufriendo, actualmente, los efectos de la radiactividad, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Los habitantes de los pueblos próximos al polígono se convirtieron en cobayas humanas. Los estudios científicos de la época hablan de una mayor incidencia de tumores de esófago, estómago, hígado, pulmón, mama y tiroides. Se calcula que la incidencia de tumores cancerígenos en esta región de Semipalatinsk, es hasta un 30% más alta que en otras zonas de la ex  Unión soviética.
Además, según señala Yuri Dubrova, en la revista Science: “Muchas de las 700.000 personas que vivían en el entorno del polígono de Semipalatinsk llevan en sus genes la marca de las bombas atómicas. La proporción de mutaciones en el ADN de los habitantes de esta zona, duplica la detectada en otras comarcas apartadas del polígono”.

En 1946 se iniciaron las pruebas nucleares norteamericanas en las islas Bikini. Entre 1946 y 1958, se detonaron veintitrés dispositivos nucleares en el Atolón de Bikini.
En 1952 se produce la explosión de la 1ª bomba H (de hidrógeno) en las islas Marshall del Pacífico con una energía 125 veces mayor que la de la bomba atómica de Hiroshima.
Durante años de locura nuclear se hicieron tests, no sólo en el Pacífico, si no también en Estados Unidos, Rusia, Argelia, etc.

Un error en la bomba de hidrógeno diseñada por los científicos de Los Álamos condujo a que una explosión que debía limitarse a los 5 millones de toneladas de TNT alcanzara los 15 megatones el 1 de marzo de 1954, convirtiéndose en el mayor test nuclear efectuado nunca por Estados Unidos. Esta operación, denominada Bravo, equivalía a 1.000 bombas de Hiroshima. Los habitantes de las islas Bikini no fueron evacuados. Muchos sufrieron quemaduras severas por la radiación, perdieron el pelo y enfermaron. Pero la Comisión de Energía Atómica afirmó que no había quemaduras y que los habitantes estaban con buena salud.
En la región norteamericana de Nevada Test Site (Emplazamiento de Pruebas de Nevada) se realizaron  925 pruebas nucleares, 825 de ellas subterráneas, desde 1951 hasta 1992. Esta zona está situada a sólo 100 kilómetros de la ciudad de Las Vegas y las explosiones nucleares eran perfectamente visibles desde la ciudad y, de hecho, eran una atracción turística.Pero lo que pone los pelos de punta son ver fotografías de unidades del ejército apenas a diez kilómetros de las explosiones, no hay ni que decir que los problemas que tuvieron estos soldados fueron tremendos, todo en aras de la experimentación militar sobre los efectos de la radiación en el cuerpo humano.

Las bombas más grandes y devastadoras, incluso superiores a las que caye-ron en Japón, fueron detonadas en el desierto norteamericano de Nevada, que afectó a miles de comunidades de ciudadanos estadounidenses. Los más claramente afectados, fueron las comunidades en Utah, Idaho, y en adelante en todo el país, con la precipitación de sustancias radiactivas transportadas por el viento. Sin embargo, la precipitación radiactiva no afectó sólamente a esa zona en concreto, sino que se hizo notar hasta en el estado de Nueva York, a miles de kilómetros del sitio de la prueba.
Un lanzamiento importante de prueba fue el disparo, en la prueba nuclear de Sedan de la Operación Storax, una explosión de 104 toneladas para la Operación Plowshare que pretendía demostrar que las armas nucleares podían utilizarse con finalidades pacíficas para crear bahías o canales; creó un cráter de 390 metros de ancho y de 100 metros de profundidad, que todavía puede verse. Aunque también se realizaron ensayos nucleares en otros lugares de Estados Unidos, Nevada Test Site acogió las pruebas de 500 a 1.000 kilotones de TNT (el rango de 2 a 4 petajulios), que provocó efectos sísmicos detectables en Las Vegas.

El gobierno norteamericano siempre decía a la opinión pública que estas pruebas nucleares eran totalmente seguras y estaban controladas, pero un claro ejemplo de que esos comunicados no eran ciertos, es que mientras el gobierno aseguró que no hubo efectos dañinos de la radiación, retrasaron las pruebas en los días cuando el viento soplaba hacia Los Ángeles o San Francisco.
A mediados de los años 80 el gobierno de los Estados Unidos pagó 270 millones de dólares, cantidad exigua, como compensación por los daños causados por las pruebas nucleares, presionado por el Tribunal de Demandas Nucleares en Majuro.

Las tasas de cáncer y la incidencia de defectos de nacimiento son mucho mayores en áreas expuestas a la precipitación radiactiva. Según el Instituto Nacional del Cáncer, publicado en 1997,determinó que: “Las noventa pruebas atmosféricas de Nevada Test Site depositaron altos niveles de yoduro-131 radiactivo (5,5 exabecquerels) a lo largo de grandes zonas de Estados Unidos; dosis suficientemente elevada para provocar un gran número de casos de cáncer de tiroides, (120.000 casos más de los normales) y 6.000 muertes”.
Los británicos detonaron su primer artefacto nuclear, Huracán, en la isla de Monte Bello, el 3 de octubre de 1952, seguido de pruebas (explosiones) del 16 de mayo al 19 de junio 1956. La explosión de junio tuvo una capacidad de sesenta kilotones. En una estación de monitoreo, a 3.200 kilómetros al este, la concentración de radioactividad se incrementó un cien por ciento.
Dos pruebas de bombas atómicas, Tótem 1 y 2, se llevaron a cabo en el Campo Emu el 15 y 27 de octubre de 1953. Las series de pruebas de la bomba atómicas se llevaron a cabo también en Maralinga entre el 27 de septiembre de 1956 y el 9 de octubre de 1957, junto con una serie de “ensayos menores” en 1963. Se emprendieron las series “Agarro” en Malden e islas de Navidad del 15 de mayo de 1957 al 23 de septiembre de 1958.

