Foto: J. E. GÓMEZ * Lagarto ocelado, Timon lepidus
CUANDO EL TURISMO SE ACERCA A LA CIENCIA
EN BUSCA DE AVES, REPTILES, PIEDRAS Y ESTRELLAS
Turismo científico. Aficionados a la observación de fauna, geología, astronomía y
la pasión por la naturaleza, recorren los espacios naturales del sur de Europa
Observar como un lagarto ocelado,
Timon lepidus, busca los rayos de sol sobre una
roca, en un claro de bosque, entre febrero y marzo, es una de las imágenes más bellas que podemos
encontrar en el bosque mediterráneo. Pero esta imagen tiene diversos significados. Si estamos en
los días previos al final del invierno,
indica que el frio está remitiendo de
forma considerable y que los reptiles comienzan a salir de su invernada dispuestos a vivir un
nuevo ciclo de reproducción.
Lo mismo ocurre con otras especies como los ofidios,
las culebras, que en el caso de que las veas, significará que el invierno ya pasó y la primavera
ha entrado con fuerza. Son especies animales que podemos considerar bioindicadoras de los cambios
del clima. Si las golondrinas adelantan su llegada o, simplemente, no se marchan, significará que
el calor ha aumentado en tierras de África y que aquí ya no hace tanto frío y no necesitan
marcharse.
Observar la naturaleza se ha convertido en una forma de hacer turismo con un interés científico y,
acercar el turismo a la ciencia, es también una nueva oferta que cada día lanzan operadores
turísticos y empresas especializadas en ecoturismo y vida animal, como reservas de fauna, Son
actividades que nos pueden aportar una nueva visión sobre la realidad de las especies faunísticas,
ya que conocerlas, verlas de cerca, convivir con ellas, incrementará de forma considerable su
protección y supervivencia
Foto: J. E. Gómez / Waste Magazine. Científicos fotografían insectos
La península Ibérica posee atractivos turístico-científicos de primer orden, que
en algunos casos, como en Sierra Nevada, Pirineos, Tablas de Daimiel, Doñana, Cazorla o Tabernas,
entre otros muchos espacios, son únicos en el mundo. Desde finales del siglo XIX, viajeros del
romanticismo, que en realidad eran una mezcla entre científicos, escritores y exploradores,
descubrieron al mundo, sobre todo a Europa, las maravillas históricas y artísticas de las ciudades
españolas, pero también recorrieron los campos, montañas y un litoral sin explorar. Lo contaron en
libros y conferencias.
Fueron los primeros turistas científicos, los primeros
divulgadores de los atractivos de una tierra única. El viajero y botánico, Boissier, catalogó y
mostró la mayoría de las especies de flora de Sierra Nevada y otras montañas de Andalucía,
mientras que Wilkom lo amplió también a la fauna, con una especial atención a grupos de animales
muy denostados en su tiempo, como reptiles e insectos, mientras que Alejandro Dumas contó las
leyendas de las sierras béticas.
Hoy en día la historia se repite, la facilidad de acceso a ciudades y parajes favorece la
presencia de una verdadera legión de aficionados a la observación de la naturaleza. Los
ornitólogos ingleses, fueron los primeros en mostrar que montañas, humedales y costas, son un
lugar perfecto para que lo que denominan
‘Birdwatching’,
observación de aves. La mayor parte de las sierras del litoral, y los altiplanos del centro
peninsular, poseen lugares especialmente idóneos para fotografiar y contemplar el movimiento de la
avifauna más especial, incluso donde ver especies consideradas en peligro de extinción. Tablas de
Daimiel, Doñana, las lagunas de Extremadura, son espacios visitados, cada día, por aficionados a
la ornitología procedentes de todo el mundo. Buscan captar imágenes de calamones, cercetas, martín
pescador, garcillas cangrejeras, garzas imperiales y fochas morunas, todas ellas especies
catalogadas como amenazadas.
Otros buscan fotografiar
especies más difíciles de ver y menos atractivas para
la gente,
como los reptiles, pero que son
especies que cumplen una función básica en los equilibrios ecosistémicos.
Foto: J. E. Gómez / Waste Magazine. Científicos fotografían microfauna
Pero no solo hay un turismo faunístico, Cada vez está más extendida la búsqueda de paisajes
geológicos, de territorios en los que el tiempo ha dejado su huella sobre la tierra. Granada, con
el Geoparque Norte, se puede considerar como un espacio privilegiado para conocer un sistema
geológico formado por ‘badlands’, cárcavas y grandes extensiones de tierras áridas en las que el
sustrato arcilloso cuenta la historia de los últimos millones de años. En Granada se encuentra en
punto geológico en el que se observa el inicio de toda la cordillera alpina, desde Sierra Nevada a
los Alpes. Un fenómeno geológico llamado orogénesis alpina, que hace 20 millones de años inició el
levantamiento de Sierra Nevada y se extendió hasta centro Europa. En Almería los amantes de la
geología caminan por las ramblas de Tabernas para contemplar como se produce el camino hacia el
desierto, como los ecosistemas se deterioran y transforman. Un poco más al sureste, en Cabo de
Gato, observan las formaciones que dejaron
los únicos volcanes que se encuentran en el
sur peninsular.
Más arriba, en Pulpí, el turismo se dispara para conocer la gran geoda que fue descubierta en el
interior de una cueva calcárea de la localidad, mientras que en tierras de Sorbas, la geología se
hace presente en tierras de yesos y sales minerales.
La astronomía también está de moda. Las cimas más altas de la península Ibérica se llenan de
aficionados a la astronomía en fechas calve, en las noches
en las que es posible observar
lluvias de estrellas, conjunción de planetas y fenómenos astronómicos que atraen a
centenares de personas a puntos donde la falta de contaminación acústica permita la mejor
observación del cielo nocturno.
Cada una de las provincias españolas poseen rincones donde la observación de la naturaleza puede
aportar
una forma muy diferente de valorar el entorno en el que vivimos y
conocer y apreciar el valor de la naturaleza.
Foto: J. E. Gómez / Waste Magazine. Galápago europeo, Mauremys leprosa
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