PAISAJES Y BIODIVERSIDAD
CUANDO EL MAR 'TOCA' TIERRA
Descubre los espacios intermareales, un hervidero de biodiversidad
marina que sobrevive a expensas de las mareas
Alevines, cangrejos, gambas, moluscos, erizos, estrellas,
habitantes de aguas someras ocupan los charcos que crea el mar
Por JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE
Son transparentes casi por completo, solo unas líneas amarillentas
y rojizas les delatan. Son minúsculas gambas que se mantienen
entre dos aguas, junto a las piedras que les sirven de protección.
Nadan en grupo, casi en formación, para desplazarse por el escaso
espacio inundado entre las piedras de la orilla de la playa, unos
metros tierra adentro del rompeolas, el punto hasta donde llegó el
agua una horas antes con el máximo de la pleamar. Fueron
arrastradas por la fuerza de las olas hasta depositarlas en los
efímeros charcos intermareales, donde esperan el regreso de la
marea alta junto a otros seres vivos, habituales de los espacios
que el mar inunda de forma temporal, cangrejos, estrellas,
alevines de peces que se aventuraron a nadar cerca de la
superficie y los rompientes. Son parte de la biodiversidad
que cada día sobrevive a expensas de las mareas, y que forman
parte de un ecosistema realmente singular, un hábitat efímero para
especies que pueden desplazarse y permanente para quienes han de
vivir adheridos al sustrato o tienen una menor capacidad de
desplazamiento, como los tomates de mar, anémonas y moluscos.
VÍDEOS *
CHARCAS DE MAREA /
GUARDIAS VIEJAS * VÍDEO: MERCHE S. CALLE Y
J. E. GÓMEZ
Observar los espacios intermareales es una magnífica forma de
conocer algunas de las especies que viven en las aguas someras del
litoral, en las zonas poco profundas donde un hervidero de vida se
desarrolla día a día, ya que en ocasiones son desplazadas por la
fuerza de las olas que bañan espacios llanos, rocosos, con
múltiples oquedades que se quedan inundadas al producirse la
bajamar. La costa oriental de Andalucía posee diversos tipos de
espacios mareales que pueden ser protagonistas de una jornada de
observación de la naturaleza. Cualquier zona de litoral donde las
rocas se adentren en el mar de una forma suave genera charas de
marea o, al menos, aguas poco profundas que dejan ver qué se mueve
entre ellas. Los terrenos calcáreos donde la piedra es erosionada
con facilidad son los que mayor cantidad de charcas generan, como
ocurre en las playas del litoral de Almería, especialmente en
zonas de Cabo de Gata y otras más en el poniente como las de
Guardias Viejas con un impresionante roquedo que es cubierto por
las mareas. En Granada, las playas de arenas gruesas y rocas
procedentes de derrumbes de acantilados, sobre todo generan puntos
de aguas someras con una gran biodiversidad, como la cala de la
Rijana, los peñones de Melicena y espacios situados al extremo de
poniente de Carchuna. Pero el ecosistema intermareal se aprecia de
una forma clara es bajo los acantilados que desde la Caleta de
Salobreña se expanden hacia Almuñécar, las rocas caídas dejan
huecos que el mar rellena día a día con una gran profusión de
especies. Igual que al oeste de la playa de El Pozuelo de
Almuñécar, junto al peñón donde se levanta la torre del Tesorillo,
las aguas someras son refugio de alevines y decenas de especies
marinas.
Pegados a las paredes de las charcas, viven especies conocidas por
todos, los tomates de mar, que poseen un intenso color rojo,
redondos cuando están cerrados y que se abren para dejar paso a
seis coronas con más de 200 pequeños tentáculos, Igual que las
anémonas, que de colores blanquecinos y morados mueven sus
tentáculos entre las aguas. Hay que tener cuidado con tomates y
anémonas, ya que poseen nematocistos, que son pequeñísimos arpones
que se clavan en la piel y segregan sustancias tóxicas. Es el
mismo sistema que utilizan las medusas para paralizar a sus
presas. También las hay en las charcas de marea. Suelen ser de la
especie más pequeña y urticante, Pelagia noctiluca, con su
sombrero de color morado y tentáculos semitransparentes.
Los movimientos rápidos en el agua de los charcos son producidos
por alevines de peces, generalmente bogas, herreras, e incluso
algún pequeño salmonete de roca, cabrillas y fredis, pero los que
más abundan, sobre todo si los charcos son muy poco profundos, son
los blenios. Para ellos, el charco de marea es parte de su
hábitat. La especie más habitual es Parablennius rouxi, un
pececito de menos de 5 centímetros, blanco de ojos rojos y dos
líneas transversales de color marrón, casi negro que se quedará
mirando a quien se asome a su pequeño mundo y se ocultará de
inmediato ante el más mínimo movimiento.
El mar toca tierra y se queda en ella durante al menos seis horas
dos veces al día, el tiempo que numerosas especies esperan para
renovar el agua de su efímero ecosistema y el periodo que otros
han de esperar para volver al mar.