Durante el periodo crítico parte del personal del ejército fue expuesto deliberadamente a las explosiones para ver qué efecto tenían en las tropas. La seguridad de estos lugares era escasa. Los límites de rango de comprobación no fueron supervisados apropiadamente, permitiéndoles a las personas caminar dentro y fuera del área contaminada. Las señales estaban en inglés y la población aborigen local no podía entenderlas. La precipitación radiactiva de las explosiones molidas llevaron la contaminación maciza al interior australiano. La precipitación radiactiva de Maralinga alcanzó la ciudad de Adelaide y Melbourne. Algunos lugares todavía son muy radiactivos debido a la presencia de 20 kg de plutonio, el elemento más tóxico conocido.

Maralinga quiere decir en dialecto Pitjantjatjara “el Campo de Trueno”. Los aborigenes pueden haber sido directamente afectados por las explosiones. Se está buscando, actualmente en las cortes australianas,una compensación económica para los 15.000 australianos que trabajaron en los tres lugares donde los británicos realizaron las pruebas nucleares durante los doce años que duraron estas pruebas, en Australia.

En 1980,el Consejo Pitjantjatjara informa al Ministro de Asuntos Aborígenes sobre la posible contaminación radiactiva de los aborígenes deWallatinna Station, en South Australia, afectados por las pruebas atómicas de la Operación Tótem. La Niebla Negra de 1953 sale a la luz pública, revelando problemas de pérdida de visión y de erupciones en la piel. Mueren numerosos aborígenes a raíz de las pruebas atómicas británicas y unas 1000 resultan afectadas directamente. Aborígenes venidos de todas partes viajan a Noonkanbah para ayudar a los Yungnogora (también denominados Yanguna, Yungngona o Yangngura) en su lucha por impedir las explotaciones mineras de la compañía Amax en su territorio. EL gobierno del estado de Western Australia, siguiendo las instrucciones del tribunal principal, da protección policial a un convoy de la empresa Amax que transportaba la torre de perforación petrolífera. Los Yungnogora y sus simpatizantes, aborígenes y no aborígenes, forman una cadena humana, enfrentándose al convoy. La confrontación atrae la atención pública del país y la atención internacional por los derechos de los aborígenes. Las explotaciones petrolíferas se llevan a cabo, pero los Yungnogora son los vencedores morales. Se crea la Federación Nacional de los Consejos de la Tierra, que lleva por todo el país la voz de los movimientos por los derechos de la tierra, mediante la asociación de numerosos consejos de la tierra de toda Australia.
Francia firmó en 1996 el Tratado para la Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (TPCEN)en Nueva York y comenzó, inmediatamente, a desmantelar su centro de experimentos en esa región del océano Pacífico.

Hasta entonces, y a lo largo de tres décadas, este país europeo llevó a cabo 192 ensayos nucleares en Polinesia francesa, un conjunto de islas en el Pacífico, dentro de los cua les hubo 43 pruebas atmosféricas a pesar de la oposición de la población local.

A 40 años de aquellos ensayos, París finalmente comenzó a admitir que los habitantes de la Polinesia habrían tenido razón en temer  las consecuencias de la radiactividad.
Marcel Jurien de la Gravière, representante de una comisión francesa para la seguridad nuclear, anunció en Pepetee que se iba a proponer a los habitantes de ese país, con mayores posibilidades de haber sufrido las consecuencias de las pruebas, un “examen médico coherente y continuo”. Los análisis se practicaron a unas 2.000 personas. Jurien de la Gravière admitió que 6 de los 192 ensayos “afectaron de modo significativo algunas islas y atolones” de la región.
Los 6 experimentos del ejército francés se llevaron a cabo entre 1966 y 1974 en las islas de Mururoa, Fangataufa, Magareva, Gambier, Tureia y Tahití. Esos ensayos “representaron un leve riesgo sanitario”, dice ahora el Ministerio de Defensa.

Actualmente dos de ellos son especialmente cuestionados, los llamados Aldébaran (1966) y Phoebe (1971). Las nuevas cifras oficiales revelan que en esos lugares se liberó mucha más radiación de la que se suponía hasta ahora En esa época, esas islas tenían más de 150.000 habitantes. Otras 20.000 trabajaban en los lugares donde se realizaron las pruebas nucleares durante los 30 años de experimentación.
El cambio de postura del gobierno de Francia se debe a que el investigador del Instituto Nacional de Salud y de Investigaciones Médicas (Inserm, en francés) Florent de Vathaire señaló que: “ Los ensayos nucleares estaban estrechamente vinculados con la aparición de cáncer de tiroides, tipicamente asociado a la radiactividad”. Ese investigador, jefe de la unidad de cáncer epidemiológico del Inserm, descubrió: “Una relación estadísticamente significativa entre los experimentos y la incidencia de cáncer de tiroides”.

El lunes, 9 de octubre de 2006, Corea del Norte llevó a cabo su primera prueba nuclear subterránea, en desafío a las advertencias hechas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) y a pesar de la amenaza de sanciones económicas.

La prueba se llevó a cabo en un túnel horizontal cavado en una montaña de la zona noroeste del país.Científicos surcoreanos confirmaron la realización de la explosión, que produjo ondas sísmicas de una magnitud de 3,6 grados en la escala de Richter (4,2 según el United States Geological Survey de EUA), lo cual equivale a una explosión de 800 toneladas de dinamita y demuestra que la explosión es más pequeña de lo anticipado. Las ondas detectadas tienen las características de una explosión artificial. La bomba que destruyó la ciudad japonesa de Hiroshima en 1945, a modo de comparación, tenía el equivalente de 12.500 toneladas de dinamita.

Esta prueba nuclear es la primera evidencia confirmada de que Corea del Norte dispone de la tecnología nuclear necesaria para fabricar una bomba atómica. No existen datos fidedignos sobre la cantidad de ingenios con que cuenta, pero los expertos consideran que estaría en posesión de material para fabricar media docena de artefactos, aunque todos de pequeño tamaño, similar al usado en ese ensayo nuclear.

El 25 de mayo de 2009, Corea del Norte ha llevado a cabo la segunda prueba nuclear del país, más potente y con un mayor dominio de la tecnología que en la primera ocasión, en octubre de 2006, según ha señalado el gobierno del país comunista, que ha calificado el test de “éxito rotundo” en un comunicado de su agencia oficial de noticias. Según una agencia rusa: “ la prueba habría tenido una potencia de 20 kilotones”.
Tras la prueba, el régimen de Pyongyang lanzó también un misil de corto alcance, según fuentes diplomáticas surcoreanas citadas por la agencia local Yonhap. Los servicios de inteligencia de Corea del Sur y de EEUU consideran que el misil “habría sido lanzado desde la base norcoreana de Musudanri y habría tenido un alcance de 130 kilómetros”.

