CONSUMO CRÍTICO, CONSUMO RESPONSABLE
Actualmente, la necesidad de organizar la
economía según la justicia y el respeto al hombre, a
losrecursos y a la naturaleza ya no es una cuestión de opinión
moral o política, es un imperativo vital que nos exige a todos
ponerde nuestra parte. Las instituciones tienen que cumplir su
cometido y así debemos exigirlo, pero no olvidemos que tenemos
a nuestra disposiciónunos medios de intervención que pueden
tener una influencia directa sobre los centros de poder
económico. Esta posibilidad no derivade derechos particulares
garantizados por la ley sino de la voluntad de vivir de forma
responsable en lo cotidiano, como el trabajo, el ahorroy,
sobre todo, el consumo.
* WASTE MAGAZINE
Un Consumo Crítico es aquel que se pregunta por las condiciones
sociales y ecológicas en las que ha sido elaborado un producto o
producido un servicio. Es una actitud diaria que consiste en
elegir de manera meticulosa lo que compramos sobre la base de
dos criterios: la historia del producto y la conducta de la
empresa productora, señalándole al sistema los métodos
productivos que aprobamos y los que condenamos.
Un Consumo Ético sería el que se ejerce cuando se valoran las
opciones como más justas, solidarias o ecológicas y se consume
de acuerdo con esos valores y no solo en función del beneficio
personal. Desde el consumo ético hacemos especial énfasis en la
austeridad como valor, como una forma consciente de vivir,
dándole más importancia a otras actividades que al hecho de
consumir y teniendo la capacidad de distinguir entre necesidades
reales e impuestas; organizándolas, además, a nivel colectivo,
garantizando así a todas las personas la satisfacción de sus
necesidades fundamentales con el menor despilfarro. (...)
(...)
La incorporación de estos valores en nuestro consumo no tiene
que disminuir el bienestar y la calidad de vida, más bien todo
lo contrario. Es signo de bienestar comer carne, pero deja de
serlo cuando constatamos en muchos de nosotros nuestros niveles
de colesterol, o comemos con tanta abundancia que son frecuentes
los problemas de obesidad. Parece "ventajoso" para nosotros
trasladar las industrias contaminantes al Sur ¿pero no estamos
todos bajo la misma capa de ozono?, ¿no sube por igual en todo
el planeta el nivel de los mares?, ¿ acaso se puede establecer
una frontera a la onda expansiva de un accidente nuclear?
Todo esto implica a todas las esferas de nuestra vida, a
nuestras opciones más personales y supone, por tanto, un
esfuerzo, pero no es algo imposible. Un primer paso sería esa
toma de conciencia en el ámbito personal, y un segundo,
compartir nuestras reflexiones para construir una conciencia
colectiva.
Este tipo de consumo implicaría dos aspectos fundamentales:
En primer lugar la búsqueda de información y la formación de un
pensamiento crítico con la realidad que nos rodea, con los
medios de comunicación y la publicidad, cuestionándonos que hay
detrás de cada cosa que consumimos y cuáles son sus
consecuencias.
En segundo lugar, la reducción de nuestros niveles de consumo
como una opción ética. Si nuestro modelo de desarrollo no es
universalizable ni ecológicamente, ni por las estructuras
injustas que genera, no es posible que mantengamos esta
situación. Se trata de cambiar nuestro hábito de consumismo,
optando por un modelo de bienestar y felicidad no basado en la
posesión de bienes materiales. "No es más feliz el que más tiene
sino el que menos necesita". Es, en definitiva, un cambio en
nuestra escala de valores y en nuestras prioridades. Esto nos
permitiría, por ejemplo, dedicar una mayor parte de nuestro
presupuesto a comer de forma sana, disfrutar nuestro ocio de una
manera más constructiva, reducir nuestro tiempo de trabajo,
invertir en solidaridad, etc.
Esta propuesta de no-colaboración con un sistema económico que
genera injusticia y destruye el medio ambiente es un deber moral
y político fundamental. El sistema nos necesita como
consumidores, somos el último eslabón de la cadena. El pequeño
poder del consumidor puede ser muy eficaz tanto para nosotros
como para los países del Sur; sólo habría que comenzar a
reivindicar una mayor autodeterminación en apariencia poco
política y heroica, de elección de nuestros alimentos, de
nuestras compras para la vivienda, de nuestros vestidos, del uso
de nuestro dinero, del tipo de embalaje que aceptamos o
rechazamos. Lo que falta es desarrollar una conciencia crítica y
verdaderamente solidaria acompañada de comportamientos más
colectivos y políticos: cuando hacemos la compra no tenemos que
dudar que somos poderosos y que las empresas están en una
situación de profunda dependencia de nuestros comportamientos
como consumidor
De nuestra responsabilidad y nuestro poder como consumidores se
derivan unas obligaciones que podrían resumirse en:
- Ser críticos con nuestro consumo y nuestra forma de vida,
aplicando valores éticos.
- Exigir información e informarnos acerca de las condiciones
sociales y medioambientales en las que un producto o un
servicio ha sido elaborado, como ha llegado hasta nosotros y
cuales son sus consecuencias.
- Reducir nuestro consumo, como opción ética y ecológica,
optando por un modelo de bienestar y felicidad no basado en
la posesión de bienes materiales, lo cual repercute tanto
medioambiental como socialmente.
- Practicar un consumo respetuoso con la naturaleza,
reduciendo, reutilizando y, por último, reciclando y
consumiendo productos ecológicos y artesanos.
- Practicar un consumo solidario y socialmente justo,
respetuoso también con las personas y las culturas, en el
que por supuesto no existan la discriminación ni la
explotación. (...)
MiguelAlanCS / Creative Commons
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