FOTOGALERÍA
ATRAPADOS EN LAS CHARCAS DE MAREA
Decenas de organismos marinos viven una existencia efímera en el
agua que queda rezagada tras la bajamar
Reportaje publicado 2-julio 2013
JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE * WASTE MAGAZINE

Cada seis horas la orilla del mar cambia de lugar. Es la
consecuencia directa de las mareas, la subida y bajada del nivel
de las aguas que conocemos como pleamar y bajamar, y que no solo
es un cambio en el paisaje, es también la vida y la muerte de
decenas de especies marinas, de organismos vivos que dependen del
agua que les llega con la pleamar y queda atrapada entre rocas y
arenales, son los charcos de marea, un universo sorprendente y
digno de ser observado.
Aidablennius sphynx
El 30 de junio la pleamar en la costa de Granada ha sido a las
7,45 horas de la mañana, (el horario cambia cada día según la
posición de la luna) el agua ha cubierto las rocas más cercanas al
rompeolas y la orilla está unos metros más arriba. Entre las rocas
se observan huecos cubiertos de agua. En algunos de ellos hay
entre 20 y 10 centímetros de profundidad, lo suficiente para que
gobios, cangrejos, tomates de mar, anémonas, estrellas, erizos,
gambas, e incluso alevines de diversas especies logren sobrevivir
el tiempo que tardará en volver a llegar el agua de la siguiente
pleamar.
Un pequeño charco entre las rocas, en el que aparentemente no hay
nada que mirar es un universo plagado de biodiversidad. Con solo
un poco de atención se aprecian movimientos en la superficie,
cmabios de color y pequeñas burbujas de aire. A contraluz se
observan minúsculas líneas de color amarillo y rojo que en lugar
de nadar se mueven a saltos. Son gambitas, camarones y
quisquillas, de pequeño tamaño, casi transparentes, las más
habituales son de la especie Palaemon elegans. Se refugian en
estas rocas a pesar de estar a expensas del agua de las mareas. Se
ocultan entre diversas especies de algas, que como ramilletes de
color verde y marrón tapizan los fondos y laterales de los
charcos, algunas de ellas se consideran invasoras y forman
verdaderas alfombras, como Asparagopsis armata, y las más curiosas
del litoral mediterráneo de Andalucía Oriental, Codium tomentosum,
de color verde que tiene forma de dedos.
Pegados a las paredes de las charcas, en los lugares que han sido
batidos por las olas en la pleamar y en días de mar rizada y de
temporal, viven especies conocidas por todos, los tomates de mar,
Actinia equina que poseen un intenso color rojo, redondos cuando
están cerrados y que se abren para dejar paso a seis coronas con
más de 200 pequeños tentáculos para intentar atrapar pequeños
peces, crustáceos y moluscos. Igual que las anémonas, que de
colores blanquecinos y morados mueven sus tentáculos entre las
aguas de la charca. Hay que tener cuidado con tomátes y anémonas,
ya que poseen nematocistos, que son pequeñísimos arpones que se
clavan en la piel y segregan sustancias tóxicas. Es el mismo
sistema que utilizan las medusas para paralizar a sus presas y que
provoca reacciones adversas en el hombre. También las hay en las
charcas de marea. Han quedado atrapadas tras ser arrojadas allí
por las olas. Suelen ser de la especie más pequeña y urticante,
Pelagia noctiluca, con su sombrero de color morado y tentáculos
semitransparentes. La mayoría de las medusas que quedan en los
charcos mareales no llegan a soportar las condiciones de calor y
falta de oxígeno que se producen durante las horas que pasan sin
que el agua vuelva a llegar.
Los movimientos rápidos en el agua de los charcos son producidos
por alevines de peces, generalmente bogas, herreras, e incluso
algún pequeño salmonete de roca, cabrillas y fredis, pero los que
más abundan, sobre todo si los charcos son muy poco profundos, son
los blenios. Para ellos, el charco de marea es parte de su
hábitat. La especie más habitual es Parablennius rouxi, un
pececito de menos de 5 centímetros, blanco de ojos rojos y dos
líneas transversales de color marrón, casi negro.
Los espacios intermareales son el lugar donde viven numerosas
especies de moluscos, que tapizan las rocas, como los mejillones,
litorinas, pequeñísimas y con conchas nacaradas en espiral, y
diversos tipos de lapas, entre ellas la Patella ferruginea,
exclusiva del litoral granadino. Hay otros organismos con concha
que forman colonias en los charcos de marea, son crustáceos que se
llaman bellotas de mar (Chthamalus montagui). Llegan a ocupar
grandes extensiones de roca que comparten con moluscos y algas,
como la Padina pavonica, que tiene forma de ondas y se les llama
gitanilla, y otra alga de aspecto calcáreo que se denomina
Coralina mediterranea (Corallina elongata).