Corea del Norte ya se granjeó duras críticas y sanciones de la comunidad internacional tras la primera prueba,y venía amenazando con realizar un segundo test para responder a la condena que hizo el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de un intento fallido de lanzar un misil de largo alcance. Esta vez no ha sido distinto y horas después del lanzamiento el Consejo de Seguridad de la ONU anunciaba una reunión urgente.

Lejos de un fracaso, el gobierno del Estado comunista indicó entonces que: “ Había logrado poner en órbita un satélite de comunicaciones como parte de su ambicioso programa espacial”. Asimismo, anunció que:“Volvería a la senda nuclear, abandonando la mesa hexagonal en la que cinco naciones tratan de negociar con Pyongyang el desarme de su arsenal atómico desde hace más de dos años”.
Según la Agencia de Noticias Central de Corea(KCNA,en inglés),la prueba nuclear implica “Un mayor nivel de potencia explosiva y de dominio de la tecnología propia”. Nuestra República ha concluido con éxito una nueva prueba nuclear subterránea como parte de las medidas para fortalecer nuestro poder nuclear defensivo de la manera que han indicado nuestros científicos y técnicos”, señala el texto de la agencia.
Autoridades del vecino del Sur han detectado un “terremoto artificial” en el Norte. El Servicio Geológico estadounidense también ha registrado un temblor de magnitud 4,7 al noreste del país comunista, cerca de la ciudad de Kilju, donde se llevó a cabo la prueba de 2006.

En abril de 2009, Corea del Norte lanzó un misil sobre el espacio aéreo japonés, y las airadas protestas de Japón, EEUU, Corea del Sur, así como de los portavoces de la Unión Europea y la OTAN hacen previsible la adopción de nuevas sanciones contra este país.
El 11 de febrero de 2013, Corea del Norte ensayó su tercera prueba nuclear. La detonación habría tenido una potencia de entre seis y siete kilotones, lo que supone un tercio de la lanzada en Hiroshima, en 1945. Esta prueba nu-clear provocó “un terremoto artificial”de 5,1 grados en la escala de Richter.

Esta noticia proviene de la agencia de noticias oficial de Corea del Norte que asegura cínicamente que: “La prueba nuclear que se llevó a cabo en un nivel alto de una manera segura y perfecta usando un dispositivo nuclear miniaturizado y más ligero con una mayor fuerza explosiva que las anteriores no planteó un impacto negativo en el ambiente ecológico circundante”.
El 26 de septiembre de 2009, la sección aérea de la Guardia Revolucionaria iraní inició una serie de maniobras militares con “un gran número de misiles”, informó este cuerpo de elite del Ejército iraní.
En un comunicado difundido por la agencia de noticias local Fars, la Guardia Revolucionaria explica que el objetivo de este ejercicio es “probar los programas de defensa del país así como mantener y elevar su capacidad de disuasión”.

Además, el Ejército iraní exhibió varios de sus misiles balísticos de fabricación nacional durante un desfile celebrado frente al mausoleo del fundador de la República Islámica,gran ayatolá Rujolá Jomeini, en el sur de Teherán. Entre los misiles mostrados en el desfile, destacaron la segunda generación del misil “Seyil”, que Irán comenzó a producir en masa el año pasado, el “Zelzal” y las tres generaciones de misiles de largo alcance”Shahab”.Según las autoridades iraníes, el “Seyil”, alimentado con combustible sólido y que costa de dos módulos con sendos motores, alcanza una gran altura y longitud.Por su parte,el “Shahab 3” es propulsado por combustible líquido y está diseñado para alcanzar objetivos a más de dos mil kilómetros de distancia.

La existencia de la planta en construcción de Qom, que según Teherán podrá contener 3.000 centrifugadoras de enriquecimiento de uranio, fue revelada a la AIEA el 21 de septiembre de 2009. Irán ha declarado que: “ la planta centrífuga que está construyendo en un complejo militar enterrado en una montaña cerca de la ciudad santa chií de Qom refinaría uranio sólo para energía nuclear civil”.
Diplomáticos occidentales y analistas sostienen que la capacidad parece demasiado pequeña como para alimentar una planta nuclear, pero suficiente para conseguir material fisible para una o dos cabezas nucleares al año.
Irán rechaza suspender sus actividades de enriquecimiento a pesar de cinco resoluciones del Consejo de Seguridad, tres de ellas acompañadas de sanciones.

Por otra parte, Israel no es un país miembro del Tratado de No Proliferación Nuclear y rehúsa confirmar oficialmente, o negar, la posesión de arsenal nuclear, o de haber desarrollado armas nucleares o incluso tener un programa de armas nucleares. Aunque Israel afirma que el Centro de Investigación Nuclear del Néguev cerca de Dimona es un “reactor para investigaciones,” ningún informe científico basado en el trabajo hecho allí ha sido publicado. Amplia información sobre el programa en Dimona fue también revelado por el técnico Mordejái Vanunu en 1986. Analistas de imágenes pueden identificar búnkers de armas, lanzadores de misiles móviles y lugares de lanzamiento en fotos de satélites. Según el Organismo Internacional de Energía Atómica: “Se cree que posee armas nucleares. Se sospecha que Israel ha probado una arma nuclear junto con Sudáfrica en 1979, pero esto nunca ha sido confirmado”. Según el Natural Resources Defense Council y la Federation of American Scientists: “Israel posee alrededor de 75-200 armas nucleares”.

No se sabe, con exactitud ,ni el número de bombas atómicas existentes en el mundo ni su megatonelaje total. En plena Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el Centro de las Naciones Unidas para el Desarme alarmaba del peligro nuclear: “Se calcula, decía, que el megatonelaje total (de explosivos nucleares) desplegados actualmente por todo el mundo, asciende a más de un millón de bombas como la lanzada sobre Hiroshima, lo que representa unas dos toneladas de explosivos convencionales para cada hombre, mujer y niño de la Tierra”. (Nota descriptiva nº5. Revista Mientras Tanto nº 4. Mayo, 1980).

Actualmente se calcula que existen más de 45.000 bombas atómicas almacenadas entre los países productores de energía nuclear (EE.UU, Rusia, India, Francia, Gran Bretaña, Pakistán, Israel,etc). Esta gran cantidad de bombas atómicas, de producirse una explosión en cadena, sería capaz de destruir nuestro Planeta varias veces. Además, se consiga o no la destrucción física de la Tierra, la vida animal y vegetal sería inexistente, ya que la radiación que provocarían las explosiones nucleares haría irrespirable el aire, por la gran cantidad de microorganismos radiactivos de uranio y plutonio suspendidos en la atmósfera, capaz de dar varias vueltas a toda la Tierra, así como el agua potable sería también inutilizable por la gran contaminación de agentes radiactivos que tendría.

Estas profundas diferencias, entre los analistas, al señalar el número total de bombas atómicas almacenadas en el mundo, irían desde las 10.230, la cifra más baja, pasando por las 20.000 como señaló el presidente mexicano Calderón ante la Asamblea de la ONU en octubre de 2009, hasta las 45.000 indicadas anteriormente que sería la cifra más alta de todas. En realidad es casi imposible saber con exactitud la cifra exacta, ya que constantemente se entán fabricando en secreto, incluso en países subdesarrollados como Corea del Norte, India, Pakistán o Irán.
La simple idea de la raza humana borrada del mapa es atroz. De acuerdo a todos los expertos en armamento nuclear, el más “leve” de los problemas que acarrea una detonación atómica es el de la destrucción física. En realidad son todas las secuelas posteriores a la detonación  las que más daño causan. De una forma u otra, la radiación “viaja”, y una bomba atómica puede matar un poblado entero a cientos de kilómetros de distancia si las condiciones del clima son las adecuadas.En resumen, es probable que necesiten muchas menos  bombas atómicas para eliminar a la raza humana.
En los últimos años se están produciendo periódicamente negociaciones entre Estados Unidos y Rusia centradas en la reducción de las armas euroestratégicas. Estos euromisiles tienen un alcance entre 1.000 y 5.000 kilómetros.

B) LOS EFECTOS DE UNA EXPLOSIÓN NUCLEAR.
Para comprender el significado de un arsenal nuclear que guarda 45.000 bombas, es necesario conocer la capacidad destructora de cada una de ellas. Este apartado explica cuáles son los efectos principales causados por la explosión de una bomba nuclear detonada sobre una ciudad moderna.
El poder destructivo de una bomba, sea de tipo nuclear o químico, está relacionado directamente con la energía que se libera durante la explosión. La energía que se libera en la explosión de 1.000 kilogramos de TNT(trinitrotolueno) es inmensa comparada con las energías encontradas en nuestras necesidades diarias. Por ejemplo, la detonación de una tonelada de TNT, libera 4.000 veces más energía que la necesaria para alzar un coche de 1.000 kilogramos de peso a una altura de 100 metros. Las explosiones de bombas nucleares liberan energías que son entre 1.000 y 1.000.000 de veces mayores aún que las detonaciones químicas, como sería la del TNT.

El poder explosivo de una bomba nuclear, llamado rendimiento, se expresa mediante la comparación con el poder destructivo del TNT, y así se habla de bombas de un kilotón (un kt) si la energía liberada es la misma que se produce al detonar 1.000 toneladas de TNT. La bomba lanzada sobre Hiroshima tuvo un rendimiento cercano a los 13 kt. Si el rendimiento es de 1.000 kt, se trata de una bomba de un megatón (un Mt). Energías del orden de megatones son imposibles de imaginar dentro de las situaciones de nuestra vida diaria. El arsenal nuclear de los Estados Unidos y Rusia juntos hoy en día suma unos 12.000 megatones.
Una millonésima de segundo después de una explosión nuclear la temperatura dentro de la bomba alcanza unos 10.000.000 °C. El material que compone la bomba y el aire que la rodea brillan intensamente formando lo que se conoce como la bola de fuego. El brillo de la bola, unos segundos después de la detonación de una bomba de un megatón, es mayor que la del Sol al mediodía a distancias de hasta 80 km del punto cero. La bola se expande y en 10 segundos alcanza diámetros de un par de kilómetros para detonaciones de 1 Mt, y luego comienza a contraerse. El aire alrededor de la bola se calienta, la hace ascender a velocidades de unos 100 metros por segundo y forma el conocido hongo, cuyo tallo lo forma una corriente de aire caliente ascendente. A medida que la bola de fuego se enfría, la condensación de vapor de agua causa el color blanco, como una nube, en su extremo superior. Después de cuatro minutos, la nube de una explosión de 1 Mt ha llegado a su máxima altura,20 km, y su diámetro alcanza unos 16 km.

En los seres humanos expuestos al pulso térmico, el daño que causa depende de la pigmentación de la piel, siendo mayor para pieles morenas que blancas debido a la mayor absorción térmica que presentan las sustancias oscuras. Una quemadura de segundo grado —aquella en que se pierde parte de la piel— cicatriza normalmente en dos semanas, siempre que menos de 25% del cuerpo haya sido quemado; en caso contrario, se requiere de hospitalización. Este tipo de quemaduras se producen al recibir entre cinco y seis calorías por centímetro cuadrado en 10 segundos, lo que ocurrirá a distancias cercanas a los 13 km de una detonación de 1 megatón. Quemaduras más graves se producen al recibir mayor energía, lo que ocurre a distancias menores. La observación directa de la bola de fuego causa ceguera permanente en individuos que se encuentren a menos de 25 km, y quemadura de la retina a quien mire la explosión en un día despejado hasta los 60 km de distancia.