Y cangrejos. Los charcos y rocas son hábitat de crustáceos algunos
de ellos minúsculos, como el Acanthonyx lunulatus, que mide poco
más de un centímetro, y los más habituales, el cangrejo corredor
(Pachygrapsus marmoratus) que incluso gusta de tomar el sol fuera
del agua.
Al fondo de estos pequeños universos de vida se refugian los
erizos, una presencia habitual en zonas rocosas de las costas
mediterráneas, con dos especies habituales, Paracentrotus lividus
que se conoce como erizo de mar y Arbacia lixula, que es el erizo
negro. Las dos tienen un curioso comportamiento que se ve
claramente en estos charcos. Colocan conchas, piedras y algas
entre sus púas para intentar camuflarse y pasar desapercibidos.
BIODIVERSIDAD

Arenaria interpress, Vuelvepiedras
UNA DESPENSA PARA AVES
La gran cantidad de organismos que se encuentran concentrados en
los espacios intermareales, se convierten en una magnífico
territorio de caza para aves. Es fácil ver un ave acuática
denominada Arenaria interpres, a la que vulgarmente se conoce como
vuelvepiedras por su costumbre de dar la vuelta a las piedras que
encuentra en los espacios intermariales en busca de invertebrados.
Esta especie, igual que los ostreros y correlimos, hacen su agosto
en los charcos. Allí se alimentan de invertebrados, pequeños peces
y moluscos. Las gaviotas también se acercan a los charcos de
marea, aunque en busca de ejemplares algo más crecidos de
cangrejos y peces.
Especies presentes en este
espacio natural
Anemonia sulcata (Anemona de mar)
Cnidarios
Actinia equina (Tomate
de mar)
Aglaophenia pluma
(Plumas)
Aiptasia mutabilis (Ortiga
blanca)
Anemonia sulcata (Anemona
de mar)
Astroides calycularis
(Coral anaranjado)
Pelagia noctiluca (Aguamala)
Equinodermos
Arbacia lixula (Erizo
negro)
Paracentrotus lividus
(Erizo de mar)
Sphaerechinus
granularis (Erizo violáceo)
Crustaceos
Acanthonyx lunulatus
Balanus
perforatus (Bellota de mar)
Balanus trigonus
(Balanus de tres filos)
Chthamalus
montagui /Chthamalus stellatus (Bellota de mar)
Clibanarius erythropus
Eriphia
verrucosa (Cangrejo moruno)
Ligia italica
(Cochinilla de mar)
Liocarcinus
depurator (Cangrejo del atún, cangrejo fino)
Liocarcinus
corrugatus (Cangrejo de arrugas)
Pachygrapsus marmoratus (Cangresjo
corredor)
Algas
Colpomenia
sinuosa
Corallina elongata
Cystoseira
mediterranea
Dictyota
dichotoma
Dictyota fasciola
Jania rubens
Padina pavonica (Gitanilla)
Ralfsia verrucosa
Ulva
intestinalis
Ulva lactuca
(Lechuga de mar)
Moluscos
Chiton olivaceus (Quiton)
Columbella rustica (Trompetita)
Conus
ventricosus /mediterraneus
Dendropoma
petraeum
Littorina
littorea (Bígaro común)
Littorina neritoides /Melarhaphe
neritoides (Bígaro enano)
Monodonta turbinata (Peonza)
Mytilus
galloprovincialis (Mejillón
de roca)
Mytilus edulis (Mejillón atlántico)
Ostrea edulis
Patella
caerulea
Patella ferruginea
Patella rustica (Lapa)
Pisania striata
Siphonaria pectinata
Stramonita
haemastoma
Peces
Aidablennius
sphynx (Dormilón)
Coris julis (Doncella)
Chelon labrosus
(Lisa)
Chromis chromis (Castañuela)
Diplodus annularis
(Raspallón)
Diplodus cervinus
(Sargo imperial)
Diplodus puntazzo
(Sargo picudo)
Diplodus sargus
(Sargo común)
Diplodus vulgaris
(Mojarra)
Gobius bucchichi
(Gobio)
Mullus surmuletus
(Salmonete de roca)
Parablennius
gattorugine (Cabruza)
Parablennius
pilicornis (Moma, vieja)
Parablennius rouxi
(Babosa de banda oscura)
Parablennius
sanguinolentus (Lagartina)
Salaria pavo
Aves
Arenaria
interpres
(Vuelvepiedras)
Calidris alba
(Correlimos tridáctilo)
Chroicocephalus
ridibundus =
Larus ridibundus (Gaviota reidora)
Egretta
garzetta (Garceta Común)
Haematopus ostralegus (Ostrero)
Larus
audouinii (Gaviota de Audouin)
Larus
cachinnans (Gaviota patiamarilla)
Larus
fuscus (Gaviota sombría)
Pluvialis squatarola
(Chorlito gris)
Thalasseus sandvicensis (Charrán patinegro)
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