En caso de una explosión nuclear sobre una ciudad los sistemas de urgencia ambulancias, personal sanitario, bomberos, etc., estarán imposibilitados de circular en calles totalmente bloqueadas por los restos de edificios y construcciones. La probabilidad de sufrir una infección debido a las quemaduras recibidas se verá aumentada a causa del daño que el sistema inmunológico recibe por la radiación.
La energía liberada por la explosión nuclear calienta la zona de la bomba -de aproximadamente un metro de diámetro iniciala altas temperaturas. Esto produce una región de altísima presión que ejerce gran fuerza sobre las capas de aire vecinas, las que comienzan a expandirse a gran velocidad. La velocidad es mayor que la del sonido en aire, así que se forma una onda de choque esférica compuesta por aire muy denso que se desplaza alejándose del punto de explosión. Al pasar esta onda por cualquier obstáculo, edificio, árbol, o cuerpo humano, éstos sentirán un aumento repentino de la presión atmosférica. Una vez que el frente de la onda ha pasado, y debido a la diferencia de presiones, se generan vientos huracanados de gran velocidad. Son estos dos factores, la onda de choque y el viento que la sigue, la causa del daño ocasionado a personas y construcciones. La energía transportada por estos mecanismos llega a ser el 50% de la energía liberada por la bomba.

El aumento instantáneo de la presión durante el paso de la onda de choque se mide respecto de la presión atmosférica normal, a la diferencia entre ambas se la llama sobrepresión, y su unidad de medida es el psi (iniciales de libras por pulgada cuadrada, en inglés). Sobrepresiones entre medio y un psi tienen como efecto la ruptura de los vidrios de las ventanas, cinco psi causan la destrucción de construcciones de madera, entre 8 y 10 psi destruyen viviendas de ladrillo, y sobrepresiones de 45 psi causan la muerte de 50% de las personas debido a la compresión del cuerpo causada por la altísima presión. Los silos donde actualmente se guardan los misiles nucleares son construidos para soportar sobrepresiones de más de 2.000 psi. Los vientos que siguen al paso de la onda de choque llegan a alcanzar 50 kilómetros por hora tras sobrepresiones de un psi y 500 km/h tras 10 psi.

El daño en las construcciones se debe al efecto directo de la sobrepresión y del viento. En caso de una explosión de 1 megatón a 1.500 m de altura, todo lo que se encuentre en la superficie a una distancia menor que 2.5 km del punto cero sentirá sobrepresiones mayores que 20 psi seguidas por vientos de al menos 700 km/hora. En estas condiciones, incluso los edificios  reforzados resultan destruidos. Sobrepresiones cercanas a un psi se darán en puntos que se encuentran a unos 15 km del punto cero, y en esta zona el daño a viviendas y comercio será moderado.

En los seres humanos el efecto directo más serio de la sobrepresión es el daño a la estructura pulmonar, que comienza a las 12 psi. A 100 psi de sobrepresión prácticamente no hay sobrevivencia humana.

El daño causado por una exposición a esta radiación se debe a que, al atravesar el organismo del ser vivo expuesto, los rayos gamma y los neutrones son absorbidos por el cuerpo, pudiendo resultar lesionadas algunas de sus células. Este daño celular se traduce, posteriormente, en trastornos físicos que, según la cantidad de radiación absorbida, pueden llegar a ocasionar la muerte.
De acuerdo con los conocimientos actuales, el daño biológico causado por cualquier tipo de radiación está directamente relacionado con la cantidad de energía depositada por la radiación en el organismo.
La unidad que se usa para medir dosis de radiación es el rad. Todo ser vivo sobre la Tierra recibe anualmente alrededor de un décimo de rad a causa de factores ambientales naturales, como los rayos cósmicos que nos llegan desde el centro de la galaxia,o la radiactividad natural de la corteza terrestre Dosis similares a este valor se consideran relativamente libres de riesgo debido a que la vida que hoy conocemos sobre nuestro planeta ha logrado desarrollarse y evolucionar en la presencia continua de estos niveles de radiación. En el extremo opuesto, una dosis de 400 rads se considera letal para 50% de los seres humanos expuestos a ella. Las muertes ocurren dentro de los 30 días posteriores a la exposición, y aquellos que consiguen sobrevivir lo hacen gracias a la atención médica especializada.

La dosis inmediata causada por una explosión nuclear puede llegar a dos millones de rads cerca del lugar de la detonación, pero es rápidamente atenuada por el aire.En el caso de una bomba de alto rendimiento(megatones), la zona de dosis letal se sitúa adentro de la región devastada por el calor y la presión, por lo que la radiación inmediata no contribuye con nuevas víctimas. Para bombas pequeñas (pocos kilotones), la zona de dosis superior a los 400 rads coincide con la zona donde los efectos de la onda de choque y del calor son causa probable de muerte.
Se llama lluvia radiactiva a la caída sobre la superficie terrestre del material radiactivo producido por una explosión nuclear.Los átomos que forman esta lluvia emiten continuamente algún tipo de radiación que en potencia es dañina para los seres vivos alcanzados por ella.

Durante la explosión de una bomba nuclear, se producen muchos tipos de núcleos radiactivos,en particular los fragmentos de la fisión del uranio. Estos núcleos permanecen localizados en la zona que ocupaba la bomba y son vaporizados por la alta temperatura de la bola de fuego. También se producen neutrones que escapan de la bomba a gran velocidad y son absorbidos por los materiales sobre la superficie. Muchos núcleos estables al absorber un neutrón se transforman en núcleos radiactivos que a partir de ese momento comienzan a emitir radiación espontáneamente.

El principal riesgo biológico de la lluvia radiactiva lo constituyen los rayos gamma emitidos por el material activado. Esta radiación es muy penetrante y atraviesa el cuerpo de los seres humanos depositando en ellos parte de su energía. También se emiten partículas alfa y beta, pero son poco penetrantes, el grosor de la ropa o la piel las detiene, y sólo causarían quemaduras si se depositaran directamente sobre la piel. Un riesgo especial lo constituye la incorporación de núcleos radiactivos a la cadena alimentaria, ya sea a través de la comida ingerida por los animales o en forma directa por el ser humano. En este caso, la radiación poco penetrante emitida desde el interior del cuerpo es totalmente absorbida por el mismo organismo y el riesgo de enfermedades genéticas y de cáncer es muy alto, incluso para dosis pequeñas de radiación.

Una protección sencilla contra la lluvia radiactiva la constituye cualquier subterráneo o construcción de muros suficientemente gruesos. Unos 30 cm de concreto o medio metro de tierra reducen la intensidad de la radiación en un factor de 10. Ya que 80% de la dosis es recibida durante el primer día, la permanencia en un refugio puede reducir considerablemente los efectos de la radiación.
La macabra estrategia militar actual recomienda que toda ciudad con más de tres millones de habitantes sea el blanco de tres bombas de 1 megatón, 10 bombas de 500 kilotones, y otras tantas de menor poder explosivo. De este modo, es seguro que no habrá sobrevivientes.

Para el Dr. Gabriel Lobo, Jefe del Departamento de Medicina Nuclear de Chile : “Los efectos ambientales debidas a las explosiones nucleares pue-den ocasionar cambios severos en todo el planeta: depresión de la capa de ozono, transtornos climáticos y en la salud humana y animal, oscurecimien-to y enfriamiento del planeta. Todo esto se traduciría en grandes cambios en la flora y la fauna con consecuencias impredicibles”.

C) MANIPULACIÓN DE SUSTANCIAS RADIACTIVAS.
Tanto en la fase de obtención del combustible nuclear (extracción del mine-ral, lavado y concentración, producción de lingotes de uranio o plutonio) como en la etapa de funcionamiento de los reactores nucleares (proceso de fisión, activación y térmicos)se obtienen ingentes masas de residuos radiactivos con grave peligro para la contaminación del medio ambiente. En la refrigeración de los reactores se utilizan grandes cantidades de agua que luego es nuevamente vertida al río transportando productos peligrosos.
• Sustancias radiactivas y condiciones ecológicas de la contaminación.
Los productos radiactivos liberados en las explosiones nucleares comprenden restos de explosivo no consumido (uranio 235 y plutonio 239), los productos de fisión derivados del explosivo y los productos de activación formados por bombardeo con neutrones de los elementos contenidos en el suelo o en el agua. Las sustancias radiactivas contaminantes que permanecen al cabo de cierto tiempo son el estronio 90 y el cesio 137.
El destino de las impurezas radiactivas contenidas en la atmósfera tras una explosión nuclear depende, además de los factores meteorológicos, de las condiciones ecológicas. En realidad el principal peligro actual proviene del alto grado de concentración biológica de las sustancias radiactivas a lo largo de la cadena alimentaria.De este modo se produce una contaminación radiactiva indirecta que se inicia con el depósito en el suelo y en el agua de los agentes contaminantes radiactivos caídos de la atmósfera. En los animales y vegetales que extraen su alimento del suelo y del agua se concentran dichos cuerpos, transmitiéndolos a sus depredadores en proporciones peligrosas. En el hombre, eslabón final en la cadena alimentaria, la contaminación indirecta se produce a través del tubo digestivo tras la toma de alimentos vegetales o animales contaminados, provocando, si se ingieren cantidades excesivas, una serie de enfermedades, entre ellas el cáncer.

Efectos de la contaminación radiactiva.

Se ha calculado que la población mundial está expuesta a una radiación natural ambiente comprendida entre 100 y 150 mrem. Según los especialistas, el hombre puede llegar a soportar, sin peligro aparente, hasta 1.000 mrem.
Por encima de estas dosis máximas permisibles de radiación existen para el hombre riesgos somáticos, como el acortamiento de la vida y la inducción a la leucemia. Las partes más sensibles del organismo son: la piel, los ojos, ciertos tejidos y glándulas; ello pudo ser comprobado tras la explosión de la bomba atómica en Hiroshima.

    Los principales accidentes nucleares de la historia fueron:
    • 1957, Mayak (Rusia) magnitud 6 según la escala INES.
    • 1957, Windscale (Gran Bretaña) magnitud 5 según la escala INES.
    • 1979, Three Mile Island (EE. UU.) magnitud 5 según la escala INES.
    • 1986, Chernóbil (Ucrania) magnitud 7 según la escala INES.
    • 1987, Accidente radiológico de Goiania (Brasil) magnitud 5 según la escala INES.
    • 1999, Tokaimura (Japón), magnitud 4 según la escala INES.
    • 2011, Fukushima (Japón), magnitud 7 según la escala INES el incidente en los nucleos de los reactores 2 y 3, magnitud escala 3 en las piscinas de la unidad.

No es extraño que periódicamente surjan alarmas en alguna central nuclear ya que según el diario El País (14/5/2011) “Existen en el mundo 442 reac-tores nucleares y otras 65 plantas en construcción. Estados Unidos encabe-za la lista con 104, seguido de Francia con 58, Rusia, 32, Corea del Sur, 21, India, 20, Reino unido, 19, Canadá, 18, Alemania, 17, China, 13, España, 8, Bélgica,7,y las regiones con menos reactores serían, si exceptuamos Australia que no tiene ninguno, el continente africano con 2, en Sudáfrica y los países de América del Sur, México, Brasil y Argentina con 2 reactores cada país. Veamos su localización en este mapamundi elaborado por Óscar Torga

PRINCIPALES PAÍSES CON CENTRALES NUCLEARES A NIVEL MUNDIAL
Mapa elaborado por Óscar García Torga. 



No voy a analizar todos y cada uno de los accidentes nucleares porque me extendería demasiado pero sí analizaré, a continuación, los dos accidentes nucleares más importantes en cuanto a su magnitud y, por consiguiente, de mayor peligro para las personas que vivían próximas, y no tan próximas, a las centrales nucleares.
Uno de los accidentes nucleares más importantes, hasta hoy en día,  se produjo en la central nuclear de Chernobyl (Ucrania) en la madrugada del 26 de abril de 1986 y consistió, básicamente, en una conjunción de fallos humanos y de diseño de la planta al disparar los operadores la turbina para llevar a cabo el experimento que pretendían. El estado del reactor en ese momento, con un caudal de refrigeración superior al normal y los venenos neutrónicos extraídos en mucha mayor proporción a lo permitido, hicieron que el reactor estuviera en régimen de supermoderación, con lo que el transitorio originado provocó un brusco aumento de reactividad que no pudo ser compensada. Una vez producido el transitorio, debería haber funcionado el sistema automático de protección del reactor, parte del cual estaba desconectado. La explosión que siguió a continuación provocó la destrucción física del reactor y la cubierta. Para dar idea de la gran liberación de energía se dirá que partículas de plutonio alcanzaron los 2 km de altitud.

La explosión, en el actual Estado independiente de Ucrania, liberó unas 500 veces más radiación que la bomba atómica arrojada por Estados Unidos sobre la ciudad japonesa de Hiroshima en 1945.
Algunos fragmentos de combustible y grafito en llamas fueron lanzados hacia afuera, cayendo sobre el techo de turbinas adyacentes, causando una treintena de incendios. Los bomberos apagaron la mayoría de ellos, con un terrible costo en vidas por la sobreexposición.

Luego de fracasar en su intento de inundar al núcleo, los soviéticos decidieron cubrirlo con materiales absorbentes de neutrones y rayos gamma ( plomo, sustancias boradas, arena, arcilla, dolomita).Del 28 de abril al 2 de mayo, de 1986,se dedicaron a hacerlo desde helicópteros. Cavaron un túnel por debajo de la central, para introducir un piso de hormigón y evitar la contaminación de las capas de agua subterránea. Así consiguieron que cesaran las grandes emisiones de material radiactivo.
El reactor fue finalmente recubierto con un “sarcófago” de hormigón, que provee un blindaje suficiente como para trabajar en los alrededores. Para evacuar el calor residual, se instalaron ventiladores y filtros.
La consecuencia inmediata del accidentes fue la muerte de 31 personas, 2 por la explosión y 29 a causa de la radiación. Todas formaban parte del personal de la planta. Y propagó una nube de humo radiactivo sobre gran parte de Europa.

Alrededor del sitio del accidente hay un área contaminada de unos 30 km cuadrados, y los tres países que sufren las peores consecuencias son: Ucrania, Rusia y Bielorrusia.
La radiación lanzada a la atmósfera fue la causa de decenas de miles de muertes por cáncer y por el notorio aumento de enfermedades genéticas en esos tres países desde 1986.
Siete millones de habitantes de Ucrania, Bielorrusia y Rusia, incluidos tres millones de niños, padecen aún efectos secundarios del desastre nuclear y necesitan tratamiento médico, afirmó la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El principal obstáculo para paliar las consecuencias del accidente ha sido la escasez de los recursos aportados por la comunidad internacional, que dejó la cuestión librada en gran parte a los esfuerzos de las tres naciones más afectadas, las cuales tienen importantes problemas económicos.
Las estadísticas sanitarias de Ucrania, Bielorrusia y Rusia muestran el aumento de enfermedades relacionadas con la exposición a radiactividad, y el riesgo de cáncer de tiroides se multiplicó por 10 para los ucranianos desde 1986.
Ucrania tiene 50 millones de habitantes, y unos 3,2 millones de ellos han sido afectadas por el accidente, incluyendo a un millón de niños. Las víctimas mortales han sido 167.653. En ese país se ha registrado también un importante descenso de la natalidad, y la mortalidad infantil casi triplica el promedio europeo.

Tras el desastre, los casos infantiles de cáncer de tiroides en Bielorrusia se multiplicaron por 33,5,según el viceministro de Salud de ese país,Vladimir Orekhovsky, en una entrevista difundida por televisión.
La contaminación causada por el accidente en Rusia afectó a unos 57.000 kilómetros cuadrados de territorio, en los cuales viven tres millones de personas, señaló el funcionario sanitario ruso Guennad y Onischenko.
 Unos 184.000 rusos sufrieron consecuencias de la radiactividad, en especial quienes trabajaron para paliar las consecuencias del desastre, y las víctimas mortales fueron unas 10.000, añadió Onischenko.
El último gran accidente nuclear se produjo en la central de Fukushima como consecuencia del terremoto (9 grados en la escala de Richter) y el tsunami ocurrido el 11 de marzo de 2011 en Japón. La central nuclear de Fukushima resultó seriamente dañada. Esta planta número 1 de Tokyo Electric Power en Fukushima está situada a unos 270 kilómetros al noreste de Tokio y cuenta con seis reactores de agua ligera en ebullición.

A consecuencia del intenso terremoto y posterior tsunami se generaron fusiones nucleares en la planta, provocando el escape de radiación, la contaminación de alimentos y del agua, y evacuaciones masivas de las personas que vivían en esta zona. Murieron 2 jóvenes, de 21 y 24 años de edad, justo después del terremoto como consecuencia de heridas múltiples cuando estaban inspeccionando el edificio de la turbina del reactor nº 4. La radiación de sus cuerpos era muy elevado por lo que tuvieron que ser desinfectados.

Los escapes radiactivos fueron muy importantes y se produjeron al estallar el edificio del reactor número uno de la central nuclear de Fukushima I, según el Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear (IRSN). El Instituto cita informaciones transmitidas por la embajada de Francia en Tokio y añade que “sólo hay algunas medidas disponibles actualmente”. Por otra parte, la agencia de prensa japonesa Kyodo, citando una comisión de seguridad, había indicado ya que: “un nivel de radiactividad 1.000 veces superior a lo normal había sido detectado en la sala de control del reactor número uno de Fukushima I”.
Más de tres semanas después de que dejaran de funcionar los circuitos de refrigeración de la central, seguía existiendo el peligro de una catástrofe nuclear en Fukushima (nordeste de Japón).Todavía había emisiones radiactivas que hacían temer una contaminación medioambiental perdurable y extensa. En este sentido, la televisión japonesa NHK informó que: “Los responsables de la ciudad de Fukushima descontaminarán 110.000 casas afectadas por emisiones procedentes de la central nuclear de Fukushima afectada por el desastre del 11 de marzo de 2011”.

La contaminación del agua y del aire provoca que los alimentos se contaminen dando lugar a que el Ministerio de Sanidad japonés retirase del consumo varias partidas de espinacas y leche por contener un nivel excesivo de radiactividad. La leche fue detectada en una granja situada a 30 km. de la central de Fukushima. Las espinacas, más al sur, en la provincia de Ibaraki. De hecho, esa prefectura es el lugar que más está sufriendo los efectos de la radiación por culpa de los vientos, que caprichosos, empujan la nube tóxica que emana de los reactores directamente hacia su territorio. Días atrás, varias ciudades de Ibaraki presentaron cien veces más radiación de la habitual.

Las consecuencias sobre la salud de las personas directamente afectadas por la contaminación radioactiva se conocerán dentro de 10 ó 20 años. Según estimaciones del Departamento de Energía de EE UU se calcula que se encuentra distribuida por el territorio suficiente radiactividad para que las personas que habiten zonas incluso a más de 80 km. de Fukushima reciban dosis superiores a 20 mSv al año. Pero los efectos van más allá, el consumo de pescado y de otros productos marinos pueden producir una afección en la población humana con una distribución mucho más amplia y difícil de determinar.

Eliminación de residuos radiactivos.
Otro serio problema que se plantea con las centrales nucleares es qué hacer con los residuos o material radiactivo ya inservible. La eliminación de los productos radiactivos provenientes de las centrales nucleares plantea, en la actualidad, graves problemas. Una de las soluciones adoptadas y que ha ocasionado una gran controversia es su eliminación mediante recipientes herméticos e invulnerables a las radiaciones, que son sumergidos en las grandes profundidades de las fosas oceánicas.

Se calcula en unas 140.000 toneladas de basura radioactiva depositada en la fosa Atlántica, a 630 kilómetros de la costa gallega, sin que ni la Xunta ni el Gobierno central ni la UE ni la Organización Marítima Internacional se responsabilicen del estado de los bidones que a principios de los ochenta fueron arrojados al mar por la industria nuclear para librarse del ingente volumen de desechos que generaba su actividad. Han pasado 30 años y los científicos apuntan que los contenedores que almacenan la radiactividad pueden empezar a deteriorarse debido a la salinidad del agua y las fuertes presiones que soportan situados a más de 3.000 metros de profundidad.

 Desde Greenpeace, Carlos Bravo, experto en materia nuclear de la organización ecologista asegura que: “El cementerio de la fosa Atlántica es una bomba de relojería y el principal riesgo es la corrosión de los bidones”.
Durante bastantes años, el almacenamiento de residuos radiactivos se realizaba mediante vertidos al mar, práctica en moratoria desde 1983 y totalmente prohibida desde 1993. Dos años más tarde, en 1995, se prohibió definitivamente tirar bidones con carga radiactiva al mar, en España, sumándose al acuerdo internacional y a la fuerte contestación social surgida en Galicia por estos vertidos.
Según el Comité de Manejo de Desechos Radioactivos (CORWM) la mejor solución “en términos de seguridad y protección al público y el medio ambiente, es enterrarlos”.
Esta práctica, según el profesor Antonio Ruíz consiste en “enterrar los residuos nucleares en minas muy hondas de hasta 1.000 metros de profundidad los residuos nucleares -explica el expertose almacenan primero en bidones de hormigón en las centrales nucleares y luego se transportan hacia minas abandonadas”. No obstante señala Antonio Ruíz “ Los desechos deben estar encajonados en materiales muy resistentes y la roca adyacente actuaría como una barrera para evitar fugas radioactivas en el medioambiente. Sin embargo, continúa el profesor “Los residuos radiactivos no desaparecen sino que los entierran y estarán allí, contaminados, más de lo que dura una vida humana”.

La mejor solución, en la actualidad, es el almacenamiento definitivo en tierra firme, donde existen dos opciones:
A)En superficie con barreras de ingeniería, como en El Cabril en Córdoba (España), con capacidad de 50.000 metros cúbicos o L´Aube en Francia, con capacidad de 1.000.000 metros cúbicos. El fin de este tipo de almacenamiento es impedir que el agua, superficial o subterránea entre en contacto con los bidones. Tanto durante la fase de almacenamiento como posteriormente es necesaria la vigilancia de la instalación.
Este centro, creado en el año 1961, está gestionado en la actualidad por la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa).El Cabril posee 28 estructuras de almacenamiento, de las cuales 18 ya están completas. Su nivel de actividad se encuentra en torno al 65% y, dados sus recursos, pretende seguir almacenado residuos radiactivos de mediana intensidad hasta 2080.
Según dice Fermín Apezteguia y Natxo Artundo, en la revista digital Waste Magazine “A El Cabril, único cementerio nuclear español, llega todos los días un camión procedente de los nueve reactores nucleares existentes en España y, además, cada semana arriban dos camionetas cargadas con material radiactivo de los 600 hospitales y centros de investigación. En total unas 2.000 Toneladas.”
B)El almacenamiento subterráneo a baja o media profundidad, como en el centro SFR de Suecia y las minas de Asse en Alemania. Se aprovechan minas o galerías subterráneas artificiales.Cuando la galería de almacenamiento está llena, los túneles de entrada se sellan con bentonita y cuando se completa todo el almacenamiento se sellan hasta la superficie para evitar la posibilidad de acceso. El almacenamiento sellado no necesita vigilancia alguna.

No obstante este sistema tampoco es muy seguro. Según un artículo publicado, en julio de 2010, por Laura Luchini para el diario El País:“Las minas alemanas de Asse amenazan ahora con hundirse a causa de una constante filtración de agua. Evitarlo implica una lucha contra el tiempo: evacuar los 126.000 barriles almacenados, a unos 700 metros de profundidad, antes de que ocurra el desastre, que los expertos esperan como máximo en 2026. El incidente abre nuevos interrogantes en un país cuyo Gobierno conservador planea prorrogar el plazo de vida de las centrales nucleares”.
Además,el registro epidemiológico de cáncer (EKN)constata que:“Entre los años 2002 y 2009, los casos de leucemia entre hombres se han duplicado, mientras que el cáncer de páncreas entre las mujeres se ha triplicado sobre los registros normales, en las zonas próximas a las antiguas minas de sal de Asse, en la Baja Sajonia, al norte de Alemania”. En Alemania, las centrales nucleares producen cada año unas 470 toneladas de desechos radioactivos.

Evidentemente la mejor solución de todas sería la no existencia de energía nuclear, siendo cerradas las centrales, ya existentes, a medida que fuesen caducando sus licencias para sustituir la producción de energía nuclear por otra energía alternativa más limpia, renovable y menos contaminante (solar, eólica, geotérmica, mareomotriz…) que ya están en funcionamiento en muchos países, a nivel mundial, y que en España, va adquiriendo cada vez más relevancia. 




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